/ domingo 8 de agosto de 2021

Añoranzas | Brasil, brasileño

Desde que se supo que la Copa Mundial de futbol de 2014 sería en Brasil, los medios nos empezaron a “atiborrar” con su gastronomía, sus bebidas, sus hermosas mujeres y sus caballeros espectaculares. Aprendimos a preparar Caipiriña, pasos de samba y por enésima vez tarareamos “La Chica de Ipanema” inmortalizada por Vinicius de Moraes, siempre bella y llena de que gracia paseando camino del mar… Un país cuyo Aeropuerto Internacional se llama como su compositor más querido, Antonio Carlos Jobim, tiene que ser maravilloso.

Un par de meses previos al mundial de Futbol por todos los medios de México se habló y se escribió sobre Brasil. Vimos cantidad de programas especiales en la televisión, pero no leímos ni escuchamos ni siquiera se mencionó en medio alguno al más grande escritor brasileño y el más famoso de todo los tiempos, Jorge Amado. —Qué vergüenza.

Cuando en 1998 la Academia Sueca le comunicó al gran escritor José Saramago que había sido premiado con el Nobel de Literatura, con la humildad que lo caracterizaba respondió: ¿Pero cómo? Si un escritor de habla portuguesa merece ese premio es Jorge Amado, no yo.

Cuando yo vivía en un pueblo de Tabasco a orillas del Río Grijalva, el entorno era selvático y solamente el aullar de los monos saraguatos y el alboroto de los loros rompían por ratos el silencio apenas soportable. Me encontraba en ese entorno selvático cuando cayó en mis manos una novela de Jorge Amado, “Capitanes de Arena” y para mí todo cambió.

Disfruté el trópico con sus verdes de todos los tonos, sus ruidos, su humedad, su silencio su aroma y su sensualidad. Fui feliz y se lo debo a él. Me leí casi todas sus novelas. Doña Flor y sus dos maridos, Gabriela Flor y Canela, Teresa Batista cansada de guerra, Tienda de los milagros, Cacao, La desaparición de la santa, Capitán de Ultramar, Tierras sin sinfín, son unas verdaderas obras maestras.

La prosa, el sarcasmo, el humor, el erotismo y la crítica social del gran escritor Bahiano me dejaron fascinada y totalmente me atrapó. Jorge Amado está, en mi opinión, a la altura de Gabriel García Márquez.

En Salvador de Bahía hay un gran museo y una casa de la cultura dedicada al más grande y querido novelista de Brasil. Un literato a ritmo de samba; un híbrido entre Pérez Galdós y García Márquez, y sí, podríamos decir que su obra es realismo mágico.

Hoy que los brasileños están de fiesta y aunque no pueden salir a demostrarlo como solo ellos saben hacerlo tocando los tambores de su cultura “Candomblé”, bailando samba y tomando “caipiriña” lo harán en sus hogares y a sana distancia porque Brasil le gana a España y se lleva el oro olímpico en futbol.

El equipo brasileño de futbol se convirtió nuevamente en Campeón Olímpico, consiguiendo otra medalla

Desde que se supo que la Copa Mundial de futbol de 2014 sería en Brasil, los medios nos empezaron a “atiborrar” con su gastronomía, sus bebidas, sus hermosas mujeres y sus caballeros espectaculares. Aprendimos a preparar Caipiriña, pasos de samba y por enésima vez tarareamos “La Chica de Ipanema” inmortalizada por Vinicius de Moraes, siempre bella y llena de que gracia paseando camino del mar… Un país cuyo Aeropuerto Internacional se llama como su compositor más querido, Antonio Carlos Jobim, tiene que ser maravilloso.

Un par de meses previos al mundial de Futbol por todos los medios de México se habló y se escribió sobre Brasil. Vimos cantidad de programas especiales en la televisión, pero no leímos ni escuchamos ni siquiera se mencionó en medio alguno al más grande escritor brasileño y el más famoso de todo los tiempos, Jorge Amado. —Qué vergüenza.

Cuando en 1998 la Academia Sueca le comunicó al gran escritor José Saramago que había sido premiado con el Nobel de Literatura, con la humildad que lo caracterizaba respondió: ¿Pero cómo? Si un escritor de habla portuguesa merece ese premio es Jorge Amado, no yo.

Cuando yo vivía en un pueblo de Tabasco a orillas del Río Grijalva, el entorno era selvático y solamente el aullar de los monos saraguatos y el alboroto de los loros rompían por ratos el silencio apenas soportable. Me encontraba en ese entorno selvático cuando cayó en mis manos una novela de Jorge Amado, “Capitanes de Arena” y para mí todo cambió.

Disfruté el trópico con sus verdes de todos los tonos, sus ruidos, su humedad, su silencio su aroma y su sensualidad. Fui feliz y se lo debo a él. Me leí casi todas sus novelas. Doña Flor y sus dos maridos, Gabriela Flor y Canela, Teresa Batista cansada de guerra, Tienda de los milagros, Cacao, La desaparición de la santa, Capitán de Ultramar, Tierras sin sinfín, son unas verdaderas obras maestras.

La prosa, el sarcasmo, el humor, el erotismo y la crítica social del gran escritor Bahiano me dejaron fascinada y totalmente me atrapó. Jorge Amado está, en mi opinión, a la altura de Gabriel García Márquez.

En Salvador de Bahía hay un gran museo y una casa de la cultura dedicada al más grande y querido novelista de Brasil. Un literato a ritmo de samba; un híbrido entre Pérez Galdós y García Márquez, y sí, podríamos decir que su obra es realismo mágico.

Hoy que los brasileños están de fiesta y aunque no pueden salir a demostrarlo como solo ellos saben hacerlo tocando los tambores de su cultura “Candomblé”, bailando samba y tomando “caipiriña” lo harán en sus hogares y a sana distancia porque Brasil le gana a España y se lleva el oro olímpico en futbol.

El equipo brasileño de futbol se convirtió nuevamente en Campeón Olímpico, consiguiendo otra medalla