/ domingo 13 de septiembre de 2020

Añoranzas | Tomando chocolate con doña Josefa

En el mes de septiembre todos los mexicanos traemos a México en piel. El alma se nos alegra al ver por todas partes a los vendedores que nos ofrecen infinidad de adornos y banderas tricolor. Globos y matracas, trompetas y guirnaldas para adornar nuestro hogar. Música y antojitos mexicanos aromatizan el ambiente. Estamos de fiesta.

Todo el tiempo nos están pasando en la televisión películas y biografías de los héroes de la Independencia. Por un buen rato nos olvidamos de nuestras penurias, tristezas y enojos ante la situación que los mexicanos estamos sufriendo. Todo es algarabía y regocijo, por lo menos hasta después del desfile…

Cómo me gustaría viajar en el tiempo y platicar con Doña Josefa Ortiz de Domínguez una de las mujeres más audaces de la época de la Independencia. Prototipo de la mujer patriota, firme en sus ideas y convicciones, sin importar los riesgos. La visitaría en su humilde casa en la Ciudad de México en donde vivió los últimos años de su no tan larga vida. Seguramente me invitaría un chocolate y unos “pastes” traídos de Querétaro.

Platíqueme doña Josefa ¿Cómo es que viniendo de una familia de españoles clase media, usted se sintió identificada con los problemas de la clase social de los criollos? Iluminando su mirada con los recuerdos me diría: Me quedé huérfana a temprana edad y me casé muy joven con Miguel Domínguez, el Corregidor de Querétaro.

En la tertulia literaria que se reunía en nuestra casa, me involucré con los insurgentes de tal forma que participé activamente en la conjuración de Querétaro. Cuando se descubrió el plan, mi marido me encerró en mi cuarto para protegerme. Yo tenía que avisar al General Allende que habíamos sido descubiertos y que había que decírselo al cura Hidalgo. Con recortes de periódico elaboré una nota para que no identificaran mi letra. ¿Y cómo le hizo para entregarla? Pues muy fácil, me puse a bailar un jarabe a “taconazo limpio” para que el guardia me escuchara y el alcalde de la prisión le avisara a Allende que los habían descubierto.

Así fue como Hidalgo adelantó el levantamiento a la madrugada del 16 de septiembre y dio el Grito de Dolores. Sin este hecho posiblemente hubiera tardado muchos años más en iniciarse la independencia. Lo dice con un dejo de orgullo apenas perceptible.

Pero ya se sabe que nunca falta un traidor y fui delatada. Me llevaron a empujones y tirones a la Ciudad de México en donde me enjuiciaron y me declararon culpable de traición. Anduve de convento en convento hasta que mi marido me pudo liberar.

¿Qué hizo después que la liberaron? Pues me dediqué a criar a mis 14 hijos y me relacioné con los grupos liberales de carácter radical. Ya siendo Iturbide Emperador me invitó a ser parte de la corte como dama de honor de la Emperatriz, pero yo le contesté con un ¡¡¡NO!!! rotundo y jamás acepté recompensa por mis servicios a la Insurgencia. Lo hice por amor, solo por amor a mi patria. Y sonriendo me dijo: ¿Le sirvo otro chocolatito?

Platíqueme doña Josefa, ¿cómo es que viniendo de una familia de españoles clase media, usted se sintió identificada con los problemas de los criollos?

En el mes de septiembre todos los mexicanos traemos a México en piel. El alma se nos alegra al ver por todas partes a los vendedores que nos ofrecen infinidad de adornos y banderas tricolor. Globos y matracas, trompetas y guirnaldas para adornar nuestro hogar. Música y antojitos mexicanos aromatizan el ambiente. Estamos de fiesta.

Todo el tiempo nos están pasando en la televisión películas y biografías de los héroes de la Independencia. Por un buen rato nos olvidamos de nuestras penurias, tristezas y enojos ante la situación que los mexicanos estamos sufriendo. Todo es algarabía y regocijo, por lo menos hasta después del desfile…

Cómo me gustaría viajar en el tiempo y platicar con Doña Josefa Ortiz de Domínguez una de las mujeres más audaces de la época de la Independencia. Prototipo de la mujer patriota, firme en sus ideas y convicciones, sin importar los riesgos. La visitaría en su humilde casa en la Ciudad de México en donde vivió los últimos años de su no tan larga vida. Seguramente me invitaría un chocolate y unos “pastes” traídos de Querétaro.

Platíqueme doña Josefa ¿Cómo es que viniendo de una familia de españoles clase media, usted se sintió identificada con los problemas de la clase social de los criollos? Iluminando su mirada con los recuerdos me diría: Me quedé huérfana a temprana edad y me casé muy joven con Miguel Domínguez, el Corregidor de Querétaro.

En la tertulia literaria que se reunía en nuestra casa, me involucré con los insurgentes de tal forma que participé activamente en la conjuración de Querétaro. Cuando se descubrió el plan, mi marido me encerró en mi cuarto para protegerme. Yo tenía que avisar al General Allende que habíamos sido descubiertos y que había que decírselo al cura Hidalgo. Con recortes de periódico elaboré una nota para que no identificaran mi letra. ¿Y cómo le hizo para entregarla? Pues muy fácil, me puse a bailar un jarabe a “taconazo limpio” para que el guardia me escuchara y el alcalde de la prisión le avisara a Allende que los habían descubierto.

Así fue como Hidalgo adelantó el levantamiento a la madrugada del 16 de septiembre y dio el Grito de Dolores. Sin este hecho posiblemente hubiera tardado muchos años más en iniciarse la independencia. Lo dice con un dejo de orgullo apenas perceptible.

Pero ya se sabe que nunca falta un traidor y fui delatada. Me llevaron a empujones y tirones a la Ciudad de México en donde me enjuiciaron y me declararon culpable de traición. Anduve de convento en convento hasta que mi marido me pudo liberar.

¿Qué hizo después que la liberaron? Pues me dediqué a criar a mis 14 hijos y me relacioné con los grupos liberales de carácter radical. Ya siendo Iturbide Emperador me invitó a ser parte de la corte como dama de honor de la Emperatriz, pero yo le contesté con un ¡¡¡NO!!! rotundo y jamás acepté recompensa por mis servicios a la Insurgencia. Lo hice por amor, solo por amor a mi patria. Y sonriendo me dijo: ¿Le sirvo otro chocolatito?

Platíqueme doña Josefa, ¿cómo es que viniendo de una familia de españoles clase media, usted se sintió identificada con los problemas de los criollos?