/ miércoles 5 de agosto de 2020

Con café y a media luz | La agonía del sistema educativo

Antes de iniciar con la entrega de este día, cuyo título desgarrador, estoy seguro, puede presumirse que llama al escándalo mal intencionado, debo explicar la intención de este y, para ello, evocaré a mi querido y admirado maestro Antonio Martínez Leal quien, muy atinadamente en las aulas universitarias, explicaba que el significado del vocablo “agoné” no está referido al proceso de un individuo cuando transita del plano terrenal al de lo desconocido. Por el contrario, “agonizar” se debería entender, según su etimología grecolatina como la “lucha por no morir”.

Y ante la epidemia de Covid-19 que está golpeando a México de manera tan severa, eso es justamente lo que está haciendo el sistema educativo nacional para evitar, a toda costa, el rezago académico en las nuevas generaciones. Está luchando por no morir. Esta lid está siendo librada en gran medida por maestros y padres de familia en bien de la niñez. Ambos, con considerables deficiencias.

Los primeros, luchando a contratiempo y con sus propios recursos para aprender a usar las nuevas tecnologías que en los últimos meses vieron una aceleración derivada de la misma necesidad de mantener comunicada a una sociedad confinada. Los segundos que, sin tener preparación pedagógica trataron de suplir la función del docente y, de la noche a la mañana, volverse pedagogos improvisados que debían explicar la carga programática de alguna materia.

Le debo ser honesto, querido amigo lector. El pasado lunes atendí la conferencia matutina del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien había anunciado desde una semana antes, la participación del secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, el cual, según anunciaba el mandatario, daría a conocer las condiciones de desempeño del nuevo ciclo escolar alcanzado por el virus SARS – COV – 2. Me quedé con muchas dudas.

¿Cómo funcionará la parte administrativa del proceso académico?, ¿Qué pasará con los padres de familia que desean inscribir a sus hijos, pero no cuentan con los recursos para hacerlo de manera virtual como es la indicación?, ¿Cuáles serán las estrategias para garantizar el aprendizaje en el contexto del hogar ante un ciclo escolar que empezará fuera del aula y que, según los expertos, se llevará así hasta cerca de la mitad del mismo? Y esos son algunos de los cuestionamientos construidos en torno al proceso de la educación, únicamente.

Respecto a los docentes me pregunté: ¿Han dotado al cien por ciento de los profesores de los recursos tecnológicos para impartir la cátedra? Independientemente del pequeño número de computadoras rifadas en días pasados y entregadas en algunos puntos del país, cito como ejemplo al evento realizado en el Auditorio Municipal de Tampico. Ya que, ante la situación que impera, se debería buscar la forma en que todos los profesores cuenten con un equipo de cómputo y que sepan usarlo. Por lo menos, convertirlo en un estímulo para aquellos maestros que hayan concluido la capacitación en el uso de la plataforma destinada para el desarrollo académico.

¿Qué pasará con los niños que ya no podrán acudir a la escuela porque los papás no están generando los ingresos suficientes? Antes de que me responda con la pregunta “¿Y qué gasto puede realizar el padre si el niño está tomando clases desde la casa?” Le comentaré que, aunque el pequeño tome clases desde el hogar, ya se encargó la lista de útiles escolares que, forzosamente, deberán ser adquiridos y, por otra parte, hay un buen número de hombres y mujeres que, al haber perdido su fuente de ganancias se han visto en la necesidad de deshacerse de posesiones como celulares y computadoras. Por lo que insisto, ¿Qué pasará con los niños cuyos padres estén en casos como esos?

Es aquí donde sucede la aparente solución: Un convenio con la televisión privada para la producción, emisión y distribución de formatos de carácter “educativo”.

Para parafrasear al Ejecutivo federal, a los dueños de estas empresas mediáticas, este asunto “sí les cayó como anillo al dedo”. Ante una crisis económica de varios años a la fecha, pues los anunciantes han optado por redirigir sus estrategias publicitarias a las redes sociales pues son más económicas y efectivas que los costosos paquetes del medio tradicional y aunado a las consecuencias catastróficas del Covid-19, el convenio para transmitir contenidos educativos patrocinados por el Gobierno de México les representa “una bocanada de oxígeno”.

Estrategia que, por la forma en que fue anunciada, pareciera –aunque digan lo contrario– que está dejando de lado a los que verdaderamente estarán librando la batalla por mantener vigente y actualizado al sistema educativo mexicano: Los maestros.

Para concluir, lo que me parece lamentable es que pareciera que la educación pública de nivel medio superior y superior no existiera para la estrategia del Gobierno de México. Si bien es cierto que los niños de primaria y secundaria demandan una atención especial por la misma dependencia de su edad, también es verdad que la educación es un proceso que no termina con la adolescencia, por el contrario, se proyecta más allá de ella y en las aulas universitarias de sistemas públicos como el TECNM hay miles de adultos jóvenes que deberán dejar la escuela para volverse productores de ingresos económicos en el hogar paterno.

¿Quién se acordó de ellos en la estrategia implementada por la SEP?

El sistema educativo mexicano tradicional estará viviendo una revolución forzada que apenas ha iniciado. La iniciativa privada, el Gobierno y los docentes girarán en torno al alumno, como el modelo europeo de “la triple hélice”, la gran diferencia será el contexto digital en el que se desenvolverá, ¿Los docentes están preparados?, ¿Existen los recursos y las herramientas?, ¿Se actualizaron los programas académicos?, ¿Se reconvirtió la fórmula educativa de enseñanza–aprendizaje en la que hay instrucción, reflexión y reforzamiento?, ¿Se incluirá alguna consideración más –como saber digitalizar o saber reproducir– en el esquema que rige el saber, saber hacer y saber ser en el educando? ¡Qué reto se avecina para el profesorado y los padres de familia!

