/ martes 14 de julio de 2020

Acontecer político | Cajas de Resonancia

El año próximo se realizarán por primera vez comicios concurrentes en las que se renovarán la Cámara de Diputados y en varios estados se elegirán gobernadores, legisladores locales y alcaldes, en lo que se espera sea un diagnóstico institucional y no mediático sobre las tendencias políticas mayoritarias que avalen o corrijan el actual rumbo del país.

En esa lucha electoral, los partidos oficialmente reconocidos buscarán agenciarse el apoyo de la ciudadanía en respaldo de sus respectivos proyectos. ¿Pero, realmente están haciendo algo para lograrlo? Para nada, se muestran como entidades que aunque supuestamente son de interés público parecen representar los intereses de sus cúpulas con menosprecio hasta de sus propios militantes. Veamos.

El Movimiento de Regeneración Nacional que está en el gobierno de la república y que detenta el predominio en el Congreso de la Unión y en la mayoría de las legislaturas estatales, no ha logrado consolidarse como partido y es público que las pugnas hacia su interior impiden que se presente como un frente sólido que sustente, por sí solo, el futuro de la llamada cuarta transformación. En realidad, su único valor es el presidente ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR que en esta ocasión no estará en las boletas.

Acción Nacional, que se presenta como la principal fuerza contestataria del actual régimen, tampoco puede presumir de una hegemonía garante de triunfos espectaculares. Su dirigencia nacional se ha limitado a denostar al gobierno lopezobradorista, pero sin presentar propuestas viables y confiables y no se observa que actúe de manera armónica con sus propios grupos.

Los gobernadores emanados de sus filas tienen su propia línea de acción de acuerdo a las prioridades de cada quien y no se percibe que tomen en cuenta directriz alguna de la cúpula que debiera coordinarlos. Así, el PAN sería un partido de influencias regionales.

Y que decir del PRI. El otrora partido aplanadora es ahora una caricatura de lo que fue durante más de ochenta años. Sus grandes figuras ya no asoman la cabeza por miedo a que se las corten por actos de corrupción.

La detención del ex=gobernador de Chihuahua, CESAR DUARTE, acusado de desviar miles de millones de pesos en beneficio propio y de su partido, ha puesto otro clavo en el ataúd que no acaba de cerrarse. También el arresto del ex=director de PEMEX, EMILIO LOZOYA, quien habría recibido millonadas en sobornos para la campaña de ENRIQUE PEÑA NIETO, deja listo el martillo para lo que pudiera ser el último clavo.

El Partido de la Revolución Democrática, fundado por respetables figuras disidentes del priísmo neoliberal, como CUAUHTEMOC CARDENAS, PORFIRIO MUÑOZ LEDO, IFIGENIA MARTINEZ y el propio LOPEZ OBRADOR, es hoy un huacal que solo busca sobrevivir aliándose con el mejor postor. Y qué decir de los demás. El PT, Movimiento Ciudadano y el Verde dizque ecologista, son otros entes de acompañamiento creados artificialmente que nada positivo ofrecen a la ciudadanía y que subsisten no por su casi nula militancia, sino por las prerrogativas que les dispensa el Instituto Nacional Electoral con cargo a los contribuyentes que ni siquiera concuerdan con sus ideas.

En ese entorno, vemos que los partidos políticos en México han dejado de tener una verdadera representatividad de las inquietudes y de las necesidades sociales. Pero dentro del esquema democrático nacional, ahí están y hay que vivir con ellos… y mantenerlos.

Por ello, las elecciones del año próximo estarán en manos de la sociedad civil que tendrá como pocas veces la oportunidad de hacer escuchar su voz con independencia de los mensajes huecos y banales de los partidos que a menudo recurren a lemas desgastados como “Estamos de tu lado”.

He allí la oportunidad histórica de los mexicanos. Queda claro que el voto necesariamente tendrá que emitirse en favor de algún partido porque son los que postulan los candidatos. Pero solo serán cajas de resonancia y no verdaderos cauces de la voluntad colectiva.

Cambiando de tema, la pandemia del covid 19 sigue haciendo estragos en el país y no hay manera de pararla. A nivel federal como en los estados, las autoridades se muestran agobiadas ante lo infructuoso de las medidas de prevención decretadas. Cada minuto, cientos de personas resultan infectadas por el mortal virus que amenaza con rebasar la capacidad hospitalaria.

¿Qué ha fallado? Es muy compleja una respuesta en un escenario donde se contraponen claramente las medidas de aislamiento con la necesidad de millones de personas que tienen que salir a buscar el sustento de cada día.

Entre los diversos niveles de gobierno se da un intercambio de culpas cuando debiera existir una acción articulada que tenga como único objetivo la salud pública. Es fácil atribuir la cadena de contagios a la irresponsabilidad popular, pero no se toma en cuenta que el sector oficial, en su conjunto, por sus discordancias, contribuye a una confusión que solo complica las cosas.

Pero, al margen de esas desavenencias, la decisión personal puede marcar la diferencia. Lamentablemente, cada vez somos más los que nos enteramos del contagio o muerte de amigos y familiares lo que revela que lo que en principio tomamos con ligereza, es un riesgo real que nos puede alcanzar con aflictivos resultados. Y esto no tiene para cuando acabar, así que convirtámonos en custodios de la salud propia y de los demás. No hay otra.

raulpazos45@gmail.com

El año próximo se realizarán por primera vez comicios concurrentes en las que se renovarán la Cámara de Diputados y en varios estados se elegirán gobernadores, legisladores locales y alcaldes, en lo que se espera sea un diagnóstico institucional y no mediático sobre las tendencias políticas mayoritarias que avalen o corrijan el actual rumbo del país.

