/ sábado 29 de agosto de 2020

Así vivieron | AMLO y la industria del acarreo

Los eventos políticos no podrían existir sin la industria del acarreo; atrás de esos grandes eventos existen operadores políticos que tienen la facilidad de conseguir y movilizar cientos, miles de personas, para llenar auditorios, gimnasios y recintos para “vestir” los actos masivos.

Cuando vemos por la televisión o las fotografías de grandes eventos donde atrás del personaje principal es acompañado de miles de asistentes, es natural que gran parte de ese público son los llamados acarreados, esos que popularmente se les menciona que por un frutsi y una torta los suben a los típicos microbuses y los llevan desde sus barrios o colonias al lugar donde se llevará a cabo el mitin.

Pero no solo con un refrigerio se convence al que se alquila como ornato, la industria del acarreo va más allá, los creadores de esa técnica de llenar recintos son los miembros del Partido Revolucionario Institucional, quienes en sus épocas de gloria no solo llenaban estadios o lugares de grandes aforos, tenían la capacidad de acomodar miles y miles de personas en las calles para que al paso del presidente de la República lo saludaran, era en sí la forma de mostrar la aceptación y liderazgos de los gobernantes en turno.

Los operadores encargados de contratar a los asistentes para eventos en muchos casos son los responsables de manejar las listas de programas sociales y quienes gestionan ante las secretarías gubernamentales becas, despensas, vales por materiales para la construcción, mejoras en calles, parques, alumbrados y todo lo que se necesita para el llamado bienestar social. Con la promesa de “yo te ayudo y ayúdame con mis jefes”, esos operadores condicionaban los apoyos gubernamentales con los líderes de colonias para que al momento que se ocuparan asistieran con sus grupos de personas para mostrar simpatías y echar porras.

Con el paso de los años la industria del acarreo se mercantilizó, ya no bastan las tortas y las aguas de sabores, ni tampoco los apoyos sociales a los líderes y sus seguidores en las colonias; ahora para asistir a los eventos políticos se requiere dinero, entre 100 y 300 pesos por persona, para asistir y aplaudir al político que los contrate.

Así como se lucra con los llamados acarreados, cierto es que la asistencia de ese tipo de eventos no le favorece en lo absoluto al político que lo contrata, desde el punto de vista que son contratados para hacer lucir al personaje principal, quienes son llevados, en la mayoría de los casos desconocen al político, no saben los motivos por los cuales son convocados, los transportan en autobuses, camiones de redilas o en autos, los exponen por varias horas en el sol, además del maltrato entre empujones para llegar al lugar del evento, y solo esperan el pago para regresarse a sus casas; la contratación del acarreo es en sí un autoengaño, es tanto como comprar el aforo a la falta de una convocatoria que no lo tienen.

Todo lo anterior viene porque el día jueves de esta semana en la gira que tuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador por la ciudad de Matamoros a su llegada al primer evento para su sorpresa se topó con más de dos mil asistentes que lo esperaron con porras y vivas; con un gesto de desaprobación, AMLO mostró su molestia, y al tomar la palabra manifestó su disculpa a todos los asistentes porque no debieron de haber ido a ese evento, hizo referencia que la pandemia sigue vigente y en menos de tres minutos dio por concluido ese acto que dio la nota nacional por encima de los beneficios que entregó ese día en Matamoros.

Sobre el acarreo de gente que se dio el jueves en Matamoros surgen dos nombres como principales responsables, el primero es el delegado en Tamaulipas del Gobierno federal, José Ramón Gómez Leal, mejor conocido como JR, y el segundo es el alcalde de la ciudad, Mario López Hernández, “La Borrega” para sus amigos.

Ayer en la conferencia mañanera desde Reynosa, AMLO refirió que la aglomeración de la gente que asistió al evento de Matamoros lo refiere como un acto que tiene que ver con los conservadores, con esto sale a la defensa de sus colaboradores y partidarios y deja a sus malquerientes el que le hayan querido hacer pasar un mal momento en el evento de esa ciudad fronteriza.

LA PANDEMIA

A seis meses del inicio del primer contagio en México, hemos visto en este tiempo cómo a la incredibilidad de esta enfermedad, le siguió el cierre de escuelas, para dar paso a una improvisada educación en línea, el cierre de comercios no esenciales, los parques públicos, el alejamiento de los eventos sociales, así como los entretenimientos; darle paso a la nueva normalidad ha sido una lección para todos, usar cubrebocas al salir de casa, evitar las aglomeraciones, y qué decir de privarse de poder convivir con los amigos y familiares. Es en sí lo que vivimos en esta pandemia, en las primeras semanas, la duda de que si existe el coronavirus se fue disipando cuando amigos e integrantes de la familia se contagiaron; hoy a medio año que convivimos con el Covid-19, más allá de contar a los contagiados, son los fallecidos de los que lamentamos su partida.

Esta pandemia en sí viene a recordarnos lo vulnerable que es la salud, sin contar quién carga en su organismo con obesidad, diabetes o hipertensión.

Lo invito a que me escuche de lunes a viernes en el ABC del Análisis por la mañana de 7:00 a 8:00, en ABC Radio Tampico en el 89.3 de FM.

