/ sábado 27 de marzo de 2021

Así vivieron | Si Colosio viviera

El martes de esta semana que concluye se cumplieron 27 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien fue el candidato del Partido Revolucionario Institucional, un hecho sangriento en un barrio de la ciudad de Tijuana, Baja California.

Con actos conmemorativos los priistas aún recuerdan al que para ellos fue sin duda el mejor candidato que han postulado; en las redes sociales subieron imágenes y videos del mitin donde el sonorense dio un discurso aquel 4 de marzo del mismo año en el monumento a la Revolución en la Ciudad de México y que para el pópulo fue motivo por el cual fue asesinado.

Haciendo un ejercicio en la imaginación, que pasaría si el candidato presidencial no hubiera perdido la vida.

¿En la actualidad Colosio sería el personaje más respetado del PRI y del país?

Vamos por partes, si viviera, seguramente Colosio habría ganado la elección presidencial aquel 21 de agosto de 1994; en menos de 4 meses posterior al triunfo de la jornada electoral, estaría rindiendo protesta y ya investido como Presidente de México, tendría como prioridad atender el conflicto armado en Chiapas y por otro lado estaría recibiendo aún con confeti en su ensortijado pelo la economía del país que le dejaron con alfileres, con el riesgo de frente a la crisis de la devaluación del peso ante el dólar, y dando la cara ante empresarios y banqueros porque su antecesor Carlos Salinas de Gortari culpó al nuevo gobierno que por falta de pericia y no hacer caso a sus recomendaciones se les salió de control el manejo financiero del país y de ahí el "error de diciembre".

Luis Donaldo hubiera recibido como mandatario el primer revés y por obvias razones marcaría la distancia con quien le cedió la silla presidencial. El clamor de los mexicanos agraviados le exigiría perseguir a Salinas, familia y sus excolaboradores; los partidos políticos principalmente de izquierda en el Congreso de la Unión señalarían a Colosio como causante del deterioro del país por su pasado como integrante del gobierno anterior y por su falta de experiencia para enfrentar los problemas económicos. Siguiendo la misma historia ante la emergencia de incrementar los intereses bancarios, por el incremento al IVA y los aumentos desmedidos daría para que en la elección federal de 1997 el PRI perdería la mayoría en la Cámara de diputados, los estados por su parte estarían incrementando las gubernaturas con partidos diferentes al mandatario y para finales del sexenio, el gobernador de Guanajuato el irreverente Vicente Fox Quesada sería el candidato idóneo para sacar al PRI de Los Pinos y como tal Luis Donaldo Colosio, estaría entregando el país al Partido Acción Nacional.

Ya sin el poder los priistas opositores del grupo colosista, les darían la espalda, voces al interior de ese instituto político pedirían hasta la expulsión del sonorense por no defender al PRI en la elección; posiblemente él se justificaría argumentando que fue el presidente que le dio paso a la democracia en el país.

Por otro lado, difícilmente las avenidas, colonias, ejidos, parques públicos, bibliotecas, escuelas federales, asociaciones civiles etcétera llevarían su nombre; el político nacido en Magdaleno de Quino, Sonora también sorteando sus circunstancias y por conveniencia pudo haber decidido cambiarse de partido, fundar uno nuevo y porque no, ser el líder de un grupo político antagónico a los orígenes del mismo PRI.

Por lo anterior, cuando vemos en la actualidad que mientras los priistas en varios lugares del país, con lágrimas aún le siguen llorando cada 23 de marzo ante los monumentos erigidos en su honor, cuando los mismos políticos en campaña hacen suyos extractos de sus discursos, o suben fotografías donde aparecen junto con Colosio a principios de los años noventa. Cuando lo invocan como si fuera un ser iluminado, es cuando pregunto, ¿qué diferencia hay entre un candidato y un gobernante? Colosio prometió en su campaña entre tantas cosas un cambio en las estructuras de los gobiernos, respuestas claras a la gente, la justicia social entre muchas más; si revisamos las hemerotecas seguramente lo prometieron también Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Enrique Peña Nieto y bueno el mismo Ernesto Zedillo quien protestó siendo candidato por la memoria de su amigo Colosio, pero al momento de llegar al poder, las promesas de campaña se quedaron en las urnas y nada más, gobernar es completamente diferente, el tiempo y los hechos hacen que al término de los sexenios los mandatarios no salen con la misma popularidad y confianza con la que fueron electos, la historia lo demuestra.

