/ lunes 17 de septiembre de 2018

Con café y a media luz | Acabando el año

Seguramente, gentil amigo lector, cuando usted leyó el nombre de la entrega de este día habrá pensado que al redactor se le “pasaron las cucharadas” o está fumando de ese “zacatito bromista” que pinta a los elefantes de color rosa y hace que los cuartos se achiquen y las extremidades se alarguen. Incluso podrá pensar que soy víctima de algún padecimiento que ha trastornado las neuronas y estoy “construyendo pensamientos fuera del recipiente”.

Me dirá que estamos en el noveno mes del año y que restan poco más de 100 días para decirle adiós a este 2018. Me señalará con total razón que en el calendario de festividades aún están pendientes “el día de las naciones unidas”, “la noche de brujas”, “el día de muertos”, la conmemoración de la revolución mexicana, “las mañanitas a la virgen”, las posadas, navidad y año nuevo.

Y no, apelo a su confianza, y le aseguro que no es nada relacionado con enfermedades, brebajes o “polvos” de celestino origen que me obligan a sentenciar como título que estamos acabando el año. ¡Es más! Amparándome en la lógica más pura, el ciclo se empezó a terminar una vez que cruzamos juntos la barrera de los 182 días.

Hoy, cuando la mercadotecnia de las tiendas nos avisa que ya es hora de rematar los artículos navideños del periodo anterior, es momento de sentarnos a reflexionar sobre lo que hemos hecho para bien de nosotros y de nuestra comunidad. Qué aportes dejamos y hacia dónde decidimos encaminar nuestros pasos, y si esa ruta nos hizo mejores personas.

Le suplico, por favor, que en este instante deseche la idea de que le estoy hablando del trillado tema de los propósitos de año nuevo y el resultado obtenido por usar ropa interior roja o amarilla en el primer día del grupo de 365. En este párrafo deseo que haya encontrado el amor, que tenga una buena suma de dinero en su poder, que haya salido de deudas, dejado de fumar, bajar de peso, aprender inglés, emprender un negocio, obtener el título profesional, viajado mucho y todas esas cosas que enlistamos.

Este día lunes, le pido que reflexionemos juntos con una visión más profunda.

México renovó sus bríos con una esperanza renovada y le “dio un golpe de timón” al destino que tenemos como nación. Decidimos y el resultado, a la gran mayoría, le satisfizo. Mayoría que hoy ya no se encuentra tan convencida de la decisión tomada. Sin embargo, el nuevo sendero que cruzaremos, ni siquiera lo hemos empezado. Así que, como dicen los entendidos de los deportes, “es muy temprano para escribir a casa”. Dejemos que las cosas marchen y tomen el cauce debido en una transición que ha marcado un parteaguas en el devenir histórico nacional.

Pues este servidor considera, para bien, que hay un México antes de las votaciones y uno después de ellas, y no por el resultado, sino por la manifestación ardiente de un pueblo urgido de un cambio y eso es lo verdaderamente valioso.

En la zona conurbada, particularmente en Tampico y Ciudad Madero, ocurrieron fenómenos similares. La población tomó en sus manos el rumbo de sus respectivas ciudades y le dio “la voz de mando” a dos nuevos personajes a quienes deberemos hacer responsables de los éxitos que se tengan como municipio y también, en su debido caso, demandarles sus errores.

En los tres casos he escuchado frases como “ahora sí veremos cosas mejores”, “ahora sí se concluirán tales o cuales obras”, “ahora sí bajarán los precios”, “ahora sí alcanzará el sueldo”, etcétera, etcétera. Y los menos frívolos a este tema adornan la frase con un remate que es el más interesante “…pero para eso deberemos respaldar a fulano”, “… pero debemos reconocer que él no podrá hacerlo solo”, “…pero nosotros como pueblo debemos poner nuestro granito de arena”.

Y este servidor se ha preguntado, si estamos conscientes de que las autoridades no pueden solas ¿Por qué antes no nos preocupamos por poner “el granito de arena”?, ¿Por qué antes no nos fijamos en respaldar a “fulano” cuando le dimos el voto y luego nos dedicamos a criticarle hasta el cansancio?, ¿Por qué sembramos en nuestra conciencia que ahora sí debemos ser copartícipes de la evolución social y antes nos sentamos en “nuestros reales” y exigimos que este o aquel “jalara la carreta”?

Si somos capaces de decir “ahora sí” y “… pero todos juntos”, es porque siempre lo supimos, nada más que era más cómodo no reconocerlo u obviarlo.

