/ domingo 2 de mayo de 2021

Añoranzas | Y el Óscar es para...

Por obvias razones soy cinéfila de corazón, puede decirse que crecí en el ambiente mágico del cine.

Desde pequeñas mi hermana y yo nos colábamos al Cine Alcázar a cualquier hora a ver la película de la semana. Las funciones eran a las cinco, siete quince y nueve treinta, y las veíamos infinidad de veces. No existía la censura ni se clasificaban A, B y C. Cuando alguna escena se pasaba de tueste, la cámara se dirigía a la ventana de la habitación y la cortina se movía con el viento… Era el indicador del coloquio amoroso consumado.

Las películas en blanco y negro son mis preferidas. Los claroscuros de luz y sombras son arte puro. Al volverlas a ver otra vez me fascinan, me conmueven, me atrapan y a querer o no las comparas con las películas actuales. Las de hoy son grandes producciones, eso sí… pero al día siguiente ya la olvidaste. Viendo lo que se fabrica hoy en día por Hollywood o por quién sea, uno no puede menos que añorar actores y actrices con mayúscula. La magnífica hembra por la cual los hombres se liaban a balazos, o se batían a duelo tras cruzar la cara con un guante.

Ya no hay señoras ni señores de ese calibre. Ava Garner ya no baila en Vallarta la noche de la iguana, ni kim Novak se va de Picnic. Mastroiani no aúlla cual lobo en celo cuando la Loren se quita poco a poco la ropa. De dónde sacamos un actor tan varonil como Marlon Brando vestido de cuero montado en su motocicleta salvaje. Quién puede olvidar a Bogart con el cigarrillo colgado en la comisura de sus labios, seductor a más no poder en el bar de Rick en Marruecos, ante la mirada amorosa de una Bergman única. De dónde sacamos una María [Bonita] Félix, la Doña, la hembra soberbia dura y fría que dejaba boquiabiertos a los franceses presentándose en el hipódromo de París.

Y un Pedro Armendáriz, prototipo del hombre mexicano gallardo y entrón, o una Miroslava, el rostro extranjero más bello del cine mexicano, totalmente natural. Pedro Infante y Jorge Negrete levantando grandes pasiones entre rancheras y boleros. Hombres y mujeres de quítate que ahí voy… Después tuvimos una pésima época en nuestro cine. Películas de ficheras, policías y ladrones, películas de terror que nos hacían reír, dramas absurdos etc., salvo algunas honrosas excepciones.

Después vino el boom de aquello llamado Nuevo Cine Mexicano que se inició en los 90 con películas excelentes como Sexo pudor y lágrimas, La ley de Herodes, El callejón de los milagros, La invención de cronos, entre muchas otras películas que nos hicieron ver a los mexicanos que si se puede hacer cine de calidad mundial.

Hay vientos nuevos para nuestro cine mexicano. Actores y directores han sido nominados a los Globos de Oro haciendo gala de su talento en los festivales más prestigiosos. Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, González Iñárritu entre otros.

Por obvias razones soy cinéfila de corazón, puede decirse que crecí en el ambiente mágico del cine.

Desde pequeñas mi hermana y yo nos colábamos al Cine Alcázar a cualquier hora a ver la película de la semana. Las funciones eran a las cinco, siete quince y nueve treinta, y las veíamos infinidad de veces. No existía la censura ni se clasificaban A, B y C. Cuando alguna escena se pasaba de tueste, la cámara se dirigía a la ventana de la habitación y la cortina se movía con el viento… Era el indicador del coloquio amoroso consumado.

Las películas en blanco y negro son mis preferidas. Los claroscuros de luz y sombras son arte puro. Al volverlas a ver otra vez me fascinan, me conmueven, me atrapan y a querer o no las comparas con las películas actuales. Las de hoy son grandes producciones, eso sí… pero al día siguiente ya la olvidaste. Viendo lo que se fabrica hoy en día por Hollywood o por quién sea, uno no puede menos que añorar actores y actrices con mayúscula. La magnífica hembra por la cual los hombres se liaban a balazos, o se batían a duelo tras cruzar la cara con un guante.

Ya no hay señoras ni señores de ese calibre. Ava Garner ya no baila en Vallarta la noche de la iguana, ni kim Novak se va de Picnic. Mastroiani no aúlla cual lobo en celo cuando la Loren se quita poco a poco la ropa. De dónde sacamos un actor tan varonil como Marlon Brando vestido de cuero montado en su motocicleta salvaje. Quién puede olvidar a Bogart con el cigarrillo colgado en la comisura de sus labios, seductor a más no poder en el bar de Rick en Marruecos, ante la mirada amorosa de una Bergman única. De dónde sacamos una María [Bonita] Félix, la Doña, la hembra soberbia dura y fría que dejaba boquiabiertos a los franceses presentándose en el hipódromo de París.

Y un Pedro Armendáriz, prototipo del hombre mexicano gallardo y entrón, o una Miroslava, el rostro extranjero más bello del cine mexicano, totalmente natural. Pedro Infante y Jorge Negrete levantando grandes pasiones entre rancheras y boleros. Hombres y mujeres de quítate que ahí voy… Después tuvimos una pésima época en nuestro cine. Películas de ficheras, policías y ladrones, películas de terror que nos hacían reír, dramas absurdos etc., salvo algunas honrosas excepciones.

Después vino el boom de aquello llamado Nuevo Cine Mexicano que se inició en los 90 con películas excelentes como Sexo pudor y lágrimas, La ley de Herodes, El callejón de los milagros, La invención de cronos, entre muchas otras películas que nos hicieron ver a los mexicanos que si se puede hacer cine de calidad mundial.

Hay vientos nuevos para nuestro cine mexicano. Actores y directores han sido nominados a los Globos de Oro haciendo gala de su talento en los festivales más prestigiosos. Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, González Iñárritu entre otros.