/ domingo 8 de noviembre de 2020

Añoranzas | ¡¡Ahí viene la basura!!

Hace unos días recibí por internet, una conmovedora narración de un recolector de basura que dice así:

“Soy recolector de basura y ayer al recoger una bolsa con desechos me clavé en mi mano la aguja de una jeringa. Algunos días antes me encontré otra bolsa, llena de ramas espinosas hiriéndome mis adoloridas manos. Les pido por favor no tiren a la basura sin separar los desechos. Si usaste una jeringa déjala dentro de una botella, si vas a tirar vidrio déjalo dentro de una caja o envuélvelo en periódico. La basura orgánica sepárala y ponla en doble bolsa. Si llueve, tapa tus tambos ya que se ponen muy pesados. Usa bolsas dobles bien amarradas para que los animales nocturnos no las desbaraten para comer los desperdicios. Somos humildes trabajadores que trabajan en situaciones adversas. No tenemos equipo de protección, como ropaje especial y sobre todo guantes, tapaboca y casco para trabajo pesado. Estamos totalmente expuestos a cualquier accidente. Somos seres humanos que hacemos el trabajo sucio de la ciudad". Hasta aquí el requerimiento del recogedor de la basura.

Los empleados del servicio de limpieza de la ciudad son gente honesta y trabajadora cuya chamba es una de las más pesadas y agobiantes.

Recorren la ciudad manipulando todos los desperdicios y aspirando el “hedor” que no queremos tener en nuestro entorno. Son los más pobres de los pobres, con sueldo mínimo y sin recibir una recompensa o una propina. Cuando Arturo Elizondo fue alcalde de la ciudad, se propuso incrementar y mejorar el servicio de limpia de la ciudad llevando a cabo campañas educativas con muchísimo éxito. “PONGA LA BASURA EN SU LUGAR” era la frase que invitaba a mantener limpio y ordenado nuestro querido puerto. Pero después de su administración municipal todo continuó igual, como siempre… Hoy, tenemos la esperanza y la confianza de nuestro actual presidente municipal Jesús Nader para que logre mejorar las condiciones insalubres de los camiones recolectores de basura y del personal que trabaja en ellos. Lo prometió y sin duda lo va a cumplir.

Los propietarios de lotes vacíos deben ser obligados a limpiar sus predios ya que son nido de peligrosos animales nocturnos, y los vecinos levantar un acta al Municipio para que los obliguen a mantener limpia su propiedad y así evitar que los terrenos vacíos se conviertan en chiqueros infecciosos y peligrosos para la salud. Sí se han comprado camiones nuevos pero no son suficientes. Se requieren camiones con la tecnología necesaria para separar lo orgánico de lo inorgánico.

Destartalados y sucios los camiones de la basura recorren toda la ciudad con asquerosa carga en bolsas de plástico atiborradas de basura hedionda a vuelta de ruedas o estacionándose donde Dios les da a entender y detrás larga fila de automóviles tocando el claxon desesperados.

Con frío o con calor, con lluvia o huracán, día con día los recolectores de la basura, los más pobres de los pobres, van colgados de los asquerosos camiones que recorren toda la ciudad hasta llegar al tiradero municipal a depositar nuestras miserias.

Hace unos días recibí por internet, una conmovedora narración de un recolector de basura que dice así:

“Soy recolector de basura y ayer al recoger una bolsa con desechos me clavé en mi mano la aguja de una jeringa. Algunos días antes me encontré otra bolsa, llena de ramas espinosas hiriéndome mis adoloridas manos. Les pido por favor no tiren a la basura sin separar los desechos. Si usaste una jeringa déjala dentro de una botella, si vas a tirar vidrio déjalo dentro de una caja o envuélvelo en periódico. La basura orgánica sepárala y ponla en doble bolsa. Si llueve, tapa tus tambos ya que se ponen muy pesados. Usa bolsas dobles bien amarradas para que los animales nocturnos no las desbaraten para comer los desperdicios. Somos humildes trabajadores que trabajan en situaciones adversas. No tenemos equipo de protección, como ropaje especial y sobre todo guantes, tapaboca y casco para trabajo pesado. Estamos totalmente expuestos a cualquier accidente. Somos seres humanos que hacemos el trabajo sucio de la ciudad". Hasta aquí el requerimiento del recogedor de la basura.

Los empleados del servicio de limpieza de la ciudad son gente honesta y trabajadora cuya chamba es una de las más pesadas y agobiantes.

Recorren la ciudad manipulando todos los desperdicios y aspirando el “hedor” que no queremos tener en nuestro entorno. Son los más pobres de los pobres, con sueldo mínimo y sin recibir una recompensa o una propina. Cuando Arturo Elizondo fue alcalde de la ciudad, se propuso incrementar y mejorar el servicio de limpia de la ciudad llevando a cabo campañas educativas con muchísimo éxito. “PONGA LA BASURA EN SU LUGAR” era la frase que invitaba a mantener limpio y ordenado nuestro querido puerto. Pero después de su administración municipal todo continuó igual, como siempre… Hoy, tenemos la esperanza y la confianza de nuestro actual presidente municipal Jesús Nader para que logre mejorar las condiciones insalubres de los camiones recolectores de basura y del personal que trabaja en ellos. Lo prometió y sin duda lo va a cumplir.

Los propietarios de lotes vacíos deben ser obligados a limpiar sus predios ya que son nido de peligrosos animales nocturnos, y los vecinos levantar un acta al Municipio para que los obliguen a mantener limpia su propiedad y así evitar que los terrenos vacíos se conviertan en chiqueros infecciosos y peligrosos para la salud. Sí se han comprado camiones nuevos pero no son suficientes. Se requieren camiones con la tecnología necesaria para separar lo orgánico de lo inorgánico.

Destartalados y sucios los camiones de la basura recorren toda la ciudad con asquerosa carga en bolsas de plástico atiborradas de basura hedionda a vuelta de ruedas o estacionándose donde Dios les da a entender y detrás larga fila de automóviles tocando el claxon desesperados.

Con frío o con calor, con lluvia o huracán, día con día los recolectores de la basura, los más pobres de los pobres, van colgados de los asquerosos camiones que recorren toda la ciudad hasta llegar al tiradero municipal a depositar nuestras miserias.