/ viernes 26 de junio de 2020

Con café y a media luz | Confundiendo perfiles. No más, pero no menos

La rebatiña entre los reporteros por obtener una respuesta del candidato a la presidencia de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador, era más que fiera. Aunque compañeros de profesión, cada uno peleaba por la primicia de alguna declaración hecha por el político derivada de un cuestionamiento “propio” y no por el “chacaleo” –como se dice en el argot– originado por la misma premura de ser el primero en dar la noticia a través de la empresa para la que se laboraba.

Los empellones eran tanto físicos, como verbales. El protagonismo del representante de algún medio de comunicación estaba basado en la pregunta certera hecha en el momento adecuado, evitando, por supuesto, que algún otro periodista se la arrebatara. No más, pero no menos.

Hoy, ese mismo personaje ha implementado a través de las llamadas conferencias mañaneras, un foro de atención permanente y en primera persona a los reporteros y representantes de los medios de comunicación “tradicionales” y de nueva constitución fundamentados en los avances digitales, con el fin de mantener un contacto casi permanente con la sociedad mexicana.

Muy lejos quedaron los años ochenta del siglo pasado, por ejemplo, en los que el gobierno en turno, unos instantes antes de las ocho de la noche, presentaba una cápsula de la dirección de Radio, Televisión y Cinematografía. En quince minutos, aproximadamente, se “informaba” al pueblo de México, las últimas noticias generadas desde las distintas oficinas del aparato burocrático y, como era de esperarse, se hablaba solo de logros, inversiones y avances. No más, pero no menos.

Y, aunque el presidente López ha usado este espacio instituido y protagonizado por él para informar a los mexicanos, también lo ha aprovechado como tribuna para criticar fuertemente al pasado, lanzar consignas, colocar remoquetes, destapar fraudes, hacer públicas cartas, etcétera. Algunos politólogos le aplauden, otros tantos señalan que se está desvirtuando el objetivo inicial de la rueda de prensa diaria. Pero eso sería “otro cantar” y motivo de otra charla entre usted y yo, gentil amigo lector.

Volviendo al punto central de la entrega de este día, debemos decir que, desde el inicio del mandato, AMLO ha recibido a reporteros de renombre y trayectoria en los medios nacionales e internacionales, así como aquellos que van iniciando su carrera en este difícil campo de acción y que han tenido la suerte de “cubrir la fuente” de la Presidencia de la República. Todos, se supone, deberían estar preparados con preguntas de interés nacional en materias de salud, seguridad y economía. No más, pero no menos.

Sin embargo, en últimas fechas hemos visto que los miembros de la prensa han aprovechado este espacio para hacer “denuncias ciudadanas” en representación de sectores sociales bien definidos, olvidando la tarea fundamental de mantener informada a la ciudadanía en general.

Hemos visto y escuchado cómo el corresponsal aprovechando la ronda de preguntas y respuestas levanta la mano y dice que un grupo determinado le hizo llegar tal información y además del comentario y cuestionamiento públicos, se comprometió a entregarle al mandatario un pliego petitorio y, sacando un sobre, lo muestra y espera a que alguno de los asistentes lo tome. Una vez hecho esto, lanza la pregunta sobre el mismo tenor: “¿Qué va a pasar con sectores como este que le señalé, señor presidente…?”

El colmo es cuando se llevan mensajes de este tipo de carácter particular en varios sentidos. Es decir, también hemos sido testigos de reporteros que hacen la función de “heraldos” personales y llevan, con preguntas “a modo”, peticiones de algún individuo o, incluso, cuestiones para sí mismos que también son disfrazadas de preguntas.

Curiosamente, y lo ha reconocido el propio presidente López, que la prensa actual critica al Ejecutivo por su forma de hablar –pausada y con sobrados argumentos– con la que pareciera evadir una pregunta que podría ser sencilla de responder de manera corta y, en contrasentido, es esa misma prensa que aprovecha un tiempo valioso para asuntos privativos y no de interés nacional.

Ojalá que esta tendencia de ocupar “la mañanera” para satisfacer inquietudes individuales concluya pronto y el espacio sea aprovechado por todas las partes que inciden en él –gobierno, prensa y sociedad– para abonar a un proyecto llamado “México” y que los hábitos impropios queden fuera de este contexto de dos horas, pues hoy, más que nunca, todos debemos estar interesados en el acontecer nacional en salud por la pandemia de coronavirus; en economía por los pronósticos pesimistas y hasta catastróficos de las calificadoras y organismos especializados; y en seguridad por los recientes acontecimientos. No más, pero no menos.

Y antes de despedirme de usted, gentil amigo lector, debo compartirle una corrección pues en la entrega pasada mencioné a la secretaria de la función pública, Irma Sandoval, con otro cargo de igual valía en la estructura gubernamental. Agradezco a un buen amigo lector quien, férreo en sus convicciones e ideologías, a veces está de acuerdo con este servidor y en otras no tanto y me lo hace saber, me comentó el hecho por lo que hago la debida aclaración. Aprovecho para agradecerle públicamente todos los mensajes que me ha hecho llegar, aunque a veces, por tiempo, me resulta complejo contestarlos todos o con la amplitud deseada. Esa confianza es la que enriquece este espacio y le da pluralidad a este medio. Gracias.

