/ viernes 7 de agosto de 2020

Con café y a media luz | La educación a terapia intensiva

En el último encuentro que tuvimos, gentil amigo lector, le presenté a su amable dispensa y consideración una entrega titulada “La agonía del sistema educativo” en el que puntualizábamos los comentarios vertidos por el secretario correspondiente, Esteban Moctezuma Barragán, a inicios de esta semana en una de las ya tradicionales conferencias mañaneras del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

En ese tenor, opinamos en torno al esfuerzo que estaban realizando los padres de familia y a los retos –principalmente económicos– que enfrentarían en el marco de la digitalización de las clases en el entorno del hogar. Hicimos lo propio al referirnos a la labor del profesorado que invirtió el periodo de descanso en prepararse en el uso de las tecnologías de la información, así como en la reconversión de los contenidos para adaptarlos a estas vías electrónicas.

Observamos, también, las loas innecesarias para las televisoras que firmaban un convenio para producir contenidos educativos que, por cierto, estaban obligadas a realizarlo según la ley, desde que les fueron otorgadas las respectivas concesiones, pero ese, “ya es otro cantar”. Lo cierto es que presentaban a este acercamiento como el medio temporalmente sustituto más idóneo para la divulgación de los contenidos programáticos de las materias escolares.

Todo lo anterior nos llevó a decir que el sistema educativo mexicano estaba agonizando, insisto en que nos amparábamos en el significado etimológico del término para explicar que “estaba luchando para no morir” y sí vivir una transición obligada y atropellada que, si bien es cierto debió ocurrir hace mucho tiempo, también es verdad que debe estar acompañada de una metodología para que cumpliera con su objetivo primigenio: La mejor formación académica posible para las nuevas generaciones.

No nos hubiésemos detenido nuevamente en este tema en la entrega de hoy y, quizás, estuviéramos charlando acerca de las declaraciones del futuro “exsecretario” Víctor Manuel Toledo quien, en lo que pareciera ser una videoconferencia, aplicó la máxima que últimamente ha estado usando el propio presidente López: “Mi pecho no es bodega”. Y, “sin decir agua va”, sostuvo tener diferencias con otras figuras de la 4T, además de criticar duramente esta concepción política impulsada por el Ejecutivo federal.

Sin embargo, omito por este día esa situación porque algo que pareciera una nota escondida en la agenda periodística de los medios de comunicación nacionales debería estar ocupando las primeras planas de los rotativos o el espacio de apertura de los noticiarios televisivos y radiofónicos. Me refiero a la negativa de la CNTE de desarrollarse en el nuevo modelo educativo en el marco de la pandemia.

Con el pretexto de que “las condiciones técnicas, científicas y orográficas” no están dadas al cien por ciento en los estados en los que opera este organismo sindical, los profesores agrupados han declarado que aplicarán el recurso del fotocopiado para hacer llegar a los menores que habitan en las comunidades marginadas la información de los temas que marque el nivel que cursen.

Aseguran que la firma con las televisoras más que un servicio al proceso enseñanza–aprendizaje es “un rescate a estas empresas en decadencia” cuyo fin es involucrar al profesor y al alumno en “un proceso de adoctrinamiento” por lo que, en resumidas cuentas, “…en este contexto y ante la decisión empresarial–unilateral de la SEP… no habrá cabida a propuestas aventuradas que busquen la privatización de la educación porque la prioridad sigue siendo la vida, la salud y el bienestar…”

Lo anterior fue divulgado por la directiva de la sección 22 de la CNTE.

Todo se escucha muy bien. El problema no es el mensaje, es el emisor. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación es un órgano sindical que opera, principalmente, en los estados del sureste mexicano, los cuales, curiosamente, son los que tienen el nivel de aprovechamiento más bajo del país y en los que, también se debe decir, el número de ausencias de los docentes es superior al de aquellos que están frente a grupo en el resto de las entidades federativas. La razón principal de que el maestro deje las aulas es por mandato de la misma directiva que lo convoca constantemente a participar en manifestaciones, bloqueos y marchas que son “la moneda de cambio” acostumbrada de esta agrupación para obtener prebendas y canonjías de parte de las autoridades.

Además de ello, se puede enlistar lo expuesto a la luz pública en el sexenio anterior cuando se opusieron férreamente a la evaluación docente. Una serie de irregularidades como la manipulación escalafonaria, la compraventa de plazas docentes, la gestoría de “pagos” indebidos puestos “a modo” como aquel tristemente célebre “bono de lástima” que no era otra cosa que la duplicación de la prima vacacional al retornar a clases y más, hacían un referendo lamentable a lo que existía en el interior de esta unión.

Todo lo ya citado desvirtúa por completo la postura aparentemente impoluta que hoy desean mostrar. ¿Acaso hay una marcha de la CNTE para demandar capacitación y cursos de actualización? ¿Sabemos de un plantón en el que demanden la donación de equipo para ellos y sus alumnos en los lugares en los que sí hay electricidad y señal digital? ¿Se está organizando un bloqueo de carreteras para obligar al Gobierno a llevar electricidad e internet a los lugares en los que no existe ese servicio?

Lo que hay detrás es una negativa terminante de verse obligados, como el resto de los maestros del país, a prepararse, dedicar tiempo, recursos y espacio de su hogar para continuar con la labor académica, mantenerse informados y actualizados para el uso de las tecnologías y buscar ofrecer a la niñez que está en sus manos, el derecho a una mejor educación.

En la actualidad a muchos profesores se les olvida que, además de pertenecer a su sindicato, uno de los más fuertes de Latinoamérica, encargado de procurar sus derechos laborales, también son servidores públicos de los gobiernos estatal o federal y están comprometidos con los lineamientos vigentes del ejercicio público en bien de la población. ¿No cree usted?

