/ domingo 14 de agosto de 2022

Añoranzas | Murió por la patria

No cabía la menor duda, Alfredo sería marino. Su padre y su abuelo lo eran y desde niño le fascinaba ver zarpar los barcos que se hacían a la mar escoltados por alegres gaviotas y a los que con su melancólico silbido anunciaban su regreso al puerto después de largos meses de navegar. Al cumplir los quince años les comunicó a sus a sus padres que entraría a la Heroica Escuela Naval, que sería Infante de Marina, cuerpo al que quería pertenecer, Sus padres lo apoyaron con gran satisfacción; su hijo seguiría la tradición familiar.

En toda su carrera Alfredo ocupó el cuadro de honor. Gallardo y disciplinado fue escogido para ser el abanderado de la escolta de la Escuela, por ser el alumno de más alto promedio de su generación. De sobra se sabía que su futuro sería imparable dentro de la Institución. En solemne ceremonia de graduación el Presidente de la República le entregó el espadín de mando, había logrado su sueño.

Dominando un inglés perfecto, Alfredo fue enviado a Annápolis U.S.A., a tomar diversos cursos de especialización, en donde siempre destacó por sus altos calificaciones. Fue profesor en la H. Escuela Naval, comisionado en el Estado Mayor Presidencial, entre otras honrosas comisiones.

Hace unos días, yendo al frente de un operativo de las fuerzas especiales, cayó abatido por las balas enemigas de la paz y de la patria, muriendo con la cara al sol en un camino polvoriento y solitario de Tamaulipas, cubriendo una vez más de sangre heroica nuestro masacrado Estado. Un marino más de los cientos que han muerto por cumplir con su deber.

En una solemne y sencilla ceremonia en el Recinto Naval, a su joven viuda le fue entregada la Bandera Nacional que cubrió su féretro y entre sollozos incontenibles amorosamente la apretó a su pecho. Un sentidísimo toque de silencio y el grito enérgico de MURIÓ POR LA PATRIA se escuchó como un trueno.

Con la mirada perdida y los puños apretados por el dolor, su familia se retiró a paso lento…

“El presidente Obama en solemne ceremonia en el cementerio de Arlington pidió a sus compatriotas recordar a los marinos y soldados que habían dado sus vidas al servicio del país. Son héroes todos y cada uno de ellos. Le dieron lo más precioso que tenían, la última prueba de amor a su Patria”

“CUANDO LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO, SE RECURRE A DIOS Y AL SOLDADO. “CUANDO EL PELIGRO PASA DIOS ES OLVIDADO Y EL SOLDADO…JUZGADO”.

No cabía la menor duda, Alfredo sería marino. Su padre y su abuelo lo eran y desde niño le fascinaba ver zarpar los barcos que se hacían a la mar escoltados por alegres gaviotas y a los que con su melancólico silbido anunciaban su regreso al puerto después de largos meses de navegar. Al cumplir los quince años les comunicó a sus a sus padres que entraría a la Heroica Escuela Naval, que sería Infante de Marina, cuerpo al que quería pertenecer, Sus padres lo apoyaron con gran satisfacción; su hijo seguiría la tradición familiar.

En toda su carrera Alfredo ocupó el cuadro de honor. Gallardo y disciplinado fue escogido para ser el abanderado de la escolta de la Escuela, por ser el alumno de más alto promedio de su generación. De sobra se sabía que su futuro sería imparable dentro de la Institución. En solemne ceremonia de graduación el Presidente de la República le entregó el espadín de mando, había logrado su sueño.

Dominando un inglés perfecto, Alfredo fue enviado a Annápolis U.S.A., a tomar diversos cursos de especialización, en donde siempre destacó por sus altos calificaciones. Fue profesor en la H. Escuela Naval, comisionado en el Estado Mayor Presidencial, entre otras honrosas comisiones.

Hace unos días, yendo al frente de un operativo de las fuerzas especiales, cayó abatido por las balas enemigas de la paz y de la patria, muriendo con la cara al sol en un camino polvoriento y solitario de Tamaulipas, cubriendo una vez más de sangre heroica nuestro masacrado Estado. Un marino más de los cientos que han muerto por cumplir con su deber.

En una solemne y sencilla ceremonia en el Recinto Naval, a su joven viuda le fue entregada la Bandera Nacional que cubrió su féretro y entre sollozos incontenibles amorosamente la apretó a su pecho. Un sentidísimo toque de silencio y el grito enérgico de MURIÓ POR LA PATRIA se escuchó como un trueno.

Con la mirada perdida y los puños apretados por el dolor, su familia se retiró a paso lento…

“El presidente Obama en solemne ceremonia en el cementerio de Arlington pidió a sus compatriotas recordar a los marinos y soldados que habían dado sus vidas al servicio del país. Son héroes todos y cada uno de ellos. Le dieron lo más precioso que tenían, la última prueba de amor a su Patria”

“CUANDO LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO, SE RECURRE A DIOS Y AL SOLDADO. “CUANDO EL PELIGRO PASA DIOS ES OLVIDADO Y EL SOLDADO…JUZGADO”.