Antes de iniciar con la entrega de este día, cuyo título desgarrador, estoy seguro, puede presumirse que llama al escándalo mal intencionado, debo explicar la intención de este y, para ello, evocaré a mi querido y admirado maestro Antonio Martínez Leal quien, muy atinadamente en las aulas universitarias, explicaba que el significado del vocablo “agoné” no está referido al proceso de un individuo cuando transita del plano terrenal al de lo desconocido. Por el contrario, “agonizar” se debería entender, según su etimología grecolatina como la “lucha por no morir”.

Y ante la epidemia de Covid-19 que está golpeando a México de manera tan severa, eso es justamente lo que está haciendo el sistema educativo nacional para evitar, a toda costa, el rezago académico en las nuevas generaciones. Está luchando por no morir. Esta lid está siendo librada en gran medida por maestros y padres de familia en bien de la niñez. Ambos, con considerables deficiencias.

Los primeros, luchando a contratiempo y con sus propios recursos para aprender a usar las nuevas tecnologías que en los últimos meses vieron una aceleración derivada de la misma necesidad de mantener comunicada a una sociedad confinada. Los segundos que, sin tener preparación pedagógica trataron de suplir la función del docente y, de la noche a la mañana, volverse pedagogos improvisados que debían explicar la carga programática de alguna materia.

Le debo ser honesto, querido amigo lector. El pasado lunes atendí la conferencia matutina del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien había anunciado desde una semana antes, la participación del secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, el cual, según anunciaba el mandatario, daría a conocer las condiciones de desempeño del nuevo ciclo escolar alcanzado por el virus SARS – COV – 2. Me quedé con muchas dudas.

¿Cómo funcionará la parte administrativa del proceso académico?, ¿Qué pasará con los padres de familia que desean inscribir a sus hijos, pero no cuentan con los recursos para hacerlo de manera virtual como es la indicación?, ¿Cuáles serán las estrategias para garantizar el aprendizaje en el contexto del hogar ante un ciclo escolar que empezará fuera del aula y que, según los expertos, se llevará así hasta cerca de la mitad del mismo? Y esos son algunos de los cuestionamientos construidos en torno al proceso de la educación, únicamente.

Respecto a los docentes me pregunté: ¿Han dotado al cien por ciento de los profesores de los recursos tecnológicos para impartir la cátedra? Independientemente del pequeño número de computadoras rifadas en días pasados y entregadas en algunos puntos del país, cito como ejemplo al evento realizado en el Auditorio Municipal de Tampico. Ya que, ante la situación que impera, se debería buscar la forma en que todos los profesores cuenten con un equipo de cómputo y que sepan usarlo. Por lo menos, convertirlo en un estímulo para aquellos maestros que hayan concluido la capacitación en el uso de la plataforma destinada para el desarrollo académico.

¿Qué pasará con los niños que ya no podrán acudir a la escuela porque los papás no están generando los ingresos suficientes? Antes de que me responda con la pregunta “¿Y qué gasto puede realizar el padre si el niño está tomando clases desde la casa?” Le comentaré que, aunque el pequeño tome clases desde el hogar, ya se encargó la lista de útiles escolares que, forzosamente, deberán ser adquiridos y, por otra parte, hay un buen número de hombres y mujeres que, al haber perdido su fuente de ganancias se han visto en la necesidad de deshacerse de posesiones como celulares y computadoras. Por lo que insisto, ¿Qué pasará con los niños cuyos padres estén en casos como esos?

Es aquí donde sucede la aparente solución: Un convenio con la televisión privada para la producción, emisión y distribución de formatos de carácter “educativo”.

Para parafrasear al Ejecutivo federal, a los dueños de estas empresas mediáticas, este asunto “sí les cayó como anillo al dedo”. Ante una crisis económica de varios años a la fecha, pues los anunciantes han optado por redirigir sus estrategias publicitarias a las redes sociales pues son más económicas y efectivas que los costosos paquetes del medio tradicional y aunado a las consecuencias catastróficas del Covid-19, el convenio para transmitir contenidos educativos patrocinados por el Gobierno de México les representa “una bocanada de oxígeno”.

Estrategia que, por la forma en que fue anunciada, pareciera –aunque digan lo contrario– que está dejando de lado a los que verdaderamente estarán librando la batalla por mantener vigente y actualizado al sistema educativo mexicano: Los maestros.

Para concluir, lo que me parece lamentable es que pareciera que la educación pública de nivel medio superior y superior no existiera para la estrategia del Gobierno de México. Si bien es cierto que los niños de primaria y secundaria demandan una atención especial por la misma dependencia de su edad, también es verdad que la educación es un proceso que no termina con la adolescencia, por el contrario, se proyecta más allá de ella y en las aulas universitarias de sistemas públicos como el TECNM hay miles de adultos jóvenes que deberán dejar la escuela para volverse productores de ingresos económicos en el hogar paterno.

¿Quién se acordó de ellos en la estrategia implementada por la SEP?

El sistema educativo mexicano tradicional estará viviendo una revolución forzada que apenas ha iniciado. La iniciativa privada, el Gobierno y los docentes girarán en torno al alumno, como el modelo europeo de “la triple hélice”, la gran diferencia será el contexto digital en el que se desenvolverá, ¿Los docentes están preparados?, ¿Existen los recursos y las herramientas?, ¿Se actualizaron los programas académicos?, ¿Se reconvirtió la fórmula educativa de enseñanza–aprendizaje en la que hay instrucción, reflexión y reforzamiento?, ¿Se incluirá alguna consideración más –como saber digitalizar o saber reproducir– en el esquema que rige el saber, saber hacer y saber ser en el educando? ¡Qué reto se avecina para el profesorado y los padres de familia!