/ domingo 27 de diciembre de 2020

Añoranzas | Música en las calles

No necesitan gran espacio para instalarse ni foros espectaculares, ni grandes bocinas, mucho menos promoción. Casi todos los músicos callejeros lo único que necesitan es gente a su alrededor que aprecie y goce su música.

En casi todas las plazas de ciudades grandes y pequeñas, estaciones de trenes y autobuses, mercados y zonas peatonales hay conjuntos o solitarios que nos regalan sus melodías. El mundo es su escenario. Sea música de marimba en Tabasco, huapangueros en las huastecas. Tresillos en Veracruz, mariachis en Jalisco, redova en el norte, coros de niños en Morelia etc. La música en las calles ofrece el maravilloso fondo musical que nos hace disfrutar más el entorno.

Hemos visto auténticos músicos interpretando maravillas solo por el placer de compartir su arte reuniendo algo de dinero para continuar con la para nada fácil vida del artista. Cuando terminan de tocar y se les regala el aplauso, te ven con una mirada tímida y agradecida. No obstante, aprecian el placer de compartir la magia musical que no está en venta ni se regala. Se da por decisión propia.

Siempre he sentido cierta timidez cuando les dejo “algo” en su charola o su sombrero. Siento que no es suficiente para agradecer y compensar la ambientación que regalan. El talento no tiene precio. Tristemente hemos visto gente pasarse de largo, siempre con prisa, ensimismados en sus asuntos sin prestarle la mínima atención a una voz o a un instrumento que como fondo musical de película da vida a un espacio muchas veces triste e incoloro y que no se detiene para disfrutar lo que ningún foro es capaz de conseguir: hacer del mundo un lugar más habitable, más amable, sobre todo más hermoso.

No necesitan gran espacio para instalarse ni foros espectaculares, ni grandes bocinas, mucho menos promoción. Casi todos los músicos callejeros lo único que necesitan es gente a su alrededor que aprecie y goce su música.

En casi todas las plazas de ciudades grandes y pequeñas, estaciones de trenes y autobuses, mercados y zonas peatonales hay conjuntos o solitarios que nos regalan sus melodías. El mundo es su escenario. Sea música de marimba en Tabasco, huapangueros en las huastecas. Tresillos en Veracruz, mariachis en Jalisco, redova en el norte, coros de niños en Morelia etc. La música en las calles ofrece el maravilloso fondo musical que nos hace disfrutar más el entorno.

Hemos visto auténticos músicos interpretando maravillas solo por el placer de compartir su arte reuniendo algo de dinero para continuar con la para nada fácil vida del artista. Cuando terminan de tocar y se les regala el aplauso, te ven con una mirada tímida y agradecida. No obstante, aprecian el placer de compartir la magia musical que no está en venta ni se regala. Se da por decisión propia.

Siempre he sentido cierta timidez cuando les dejo “algo” en su charola o su sombrero. Siento que no es suficiente para agradecer y compensar la ambientación que regalan. El talento no tiene precio. Tristemente hemos visto gente pasarse de largo, siempre con prisa, ensimismados en sus asuntos sin prestarle la mínima atención a una voz o a un instrumento que como fondo musical de película da vida a un espacio muchas veces triste e incoloro y que no se detiene para disfrutar lo que ningún foro es capaz de conseguir: hacer del mundo un lugar más habitable, más amable, sobre todo más hermoso.