/ viernes 5 de octubre de 2018

Con café y a media luz | Africanos en Tamaulipas

Hace ya algún tiempo utilicé la siguiente frase: “Echándole una hojeada y una ojeada a los periódicos nacionales…”, misma que me ocasionó un reclamo de un lector que me cuestionaba sobre cómo era posible que yo tuviera acceso a las páginas de los medios impresos que circulan en el país para aventurarme a afirmar que los leía.

Le invité a comprarlos en un conocido local de la región, pues no me iba a detener a explicarle que existe un medio por el cual, me llegan a mi número de celular. En fin, ese no es el asunto que verdaderamente nos importa en este día, gentil amigo lector.

Resulta que “echándole una hojeada y una ojeada a los periódicos nacionales”, me topo con que uno cedió su espacio de ocho columnas de la sección dedicada a los estados de nuestro país a Tamaulipas, con un tema que de verdad me impresionó, pues nunca imaginé que nuestra entidad federativa sirviera de corredor migratorio para personas provenientes del continente africano.

Lo más grave de esto es que, según el reportero responsable de la nota, los únicos dos albergues existentes en la ciudad de Nuevo Laredo, están a punto de sobrepasar el límite de cupo y de atención, además de que el flujo de inmigrantes continúa y, al no poder cruzar la frontera, optan por quedarse a vivir aquí.

Le suplico, como lo he dicho en otras columnas, no me malentienda, no pretendo que esto tome tintes racistas ni de desprecio alguno por el género humano, por el contrario, si este fenómeno no presentara un riesgo de atención social, este servidor sería el primero en proponer la apertura de nuestra comunidad para abrazar a más hermanos sin importar el color de su piel, su genética o país de procedencia.

La migración trae consigo una serie de dificultades que ya se ven en las construcciones habilitadas como paradores, ambas, por cierto, son iglesias donde se profesan religiones distintas. El primero de ellos es el templo “Getsemaní” y, el segundo, “La casa del migrante de Nazaret”. El responsable del primero asegura que atenderlos a todos es cada vez más difícil, pues demandan alimento, agua, cobijo y muchas otras cosas más que son elementales para darles un trato digno. El sacerdote responsable del segundo centro se ha negado a conversar con los miembros de la prensa.

Dentro de los sorprendentes datos que arroja la investigación periodística, se destaca que entre 15 y 25 africanos de ambos géneros llegan diariamente a la frontera tamaulipeca. Arriban niños, adolescentes, hombres, mujeres y, algunas de ellas están en estado de gravidez o con un bebé en sus brazos.

Las naciones de las que provienen son Kenia, Camerún y el Congo. La entrada a este continente es Brasil y desde allí, inicia la travesía hasta el muro que representa la frontera de los Estados Unidos de Norteamérica, pared que, para muchos, resulta infranqueable y deciden continuar sus vidas en México.

En el mejor de los casos, la autoridad los protege a través del Instituto Nacional de Migración y de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quienes buscan la manera de conducirlos nuevamente de manera segura y legal hasta su país de procedencia, lugar del que tanto lucharon por salir.

¿Por qué digo en el mejor de los casos? Existen otros de los que no nos percatamos y, desafortunadamente, las mujeres migrantes terminan siendo explotadas en el mercado negro como sexo servidoras y los hombres como empleados operarios de algunas células delictivas.

Así como para muchos paisanos, la meta en la vida es cumplir el llamado “sueño americano”, para gente de otras partes del mundo se está construyendo algo que los expertos podrían señalar como “el paraíso mexicano”.

Ese lugar en el que las leyes son más relajadas, hay más empatía por la situación económica y social, existen más oportunidades, aunque no estén tan bien pagadas como en la Unión Americana, sí ofrecen una mejor calidad de la que se tiene en el país de origen, etc.

Sin duda alguna, en los próximos años estaremos viviendo el problema migratorio desde otra óptica y debemos estar preparados para ello.

Recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma, que será un gran día!

Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com


Hace ya algún tiempo utilicé la siguiente frase: “Echándole una hojeada y una ojeada a los periódicos nacionales…”, misma que me ocasionó un reclamo de un lector que me cuestionaba sobre cómo era posible que yo tuviera acceso a las páginas de los medios impresos que circulan en el país para aventurarme a afirmar que los leía.

Le invité a comprarlos en un conocido local de la región, pues no me iba a detener a explicarle que existe un medio por el cual, me llegan a mi número de celular. En fin, ese no es el asunto que verdaderamente nos importa en este día, gentil amigo lector.

Resulta que “echándole una hojeada y una ojeada a los periódicos nacionales”, me topo con que uno cedió su espacio de ocho columnas de la sección dedicada a los estados de nuestro país a Tamaulipas, con un tema que de verdad me impresionó, pues nunca imaginé que nuestra entidad federativa sirviera de corredor migratorio para personas provenientes del continente africano.

Lo más grave de esto es que, según el reportero responsable de la nota, los únicos dos albergues existentes en la ciudad de Nuevo Laredo, están a punto de sobrepasar el límite de cupo y de atención, además de que el flujo de inmigrantes continúa y, al no poder cruzar la frontera, optan por quedarse a vivir aquí.

Le suplico, como lo he dicho en otras columnas, no me malentienda, no pretendo que esto tome tintes racistas ni de desprecio alguno por el género humano, por el contrario, si este fenómeno no presentara un riesgo de atención social, este servidor sería el primero en proponer la apertura de nuestra comunidad para abrazar a más hermanos sin importar el color de su piel, su genética o país de procedencia.

La migración trae consigo una serie de dificultades que ya se ven en las construcciones habilitadas como paradores, ambas, por cierto, son iglesias donde se profesan religiones distintas. El primero de ellos es el templo “Getsemaní” y, el segundo, “La casa del migrante de Nazaret”. El responsable del primero asegura que atenderlos a todos es cada vez más difícil, pues demandan alimento, agua, cobijo y muchas otras cosas más que son elementales para darles un trato digno. El sacerdote responsable del segundo centro se ha negado a conversar con los miembros de la prensa.

Dentro de los sorprendentes datos que arroja la investigación periodística, se destaca que entre 15 y 25 africanos de ambos géneros llegan diariamente a la frontera tamaulipeca. Arriban niños, adolescentes, hombres, mujeres y, algunas de ellas están en estado de gravidez o con un bebé en sus brazos.

Las naciones de las que provienen son Kenia, Camerún y el Congo. La entrada a este continente es Brasil y desde allí, inicia la travesía hasta el muro que representa la frontera de los Estados Unidos de Norteamérica, pared que, para muchos, resulta infranqueable y deciden continuar sus vidas en México.

En el mejor de los casos, la autoridad los protege a través del Instituto Nacional de Migración y de la Secretaría de Relaciones Exteriores, quienes buscan la manera de conducirlos nuevamente de manera segura y legal hasta su país de procedencia, lugar del que tanto lucharon por salir.

¿Por qué digo en el mejor de los casos? Existen otros de los que no nos percatamos y, desafortunadamente, las mujeres migrantes terminan siendo explotadas en el mercado negro como sexo servidoras y los hombres como empleados operarios de algunas células delictivas.

Así como para muchos paisanos, la meta en la vida es cumplir el llamado “sueño americano”, para gente de otras partes del mundo se está construyendo algo que los expertos podrían señalar como “el paraíso mexicano”.

Ese lugar en el que las leyes son más relajadas, hay más empatía por la situación económica y social, existen más oportunidades, aunque no estén tan bien pagadas como en la Unión Americana, sí ofrecen una mejor calidad de la que se tiene en el país de origen, etc.

Sin duda alguna, en los próximos años estaremos viviendo el problema migratorio desde otra óptica y debemos estar preparados para ello.

Recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma, que será un gran día!

Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com