/ lunes 19 de marzo de 2018

Cada pueblo tiene…

Se dice que “los refranes de los viejitos son como evangelios chiquitos”, porque en una o dos frases está encerrada una buena dosis de sabiduría que ilustra a las nuevas generaciones sobre una determinada situación que se sale de la cotidianeidad o, caso contrario, por ser tan cotidiana, se acepta como normal, aunque esté cometiéndose el mismo error en repetidas ocasiones que se vuelve a ojos de testigos y protagonistas, en un acierto.

Bajo esa premisa, me permito recordar aquel adagio que reza “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece” y, curiosamente, la sentencia no se refiere al que se elige, o por el que se vota, sino que hace énfasis en el hecho inobjetable de que cada una de las comunidades por su conducta, ignorancia, necedad o atino se adjudica a su propio dirigente. Y lo anterior lo traigo a colación por dos o tres cuestiones que han ocurrido en nuestra sociedad, tanto local como nacional. En primer término, una ciudadana maderense presumió en las redes sociales una conversación que tuvo con el alcalde de la urbe petrolera en la que le reclamó primero, su atención y, una vez que la obtuvo, le hizo objeto de demandas en torno a una posible inversión destinada a la proyección de cierto dibujo animado. Al ver que sí obtuvo respuesta del mandatario, la señorita manifestó su inconformidad adornándola con una serie de improperios y mexicanismos que invitaron a su interlocutor a concluir la charla. Las imágenes de esa conversación fueron difundidas rápidamente por las redes sociales y, como si se tratara de un acto de heroísmo, se presumía “el valor” de la susodicha al hablarle así a un alcalde. Le suplico que no interprete que defiendo a la autoridad, por el contrario, en un trabajo anterior también enuncié mi postura que, de alguna manera, es un tanto similar a la de quien se valió de las redes para expresar su sentir, sin embargo, debemos recordar que “en el pedir está el dar” y que si bien es cierto que como población debemos exigir a la autoridad a que nos responda, tampoco estamos en condiciones de faltarle el respeto a alguien nomás por “quítame estas pajas de ahí”. En otras palabras, si consideramos que el representante de un gobierno está cometiendo una falta de respeto al dejar de destinar recurso para obras prioritarias y se le está haciendo ver su error con majaderías, pues queda más que claro el por qué él y no alguien más está ocupando la silla presidencial. Por otra parte, se divulgó parte de las conversaciones que se tienen en el grupo privado de los regidores de Tampico, en las que se hacía mofa de un accidente que una tuvo y que explica a toda la población. Ese tema es punto y aparte y no nos interesa en lo absoluto pues es una cuestión irrelevante para el desarrollo de Tampico como comunidad y puerto. Lo verdaderamente lamentable es que un trabajo de semejante importancia como las regidurías de un cabildo se desvirtúe al ser expuestas relaciones humanas que existen entre los representantes para que se haga juicio público de ellos mismos como agrupación laboral. Y también le pido encarecidamente, amigo lector, que no malinterprete los renglones que pongo a su consideración, ya que no estoy a favor de una u otra bancada ni pertenezco a partido político, simplemente creo que “la ropa sucia se lava en casa” y que mis amigos regidores están allí para observar que se cumpla una gestión de recursos en beneficio de la población y no dudo que tengan la mejor de las intenciones. A nivel nacional, en su momento lo dijimos y no porque seamos gurús de la política, sino que esto ya se veía venir, los ataques cada vez son más contundentes, las cosas más turbias, los argumentos más oscuros y, en algunos casos, las actitudes menos convincentes o aquellas que nos dejan más en qué pensar. Ricardo Anaya ha encontrado en el recurso de la victimización de las últimas semanas, una estrategia para atraer “agua a su molino”, pues él asegura que las supuestas indagatorias que está realizando la Procuraduría General de la República en su contra son por obra y gracia del Gobierno Federal que está tratando de sacarlo de la contienda electoral por la Presidencia de la República. Esta actitud mucho se le criticó a Andrés Manuel López Obrador por la bancada panista en el sexenio pasado y hoy parece que los papeles cambiaron. Ya que hablamos de AMLO, me sorprendió la actitud que encierra la frase que declaró en días pasados “A ver quién amarra al tigre” refiriéndose al caso de que hubiera fraude electoral. Ese pequeño trozo de discurso trae consigo muchas connotaciones que nos permiten sobreentender cuestiones impositivas, autoritarias y hasta dictatoriales, omito los conceptos de amenazantes y retadoras, porque ya es abundar en más de lo mismo que han tocado medios nacionales. Pero cierto es que me da más en qué pensar. José Antonio Meade sigue pareciendo frío ante la respuesta pública y es que los estigmas que trae consigo como JAVIDU, “el gasolinazo” y otros más, lo están haciendo “remar contra la corriente”. ¿Será que más que preferencias este sexenio volvamos a ver “voto de castigo”? Y por último, en el caso de los candidatos independientes, ahora resulta que todos se encuentran en una situación comprometida al falsear firmas que les fueron exigidas para alcanzar el registro, según algunos enterados, tanto “El Bronco”, como Ríos Piter y la propia Margarita Zavala, cayeron en esta situación. Esto último ha sido aprovechado por Pedro Ferriz de Con quien, con su experiencia en el uso de los medios de comunicación, ha lanzado mensajes certeros al respecto, haciendo que un segmento de la población ya lo voltee a ver. Como lo sentenciamos hace días, “en la guerra, el amor y la política, todo se vale”, sin embargo, sí debemos comprometernos a romper aquello de que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. ¡Hasta la próxima!

