/ lunes 9 de julio de 2018

Álvaro Mutis

Álvaro Mutis/ 1913-2013 fue un poeta que puso en el cuerpo de la belleza universal un nuevo grano de inteligencia, de volumen.

La lengua es el rostro del silencio y del estallido. Decirle a la palabra que cante y cuente es ordenarle al tiempo (el verdadero Dios) que se derrita y se trasmute en materia subjetiva.

MAQROLL/MUTIS AHORA NAVEGA OTROS TERRITORIOS DE LA POESÍA OCÉANA

En un poema Mutis apunta:

“Que te acoja la muerte/con todos tus sueños intactos./ Al retorno de una furiosa adolescencia,/ al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,/ te distinguirá la muerte con su primer avi- so./ Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,/ te iniciará en su constante brisa de otro mundo.

En su furiosa nueva adolescencia, Mutis escribirá – vía la relectura de su obra por las futuras generaciones- los mejores poemas, las líneas más hondas para, de este modo, confundir los sueños del lector con los de la muerte de los instantes, de la memoria.

Un poeta como Mutis siempre nos seguirá diciendo que vale la pena la Poesía porque, en una época de absurdos y del triunfo de la vulgaridad y lo superfluo, la palabra bella es un arma del espíritu para salir avante.

Hombre de otro tiempo en este tiempo. Desfasado y certero (creía en la monarquía), Mutis cultivó la poesía, la no- vela y el ensayo. Dio a la narrativa una claridad erudita que sólo era comparable a la justeza de su poética.

Preciso en la construcción de la for- ma y agorero de la exploración intelectual, Mutis acogió el verso como un escudo que no dejó nunca de lado de su obra narrativa. Porque, ¿qué es sino un poeta el escritor’ Las imágenes literarias acaso no admiten limítrofes: son poesía o no son nada.

Fue durante muchos años la voz del narrador en español de las aventuras del agente Eliot Ness de la serie Los in- tocables. Trabajo alimenticio, sin duda. Tal vez le atrajo a Mutis el prurito del relato policial que contenía la saga situada en la época de Ley Seca de los 30’s.

En la obra de Álvaro Mutis hay rigor y sabiduría. Hay concisión y gusto por el oficio de escribir.

El universo literario de Mutis es la del hombre que tenía curiosidad por todo. Escudriñaba en la palabra para, mediante uno de los escudos del escritor la ficción, cumplimentar la batalla contra el tiempo que es decir contra el hombre mismo.

Mutis, el Gaviero, el Almirante, el hombre que cruzó desde la soledad los siglos de la tradición de la literatura en habla española, nos seguirá contando desde el Xurandó o a la sombra de los cuidados de Flor de Estévez los pormenores y desventuras de las selvas y las cordilleras, de su exilio en México y de su mirada puesta en el siglo de las Luces.

A la obra de Álvaro Mutis, como a la de toda gran literatura, se puede entrar desde los primeros años de nuestro en- tendimiento. Podría ser desde su poemario Los elementos del desastre/1953, pasando por sus novelas La mansión de Araucaíma/1973 y La nieve del Almirante/ 1986, hasta esa joyita de relatos sobre su encierro carcelario Diario de Lecumberri, editado en 1960.

Álvaro Mutis, quien alguna vez dijo que escribía “por necesidad, para sobre- vivir día a día el horrible mundo que habitamos” y que fue el primer lector de los manuscritos de su amigo Gabriel García Márquez, deja una huella literaria imborrable...

Álvaro Mutis/ 1913-2013 fue un poeta que puso en el cuerpo de la belleza universal un nuevo grano de inteligencia, de volumen.

La lengua es el rostro del silencio y del estallido. Decirle a la palabra que cante y cuente es ordenarle al tiempo (el verdadero Dios) que se derrita y se trasmute en materia subjetiva.

MAQROLL/MUTIS AHORA NAVEGA OTROS TERRITORIOS DE LA POESÍA OCÉANA

En un poema Mutis apunta:

“Que te acoja la muerte/con todos tus sueños intactos./ Al retorno de una furiosa adolescencia,/ al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,/ te distinguirá la muerte con su primer avi- so./ Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,/ te iniciará en su constante brisa de otro mundo.

En su furiosa nueva adolescencia, Mutis escribirá – vía la relectura de su obra por las futuras generaciones- los mejores poemas, las líneas más hondas para, de este modo, confundir los sueños del lector con los de la muerte de los instantes, de la memoria.

Un poeta como Mutis siempre nos seguirá diciendo que vale la pena la Poesía porque, en una época de absurdos y del triunfo de la vulgaridad y lo superfluo, la palabra bella es un arma del espíritu para salir avante.

Hombre de otro tiempo en este tiempo. Desfasado y certero (creía en la monarquía), Mutis cultivó la poesía, la no- vela y el ensayo. Dio a la narrativa una claridad erudita que sólo era comparable a la justeza de su poética.

Preciso en la construcción de la for- ma y agorero de la exploración intelectual, Mutis acogió el verso como un escudo que no dejó nunca de lado de su obra narrativa. Porque, ¿qué es sino un poeta el escritor’ Las imágenes literarias acaso no admiten limítrofes: son poesía o no son nada.

Fue durante muchos años la voz del narrador en español de las aventuras del agente Eliot Ness de la serie Los in- tocables. Trabajo alimenticio, sin duda. Tal vez le atrajo a Mutis el prurito del relato policial que contenía la saga situada en la época de Ley Seca de los 30’s.

En la obra de Álvaro Mutis hay rigor y sabiduría. Hay concisión y gusto por el oficio de escribir.

El universo literario de Mutis es la del hombre que tenía curiosidad por todo. Escudriñaba en la palabra para, mediante uno de los escudos del escritor la ficción, cumplimentar la batalla contra el tiempo que es decir contra el hombre mismo.

Mutis, el Gaviero, el Almirante, el hombre que cruzó desde la soledad los siglos de la tradición de la literatura en habla española, nos seguirá contando desde el Xurandó o a la sombra de los cuidados de Flor de Estévez los pormenores y desventuras de las selvas y las cordilleras, de su exilio en México y de su mirada puesta en el siglo de las Luces.

A la obra de Álvaro Mutis, como a la de toda gran literatura, se puede entrar desde los primeros años de nuestro en- tendimiento. Podría ser desde su poemario Los elementos del desastre/1953, pasando por sus novelas La mansión de Araucaíma/1973 y La nieve del Almirante/ 1986, hasta esa joyita de relatos sobre su encierro carcelario Diario de Lecumberri, editado en 1960.

Álvaro Mutis, quien alguna vez dijo que escribía “por necesidad, para sobre- vivir día a día el horrible mundo que habitamos” y que fue el primer lector de los manuscritos de su amigo Gabriel García Márquez, deja una huella literaria imborrable...