/ jueves 2 de diciembre de 2021

Acontecer político | Mitad de sexenio

Ayer se cumplieron tres años de que ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR se convirtió en presidente de México, en lo que representó un giro radical en la conducción política del país y que abrió la puerta a una aguda polarización entre las fuerzas que lo apoyan y las que siempre trataron de evitar su llegada al poder, principalmente el empresariado cuya prosperidad se fincaba en privilegios que los gobiernos anteriores le concedían.

A mitad del período para el cual fue electo, AMLO tiene en promedio 68 por ciento de aprobación por parte de la ciudadanía, según lo revelan encuestas recientes publicadas incluso en medios de comunicación adversos a la llamada Cuarta Transformación.

En el 2018, se dieron cita en las urnas el enojo, la frustración y el descontento de una sociedad que durante ocho décadas fue gobernada por el Partido Revolucionario Institucional y que vio en la alternancia con dos administraciones panistas una esperanza que a la postre resultó una nueva desilusión. 30 millones de ciudadanos votaron por un cambio en el horizonte nacional.

Pero los contrarios no se sentaron simplemente a observar el desarrollo de los acontecimientos. Desde el primer día del nuevo gobierno iniciaron acciones de resistencia, formando lo mismo grupos de gobernadores panistas y priístas cuya constante era criticar al gobierno, que asociaciones civiles que protestaban en las calles contra “el comunismo” y “la dictadura” del nuevo régimen.

Las redes sociales han sido utilizadas para difundir desatinos reales o ficticios del jefe del Ejecutivo o de sus colaboradores, a la par que se buscó salpicar a sus familiares en actos de corrupción. A él, en lo personal, no han podido encontrarle un indicio de deshonestidad que pudieran dimensionar, de tal manera que le infligieran una abolladura irreparable.

Algunos comunicadores que en los tiempos priístas gozaron de enormes privilegios, los expresidentes VICENTE FOX y FELIPE CALDERÓN, los excandidatos presidenciales DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS y RICARDO ANAYA y el empresario salinista CLAUDIO X. GONZÁLEZ que está fomentando una alianza PRI-PAN-PRD, no dejan de disparar cañonazos mediáticos contra el que calificaron y califican como “un peligro para México.

Sería insensato asegurar que México ha cambiado diametralmente en los últimos tres años. Los problemas económicos, la inseguridad y el combate a la corrupción no logran encontrar un óptimo espacio y más cuando se arrastran décadas de desigualdad, de componendas entre políticos y empresarios nacionales y extranjeros, cuyos beneficiarios se niegan a darse por derrotados.

Pero aun así, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR mantiene un alto grado de aceptación a la mitad de su sexenio. Hay, cuando menos, dos factores visibles para que ello suceda.

El primero es la percepción entre amplios segmentos de la sociedad de que, aunque con lentitud, las cosas están cambiando. El segundo y el más determinante es el extravío de las ideologías de las fuerzas de oposición y la dispersión de sus acciones, que no encuentran ni una forma articulada y convincente de atraer el interés público, ni figuras que aglutinen la inconformidad que ellos dicen representar.

He allí el meollo del asunto. No es con pataleos ni con diatribas como se pueden cambiar las cosas en un sistema democrático. La ciudadanía es la que inclina la balanza en uno u otro sentido y no los intereses de una clase política relegada ni de un empresariado que antepone sus intereses al bien común.

El año próximo tendrá lugar el novedoso proceso para que los mexicanos decidan si el mandato otorgado al actual presidente de la república debe ser revocado o confirmado. He allí la oportunidad para que los contestatarios demuestren que tienen la razón.

Ayer por la tarde, AMLO rindió un informe sobre lo hecho en tres años ante algunos miles de seguidores en el Zócalo capitalino. Seguramente hoy leeremos o escucharon comentarios de que “desairan al Presidente”; “Un informe de mentiras” y cosas por el estilo. Cada quien tiene el derecho a interpretar las cosas a su manera.

Pero mientras sus oponentes no tiren ese 68 por ciento de aceptación con hechos reales y contundentes, solo le estarán haciendo cosquillas al jefe del Ejecutivo Federal para que se siga riendo de ellos. Esa es la verdad pura y simple, acéptese o no.

Según anuncio, será el comité directivo estatal del PAN en Tamaulipas el que decida el método para seleccionar a su candidato a la gubernatura del estado, lo que deja en manos locales una atribución propia de la cúpula nacional.

Aunque hay diversos métodos, veladamente el dirigente RENÉ CANTÚ se pronunció por que se postule un candidato de unidad para evitar fracturas derivadas de una contienda interna como ha sucedido en ocasiones anteriores. Esto, en otras palabras, equivale a una designación directa.

Y en ese escenario, ¿quién es el que dirá la última palabra? Hasta el más ingenuo en materia política puede adivinarlo: el gobernador FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA. En esa circunstancia ¿por quién se decidirá el mandatario? ¿Por su secretario de Gobierno a quien personalmente “destapó” hace algunos meses o por el alcalde de Tampico, JESÚS NADER NASRALLAH que le hace la competencia?

