/ lunes 6 de julio de 2020

Con café y a media luz | Visitas comprometidas

La agenda política nacional se ha visto saturada en los últimos días con el tema de la visita que el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, realizará a su homólogo estadounidense, Donald Trump.

La visita con motivo de la celebración de la firma del T-MEC y en el marco del peor momento de la pandemia en América del Norte y en medio de la campaña para la reelección del ejecutivo de la nación de “las barras y las estrellas”, elementos suficientes para polarizar a la sociedad mexicana, tanto a favor como en contra de este acercamiento.

Llama la atención la postura del primer ministro canadiense Justin Trudeau, quien se ha mantenido al margen de confirmar o negar su asistencia a este encuentro, anteponiendo la premisa sanitaria que mantiene en cuarentena –o así debería de ser– a las tres naciones involucradas en el acuerdo comercial que las envuelve. Hasta el momento no ha habido postura certera por parte del país de “la hoja de maple”, no se descarta que, de último momento, decida acudir a la junta de mandatarios.

Quizá porque a diferencia del presidente mexicano, el primer ministro canadiense no se siente tan comprometido con el mandatario de los Estados Unidos de Norteamérica y, por tanto, con mayor libertad puede decidir sobre dejar esta cita para después de que pase la crisis en materia de salud que afecta al orbe por igual.

Y digo lo anterior por tres detalles fundamentales y aquí deseo aclarar que no señalo la conducta o tipo de diplomacia a la que esté obligado el tabasqueño, me refiero al hecho de que hay un compromiso de por medio que no pudo dejar de lado por el que AMLO deberá pisar tierras estadounidenses en los próximos días, a pesar de los constantes cuestionamientos que ha habido por parte de un sector de la sociedad, del gremio periodístico y de una parte de los representantes del Poder Legislativo.

Por principio de cuentas, debemos recordar que en el periodo de transición gubernamental de EPNy AMLO, Centro y Sudamérica vivieron una crisis social que derivó en la generación de las llamadas caravanas. La primera ocurrió en los últimos días del priista en el poder y se siguieron varias hasta la fecha que ya se organiza una nueva, ocupando a México como corredor “de libre paso” para llegar a la frontera con EUA.

Como un “favor amenazante” de tipo arancelario Trumpmarcó “pauta y compás” de las acciones a tomar en este tema por parte del gobierno mexicano. En ese entonces, el enviado a solucionar el desaguisado fue Marcelo Ebrard quien explayó la famosa frase “Con la dignidad intacta”, argumento que no convenció a muchos pues se decía que, en resumen, se estaba haciendo lo que Trumpquería. ¿Y la soberanía nacional?

A la par del inicio de la pandemia y ante la debacle del precio internacional del petróleo, México se negó a disminuir la producción de barriles argumentando –y aquí sí se tenía razón– que la medida no era proporcional, pues al hablar de unidades y no de porcentajes, nuestra nación perdía mucho más que los otros miembros líderes de la OPEP. Quien asumió la reducción que nuestra nación se negó a realizar fue la unión americana. El presidente López, en una de sus ya tradicionales conferencias mañaneras habló de este “favor” y, días más tarde, en una declaración a la prensa “gringa”, Donald Trump calificó este hecho como un acuerdo que México “pagaría”posteriormente.

Por esas mismas fechas, AMLO declaró que había aprovechado una llamada nocturna para solicitarle a su contraparte diez mil ventiladores con sus respectivos monitores médicos, siete días después Trump ofreció la venta de mil ventiladores y, a finales de mayo se anunció la llegada de un avión con 211 unidades de estos equipos, según dijo el canciller mexicano,“gestionados” por el presidente Trump. En esa misma fecha se realizó el agradecimiento público.

Aunque AMLO conciba la visita como de carácter diplomático, comercial y en su papel de jefe del Estado mexicano, para Trumprepresenta algo más y no se puede ocultar.

