/ viernes 11 de octubre de 2019

Bellas de noche

Un verdadero documental basa su apuesta visual en la investigación y en una apasionada mirada ontológica sobre el personaje o el tema abordado.

Es el caso de Bellas de noche/ México-2016, de María José Cuevas, que profundiza sobre la vida de cinco vedettes del llamado cine de ficheras: Lyn May, Olga Breeskin, Wanda Seux, Rossy Mendoza y Princesa Yamal.

Por seis años la directora Cuevas se les pegó, literalmente, a las mencionadas actrices para conocerlas a fondo y que, de viva voz, contaran sus destinos complicados.

Bellas de noche no es, contra lo que pudiese parecer, un panfleto lacrimógeno ni edulcorado de mujeres que ya no son lo que eran antes. Es más bien un reposado documental que se adhiere a la dureza en las vidas de mujeres que han sido iconos de belleza y liviandad de un cine que fue taquillero y llenó un espacio en el gusto de millones que vieron satisfechas sus fantasías en la pantalla grande o centros nocturnos donde estas cinco diosas del espectáculo dieron sus años mejores y que, al paso irremediable del tiempo, son mostradas por la directora como sobrevivientes que aún no sólo recuerdan y guardan esos momentos de gloria sino que, al vaivén de los mismos, hacen una revisión a ratos llenos de una honestidad brutal (cuando Lyn May habla de la necrofilia con uno de sus exmaridos o el calvario que pasó la Princesa Yamal al ser encarcelada por el robo de joyas arqueológicas).

Bellas de noche es tal vez el mejor filme del año dentro de las ofertas de cine mexicano que recorrió al país. ¿Por qué? Porque cumplimenta de manera eficaz fondo y forma. La directora nunca se pone por encima de los personajes que retrata, ni los manipula. Si bien en algunas secuencias-entrevistas se oye su voz, no le resta ni le agrega nada: tal vez lo hace en aras de la confianza infundida en la intimidad de sus protagonistas que, según se sabe, estuvieron bastante renuentes en aceptar el proyecto porque de alguna manera tendrían que tratar temas espinosos (las drogas, la prostitución, la corrupción de políticos de la época). Sin embargo, el tono del documental obvia sobre estos tópicos y se centra en lo que es más importante: el hoy, el presente difícil de estas artistas que tuvieron ante sus pies dinero, fama y belleza…

Un verdadero documental basa su apuesta visual en la investigación y en una apasionada mirada ontológica sobre el personaje o el tema abordado.

Es el caso de Bellas de noche/ México-2016, de María José Cuevas, que profundiza sobre la vida de cinco vedettes del llamado cine de ficheras: Lyn May, Olga Breeskin, Wanda Seux, Rossy Mendoza y Princesa Yamal.

Por seis años la directora Cuevas se les pegó, literalmente, a las mencionadas actrices para conocerlas a fondo y que, de viva voz, contaran sus destinos complicados.

Bellas de noche no es, contra lo que pudiese parecer, un panfleto lacrimógeno ni edulcorado de mujeres que ya no son lo que eran antes. Es más bien un reposado documental que se adhiere a la dureza en las vidas de mujeres que han sido iconos de belleza y liviandad de un cine que fue taquillero y llenó un espacio en el gusto de millones que vieron satisfechas sus fantasías en la pantalla grande o centros nocturnos donde estas cinco diosas del espectáculo dieron sus años mejores y que, al paso irremediable del tiempo, son mostradas por la directora como sobrevivientes que aún no sólo recuerdan y guardan esos momentos de gloria sino que, al vaivén de los mismos, hacen una revisión a ratos llenos de una honestidad brutal (cuando Lyn May habla de la necrofilia con uno de sus exmaridos o el calvario que pasó la Princesa Yamal al ser encarcelada por el robo de joyas arqueológicas).

Bellas de noche es tal vez el mejor filme del año dentro de las ofertas de cine mexicano que recorrió al país. ¿Por qué? Porque cumplimenta de manera eficaz fondo y forma. La directora nunca se pone por encima de los personajes que retrata, ni los manipula. Si bien en algunas secuencias-entrevistas se oye su voz, no le resta ni le agrega nada: tal vez lo hace en aras de la confianza infundida en la intimidad de sus protagonistas que, según se sabe, estuvieron bastante renuentes en aceptar el proyecto porque de alguna manera tendrían que tratar temas espinosos (las drogas, la prostitución, la corrupción de políticos de la época). Sin embargo, el tono del documental obvia sobre estos tópicos y se centra en lo que es más importante: el hoy, el presente difícil de estas artistas que tuvieron ante sus pies dinero, fama y belleza…