En esa lucha electoral, los partidos oficialmente reconocidos buscarán agenciarse el apoyo de la ciudadanía en respaldo de sus respectivos proyectos. ¿Pero, realmente están haciendo algo para lograrlo? Para nada, se muestran como entidades que aunque supuestamente son de interés público parecen representar los intereses de sus cúpulas con menosprecio hasta de sus propios militantes. Veamos.

El Movimiento de Regeneración Nacional que está en el gobierno de la república y que detenta el predominio en el Congreso de la Unión y en la mayoría de las legislaturas estatales, no ha logrado consolidarse como partido y es público que las pugnas hacia su interior impiden que se presente como un frente sólido que sustente, por sí solo, el futuro de la llamada cuarta transformación. En realidad, su único valor es el presidente ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR que en esta ocasión no estará en las boletas.

Acción Nacional, que se presenta como la principal fuerza contestataria del actual régimen, tampoco puede presumir de una hegemonía garante de triunfos espectaculares. Su dirigencia nacional se ha limitado a denostar al gobierno lopezobradorista, pero sin presentar propuestas viables y confiables y no se observa que actúe de manera armónica con sus propios grupos.

Los gobernadores emanados de sus filas tienen su propia línea de acción de acuerdo a las prioridades de cada quien y no se percibe que tomen en cuenta directriz alguna de la cúpula que debiera coordinarlos. Así, el PAN sería un partido de influencias regionales.

Y que decir del PRI. El otrora partido aplanadora es ahora una caricatura de lo que fue durante más de ochenta años. Sus grandes figuras ya no asoman la cabeza por miedo a que se las corten por actos de corrupción.

La detención del ex=gobernador de Chihuahua, CESAR DUARTE, acusado de desviar miles de millones de pesos en beneficio propio y de su partido, ha puesto otro clavo en el ataúd que no acaba de cerrarse. También el arresto del ex=director de PEMEX, EMILIO LOZOYA, quien habría recibido millonadas en sobornos para la campaña de ENRIQUE PEÑA NIETO, deja listo el martillo para lo que pudiera ser el último clavo.

El Partido de la Revolución Democrática, fundado por respetables figuras disidentes del priísmo neoliberal, como CUAUHTEMOC CARDENAS, PORFIRIO MUÑOZ LEDO, IFIGENIA MARTINEZ y el propio LOPEZ OBRADOR, es hoy un huacal que solo busca sobrevivir aliándose con el mejor postor. Y qué decir de los demás. El PT, Movimiento Ciudadano y el Verde dizque ecologista, son otros entes de acompañamiento creados artificialmente que nada positivo ofrecen a la ciudadanía y que subsisten no por su casi nula militancia, sino por las prerrogativas que les dispensa el Instituto Nacional Electoral con cargo a los contribuyentes que ni siquiera concuerdan con sus ideas.

En ese entorno, vemos que los partidos políticos en México han dejado de tener una verdadera representatividad de las inquietudes y de las necesidades sociales. Pero dentro del esquema democrático nacional, ahí están y hay que vivir con ellos… y mantenerlos.

Por ello, las elecciones del año próximo estarán en manos de la sociedad civil que tendrá como pocas veces la oportunidad de hacer escuchar su voz con independencia de los mensajes huecos y banales de los partidos que a menudo recurren a lemas desgastados como “Estamos de tu lado”.

He allí la oportunidad histórica de los mexicanos. Queda claro que el voto necesariamente tendrá que emitirse en favor de algún partido porque son los que postulan los candidatos. Pero solo serán cajas de resonancia y no verdaderos cauces de la voluntad colectiva.

Cambiando de tema, la pandemia del covid 19 sigue haciendo estragos en el país y no hay manera de pararla. A nivel federal como en los estados, las autoridades se muestran agobiadas ante lo infructuoso de las medidas de prevención decretadas. Cada minuto, cientos de personas resultan infectadas por el mortal virus que amenaza con rebasar la capacidad hospitalaria.

¿Qué ha fallado? Es muy compleja una respuesta en un escenario donde se contraponen claramente las medidas de aislamiento con la necesidad de millones de personas que tienen que salir a buscar el sustento de cada día.

Entre los diversos niveles de gobierno se da un intercambio de culpas cuando debiera existir una acción articulada que tenga como único objetivo la salud pública. Es fácil atribuir la cadena de contagios a la irresponsabilidad popular, pero no se toma en cuenta que el sector oficial, en su conjunto, por sus discordancias, contribuye a una confusión que solo complica las cosas.

Pero, al margen de esas desavenencias, la decisión personal puede marcar la diferencia. Lamentablemente, cada vez somos más los que nos enteramos del contagio o muerte de amigos y familiares lo que revela que lo que en principio tomamos con ligereza, es un riesgo real que nos puede alcanzar con aflictivos resultados. Y esto no tiene para cuando acabar, así que convirtámonos en custodios de la salud propia y de los demás. No hay otra.

raulpazos45@gmail.com