/ viernes 24 de mayo de 2019

Años fantasmas

Ábreme el pecho y no verás rosas sino palomas heridas por tantas noches de verano solas. Llegaste a mi vida y trajiste luz y aroma de montaña y tardes húmedas

Contigo entendí que uno muere si no tiene por quiÉn vivir. Llegaste y mi voz volvió a poseer palabras vívidas. Porque, has de saberlo, amor, quiero vivir, vivir, extender mi imperio de miedos por la zona de tus pechos y los barrancos suaves de tu ombligo de donde salen mariposas y ayes que me incendian en noches donde, no sé cómo decirlo, resucito para tus labios y tus ojos de pozos claros.

“¿Dónde estabas, Juanjo?” Me preguntas; y yo te contesto que esperándote entre los fuegos negros de calendarios y obligaciones fantasmas. Años fantasmas antes de ti viví, tiempo de espuma en la boca y légamo en el intelecto.

Contigo soy, existo y me amplío en todo lo que hago. Me has dado la savia de tus años y el estrago de tu pasión juvenil. Roca y pétalo, ácido y miel, nada nos detendrá excepto el tiempo.

Contigo recojo hojas y respiro libertad frente al río Pánuco. A tu lado me crecen alas y quisiera volar para contarle al mundo que en Tampico si un amor se me fue otro, el tuyo, el definitivo, ha venido a poblar mi alma.

Soy tu Juanjo, el pobre hombre que no sabe más que amarte y darte las gracias por existir. Al decir mi nombre inauguras un hombre que te ama a cadena perpetua. Al besarte estallo en mil pedazos y me vuelvo a armar bajo la ternura de esos tus brazos suaves.

Los goces de la memoria, escribió alguna vez Jorge Luis Borges. Y dichos goces contigo son de ahora en adelante, mi bien, desde la torpeza con que preparas el spaghetti hasta la indecisión de sintonizar un canal en la tele con el control remoto.

Amar es convocar a la memoria y al olvido a la vez. Yo tengo para ti, lo sabes, los espacios de mis años mejores para transitarlos contigo. No quiero que te pase nada malo nunca, eso me mataría porque te amo y de ti me nutro.

No me haces falta pero te necesito, no quiero verte todos los días, sólo los que requiero para seguir existiendo.

El puerto a tu lado es un paraíso y sin ti me es insoportable. (En la calle Altamira, frente al Sol de Tampico, una vez te dije que cuando te beso siento que de-saparezco del mundo).

¿Qué hacer si te amo tanto? Cierro los ojos y al respirar el aire del Paseo Bella Vista te siento etérea, consumida por el horizonte y el ruido de la avenida Hidalgo.

No sé, quisiera decirle a todos que me sale del pecho azúcar y mariposas, que tus manos, al acariciarme, me ha reconstituido y que me siento mejor persona. He tenido en los labios tanto silencio que, ahora contigo, no puedo más que decir: gracias por llegar a mi vida y traer luz y aromas de montaña y tardes húmedas…

¿Qué hacer si te amo tanto? Cierro los ojos y al respirar el aire del Paseo Bella Vista te siento etérea, consumida por el horizonte y el ruido de la avenida Hidalgo

Ábreme el pecho y no verás rosas sino palomas heridas por tantas noches de verano solas. Llegaste a mi vida y trajiste luz y aroma de montaña y tardes húmedas

Contigo entendí que uno muere si no tiene por quiÉn vivir. Llegaste y mi voz volvió a poseer palabras vívidas. Porque, has de saberlo, amor, quiero vivir, vivir, extender mi imperio de miedos por la zona de tus pechos y los barrancos suaves de tu ombligo de donde salen mariposas y ayes que me incendian en noches donde, no sé cómo decirlo, resucito para tus labios y tus ojos de pozos claros.

“¿Dónde estabas, Juanjo?” Me preguntas; y yo te contesto que esperándote entre los fuegos negros de calendarios y obligaciones fantasmas. Años fantasmas antes de ti viví, tiempo de espuma en la boca y légamo en el intelecto.

Contigo soy, existo y me amplío en todo lo que hago. Me has dado la savia de tus años y el estrago de tu pasión juvenil. Roca y pétalo, ácido y miel, nada nos detendrá excepto el tiempo.

Contigo recojo hojas y respiro libertad frente al río Pánuco. A tu lado me crecen alas y quisiera volar para contarle al mundo que en Tampico si un amor se me fue otro, el tuyo, el definitivo, ha venido a poblar mi alma.

Soy tu Juanjo, el pobre hombre que no sabe más que amarte y darte las gracias por existir. Al decir mi nombre inauguras un hombre que te ama a cadena perpetua. Al besarte estallo en mil pedazos y me vuelvo a armar bajo la ternura de esos tus brazos suaves.

Los goces de la memoria, escribió alguna vez Jorge Luis Borges. Y dichos goces contigo son de ahora en adelante, mi bien, desde la torpeza con que preparas el spaghetti hasta la indecisión de sintonizar un canal en la tele con el control remoto.

Amar es convocar a la memoria y al olvido a la vez. Yo tengo para ti, lo sabes, los espacios de mis años mejores para transitarlos contigo. No quiero que te pase nada malo nunca, eso me mataría porque te amo y de ti me nutro.

No me haces falta pero te necesito, no quiero verte todos los días, sólo los que requiero para seguir existiendo.

El puerto a tu lado es un paraíso y sin ti me es insoportable. (En la calle Altamira, frente al Sol de Tampico, una vez te dije que cuando te beso siento que de-saparezco del mundo).

¿Qué hacer si te amo tanto? Cierro los ojos y al respirar el aire del Paseo Bella Vista te siento etérea, consumida por el horizonte y el ruido de la avenida Hidalgo.

No sé, quisiera decirle a todos que me sale del pecho azúcar y mariposas, que tus manos, al acariciarme, me ha reconstituido y que me siento mejor persona. He tenido en los labios tanto silencio que, ahora contigo, no puedo más que decir: gracias por llegar a mi vida y traer luz y aromas de montaña y tardes húmedas…

¿Qué hacer si te amo tanto? Cierro los ojos y al respirar el aire del Paseo Bella Vista te siento etérea, consumida por el horizonte y el ruido de la avenida Hidalgo