/ sábado 24 de agosto de 2019

Arte de dar propina

La idea de dar propina forma parte de “La economía de la caridad”, alega el filósofo Slavoj Zizer.

Abarca el deseo de aparentar superioridad y se configura esencialmente como un asunto de ego. Sin embargo, el señor Zizer tal vez ignora que en México la mayoría de los meseros consiguen la mayor parte de su sueldo de las propinas (10, 15 0 20%), porque el salario mínimo es muy bajo. Por tanto, es un asunto de poder llevar comida a sus hogares.

A mi juicio, que es la opinión de un simple escribidor, el acto de entregar propina como retribución o agradecimiento por un buen servicio o producto recibido es una costumbre agradable que revela mucho de nuestras creencias, saberes y pautas de conducta. Es una muestra de gratitud, un gesto que no rebaja ni al que lo da ni al que lo recibe.

Cuando se da una gratificación a cada persona que nos ayuda, ofrece instrucciones, abre la puerta, carga las maletas, sirve en restaurantes o simplemente por generosidad, nos transfiguramos en ciudadanos del mundo.

Hay quienes sostienen que la propina es un acto sin razón de ser en nuestra época, un procedimiento que sólo favorece los bajos salarios, por lo que la solución para propiciar sueldos decentes y estabilizar el sistema radica en no volver a dar nunca este estímulo económico, y únicamente dibujar en la cuenta del restaurante una carita sonriente por el buen servicio recibido.

Un Ministro de Economía deEspaña, país que recibe millones de turistas cada año, declaró que las propinas excesivas son un factor para el aumento de la inflación. ¿Se imagina al Secretario de Hacienda de México aconsejara las mexicanas y mexicanos que debemos prescindir de dar propinas, hasta nuevo aviso, con objeto de frenar el aumento de los precios y mejorar los números de la economía?

Yo creo que la propina tiene un lado compasivo y de gratitud, idea que no concuerda en los tiempos del mal llamado neoliberalismo económico, sistema que a pocos da mucho, y a muchos casi nada, y cuya característica son los bajos salarios y la mezquindad.

La propina se puede interpretar también como un mecanismo de presión que si no se otorga provoca situaciones bochornosas, sobre todo a la hora de pagarla cuenta en restaurantes.

En nuestro país quienes se oponen bajo diversos argumentos a dar una dádiva bien podrían desempeñarse un tiempo como meseros, botones, recepcionistas, chícharos, conserjes de hotel, porteros, guías turísticos, taxistas, maleteros, músicos de restaurantes, enfermeras, repartidores de pizza, peluqueros, acomodadores de carros, entre otras actividades.

Los restaurantes donde según las normas de la modernidad la propina va incluida en la cuenta, definitivamente le quitan toda la diversión a esta práctica, al convertirla en un “pago obligatorio”, sin valorar, tal vez, que es un componente de cultura y una manera comunicativa de transmitir ideas y valores que merece ser preservado.

La idea de dar propina forma parte de “La economía de la caridad”, alega el filósofo Slavoj Zizer.

Abarca el deseo de aparentar superioridad y se configura esencialmente como un asunto de ego. Sin embargo, el señor Zizer tal vez ignora que en México la mayoría de los meseros consiguen la mayor parte de su sueldo de las propinas (10, 15 0 20%), porque el salario mínimo es muy bajo. Por tanto, es un asunto de poder llevar comida a sus hogares.

A mi juicio, que es la opinión de un simple escribidor, el acto de entregar propina como retribución o agradecimiento por un buen servicio o producto recibido es una costumbre agradable que revela mucho de nuestras creencias, saberes y pautas de conducta. Es una muestra de gratitud, un gesto que no rebaja ni al que lo da ni al que lo recibe.

Cuando se da una gratificación a cada persona que nos ayuda, ofrece instrucciones, abre la puerta, carga las maletas, sirve en restaurantes o simplemente por generosidad, nos transfiguramos en ciudadanos del mundo.

Hay quienes sostienen que la propina es un acto sin razón de ser en nuestra época, un procedimiento que sólo favorece los bajos salarios, por lo que la solución para propiciar sueldos decentes y estabilizar el sistema radica en no volver a dar nunca este estímulo económico, y únicamente dibujar en la cuenta del restaurante una carita sonriente por el buen servicio recibido.

Un Ministro de Economía deEspaña, país que recibe millones de turistas cada año, declaró que las propinas excesivas son un factor para el aumento de la inflación. ¿Se imagina al Secretario de Hacienda de México aconsejara las mexicanas y mexicanos que debemos prescindir de dar propinas, hasta nuevo aviso, con objeto de frenar el aumento de los precios y mejorar los números de la economía?

Yo creo que la propina tiene un lado compasivo y de gratitud, idea que no concuerda en los tiempos del mal llamado neoliberalismo económico, sistema que a pocos da mucho, y a muchos casi nada, y cuya característica son los bajos salarios y la mezquindad.

La propina se puede interpretar también como un mecanismo de presión que si no se otorga provoca situaciones bochornosas, sobre todo a la hora de pagarla cuenta en restaurantes.

En nuestro país quienes se oponen bajo diversos argumentos a dar una dádiva bien podrían desempeñarse un tiempo como meseros, botones, recepcionistas, chícharos, conserjes de hotel, porteros, guías turísticos, taxistas, maleteros, músicos de restaurantes, enfermeras, repartidores de pizza, peluqueros, acomodadores de carros, entre otras actividades.

Los restaurantes donde según las normas de la modernidad la propina va incluida en la cuenta, definitivamente le quitan toda la diversión a esta práctica, al convertirla en un “pago obligatorio”, sin valorar, tal vez, que es un componente de cultura y una manera comunicativa de transmitir ideas y valores que merece ser preservado.