/ jueves 3 de mayo de 2018

Barba Azul

No se ha encontrado aún la explicación palmaria del comportamiento de las masas cuando favorece con su apoyo a personajes históricos que no han sido modelos de virtud y de aportación moral con su conducta al fortalecimiento de los valores que nos permiten vivir en la civilización a la que tanto aspiramos como pueblo y sociedad. Por ejemplo, la forma en que el pueblo alemán endiosó a Hitler, es algo que todavía está pendiente de realizar un estudio sesudo sobre cuál de todas las características que hubiera tenido el criminal más grande del siglo XX, fue el que hechizó a la sociedad alemana de su tiempo.

Fidel Castro y Stalin son también ejemplos de seducción popular y de prolongado dominio del poder político. En el caso del comandante Castro su dictadura encontró al inicio de su gobierno, justificantes, que la clase intelectual evaluaba para convalidar su régimen de gobierno. Después Fidel, se encontró solo, porque casi todos los intelectuales -con excepción de García Márquez- le habían retirado su apoyo, argumentando que ya es tiempo de que Cuba entrara en la democracia social y en el respeto de los derechos humanos.

Sin embargo, la historia marca que algunos comportamientos de figuras estelares dentro del mundo del crimen, reciben el apoyo y la solidaridad de sectores amplios de la sociedad en la que estos sinverguenzas actúan. Por ejemplo aquí en México, "Chucho el roto" fue legendario, era respetado, admirado y se le llegó a denominar el "Robin Hood de los pobres".

Hoy vamos a tratar el tema de un criminal que a principio de este siglo causó furor en la Francia de aquella época, me refiero a Henry-Desiré Landrú, quien fue llevado a tribunales en noviembre de 1921 por haber sido encontrado responsable de 285 homicidios, preferentemente mujeres adineradas y perdidas en el remolino de la soledad.

A Landrú se le conoció como "Barba Azul" universalmente, llegó a tener tal grado de popularidad que el maestro Alfonso Reyes no resistió la tentación de escribir sobre este criminal galo. Naturalmente el maestro Reyes consciente de que su obra trascendería después de su muerte, eliminó de su obras completas, el pequeñito ensayo que había escrito sobre los delitos y la popularidad de este encantador criminal, quién convirtió la pedantería clásica de los franceses en matices atractivos que lo convirtieron en una celebridad.

El era un personaje delgado y barbudo, tranquilo, llevaba una relación exacta de todas las mujeres que había asesinado, era tan agradable el trato que les daba, que una de las sobrevivientes lo exoneró de responsabilidad, cuando Landrú fue llevado a los tribunales. La mujer declaró a favor de Landrú, y al verlo se desmayó de emoción en la misma sala del tribunal.

Landrú era un hombre que había nacido en la clase acomodada del París de 1869, mimado en su casa, Landrú recibiría educación religiosa y sería monaguillo en las ceremonias dominicales y los días del santoral. Logró recibirse de ingeniero civil y se casó con María Catherina Remy, con quien procreó cuatro hijos. Lamentablemente el frágil hilo de la salud mental se rompió y Landrú empezó a cometer unas serie de fraudes a las compañías de seguros. La policía lo detuvo y lo condenó a 12 años de prisión, pero Landrú se escapó y se convirtió en un fugitivo que frecuentemente cambiaba de nombre y de domicilio, lo que causó la desilusión de su padre, que se quitó la vida por el comportamiento impropio de su hijo mayor.

Para poder sobrevivir Landrú ponía anuncios en el periódico donde solicitaba tener relaciones con mujeres viudas y adineradas, con la condición de que fueran bellas y no tuvieran otra obligación más que dedicarse a reconstruir la felicidad con este bribón francés. Aunque usted no lo crea, decenas de mujeres contestaron al llamado de Landrú, eran mujeres adineradas y solitarias, que compartían durante un tiempo su vida con Landrú y después desaparecían: "Tuvo que irse a Guatemala, para atender una herencia, pronto vendrá", era lo que Landrú argumentaba cuando preguntaban por su esposa.