Y hasta aquí, pues como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

En el último encuentro que tuvimos, gentil amigo lector, le presenté a su amable dispensa y consideración una entrega titulada “La agonía del sistema educativo” en el que puntualizábamos los comentarios vertidos por el secretario correspondiente, Esteban Moctezuma Barragán, a inicios de esta semana en una de las ya tradicionales conferencias mañaneras del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

En ese tenor, opinamos en torno al esfuerzo que estaban realizando los padres de familia y a los retos –principalmente económicos– que enfrentarían en el marco de la digitalización de las clases en el entorno del hogar. Hicimos lo propio al referirnos a la labor del profesorado que invirtió el periodo de descanso en prepararse en el uso de las tecnologías de la información, así como en la reconversión de los contenidos para adaptarlos a estas vías electrónicas.

Observamos, también, las loas innecesarias para las televisoras que firmaban un convenio para producir contenidos educativos que, por cierto, estaban obligadas a realizarlo según la ley, desde que les fueron otorgadas las respectivas concesiones, pero ese, “ya es otro cantar”. Lo cierto es que presentaban a este acercamiento como el medio temporalmente sustituto más idóneo para la divulgación de los contenidos programáticos de las materias escolares.

Todo lo anterior nos llevó a decir que el sistema educativo mexicano estaba agonizando, insisto en que nos amparábamos en el significado etimológico del término para explicar que “estaba luchando para no morir” y sí vivir una transición obligada y atropellada que, si bien es cierto debió ocurrir hace mucho tiempo, también es verdad que debe estar acompañada de una metodología para que cumpliera con su objetivo primigenio: La mejor formación académica posible para las nuevas generaciones.

No nos hubiésemos detenido nuevamente en este tema en la entrega de hoy y, quizás, estuviéramos charlando acerca de las declaraciones del futuro “exsecretario” Víctor Manuel Toledo quien, en lo que pareciera ser una videoconferencia, aplicó la máxima que últimamente ha estado usando el propio presidente López: “Mi pecho no es bodega”. Y, “sin decir agua va”, sostuvo tener diferencias con otras figuras de la 4T, además de criticar duramente esta concepción política impulsada por el Ejecutivo federal.

Sin embargo, omito por este día esa situación porque algo que pareciera una nota escondida en la agenda periodística de los medios de comunicación nacionales debería estar ocupando las primeras planas de los rotativos o el espacio de apertura de los noticiarios televisivos y radiofónicos. Me refiero a la negativa de la CNTE de desarrollarse en el nuevo modelo educativo en el marco de la pandemia.

Con el pretexto de que “las condiciones técnicas, científicas y orográficas” no están dadas al cien por ciento en los estados en los que opera este organismo sindical, los profesores agrupados han declarado que aplicarán el recurso del fotocopiado para hacer llegar a los menores que habitan en las comunidades marginadas la información de los temas que marque el nivel que cursen.

Aseguran que la firma con las televisoras más que un servicio al proceso enseñanza–aprendizaje es “un rescate a estas empresas en decadencia” cuyo fin es involucrar al profesor y al alumno en “un proceso de adoctrinamiento” por lo que, en resumidas cuentas, “…en este contexto y ante la decisión empresarial–unilateral de la SEP… no habrá cabida a propuestas aventuradas que busquen la privatización de la educación porque la prioridad sigue siendo la vida, la salud y el bienestar…”

Lo anterior fue divulgado por la directiva de la sección 22 de la CNTE.

Todo se escucha muy bien. El problema no es el mensaje, es el emisor. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación es un órgano sindical que opera, principalmente, en los estados del sureste mexicano, los cuales, curiosamente, son los que tienen el nivel de aprovechamiento más bajo del país y en los que, también se debe decir, el número de ausencias de los docentes es superior al de aquellos que están frente a grupo en el resto de las entidades federativas. La razón principal de que el maestro deje las aulas es por mandato de la misma directiva que lo convoca constantemente a participar en manifestaciones, bloqueos y marchas que son “la moneda de cambio” acostumbrada de esta agrupación para obtener prebendas y canonjías de parte de las autoridades.

Además de ello, se puede enlistar lo expuesto a la luz pública en el sexenio anterior cuando se opusieron férreamente a la evaluación docente. Una serie de irregularidades como la manipulación escalafonaria, la compraventa de plazas docentes, la gestoría de “pagos” indebidos puestos “a modo” como aquel tristemente célebre “bono de lástima” que no era otra cosa que la duplicación de la prima vacacional al retornar a clases y más, hacían un referendo lamentable a lo que existía en el interior de esta unión.

Todo lo ya citado desvirtúa por completo la postura aparentemente impoluta que hoy desean mostrar. ¿Acaso hay una marcha de la CNTE para demandar capacitación y cursos de actualización? ¿Sabemos de un plantón en el que demanden la donación de equipo para ellos y sus alumnos en los lugares en los que sí hay electricidad y señal digital? ¿Se está organizando un bloqueo de carreteras para obligar al Gobierno a llevar electricidad e internet a los lugares en los que no existe ese servicio?

Lo que hay detrás es una negativa terminante de verse obligados, como el resto de los maestros del país, a prepararse, dedicar tiempo, recursos y espacio de su hogar para continuar con la labor académica, mantenerse informados y actualizados para el uso de las tecnologías y buscar ofrecer a la niñez que está en sus manos, el derecho a una mejor educación.

En la actualidad a muchos profesores se les olvida que, además de pertenecer a su sindicato, uno de los más fuertes de Latinoamérica, encargado de procurar sus derechos laborales, también son servidores públicos de los gobiernos estatal o federal y están comprometidos con los lineamientos vigentes del ejercicio público en bien de la población. ¿No cree usted?

Y hasta aquí, pues como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!