/ domingo 25 de julio de 2021

Añoranzas | El Club de los Corazones Solitarios

A través de mi vida he pertenecido a varios clubes, tanto sociales como de servicio. Reuniones de amigas que semanal o mensualmente teníamos una cita para convivir y disfrutar nuestra alegre compañía. Generalmente teníamos un común denominador; simpatizábamos e interpretábamos los hechos de forma parecida, éramos muy felices porque éramos ante todo amigas.

El legendario Club Tico-Tico fundado en 1945, famoso por sus guapísimas socias; el Club Tampico y su hermoso baile de “Debutantes”, el Club Blanco y Negro y su baile tropical “Un Viaje a las Islas del Sur”; el Club Elite, fundado por la querida periodista Isaura Licona, cuyas lunadas en el Restaurante El Pikío en la playa hicieron época; el Club Jeunesse y su original “Baile del Abanico”, el Club Talía, el Club Juvenil de la Cruz Roja, el Juvenil del Centro Español y muchísimos más. Hoy, todos estos clubes han desaparecido pero algunas seguimos siendo amigas entrañables a pesar del tiempo y la distancia.

En los tristes tiempos que hoy corren en nuestro querido Tampico, debido a la pandemia que nos tiene literalmente secuestrados, observamos a muchas parejas con el obligado “tapaboca” que deambulan por diferentes rumbos. Los clubes deportivos están cerrados y los que abren tienen infinidad de restricciones, como debe de ser por el bien de todos. Algunas veces encontramos algunos amigos en los supermercados o en la iglesia o comiendo solitarios en los restaurantes, retraídos, siguiendo con la vida que nos ha tocado vivir y que ni en la peor de las pesadillas pensamos sucediera. Cuando nos encontramos con algunos de nuestros amigos, nos saludamos con un dejo de solidaridad y tristeza que no se dice, pero se siente. Yo lo he llamado “EL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS”, club al que ahora tristemente pertenecemos.

Debido a que a muchos de nosotros nuestros nietos, familiares y amigos se han tenido que marchar, dejando su trabajo y cerrando sus casas. Algunos por la crisis económica, otros por temor, y muchos ya fallecieron víctimas del Covid-19. La rutina semanal nos ayuda a sobrevivir la semana, pero llega el domingo por la tarde, y como todas las ciudades del mundo, se van poniendo tristes y melancólicas. Regresamos a casa en cuanto empieza a oscurecer por el temor, siempre el miedo de tener un desafortunado encuentro con un delincuente que nos arrebate la bolsa o nos arrebate con violencia el celular. Tememos también que alguien nos aceche al llegar a nuestra casa. Ya vemos moros con “tranchete” ante cualquier evento repentino y fuera de lo común.

Frecuentemente se apodera de nosotros esa clase de tranquilidad aplastante, entre placentera y dolorosa, que se conoce con el nombre de nostalgia por los tiempos de paz y tranquilidad que disfrutábamos en nuestro querido Tampico en donde deambulábamos en paz y seguros a cualquier hora del día y la noche. Afortunadamente las alegrías que hemos vivido seguirán instalados en nuestra memoria y en nuestro corazón. Los miembros del “CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS” seguiremos aferrados a los recuerdos de los gloriosos días de vino y rosas que ¡no volverán!

A través de mi vida he pertenecido a varios clubes, tanto sociales como de servicio. Reuniones de amigas que semanal o mensualmente teníamos una cita para convivir y disfrutar nuestra alegre compañía. Generalmente teníamos un común denominador; simpatizábamos e interpretábamos los hechos de forma parecida, éramos muy felices porque éramos ante todo amigas.

El legendario Club Tico-Tico fundado en 1945, famoso por sus guapísimas socias; el Club Tampico y su hermoso baile de “Debutantes”, el Club Blanco y Negro y su baile tropical “Un Viaje a las Islas del Sur”; el Club Elite, fundado por la querida periodista Isaura Licona, cuyas lunadas en el Restaurante El Pikío en la playa hicieron época; el Club Jeunesse y su original “Baile del Abanico”, el Club Talía, el Club Juvenil de la Cruz Roja, el Juvenil del Centro Español y muchísimos más. Hoy, todos estos clubes han desaparecido pero algunas seguimos siendo amigas entrañables a pesar del tiempo y la distancia.

En los tristes tiempos que hoy corren en nuestro querido Tampico, debido a la pandemia que nos tiene literalmente secuestrados, observamos a muchas parejas con el obligado “tapaboca” que deambulan por diferentes rumbos. Los clubes deportivos están cerrados y los que abren tienen infinidad de restricciones, como debe de ser por el bien de todos. Algunas veces encontramos algunos amigos en los supermercados o en la iglesia o comiendo solitarios en los restaurantes, retraídos, siguiendo con la vida que nos ha tocado vivir y que ni en la peor de las pesadillas pensamos sucediera. Cuando nos encontramos con algunos de nuestros amigos, nos saludamos con un dejo de solidaridad y tristeza que no se dice, pero se siente. Yo lo he llamado “EL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS”, club al que ahora tristemente pertenecemos.

Debido a que a muchos de nosotros nuestros nietos, familiares y amigos se han tenido que marchar, dejando su trabajo y cerrando sus casas. Algunos por la crisis económica, otros por temor, y muchos ya fallecieron víctimas del Covid-19. La rutina semanal nos ayuda a sobrevivir la semana, pero llega el domingo por la tarde, y como todas las ciudades del mundo, se van poniendo tristes y melancólicas. Regresamos a casa en cuanto empieza a oscurecer por el temor, siempre el miedo de tener un desafortunado encuentro con un delincuente que nos arrebate la bolsa o nos arrebate con violencia el celular. Tememos también que alguien nos aceche al llegar a nuestra casa. Ya vemos moros con “tranchete” ante cualquier evento repentino y fuera de lo común.

Frecuentemente se apodera de nosotros esa clase de tranquilidad aplastante, entre placentera y dolorosa, que se conoce con el nombre de nostalgia por los tiempos de paz y tranquilidad que disfrutábamos en nuestro querido Tampico en donde deambulábamos en paz y seguros a cualquier hora del día y la noche. Afortunadamente las alegrías que hemos vivido seguirán instalados en nuestra memoria y en nuestro corazón. Los miembros del “CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS” seguiremos aferrados a los recuerdos de los gloriosos días de vino y rosas que ¡no volverán!