/ martes 1 de junio de 2021

Ajo y agua | Nada es para siempre

Cruz Azul es digno campeón del Torneo Guard1anes 2021, con lo que puso fin a la larga espera de 23 años. Son ya nueve las estrellas que presume en sus vitrinas tras vencer a Santos, con merecimiento, pero también con sufrimiento. Ahora, a cuatro títulos del América, a tres de Chivas y a uno del Toluca, reconfirma su estatus como uno de los equipos grandes del futbol mexicano.

Había una vez una mala racha de 23 años sin alcanzar la gloria, pero ya se acabó. Cruz Azul se proclamó campeón del torneo de Liga con merecimiento propio y sufrimiento, no solo en los últimos minutos de la final de vuelta frente a Santos, sino a lo largo de todo este tiempo, en el que muchos jugadores, técnicos y hasta directivos intentaron, infructuosamente, conquistar la novena estrella, que ahora reconfirma al club como uno de los grandes del futbol mexicano.

Así como el tiempo pasa, atrás también deben quedar aquellas seis finales que Cruz Azul perdió, algunas de ellas de manera increíble, prácticamente en el último instante y cuando tenían todo a favor.

Atrás también debe quedar aquel espantoso verbo de cruzazulear, inventado para burlarse, sí, pero sobre todo para tratar de desprestigiarlo, porque la realidad es que antes de perder una final primero hay que ganarse el derecho a disputarla, y para eso no cualquiera.

Fueron muchas y dolorosas las desilusiones sufridas desde que Cruz Azul se proclamó campeón del futbol mexicano en el torneo de Invierno 1997, frente al León. Tantas, que realmente parecía que había una maldición sobre el equipo, ya que no importaba lo bien que jugara, los refuerzos que fichara ni el técnico que eligiera para tan semejante reto.

Esos mismos fantasmas aparecieron de nuevo sobre Cruz Azul cuando el volante chileno Diego Valdés puso en ventaja a Santos Laguna al minuto 36 de la final de vuelta, disputada el domingo en el estadio Azteca.

Más aún porque hasta ese momento el conjunto visitante había maniatado al Cruz Azul quitándole la posesión del balón y encerrándolo en su propia área.

Entonces fue evidente el nerviosismo entre los jugadores locales pese a que nada estaba escrito y mucho menos perdido, pues a su favor todavía tenían el triunfo de 1-0 que consiguieron a mitad de semana en el juego de ida.

Lejos estaba Cruz Azul de ser aquel líder con muy buen ataque y la mejor defensa de la temporada, pero algo diferente pasó respecto a las ocasiones anteriores. Sus jugadores huyeron de la desesperación, aquella que desde 1999 hizo que el club perdiera seis finales del torneo de Liga.

No tenían por qué cargarla, pues muchos de ellos no son responsables de fracasos anteriores, como es el caso de Santiago Giménez, quien logró cumplir el sueño que su padre, Christian Giménez, uno de los jugadores emblemáticos del club en la última década, persiguió en varias ocasiones junto a Jesús Corona, ahora capitán del equipo.

Lo mejor que le pudo pasar a Cruz Azul es que el gol de Santos cayera en la recta final del primero tiempo, ya que el paso por los vestidores le sirvió para sacudirse toda esa presión.

Y apenas comenzó el segundo tiempo, Santiago, quien entró de cambio, dejó ir la oportunidad de empatar. Pero fue solo el aviso de lo que vino tres minutos después, al minuto 51, cuando Jonathan Rodríguez empató el marcador tras el pase de Víctor Yotún, quien también entró de cambio.

Entonces el tiempo se detuvo, entre las celebraciones de Cruz Azul y los reclamos de Santos. La posibilidad de que el uruguayo hubiera anotado tras el fuera de lugar de Pol Fernández se asomó por unos segundos.

Parecía que la historia se repetía, que el dramatismo dejaría su lugar a la frustración. Pero toda historia tiene un final y cada final anuncia un nuevo comienzo.

Ese primer capítulo del Cruz Azul campeón comienza con la aparición del VAR, que revisó la jugada y decidió no intervenir, al mismo tiempo que el árbitro Fernando Hernández negó cualquier infracción y por ende también rechazó recurrir a la tecnología.

Hace tres semanas, en este espacio, les comenté que está claro que el VAR es la solución perfecta para hacer justicia, pero que la polémica es parte del futbol, por lo que siempre va a existir.

Si en el pasado el VAR tomó decisiones que afectaron al Cruz Azul, en esta ocasión lo ha favorecido.

A partir de entonces el partido se volvió dramático. Mientras el tiempo pasaba despacio para Cruz Azul, lo hacía muy rápido para Santos.

Y fue eso lo que llevó a que el partido prácticamente terminara con empujones, golpes e insultos, tras una pelea entre Matheus Doria y Santiago Giménez.

Así es como esta final del futbol mexicano quedará escrita en la historia.

La buena noticia es que nada es para siempre. La mala noticia es que nada es para siempre, así que Cruz Azul tiene ahora el reto de mandar al carajo, de una buena vez por todas, a esos fantasmas que durante los últimos 23 años aterraron al club y a sus aficionados.