  • jorgeluisvelavilla@gmail.com
  • fb: Jorge Vela Villarreal

@jorgevelavi

Los eventos políticos no podrían existir sin la industria del acarreo; atrás de esos grandes eventos existen operadores políticos que tienen la facilidad de conseguir y movilizar cientos, miles de personas, para llenar auditorios, gimnasios y recintos para “vestir” los actos masivos.

Cuando vemos por la televisión o las fotografías de grandes eventos donde atrás del personaje principal es acompañado de miles de asistentes, es natural que gran parte de ese público son los llamados acarreados, esos que popularmente se les menciona que por un frutsi y una torta los suben a los típicos microbuses y los llevan desde sus barrios o colonias al lugar donde se llevará a cabo el mitin.

Pero no solo con un refrigerio se convence al que se alquila como ornato, la industria del acarreo va más allá, los creadores de esa técnica de llenar recintos son los miembros del Partido Revolucionario Institucional, quienes en sus épocas de gloria no solo llenaban estadios o lugares de grandes aforos, tenían la capacidad de acomodar miles y miles de personas en las calles para que al paso del presidente de la República lo saludaran, era en sí la forma de mostrar la aceptación y liderazgos de los gobernantes en turno.

Los operadores encargados de contratar a los asistentes para eventos en muchos casos son los responsables de manejar las listas de programas sociales y quienes gestionan ante las secretarías gubernamentales becas, despensas, vales por materiales para la construcción, mejoras en calles, parques, alumbrados y todo lo que se necesita para el llamado bienestar social. Con la promesa de “yo te ayudo y ayúdame con mis jefes”, esos operadores condicionaban los apoyos gubernamentales con los líderes de colonias para que al momento que se ocuparan asistieran con sus grupos de personas para mostrar simpatías y echar porras.

Con el paso de los años la industria del acarreo se mercantilizó, ya no bastan las tortas y las aguas de sabores, ni tampoco los apoyos sociales a los líderes y sus seguidores en las colonias; ahora para asistir a los eventos políticos se requiere dinero, entre 100 y 300 pesos por persona, para asistir y aplaudir al político que los contrate.

Así como se lucra con los llamados acarreados, cierto es que la asistencia de ese tipo de eventos no le favorece en lo absoluto al político que lo contrata, desde el punto de vista que son contratados para hacer lucir al personaje principal, quienes son llevados, en la mayoría de los casos desconocen al político, no saben los motivos por los cuales son convocados, los transportan en autobuses, camiones de redilas o en autos, los exponen por varias horas en el sol, además del maltrato entre empujones para llegar al lugar del evento, y solo esperan el pago para regresarse a sus casas; la contratación del acarreo es en sí un autoengaño, es tanto como comprar el aforo a la falta de una convocatoria que no lo tienen.

Todo lo anterior viene porque el día jueves de esta semana en la gira que tuvo el presidente Andrés Manuel López Obrador por la ciudad de Matamoros a su llegada al primer evento para su sorpresa se topó con más de dos mil asistentes que lo esperaron con porras y vivas; con un gesto de desaprobación, AMLO mostró su molestia, y al tomar la palabra manifestó su disculpa a todos los asistentes porque no debieron de haber ido a ese evento, hizo referencia que la pandemia sigue vigente y en menos de tres minutos dio por concluido ese acto que dio la nota nacional por encima de los beneficios que entregó ese día en Matamoros.

Sobre el acarreo de gente que se dio el jueves en Matamoros surgen dos nombres como principales responsables, el primero es el delegado en Tamaulipas del Gobierno federal, José Ramón Gómez Leal, mejor conocido como JR, y el segundo es el alcalde de la ciudad, Mario López Hernández, “La Borrega” para sus amigos.

Ayer en la conferencia mañanera desde Reynosa, AMLO refirió que la aglomeración de la gente que asistió al evento de Matamoros lo refiere como un acto que tiene que ver con los conservadores, con esto sale a la defensa de sus colaboradores y partidarios y deja a sus malquerientes el que le hayan querido hacer pasar un mal momento en el evento de esa ciudad fronteriza.

LA PANDEMIA

A seis meses del inicio del primer contagio en México, hemos visto en este tiempo cómo a la incredibilidad de esta enfermedad, le siguió el cierre de escuelas, para dar paso a una improvisada educación en línea, el cierre de comercios no esenciales, los parques públicos, el alejamiento de los eventos sociales, así como los entretenimientos; darle paso a la nueva normalidad ha sido una lección para todos, usar cubrebocas al salir de casa, evitar las aglomeraciones, y qué decir de privarse de poder convivir con los amigos y familiares. Es en sí lo que vivimos en esta pandemia, en las primeras semanas, la duda de que si existe el coronavirus se fue disipando cuando amigos e integrantes de la familia se contagiaron; hoy a medio año que convivimos con el Covid-19, más allá de contar a los contagiados, son los fallecidos de los que lamentamos su partida.

Esta pandemia en sí viene a recordarnos lo vulnerable que es la salud, sin contar quién carga en su organismo con obesidad, diabetes o hipertensión.

Lo invito a que me escuche de lunes a viernes en el ABC del Análisis por la mañana de 7:00 a 8:00, en ABC Radio Tampico en el 89.3 de FM.

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