/ domingo 25 de abril de 2021

Añoranzas | La Fiesta del Libro

Mi idilio con los libros data desde mi niñez. Mi primer encuentro con ellos fue con “El libro de oro de los niños” que nos regalaron nuestros padres cuando ya leíamos de corridito y habíamos dejado los monitos.

Constaba de seis tomos encuadernados en tela con algunos prólogos de Gabriela Mistral e ilustrados por grandes dibujantes, entre ellos Walt Disney. Cuentos de hadas de todos los países, diseñados para atrapar a los niños e introducirlos suavemente al maravilloso mundo de la lectura.

Ya más grandecitas nos regalaron “El tesoro de la Juventud”, fascinante enciclopedia de quince tomos que se vendía de casa en casa en cómodos pagos, incluyendo un pequeño estante de madera. Mi hermana y yo pasábamos mucho tiempo tiradas en el piso revisando los tomos una y otra vez. Mi padre nos enseñó a leerlos en orden, por temas, pasando las hojas con cuidado y respeto. Siempre nos hacía preguntas de lo que estábamos leyendo.

Así me fui adentrando al mundo de los libros, y siempre tengo uno a la mano. Las visitas a la librería son fascinantes, las horas se me pasan volando y nunca acabo de llenarme de su olor y de su ambiente. Aún no me puedo acostumbrar a leer un libro por internet. Tal vez, algún día…

Para mí los libros son verdaderos talismanes, teniendo un libro en la mano puedo aguantar casi todo. Las largas esperas en los consultorios, el tedio en los aeropuertos, el turno para pasar a la ventanilla de las oficinas burocráticas, el terrible insomnio, etc.

Leyendo no existen las horas perdidas. La soledad es llevadera, la ansiedad se disipa, es un antídoto para el aburrimiento y alimento para el alma. Soy fiel seguidora de mis autores preferidos y tengo la fortuna de tener algunos dedicados.

Hay libros que en su momento me fascinaron, me subyugaron y que hoy difícilmente volvería a leer. Me daría pereza. El tiempo nos cambia y ya no nos cautiva lo que en otro tiempo creímos que sería para siempre. Hoy, nuestra perspectiva es otra, otro el panorama, otra la necesidad de identificarnos con lo que leemos. Aun así, hay otros, los que siempre tenemos a la mano, los preferidos, nuestros amores, que son fundamentales y que cada día nos gustan más, nos dicen más, gozamos más.

Tonto es el que presta un libro…y más tonto quien lo regresa, dice el refrán. Pues yo lo soy tonta por partida doble, porque presto y regreso los que me prestan. Cuando están dedicados los guardo para siempre y nunca he podido superar la compulsión de prestar un libro que por alguna razón decido que alguien lo debe leer. Me considero precursora de “Libera un Libro”. ¡Déjalos correr! ¿Quieres conocer a una persona? Pregúntale qué le gusta leer.

El 23 de Abril es un día simbólico para la literatura mundial, ya que en este día se celebra el “Día Internacional del Libro y del Autor” (a mí me gustaría que se llamara la Fiesta del libro) La elección del día es muy sencilla: según la tradición en esta fecha 1616 murieron tres de los más grandes autores de la literatura en lengua inglesa y española. William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra y “El Inca” Garcilaso de la Vega.

“No me han dejado de ayudar los muchos libros que he leído, así divinas como humanas letras”, como referencia a la importancia de tener en las manos un texto para adquirir conocimiento.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Mi idilio con los libros data desde mi niñez. Mi primer encuentro con ellos fue con “El libro de oro de los niños” que nos regalaron nuestros padres cuando ya leíamos de corridito y habíamos dejado los monitos.

Constaba de seis tomos encuadernados en tela con algunos prólogos de Gabriela Mistral e ilustrados por grandes dibujantes, entre ellos Walt Disney. Cuentos de hadas de todos los países, diseñados para atrapar a los niños e introducirlos suavemente al maravilloso mundo de la lectura.

Ya más grandecitas nos regalaron “El tesoro de la Juventud”, fascinante enciclopedia de quince tomos que se vendía de casa en casa en cómodos pagos, incluyendo un pequeño estante de madera. Mi hermana y yo pasábamos mucho tiempo tiradas en el piso revisando los tomos una y otra vez. Mi padre nos enseñó a leerlos en orden, por temas, pasando las hojas con cuidado y respeto. Siempre nos hacía preguntas de lo que estábamos leyendo.

Así me fui adentrando al mundo de los libros, y siempre tengo uno a la mano. Las visitas a la librería son fascinantes, las horas se me pasan volando y nunca acabo de llenarme de su olor y de su ambiente. Aún no me puedo acostumbrar a leer un libro por internet. Tal vez, algún día…

Para mí los libros son verdaderos talismanes, teniendo un libro en la mano puedo aguantar casi todo. Las largas esperas en los consultorios, el tedio en los aeropuertos, el turno para pasar a la ventanilla de las oficinas burocráticas, el terrible insomnio, etc.

Leyendo no existen las horas perdidas. La soledad es llevadera, la ansiedad se disipa, es un antídoto para el aburrimiento y alimento para el alma. Soy fiel seguidora de mis autores preferidos y tengo la fortuna de tener algunos dedicados.

Hay libros que en su momento me fascinaron, me subyugaron y que hoy difícilmente volvería a leer. Me daría pereza. El tiempo nos cambia y ya no nos cautiva lo que en otro tiempo creímos que sería para siempre. Hoy, nuestra perspectiva es otra, otro el panorama, otra la necesidad de identificarnos con lo que leemos. Aun así, hay otros, los que siempre tenemos a la mano, los preferidos, nuestros amores, que son fundamentales y que cada día nos gustan más, nos dicen más, gozamos más.

Tonto es el que presta un libro…y más tonto quien lo regresa, dice el refrán. Pues yo lo soy tonta por partida doble, porque presto y regreso los que me prestan. Cuando están dedicados los guardo para siempre y nunca he podido superar la compulsión de prestar un libro que por alguna razón decido que alguien lo debe leer. Me considero precursora de “Libera un Libro”. ¡Déjalos correr! ¿Quieres conocer a una persona? Pregúntale qué le gusta leer.

El 23 de Abril es un día simbólico para la literatura mundial, ya que en este día se celebra el “Día Internacional del Libro y del Autor” (a mí me gustaría que se llamara la Fiesta del libro) La elección del día es muy sencilla: según la tradición en esta fecha 1616 murieron tres de los más grandes autores de la literatura en lengua inglesa y española. William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra y “El Inca” Garcilaso de la Vega.

“No me han dejado de ayudar los muchos libros que he leído, así divinas como humanas letras”, como referencia a la importancia de tener en las manos un texto para adquirir conocimiento.

Sor Juana Inés de la Cruz.