¡Que te lo digo yo!

Cruz Azul es digno campeón del Torneo Guard1anes 2021, con lo que puso fin a la larga espera de 23 años. Son ya nueve las estrellas que presume en sus vitrinas tras vencer a Santos, con merecimiento, pero también con sufrimiento. Ahora, a cuatro títulos del América, a tres de Chivas y a uno del Toluca, reconfirma su estatus como uno de los equipos grandes del futbol mexicano.

Había una vez una mala racha de 23 años sin alcanzar la gloria, pero ya se acabó. Cruz Azul se proclamó campeón del torneo de Liga con merecimiento propio y sufrimiento, no solo en los últimos minutos de la final de vuelta frente a Santos, sino a lo largo de todo este tiempo, en el que muchos jugadores, técnicos y hasta directivos intentaron, infructuosamente, conquistar la novena estrella, que ahora reconfirma al club como uno de los grandes del futbol mexicano.

Así como el tiempo pasa, atrás también deben quedar aquellas seis finales que Cruz Azul perdió, algunas de ellas de manera increíble, prácticamente en el último instante y cuando tenían todo a favor.

Atrás también debe quedar aquel espantoso verbo de cruzazulear, inventado para burlarse, sí, pero sobre todo para tratar de desprestigiarlo, porque la realidad es que antes de perder una final primero hay que ganarse el derecho a disputarla, y para eso no cualquiera.

Fueron muchas y dolorosas las desilusiones sufridas desde que Cruz Azul se proclamó campeón del futbol mexicano en el torneo de Invierno 1997, frente al León. Tantas, que realmente parecía que había una maldición sobre el equipo, ya que no importaba lo bien que jugara, los refuerzos que fichara ni el técnico que eligiera para tan semejante reto.

Esos mismos fantasmas aparecieron de nuevo sobre Cruz Azul cuando el volante chileno Diego Valdés puso en ventaja a Santos Laguna al minuto 36 de la final de vuelta, disputada el domingo en el estadio Azteca.

Más aún porque hasta ese momento el conjunto visitante había maniatado al Cruz Azul quitándole la posesión del balón y encerrándolo en su propia área.

Entonces fue evidente el nerviosismo entre los jugadores locales pese a que nada estaba escrito y mucho menos perdido, pues a su favor todavía tenían el triunfo de 1-0 que consiguieron a mitad de semana en el juego de ida.

Lejos estaba Cruz Azul de ser aquel líder con muy buen ataque y la mejor defensa de la temporada, pero algo diferente pasó respecto a las ocasiones anteriores. Sus jugadores huyeron de la desesperación, aquella que desde 1999 hizo que el club perdiera seis finales del torneo de Liga.

No tenían por qué cargarla, pues muchos de ellos no son responsables de fracasos anteriores, como es el caso de Santiago Giménez, quien logró cumplir el sueño que su padre, Christian Giménez, uno de los jugadores emblemáticos del club en la última década, persiguió en varias ocasiones junto a Jesús Corona, ahora capitán del equipo.

Lo mejor que le pudo pasar a Cruz Azul es que el gol de Santos cayera en la recta final del primero tiempo, ya que el paso por los vestidores le sirvió para sacudirse toda esa presión.

Y apenas comenzó el segundo tiempo, Santiago, quien entró de cambio, dejó ir la oportunidad de empatar. Pero fue solo el aviso de lo que vino tres minutos después, al minuto 51, cuando Jonathan Rodríguez empató el marcador tras el pase de Víctor Yotún, quien también entró de cambio.

Entonces el tiempo se detuvo, entre las celebraciones de Cruz Azul y los reclamos de Santos. La posibilidad de que el uruguayo hubiera anotado tras el fuera de lugar de Pol Fernández se asomó por unos segundos.

Parecía que la historia se repetía, que el dramatismo dejaría su lugar a la frustración. Pero toda historia tiene un final y cada final anuncia un nuevo comienzo.

Ese primer capítulo del Cruz Azul campeón comienza con la aparición del VAR, que revisó la jugada y decidió no intervenir, al mismo tiempo que el árbitro Fernando Hernández negó cualquier infracción y por ende también rechazó recurrir a la tecnología.

Hace tres semanas, en este espacio, les comenté que está claro que el VAR es la solución perfecta para hacer justicia, pero que la polémica es parte del futbol, por lo que siempre va a existir.

Si en el pasado el VAR tomó decisiones que afectaron al Cruz Azul, en esta ocasión lo ha favorecido.

A partir de entonces el partido se volvió dramático. Mientras el tiempo pasaba despacio para Cruz Azul, lo hacía muy rápido para Santos.

Y fue eso lo que llevó a que el partido prácticamente terminara con empujones, golpes e insultos, tras una pelea entre Matheus Doria y Santiago Giménez.

Así es como esta final del futbol mexicano quedará escrita en la historia.

La buena noticia es que nada es para siempre. La mala noticia es que nada es para siempre, así que Cruz Azul tiene ahora el reto de mandar al carajo, de una buena vez por todas, a esos fantasmas que durante los últimos 23 años aterraron al club y a sus aficionados.

¡Que te lo digo yo!