/ lunes 3 de agosto de 2020

Con café y a media luz | Doble crisis. Doble lectura


La crisis mundial de carácter sanitario generada por el virus SARS – COV – 2 y la enfermedad que ocasiona, Covid-19, ha sacudido no solo los índices poblacionales de los países del orbe, sino también ha hecho tambalear severamente a todas las economías. Sin importar el tamaño o poderío de las naciones, el coronavirus se ha vuelto un factor determinante para considerar la recuperación y el crecimiento de los capitales públicos y privados.

Con cerca de los 18 millones de personas contagiadas en todo el mundo –contando a recuperados y activos– y casi 700 mil muertos los gobiernos más poderosos y científicamente más aventajados están buscando afanosamente el medicamento definitivo o la vacuna contra este padecimiento que sigue ganando terreno y mermando la salud de la humanidad.

Las medidas extraordinarias tomadas a lo largo y ancho del orbe se pueden resumir en la disminución de la movilidad humana. El confinamiento de los ciudadanos en sus respectivos hogares y el cierre temporal de los establecimientos de todo tamaño y de diversos giros. Ello derivó en la más larga y catastrófica parálisis económica de la que se tenga memoria en el nuevo siglo.

Las dos medidas –el confinamiento y el cierre– disminuyeron los ingresos de los comercios establecidos, cuyos propietarios debieron echar mano de los ahorros para soportar lo que parecía ser una crisis de un par de semanas. Con el transcurso de los días, las medidas orillaron a los despidos masivos, lo que repercutió en un nuevo golpe a la economía social. Los expertos lo avizoraron con antelación y lo comunicaron de inmediato: Empezaría una espiral económica descendente de la que sería muy difícil salir.

Como las semanas se transformaron en meses, y todo parece indicar que deberá transcurrir un par más, suponemos que será hasta el año entrante cuando se tenga una respuesta sólida contra el padecimiento que tanto aqueja al mundo. Mientras eso ocurre, las grandes marcas se declaran en bancarrota, las firmas económicas cierran sus puertas, los comercios –grandes y pequeños– se clausuran y el fracaso y el quiebre, en la generalidad, se vuelven “el pan nuestro de cada día”.

En el caso de México, por el mes de marzo, el presidente López negó de manera rotunda el apoyo al sector empresarial que pedía un esquema de pagos de contribuciones hacendarias más cómodo ante la inminente disminución de sus ganancias. Esto fue interpretado como una condonación de impuestos que no fue aceptada por el Ejecutivo federal. Pero eso sí, los conminó a no promover el desempleo y continuar con el pago de los salarios de sus trabajadores. Muy pocas empresas han podido soportar tal presión.

Y mientras la economía mexicana sigue en picada y pareciera que cae en un abismo –aunque se afirme que ya se tocó fondo– observamos, por otra parte, un aumento intermitente de los contagios por día. Así, en tanto que en dos fechas nos presentan cantidades reconfortantes, al tercer día hay un nuevo repunte histórico de enfermos. Este fenómeno lo observamos en dos ocasiones de la semana pasada en la que ocurrió el número más alto en lo que va de la pandemia en México, más de nueve mil quinientos pacientes.

Todo este marco tan grande, que casi nos lleva la mitad de la columna de hoy, fue necesario recapitular, porque el pasado fin de semana el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador dio a conocer a través de sus redes sociales que las cifras, en materia de economía, durante el segundo trimestre del año, no son positivas, aunque, dijo, se tiene la “esperanza” de que se recuperará la situación.

El mandatario ha agregado en las últimas semanas al discurso público que le caracteriza, el argumento de la “V”. El tabasqueño defiende su postura económica contradiciendo a los profesionales de la materia, quienes, según afirma el originario de Macuspana, insisten en que la economía mexicana caerá en una “L”, es decir, se desplomará y no habrá recuperación. Eso último es, prácticamente, imposible. Todas las economías se desploman y se recuperan. Ninguna se mantiene en el fondo, a menos que no haya actividad humana.

Más allá de que si es con la estrategia de AMLO o meramente con el esfuerzo ciudadano, tarde que temprano, la economía mexicana deberá observar una recuperación. Ambas partes se adjudicarán, según su ideología, el crédito de “semejante hazaña”.

Sin embargo, considero que la verdadera pregunta no debe estar encaminada a resolver el cómo recuperar la economía, sino a cómo evitar que esta siga cayendo. ¡Porque definitivamente seguimos en franco descenso! Prueba de lo anterior es que, todos los días, desde que se agudizó la crisis, firmas económicas que antes parecían sólidas e intocables, anuncian su cierre definitivo. Cines, librerías, almacenes, constructoras, agencias, restaurantes y más, han dado la cara a sus consumidores y hacen público su quiebre. Se despiden para no volver.

La visión del presidente López ha sido la de inyectar el dinero de manera directa a las clases populares. En estos tiempos de crisis la gente le ha aplaudido. Ha desprotegido al sector empresarial pues, desde su óptica, no necesita protección. Sin embargo, son los encargados de generar los empleos a través del aumento de la demanda de sus productos y servicios que, en estos momentos, no existe. Cuando la crisis haya pasado; cuando la estrategia cambie; cuando el recurso público se agote y las empresas no vuelvan ¿Quién otorgará el medio para obtener ganancias si no es la iniciativa privada que hoy se ve tan golpeada?, ¿Ahora de quién dependerá el mexicano común?

