/ domingo 30 de diciembre de 2018

Algo bueno podría suceder

A escasas horas del inicio de un nuevo año, el de 2019, usted y yo, caro y amigo lector, debemos dar gracias a Dios por todas las bondades recibidas durante el año que mañana termina

Pero sobre todo, por la suerte que hemos tenido de nacer en el entorno de una sociedad donde nos hemos podido desarrollar, educarnos y prepararnos para enfrentar la vida y buscar la felicidad nuestra y la de los seres que más queremos.

A ustedes les deseo que la felicidad y la prosperidad les acompañen durante los 365 días que marcarán un nuevo ciclo de vida, pero créanme, me queda un dejo de tristeza por no poder decirle lo mismo a millones de mexicanos, hermanos nuestros, que hoy viven en la desesperanza personal y en el abandono oficial, olvidados por los gobiernos y discriminados por la sociedad.

De qué nos sirve tanta modernidad, con importantes universidades, con super carreteras surcando la geografía mexicana, con altos y enormes edificios, con presas y puentes espectaculares, si no podemos lograr que esos millones de pobres tengan que comer hoy, o mañana.

¿Habrá para ellos un próspero año nuevo?, no lo creo, quizá a lo más que lleguen a tener es una migaja proveniente de programas oficiales ya anunciados, pero mientras tanto, tendrán que conformarse con los mendrugos de siempre.

Esos pobres integrantes de las diferentes etnias de nuestro país y de los cinturones de pobreza de las grandes ciudades, estarán muy lejos de las ricas viandas que mañana por la noche se servirán en las mesas de los ricos, o de las nuestras, será una noche más como las de siempre e irán a dormir una vez más, con el estómago vacío.

Yo, al menos, le voy a pedir a Dios por ellos, le voy a recordar que tiene un pendiente con la redención de los pobres, al menos de nuestros pobres mexicanos que aun viven, -si a eso se le llama vivir- en la más extrema de las penurias.

Sí, se lo voy a pedir a Dios aunque ello sea como el derramar una gota de amor en un mar de carencias, sin embargo, estoy seguro que El también quiere que sus hijos pobres sean felices y algo habrá de hacer por ellos, antes de que sus esperanzas se agoten o provoquen la pérdida total de la fe que los ha sostenido por tanto tiempo.

Luego entonces, si algunos de mis lectores se unen a esa oración por los desposeídos de México, algo bueno podría suceder y quizá para la próxima vez, entonces si podamos desearles a ellos y a todos con júbilo, con alegría, con paz interior y con la conciencia tranquila, FELIZ AÑO NUEVO.

P.D.-Sigo las normas, las costumbres y los protocolos que marca la sociedad y por eso festejo el año nuevo, pero la verdad, yo todos los días, al levantarme, festejo el seguir vivo y por ello le doy gracias al Señor.

armando_juarezbecerra@hotmail.com

A escasas horas del inicio de un nuevo año, el de 2019, usted y yo, caro y amigo lector, debemos dar gracias a Dios por todas las bondades recibidas durante el año que mañana termina

Pero sobre todo, por la suerte que hemos tenido de nacer en el entorno de una sociedad donde nos hemos podido desarrollar, educarnos y prepararnos para enfrentar la vida y buscar la felicidad nuestra y la de los seres que más queremos.

A ustedes les deseo que la felicidad y la prosperidad les acompañen durante los 365 días que marcarán un nuevo ciclo de vida, pero créanme, me queda un dejo de tristeza por no poder decirle lo mismo a millones de mexicanos, hermanos nuestros, que hoy viven en la desesperanza personal y en el abandono oficial, olvidados por los gobiernos y discriminados por la sociedad.

De qué nos sirve tanta modernidad, con importantes universidades, con super carreteras surcando la geografía mexicana, con altos y enormes edificios, con presas y puentes espectaculares, si no podemos lograr que esos millones de pobres tengan que comer hoy, o mañana.

¿Habrá para ellos un próspero año nuevo?, no lo creo, quizá a lo más que lleguen a tener es una migaja proveniente de programas oficiales ya anunciados, pero mientras tanto, tendrán que conformarse con los mendrugos de siempre.

Esos pobres integrantes de las diferentes etnias de nuestro país y de los cinturones de pobreza de las grandes ciudades, estarán muy lejos de las ricas viandas que mañana por la noche se servirán en las mesas de los ricos, o de las nuestras, será una noche más como las de siempre e irán a dormir una vez más, con el estómago vacío.

Yo, al menos, le voy a pedir a Dios por ellos, le voy a recordar que tiene un pendiente con la redención de los pobres, al menos de nuestros pobres mexicanos que aun viven, -si a eso se le llama vivir- en la más extrema de las penurias.

Sí, se lo voy a pedir a Dios aunque ello sea como el derramar una gota de amor en un mar de carencias, sin embargo, estoy seguro que El también quiere que sus hijos pobres sean felices y algo habrá de hacer por ellos, antes de que sus esperanzas se agoten o provoquen la pérdida total de la fe que los ha sostenido por tanto tiempo.

Luego entonces, si algunos de mis lectores se unen a esa oración por los desposeídos de México, algo bueno podría suceder y quizá para la próxima vez, entonces si podamos desearles a ellos y a todos con júbilo, con alegría, con paz interior y con la conciencia tranquila, FELIZ AÑO NUEVO.

P.D.-Sigo las normas, las costumbres y los protocolos que marca la sociedad y por eso festejo el año nuevo, pero la verdad, yo todos los días, al levantarme, festejo el seguir vivo y por ello le doy gracias al Señor.

armando_juarezbecerra@hotmail.com