Ahora que está acabando el año le invito a que pensemos por un momento qué nos toca hacer en lo individual y en lo colectivo; en lo personal y en lo social y en este renacer, simplemente, ¡hagámoslo!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Seguramente, gentil amigo lector, cuando usted leyó el nombre de la entrega de este día habrá pensado que al redactor se le “pasaron las cucharadas” o está fumando de ese “zacatito bromista” que pinta a los elefantes de color rosa y hace que los cuartos se achiquen y las extremidades se alarguen. Incluso podrá pensar que soy víctima de algún padecimiento que ha trastornado las neuronas y estoy “construyendo pensamientos fuera del recipiente”.

Me dirá que estamos en el noveno mes del año y que restan poco más de 100 días para decirle adiós a este 2018. Me señalará con total razón que en el calendario de festividades aún están pendientes “el día de las naciones unidas”, “la noche de brujas”, “el día de muertos”, la conmemoración de la revolución mexicana, “las mañanitas a la virgen”, las posadas, navidad y año nuevo.

Y no, apelo a su confianza, y le aseguro que no es nada relacionado con enfermedades, brebajes o “polvos” de celestino origen que me obligan a sentenciar como título que estamos acabando el año. ¡Es más! Amparándome en la lógica más pura, el ciclo se empezó a terminar una vez que cruzamos juntos la barrera de los 182 días.

Hoy, cuando la mercadotecnia de las tiendas nos avisa que ya es hora de rematar los artículos navideños del periodo anterior, es momento de sentarnos a reflexionar sobre lo que hemos hecho para bien de nosotros y de nuestra comunidad. Qué aportes dejamos y hacia dónde decidimos encaminar nuestros pasos, y si esa ruta nos hizo mejores personas.

Le suplico, por favor, que en este instante deseche la idea de que le estoy hablando del trillado tema de los propósitos de año nuevo y el resultado obtenido por usar ropa interior roja o amarilla en el primer día del grupo de 365. En este párrafo deseo que haya encontrado el amor, que tenga una buena suma de dinero en su poder, que haya salido de deudas, dejado de fumar, bajar de peso, aprender inglés, emprender un negocio, obtener el título profesional, viajado mucho y todas esas cosas que enlistamos.

Este día lunes, le pido que reflexionemos juntos con una visión más profunda.

México renovó sus bríos con una esperanza renovada y le “dio un golpe de timón” al destino que tenemos como nación. Decidimos y el resultado, a la gran mayoría, le satisfizo. Mayoría que hoy ya no se encuentra tan convencida de la decisión tomada. Sin embargo, el nuevo sendero que cruzaremos, ni siquiera lo hemos empezado. Así que, como dicen los entendidos de los deportes, “es muy temprano para escribir a casa”. Dejemos que las cosas marchen y tomen el cauce debido en una transición que ha marcado un parteaguas en el devenir histórico nacional.

Pues este servidor considera, para bien, que hay un México antes de las votaciones y uno después de ellas, y no por el resultado, sino por la manifestación ardiente de un pueblo urgido de un cambio y eso es lo verdaderamente valioso.

En la zona conurbada, particularmente en Tampico y Ciudad Madero, ocurrieron fenómenos similares. La población tomó en sus manos el rumbo de sus respectivas ciudades y le dio “la voz de mando” a dos nuevos personajes a quienes deberemos hacer responsables de los éxitos que se tengan como municipio y también, en su debido caso, demandarles sus errores.

En los tres casos he escuchado frases como “ahora sí veremos cosas mejores”, “ahora sí se concluirán tales o cuales obras”, “ahora sí bajarán los precios”, “ahora sí alcanzará el sueldo”, etcétera, etcétera. Y los menos frívolos a este tema adornan la frase con un remate que es el más interesante “…pero para eso deberemos respaldar a fulano”, “… pero debemos reconocer que él no podrá hacerlo solo”, “…pero nosotros como pueblo debemos poner nuestro granito de arena”.

Y este servidor se ha preguntado, si estamos conscientes de que las autoridades no pueden solas ¿Por qué antes no nos preocupamos por poner “el granito de arena”?, ¿Por qué antes no nos fijamos en respaldar a “fulano” cuando le dimos el voto y luego nos dedicamos a criticarle hasta el cansancio?, ¿Por qué sembramos en nuestra conciencia que ahora sí debemos ser copartícipes de la evolución social y antes nos sentamos en “nuestros reales” y exigimos que este o aquel “jalara la carreta”?

Si somos capaces de decir “ahora sí” y “… pero todos juntos”, es porque siempre lo supimos, nada más que era más cómodo no reconocerlo u obviarlo.

Ahora que está acabando el año le invito a que pensemos por un momento qué nos toca hacer en lo individual y en lo colectivo; en lo personal y en lo social y en este renacer, simplemente, ¡hagámoslo!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!