/ lunes 2 de abril de 2018

Anhelo de resurrección

En las páginas de la novela Resurreccion de Leon Tolstoi me adentré en un mar de olas embravecidas para nadar con todas mis fuerzas tratando de alcanzar la orilla medio oculta entre la niebla, hasta que la modificación de las corrientes marinas y un misterioso cambio en los vientos me condujo a playas seguras.

En la novela de que le comento, Tolstoi relata --en lo que es un genuino acto de fe--, los sufrimientos y penurias de individuos confinados en las penitenciarías. Mazmorras semejantes en todo el mundo con individuos hacinados, que se agreden unos a otros. Vidas y familias destruidas, ilusiones rotas, ojos llenos de rencor que brillan en la oscuridad rogando porque termine el suplicio de un encierro sin término. Personas que como pájaros convertidos en bestias reciben un alimento que no se ganaron con el sudor de su frente, autores de execrables delitos, condenados al fuego eterno, responsables de horrendos pecados, merecedores de terribles epítetos, encadenados a jaulas podridas que adulteran el espíritu. Y sin embargo, mujeres y hombres sumergidos como cualquier otro en ese rio de sueños que cada noche visitamos todos, compartiendo la misma fe y esperanza. El anhelo de resurrección.

mail: danchgar@hotmail.com

En las páginas de la novela Resurreccion de Leon Tolstoi me adentré en un mar de olas embravecidas para nadar con todas mis fuerzas tratando de alcanzar la orilla medio oculta entre la niebla, hasta que la modificación de las corrientes marinas y un misterioso cambio en los vientos me condujo a playas seguras.

En la novela de que le comento, Tolstoi relata --en lo que es un genuino acto de fe--, los sufrimientos y penurias de individuos confinados en las penitenciarías. Mazmorras semejantes en todo el mundo con individuos hacinados, que se agreden unos a otros. Vidas y familias destruidas, ilusiones rotas, ojos llenos de rencor que brillan en la oscuridad rogando porque termine el suplicio de un encierro sin término. Personas que como pájaros convertidos en bestias reciben un alimento que no se ganaron con el sudor de su frente, autores de execrables delitos, condenados al fuego eterno, responsables de horrendos pecados, merecedores de terribles epítetos, encadenados a jaulas podridas que adulteran el espíritu. Y sin embargo, mujeres y hombres sumergidos como cualquier otro en ese rio de sueños que cada noche visitamos todos, compartiendo la misma fe y esperanza. El anhelo de resurrección.

mail: danchgar@hotmail.com