Y hasta aquí, pues como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!


La crisis mundial de carácter sanitario generada por el virus SARS – COV – 2 y la enfermedad que ocasiona, Covid-19, ha sacudido no solo los índices poblacionales de los países del orbe, sino también ha hecho tambalear severamente a todas las economías. Sin importar el tamaño o poderío de las naciones, el coronavirus se ha vuelto un factor determinante para considerar la recuperación y el crecimiento de los capitales públicos y privados.

Con cerca de los 18 millones de personas contagiadas en todo el mundo –contando a recuperados y activos– y casi 700 mil muertos los gobiernos más poderosos y científicamente más aventajados están buscando afanosamente el medicamento definitivo o la vacuna contra este padecimiento que sigue ganando terreno y mermando la salud de la humanidad.

Las medidas extraordinarias tomadas a lo largo y ancho del orbe se pueden resumir en la disminución de la movilidad humana. El confinamiento de los ciudadanos en sus respectivos hogares y el cierre temporal de los establecimientos de todo tamaño y de diversos giros. Ello derivó en la más larga y catastrófica parálisis económica de la que se tenga memoria en el nuevo siglo.

Las dos medidas –el confinamiento y el cierre– disminuyeron los ingresos de los comercios establecidos, cuyos propietarios debieron echar mano de los ahorros para soportar lo que parecía ser una crisis de un par de semanas. Con el transcurso de los días, las medidas orillaron a los despidos masivos, lo que repercutió en un nuevo golpe a la economía social. Los expertos lo avizoraron con antelación y lo comunicaron de inmediato: Empezaría una espiral económica descendente de la que sería muy difícil salir.

Como las semanas se transformaron en meses, y todo parece indicar que deberá transcurrir un par más, suponemos que será hasta el año entrante cuando se tenga una respuesta sólida contra el padecimiento que tanto aqueja al mundo. Mientras eso ocurre, las grandes marcas se declaran en bancarrota, las firmas económicas cierran sus puertas, los comercios –grandes y pequeños– se clausuran y el fracaso y el quiebre, en la generalidad, se vuelven “el pan nuestro de cada día”.

En el caso de México, por el mes de marzo, el presidente López negó de manera rotunda el apoyo al sector empresarial que pedía un esquema de pagos de contribuciones hacendarias más cómodo ante la inminente disminución de sus ganancias. Esto fue interpretado como una condonación de impuestos que no fue aceptada por el Ejecutivo federal. Pero eso sí, los conminó a no promover el desempleo y continuar con el pago de los salarios de sus trabajadores. Muy pocas empresas han podido soportar tal presión.

Y mientras la economía mexicana sigue en picada y pareciera que cae en un abismo –aunque se afirme que ya se tocó fondo– observamos, por otra parte, un aumento intermitente de los contagios por día. Así, en tanto que en dos fechas nos presentan cantidades reconfortantes, al tercer día hay un nuevo repunte histórico de enfermos. Este fenómeno lo observamos en dos ocasiones de la semana pasada en la que ocurrió el número más alto en lo que va de la pandemia en México, más de nueve mil quinientos pacientes.

Todo este marco tan grande, que casi nos lleva la mitad de la columna de hoy, fue necesario recapitular, porque el pasado fin de semana el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador dio a conocer a través de sus redes sociales que las cifras, en materia de economía, durante el segundo trimestre del año, no son positivas, aunque, dijo, se tiene la “esperanza” de que se recuperará la situación.

El mandatario ha agregado en las últimas semanas al discurso público que le caracteriza, el argumento de la “V”. El tabasqueño defiende su postura económica contradiciendo a los profesionales de la materia, quienes, según afirma el originario de Macuspana, insisten en que la economía mexicana caerá en una “L”, es decir, se desplomará y no habrá recuperación. Eso último es, prácticamente, imposible. Todas las economías se desploman y se recuperan. Ninguna se mantiene en el fondo, a menos que no haya actividad humana.

Más allá de que si es con la estrategia de AMLO o meramente con el esfuerzo ciudadano, tarde que temprano, la economía mexicana deberá observar una recuperación. Ambas partes se adjudicarán, según su ideología, el crédito de “semejante hazaña”.

Sin embargo, considero que la verdadera pregunta no debe estar encaminada a resolver el cómo recuperar la economía, sino a cómo evitar que esta siga cayendo. ¡Porque definitivamente seguimos en franco descenso! Prueba de lo anterior es que, todos los días, desde que se agudizó la crisis, firmas económicas que antes parecían sólidas e intocables, anuncian su cierre definitivo. Cines, librerías, almacenes, constructoras, agencias, restaurantes y más, han dado la cara a sus consumidores y hacen público su quiebre. Se despiden para no volver.

La visión del presidente López ha sido la de inyectar el dinero de manera directa a las clases populares. En estos tiempos de crisis la gente le ha aplaudido. Ha desprotegido al sector empresarial pues, desde su óptica, no necesita protección. Sin embargo, son los encargados de generar los empleos a través del aumento de la demanda de sus productos y servicios que, en estos momentos, no existe. Cuando la crisis haya pasado; cuando la estrategia cambie; cuando el recurso público se agote y las empresas no vuelvan ¿Quién otorgará el medio para obtener ganancias si no es la iniciativa privada que hoy se ve tan golpeada?, ¿Ahora de quién dependerá el mexicano común?

Y hasta aquí, pues como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!