Landrú era un tipo obsesivo y maniático por que llevaba un control estricto en su diario de lo que ganaba por cada relación que tenía con las mujeres que trató y asesinó. Es conveniente citar aquí que Landrú se convirtió en un fantasma para la policía francesa porque en cada anuncio que ponía en el periódico cambiaba de nombre y de profesión. Sin embargo, es un hecho que el crimen no paga y que no hay criminal perfecto; Landrú dejó evidencias en su casa de campo del último homicidio que había cometido, que le permitió a la policía llevarlo a los tribunales. Sucedió entonces lo increíble empezaron a llegar cientos de cartas en favor de este criminal, donde con letras apasionadas le decían que era el francés más atractivo y bello que la Francia haya tenido.

Fue acusado de 148 crímenes de sangre, condenado a muerte en la guillotina. Un sacerdote se acercó a Landru tomando en cuenta su pasado de monaguillo para pedirle que hiciera una confesión arrepintiéndose y pudiera partir puro al más allá. Landrú lo rechazó y le dijo: -"No hagamos esperar a estos señores". A su abogado defensor le dijo con sinceridad: "Le estoy muy reconocido, maestro, por haber creído en mi inocencia".

Una multitud de curiosos, dice la historia, rodeó la prisión para ver si podía llegar el último espectáculo de Landrú, al que todos llamaban ya "Barba Azul"; en las tabernas, se cantaban coplas sobre el personaje. Fue acusado de criminal sádico, pero él no aceptó esa denominación, y se definió como un importante funcionario del crimen.

El hombre murió cuando la guillotina cortó su cabeza, momentos antes le había confesado al verdugo que antes de convertirse en un criminal sádico, le había sido infiel 283 veces a su primera esposa, que fue la única mujer que amó.

E-mail.- notario177@msn.com


No se ha encontrado aún la explicación palmaria del comportamiento de las masas cuando favorece con su apoyo a personajes históricos que no han sido modelos de virtud y de aportación moral con su conducta al fortalecimiento de los valores que nos permiten vivir en la civilización a la que tanto aspiramos como pueblo y sociedad. Por ejemplo, la forma en que el pueblo alemán endiosó a Hitler, es algo que todavía está pendiente de realizar un estudio sesudo sobre cuál de todas las características que hubiera tenido el criminal más grande del siglo XX, fue el que hechizó a la sociedad alemana de su tiempo.

Fidel Castro y Stalin son también ejemplos de seducción popular y de prolongado dominio del poder político. En el caso del comandante Castro su dictadura encontró al inicio de su gobierno, justificantes, que la clase intelectual evaluaba para convalidar su régimen de gobierno. Después Fidel, se encontró solo, porque casi todos los intelectuales -con excepción de García Márquez- le habían retirado su apoyo, argumentando que ya es tiempo de que Cuba entrara en la democracia social y en el respeto de los derechos humanos.

Sin embargo, la historia marca que algunos comportamientos de figuras estelares dentro del mundo del crimen, reciben el apoyo y la solidaridad de sectores amplios de la sociedad en la que estos sinverguenzas actúan. Por ejemplo aquí en México, "Chucho el roto" fue legendario, era respetado, admirado y se le llegó a denominar el "Robin Hood de los pobres".

Hoy vamos a tratar el tema de un criminal que a principio de este siglo causó furor en la Francia de aquella época, me refiero a Henry-Desiré Landrú, quien fue llevado a tribunales en noviembre de 1921 por haber sido encontrado responsable de 285 homicidios, preferentemente mujeres adineradas y perdidas en el remolino de la soledad.