Y hasta aquí, pues como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!

La rebatiña entre los reporteros por obtener una respuesta del candidato a la presidencia de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador, era más que fiera. Aunque compañeros de profesión, cada uno peleaba por la primicia de alguna declaración hecha por el político derivada de un cuestionamiento “propio” y no por el “chacaleo” –como se dice en el argot– originado por la misma premura de ser el primero en dar la noticia a través de la empresa para la que se laboraba.

Los empellones eran tanto físicos, como verbales. El protagonismo del representante de algún medio de comunicación estaba basado en la pregunta certera hecha en el momento adecuado, evitando, por supuesto, que algún otro periodista se la arrebatara. No más, pero no menos.

Hoy, ese mismo personaje ha implementado a través de las llamadas conferencias mañaneras, un foro de atención permanente y en primera persona a los reporteros y representantes de los medios de comunicación “tradicionales” y de nueva constitución fundamentados en los avances digitales, con el fin de mantener un contacto casi permanente con la sociedad mexicana.

Muy lejos quedaron los años ochenta del siglo pasado, por ejemplo, en los que el gobierno en turno, unos instantes antes de las ocho de la noche, presentaba una cápsula de la dirección de Radio, Televisión y Cinematografía. En quince minutos, aproximadamente, se “informaba” al pueblo de México, las últimas noticias generadas desde las distintas oficinas del aparato burocrático y, como era de esperarse, se hablaba solo de logros, inversiones y avances. No más, pero no menos.

Y, aunque el presidente López ha usado este espacio instituido y protagonizado por él para informar a los mexicanos, también lo ha aprovechado como tribuna para criticar fuertemente al pasado, lanzar consignas, colocar remoquetes, destapar fraudes, hacer públicas cartas, etcétera. Algunos politólogos le aplauden, otros tantos señalan que se está desvirtuando el objetivo inicial de la rueda de prensa diaria. Pero eso sería “otro cantar” y motivo de otra charla entre usted y yo, gentil amigo lector.

Volviendo al punto central de la entrega de este día, debemos decir que, desde el inicio del mandato, AMLO ha recibido a reporteros de renombre y trayectoria en los medios nacionales e internacionales, así como aquellos que van iniciando su carrera en este difícil campo de acción y que han tenido la suerte de “cubrir la fuente” de la Presidencia de la República. Todos, se supone, deberían estar preparados con preguntas de interés nacional en materias de salud, seguridad y economía. No más, pero no menos.

Sin embargo, en últimas fechas hemos visto que los miembros de la prensa han aprovechado este espacio para hacer “denuncias ciudadanas” en representación de sectores sociales bien definidos, olvidando la tarea fundamental de mantener informada a la ciudadanía en general.

Hemos visto y escuchado cómo el corresponsal aprovechando la ronda de preguntas y respuestas levanta la mano y dice que un grupo determinado le hizo llegar tal información y además del comentario y cuestionamiento públicos, se comprometió a entregarle al mandatario un pliego petitorio y, sacando un sobre, lo muestra y espera a que alguno de los asistentes lo tome. Una vez hecho esto, lanza la pregunta sobre el mismo tenor: “¿Qué va a pasar con sectores como este que le señalé, señor presidente…?”

El colmo es cuando se llevan mensajes de este tipo de carácter particular en varios sentidos. Es decir, también hemos sido testigos de reporteros que hacen la función de “heraldos” personales y llevan, con preguntas “a modo”, peticiones de algún individuo o, incluso, cuestiones para sí mismos que también son disfrazadas de preguntas.

Curiosamente, y lo ha reconocido el propio presidente López, que la prensa actual critica al Ejecutivo por su forma de hablar –pausada y con sobrados argumentos– con la que pareciera evadir una pregunta que podría ser sencilla de responder de manera corta y, en contrasentido, es esa misma prensa que aprovecha un tiempo valioso para asuntos privativos y no de interés nacional.

Ojalá que esta tendencia de ocupar “la mañanera” para satisfacer inquietudes individuales concluya pronto y el espacio sea aprovechado por todas las partes que inciden en él –gobierno, prensa y sociedad– para abonar a un proyecto llamado “México” y que los hábitos impropios queden fuera de este contexto de dos horas, pues hoy, más que nunca, todos debemos estar interesados en el acontecer nacional en salud por la pandemia de coronavirus; en economía por los pronósticos pesimistas y hasta catastróficos de las calificadoras y organismos especializados; y en seguridad por los recientes acontecimientos. No más, pero no menos.

Y antes de despedirme de usted, gentil amigo lector, debo compartirle una corrección pues en la entrega pasada mencioné a la secretaria de la función pública, Irma Sandoval, con otro cargo de igual valía en la estructura gubernamental. Agradezco a un buen amigo lector quien, férreo en sus convicciones e ideologías, a veces está de acuerdo con este servidor y en otras no tanto y me lo hace saber, me comentó el hecho por lo que hago la debida aclaración. Aprovecho para agradecerle públicamente todos los mensajes que me ha hecho llegar, aunque a veces, por tiempo, me resulta complejo contestarlos todos o con la amplitud deseada. Esa confianza es la que enriquece este espacio y le da pluralidad a este medio. Gracias.

Y hasta aquí, pues como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!