Se dice que “los refranes de los viejitos son como evangelios chiquitos”, porque en una o dos frases está encerrada una buena dosis de sabiduría que ilustra a las nuevas generaciones sobre una determinada situación que se sale de la cotidianeidad o, caso contrario, por ser tan cotidiana, se acepta como normal, aunque esté cometiéndose el mismo error en repetidas ocasiones que se vuelve a ojos de testigos y protagonistas, en un acierto.

Bajo esa premisa, me permito recordar aquel adagio que reza “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece” y, curiosamente, la sentencia no se refiere al que se elige, o por el que se vota, sino que hace énfasis en el hecho inobjetable de que cada una de las comunidades por su conducta, ignorancia, necedad o atino se adjudica a su propio dirigente. Y lo anterior lo traigo a colación por dos o tres cuestiones que han ocurrido en nuestra sociedad, tanto local como nacional. En primer término, una ciudadana maderense presumió en las redes sociales una conversación que tuvo con el alcalde de la urbe petrolera en la que le reclamó primero, su atención y, una vez que la obtuvo, le hizo objeto de demandas en torno a una posible inversión destinada a la proyección de cierto dibujo animado. Al ver que sí obtuvo respuesta del mandatario, la señorita manifestó su inconformidad adornándola con una serie de improperios y mexicanismos que invitaron a su interlocutor a concluir la charla. Las imágenes de esa conversación fueron difundidas rápidamente por las redes sociales y, como si se tratara de un acto de heroísmo, se presumía “el valor” de la susodicha al hablarle así a un alcalde. Le suplico que no interprete que defiendo a la autoridad, por el contrario, en un trabajo anterior también enuncié mi postura que, de alguna manera, es un tanto similar a la de quien se valió de las redes para expresar su sentir, sin embargo, debemos recordar que “en el pedir está el dar” y que si bien es cierto que como población debemos exigir a la autoridad a que nos responda, tampoco estamos en condiciones de faltarle el respeto a alguien nomás por “quítame estas pajas de ahí”. En otras palabras, si consideramos que el representante de un gobierno está cometiendo una falta de respeto al dejar de destinar recurso para obras prioritarias y se le está haciendo ver su error con majaderías, pues queda más que claro el por qué él y no alguien más está ocupando la silla presidencial. Por otra parte, se divulgó parte de las conversaciones que se tienen en el grupo privado de los regidores de Tampico, en las que se hacía mofa de un accidente que una tuvo y que explica a toda la población. Ese tema es punto y aparte y no nos interesa en lo absoluto pues es una cuestión irrelevante para el desarrollo de Tampico como comunidad y puerto. Lo verdaderamente lamentable es que un trabajo de semejante importancia como las regidurías de un cabildo se desvirtúe al ser expuestas relaciones humanas que existen entre los representantes para que se haga juicio público de ellos mismos como agrupación laboral. Y también le pido encarecidamente, amigo lector, que no malinterprete los renglones que pongo a su consideración, ya que no estoy a favor de una u otra bancada ni pertenezco a partido político, simplemente creo que “la ropa sucia se lava en casa” y que mis amigos regidores están allí para observar que se cumpla una gestión de recursos en beneficio de la población y no dudo que tengan la mejor de las intenciones. A nivel nacional, en su momento lo dijimos y no porque seamos gurús de la política, sino que esto ya se veía venir, los ataques cada vez son más contundentes, las cosas más turbias, los argumentos más oscuros y, en algunos casos, las actitudes menos convincentes o aquellas que nos dejan más en qué pensar. Ricardo Anaya ha encontrado en el recurso de la victimización de las últimas semanas, una estrategia para atraer “agua a su molino”, pues él asegura que las supuestas indagatorias que está realizando la Procuraduría General de la República en su contra son por obra y gracia del Gobierno Federal que está tratando de sacarlo de la contienda electoral por la Presidencia de la República. Esta actitud mucho se le criticó a Andrés Manuel López Obrador por la bancada panista en el sexenio pasado y hoy parece que los papeles cambiaron. Ya que hablamos de AMLO, me sorprendió la actitud que encierra la frase que declaró en días pasados “A ver quién amarra al tigre” refiriéndose al caso de que hubiera fraude electoral. Ese pequeño trozo de discurso trae consigo muchas connotaciones que nos permiten sobreentender cuestiones impositivas, autoritarias y hasta dictatoriales, omito los conceptos de amenazantes y retadoras, porque ya es abundar en más de lo mismo que han tocado medios nacionales. Pero cierto es que me da más en qué pensar. José Antonio Meade sigue pareciendo frío ante la respuesta pública y es que los estigmas que trae consigo como JAVIDU, “el gasolinazo” y otros más, lo están haciendo “remar contra la corriente”. ¿Será que más que preferencias este sexenio volvamos a ver “voto de castigo”? Y por último, en el caso de los candidatos independientes, ahora resulta que todos se encuentran en una situación comprometida al falsear firmas que les fueron exigidas para alcanzar el registro, según algunos enterados, tanto “El Bronco”, como Ríos Piter y la propia Margarita Zavala, cayeron en esta situación. Esto último ha sido aprovechado por Pedro Ferriz de Con quien, con su experiencia en el uso de los medios de comunicación, ha lanzado mensajes certeros al respecto, haciendo que un segmento de la población ya lo voltee a ver. Como lo sentenciamos hace días, “en la guerra, el amor y la política, todo se vale”, sin embargo, sí debemos comprometernos a romper aquello de que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. ¡Hasta la próxima!