Antes de que finalice diciembre, se sabrá hacia dónde apunta el dedo supremo.

raulpazos45@gmail.com

Ayer se cumplieron tres años de que ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR se convirtió en presidente de México, en lo que representó un giro radical en la conducción política del país y que abrió la puerta a una aguda polarización entre las fuerzas que lo apoyan y las que siempre trataron de evitar su llegada al poder, principalmente el empresariado cuya prosperidad se fincaba en privilegios que los gobiernos anteriores le concedían.

A mitad del período para el cual fue electo, AMLO tiene en promedio 68 por ciento de aprobación por parte de la ciudadanía, según lo revelan encuestas recientes publicadas incluso en medios de comunicación adversos a la llamada Cuarta Transformación.

En el 2018, se dieron cita en las urnas el enojo, la frustración y el descontento de una sociedad que durante ocho décadas fue gobernada por el Partido Revolucionario Institucional y que vio en la alternancia con dos administraciones panistas una esperanza que a la postre resultó una nueva desilusión. 30 millones de ciudadanos votaron por un cambio en el horizonte nacional.

Pero los contrarios no se sentaron simplemente a observar el desarrollo de los acontecimientos. Desde el primer día del nuevo gobierno iniciaron acciones de resistencia, formando lo mismo grupos de gobernadores panistas y priístas cuya constante era criticar al gobierno, que asociaciones civiles que protestaban en las calles contra “el comunismo” y “la dictadura” del nuevo régimen.

Las redes sociales han sido utilizadas para difundir desatinos reales o ficticios del jefe del Ejecutivo o de sus colaboradores, a la par que se buscó salpicar a sus familiares en actos de corrupción. A él, en lo personal, no han podido encontrarle un indicio de deshonestidad que pudieran dimensionar, de tal manera que le infligieran una abolladura irreparable.

Algunos comunicadores que en los tiempos priístas gozaron de enormes privilegios, los expresidentes VICENTE FOX y FELIPE CALDERÓN, los excandidatos presidenciales DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS y RICARDO ANAYA y el empresario salinista CLAUDIO X. GONZÁLEZ que está fomentando una alianza PRI-PAN-PRD, no dejan de disparar cañonazos mediáticos contra el que calificaron y califican como “un peligro para México.

Sería insensato asegurar que México ha cambiado diametralmente en los últimos tres años. Los problemas económicos, la inseguridad y el combate a la corrupción no logran encontrar un óptimo espacio y más cuando se arrastran décadas de desigualdad, de componendas entre políticos y empresarios nacionales y extranjeros, cuyos beneficiarios se niegan a darse por derrotados.

Pero aun así, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR mantiene un alto grado de aceptación a la mitad de su sexenio. Hay, cuando menos, dos factores visibles para que ello suceda.

El primero es la percepción entre amplios segmentos de la sociedad de que, aunque con lentitud, las cosas están cambiando. El segundo y el más determinante es el extravío de las ideologías de las fuerzas de oposición y la dispersión de sus acciones, que no encuentran ni una forma articulada y convincente de atraer el interés público, ni figuras que aglutinen la inconformidad que ellos dicen representar.

He allí el meollo del asunto. No es con pataleos ni con diatribas como se pueden cambiar las cosas en un sistema democrático. La ciudadanía es la que inclina la balanza en uno u otro sentido y no los intereses de una clase política relegada ni de un empresariado que antepone sus intereses al bien común.

El año próximo tendrá lugar el novedoso proceso para que los mexicanos decidan si el mandato otorgado al actual presidente de la república debe ser revocado o confirmado. He allí la oportunidad para que los contestatarios demuestren que tienen la razón.

Ayer por la tarde, AMLO rindió un informe sobre lo hecho en tres años ante algunos miles de seguidores en el Zócalo capitalino. Seguramente hoy leeremos o escucharon comentarios de que “desairan al Presidente”; “Un informe de mentiras” y cosas por el estilo. Cada quien tiene el derecho a interpretar las cosas a su manera.

Pero mientras sus oponentes no tiren ese 68 por ciento de aceptación con hechos reales y contundentes, solo le estarán haciendo cosquillas al jefe del Ejecutivo Federal para que se siga riendo de ellos. Esa es la verdad pura y simple, acéptese o no.

Según anuncio, será el comité directivo estatal del PAN en Tamaulipas el que decida el método para seleccionar a su candidato a la gubernatura del estado, lo que deja en manos locales una atribución propia de la cúpula nacional.

Aunque hay diversos métodos, veladamente el dirigente RENÉ CANTÚ se pronunció por que se postule un candidato de unidad para evitar fracturas derivadas de una contienda interna como ha sucedido en ocasiones anteriores. Esto, en otras palabras, equivale a una designación directa.

Y en ese escenario, ¿quién es el que dirá la última palabra? Hasta el más ingenuo en materia política puede adivinarlo: el gobernador FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA. En esa circunstancia ¿por quién se decidirá el mandatario? ¿Por su secretario de Gobierno a quien personalmente “destapó” hace algunos meses o por el alcalde de Tampico, JESÚS NADER NASRALLAH que le hace la competencia?

Antes de que finalice diciembre, se sabrá hacia dónde apunta el dedo supremo.

raulpazos45@gmail.com