El martes de esta semana que concluye se cumplieron 27 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien fue el candidato del Partido Revolucionario Institucional, un hecho sangriento en un barrio de la ciudad de Tijuana, Baja California.

Con actos conmemorativos los priistas aún recuerdan al que para ellos fue sin duda el mejor candidato que han postulado; en las redes sociales subieron imágenes y videos del mitin donde el sonorense dio un discurso aquel 4 de marzo del mismo año en el monumento a la Revolución en la Ciudad de México y que para el pópulo fue motivo por el cual fue asesinado.

Haciendo un ejercicio en la imaginación, que pasaría si el candidato presidencial no hubiera perdido la vida.

¿En la actualidad Colosio sería el personaje más respetado del PRI y del país?

Vamos por partes, si viviera, seguramente Colosio habría ganado la elección presidencial aquel 21 de agosto de 1994; en menos de 4 meses posterior al triunfo de la jornada electoral, estaría rindiendo protesta y ya investido como Presidente de México, tendría como prioridad atender el conflicto armado en Chiapas y por otro lado estaría recibiendo aún con confeti en su ensortijado pelo la economía del país que le dejaron con alfileres, con el riesgo de frente a la crisis de la devaluación del peso ante el dólar, y dando la cara ante empresarios y banqueros porque su antecesor Carlos Salinas de Gortari culpó al nuevo gobierno que por falta de pericia y no hacer caso a sus recomendaciones se les salió de control el manejo financiero del país y de ahí el "error de diciembre".

Luis Donaldo hubiera recibido como mandatario el primer revés y por obvias razones marcaría la distancia con quien le cedió la silla presidencial. El clamor de los mexicanos agraviados le exigiría perseguir a Salinas, familia y sus excolaboradores; los partidos políticos principalmente de izquierda en el Congreso de la Unión señalarían a Colosio como causante del deterioro del país por su pasado como integrante del gobierno anterior y por su falta de experiencia para enfrentar los problemas económicos. Siguiendo la misma historia ante la emergencia de incrementar los intereses bancarios, por el incremento al IVA y los aumentos desmedidos daría para que en la elección federal de 1997 el PRI perdería la mayoría en la Cámara de diputados, los estados por su parte estarían incrementando las gubernaturas con partidos diferentes al mandatario y para finales del sexenio, el gobernador de Guanajuato el irreverente Vicente Fox Quesada sería el candidato idóneo para sacar al PRI de Los Pinos y como tal Luis Donaldo Colosio, estaría entregando el país al Partido Acción Nacional.

Ya sin el poder los priistas opositores del grupo colosista, les darían la espalda, voces al interior de ese instituto político pedirían hasta la expulsión del sonorense por no defender al PRI en la elección; posiblemente él se justificaría argumentando que fue el presidente que le dio paso a la democracia en el país.

Por otro lado, difícilmente las avenidas, colonias, ejidos, parques públicos, bibliotecas, escuelas federales, asociaciones civiles etcétera llevarían su nombre; el político nacido en Magdaleno de Quino, Sonora también sorteando sus circunstancias y por conveniencia pudo haber decidido cambiarse de partido, fundar uno nuevo y porque no, ser el líder de un grupo político antagónico a los orígenes del mismo PRI.

Por lo anterior, cuando vemos en la actualidad que mientras los priistas en varios lugares del país, con lágrimas aún le siguen llorando cada 23 de marzo ante los monumentos erigidos en su honor, cuando los mismos políticos en campaña hacen suyos extractos de sus discursos, o suben fotografías donde aparecen junto con Colosio a principios de los años noventa. Cuando lo invocan como si fuera un ser iluminado, es cuando pregunto, ¿qué diferencia hay entre un candidato y un gobernante? Colosio prometió en su campaña entre tantas cosas un cambio en las estructuras de los gobiernos, respuestas claras a la gente, la justicia social entre muchas más; si revisamos las hemerotecas seguramente lo prometieron también Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Enrique Peña Nieto y bueno el mismo Ernesto Zedillo quien protestó siendo candidato por la memoria de su amigo Colosio, pero al momento de llegar al poder, las promesas de campaña se quedaron en las urnas y nada más, gobernar es completamente diferente, el tiempo y los hechos hacen que al término de los sexenios los mandatarios no salen con la misma popularidad y confianza con la que fueron electos, la historia lo demuestra.