A Landrú se le conoció como "Barba Azul" universalmente, llegó a tener tal grado de popularidad que el maestro Alfonso Reyes no resistió la tentación de escribir sobre este criminal galo. Naturalmente el maestro Reyes consciente de que su obra trascendería después de su muerte, eliminó de su obras completas, el pequeñito ensayo que había escrito sobre los delitos y la popularidad de este encantador criminal, quién convirtió la pedantería clásica de los franceses en matices atractivos que lo convirtieron en una celebridad.

El era un personaje delgado y barbudo, tranquilo, llevaba una relación exacta de todas las mujeres que había asesinado, era tan agradable el trato que les daba, que una de las sobrevivientes lo exoneró de responsabilidad, cuando Landrú fue llevado a los tribunales. La mujer declaró a favor de Landrú, y al verlo se desmayó de emoción en la misma sala del tribunal.

Landrú era un hombre que había nacido en la clase acomodada del París de 1869, mimado en su casa, Landrú recibiría educación religiosa y sería monaguillo en las ceremonias dominicales y los días del santoral. Logró recibirse de ingeniero civil y se casó con María Catherina Remy, con quien procreó cuatro hijos. Lamentablemente el frágil hilo de la salud mental se rompió y Landrú empezó a cometer unas serie de fraudes a las compañías de seguros. La policía lo detuvo y lo condenó a 12 años de prisión, pero Landrú se escapó y se convirtió en un fugitivo que frecuentemente cambiaba de nombre y de domicilio, lo que causó la desilusión de su padre, que se quitó la vida por el comportamiento impropio de su hijo mayor.

Para poder sobrevivir Landrú ponía anuncios en el periódico donde solicitaba tener relaciones con mujeres viudas y adineradas, con la condición de que fueran bellas y no tuvieran otra obligación más que dedicarse a reconstruir la felicidad con este bribón francés. Aunque usted no lo crea, decenas de mujeres contestaron al llamado de Landrú, eran mujeres adineradas y solitarias, que compartían durante un tiempo su vida con Landrú y después desaparecían: "Tuvo que irse a Guatemala, para atender una herencia, pronto vendrá", era lo que Landrú argumentaba cuando preguntaban por su esposa.

Landrú era un tipo obsesivo y maniático por que llevaba un control estricto en su diario de lo que ganaba por cada relación que tenía con las mujeres que trató y asesinó. Es conveniente citar aquí que Landrú se convirtió en un fantasma para la policía francesa porque en cada anuncio que ponía en el periódico cambiaba de nombre y de profesión. Sin embargo, es un hecho que el crimen no paga y que no hay criminal perfecto; Landrú dejó evidencias en su casa de campo del último homicidio que había cometido, que le permitió a la policía llevarlo a los tribunales. Sucedió entonces lo increíble empezaron a llegar cientos de cartas en favor de este criminal, donde con letras apasionadas le decían que era el francés más atractivo y bello que la Francia haya tenido.

Fue acusado de 148 crímenes de sangre, condenado a muerte en la guillotina. Un sacerdote se acercó a Landru tomando en cuenta su pasado de monaguillo para pedirle que hiciera una confesión arrepintiéndose y pudiera partir puro al más allá. Landrú lo rechazó y le dijo: -"No hagamos esperar a estos señores". A su abogado defensor le dijo con sinceridad: "Le estoy muy reconocido, maestro, por haber creído en mi inocencia".

Una multitud de curiosos, dice la historia, rodeó la prisión para ver si podía llegar el último espectáculo de Landrú, al que todos llamaban ya "Barba Azul"; en las tabernas, se cantaban coplas sobre el personaje. Fue acusado de criminal sádico, pero él no aceptó esa denominación, y se definió como un importante funcionario del crimen.

El hombre murió cuando la guillotina cortó su cabeza, momentos antes le había confesado al verdugo que antes de convertirse en un criminal sádico, le había sido infiel 283 veces a su primera esposa, que fue la única mujer que amó.

E-mail.- notario177@msn.com