Durante los últimos años, el empresario sentado en la silla presidencial estadounidense ha promovido una campaña de racismo en contra de los latinos avecindados allá, particularmente contra los mexicanos, pues como lo ha demostrado en algunas declaraciones hechas el año anterior, todo latino es “mexicano”. Como si eso no bastara, a los paisanos les ha agregado varios remoquetes, como si todos fueran ilegales o, peor, todos fueran delincuentes.

Hoy, en plena campaña, con las cifras en contra y con una buena cantidad de posibles simpatizantes entre la comunidad hispanoparlante, Trumpestá urgido de un referente latino para generar una simpatía indirecta en torno a su persona y así, acumular votos, que lo mantengan en la presidencia de la autollamada “nación más poderosa del mundo”. Una simple fotografía de ambos mandatarios, estrechándose las manos y sonriendo, con unos buenos encabezados a modo en el contexto electoral, serán suficientes para cambiar la perspectiva y opinión de algunos latinos en torno a la imagen del rubio.

AMLO ha insistido una y otra vez que se mantendrá en su papel de presidente, sin embargo, la visita está más que comprometida y, por los acuerdos hechos, por la situación geográfica, por la dependencia económica, por la permanencia de los paisanos que representan la entrada de remesas y más, la visita está más que comprometida y hoy por hoy, no se puede decir que “no”.

Y hasta aquí pues, como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!

La agenda política nacional se ha visto saturada en los últimos días con el tema de la visita que el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, realizará a su homólogo estadounidense, Donald Trump.

La visita con motivo de la celebración de la firma del T-MEC y en el marco del peor momento de la pandemia en América del Norte y en medio de la campaña para la reelección del ejecutivo de la nación de “las barras y las estrellas”, elementos suficientes para polarizar a la sociedad mexicana, tanto a favor como en contra de este acercamiento.

Llama la atención la postura del primer ministro canadiense Justin Trudeau, quien se ha mantenido al margen de confirmar o negar su asistencia a este encuentro, anteponiendo la premisa sanitaria que mantiene en cuarentena –o así debería de ser– a las tres naciones involucradas en el acuerdo comercial que las envuelve. Hasta el momento no ha habido postura certera por parte del país de “la hoja de maple”, no se descarta que, de último momento, decida acudir a la junta de mandatarios.

Quizá porque a diferencia del presidente mexicano, el primer ministro canadiense no se siente tan comprometido con el mandatario de los Estados Unidos de Norteamérica y, por tanto, con mayor libertad puede decidir sobre dejar esta cita para después de que pase la crisis en materia de salud que afecta al orbe por igual.

Y digo lo anterior por tres detalles fundamentales y aquí deseo aclarar que no señalo la conducta o tipo de diplomacia a la que esté obligado el tabasqueño, me refiero al hecho de que hay un compromiso de por medio que no pudo dejar de lado por el que AMLO deberá pisar tierras estadounidenses en los próximos días, a pesar de los constantes cuestionamientos que ha habido por parte de un sector de la sociedad, del gremio periodístico y de una parte de los representantes del Poder Legislativo.

Por principio de cuentas, debemos recordar que en el periodo de transición gubernamental de EPNy AMLO, Centro y Sudamérica vivieron una crisis social que derivó en la generación de las llamadas caravanas. La primera ocurrió en los últimos días del priista en el poder y se siguieron varias hasta la fecha que ya se organiza una nueva, ocupando a México como corredor “de libre paso” para llegar a la frontera con EUA.

Como un “favor amenazante” de tipo arancelario Trumpmarcó “pauta y compás” de las acciones a tomar en este tema por parte del gobierno mexicano. En ese entonces, el enviado a solucionar el desaguisado fue Marcelo Ebrard quien explayó la famosa frase “Con la dignidad intacta”, argumento que no convenció a muchos pues se decía que, en resumen, se estaba haciendo lo que Trumpquería. ¿Y la soberanía nacional?

A la par del inicio de la pandemia y ante la debacle del precio internacional del petróleo, México se negó a disminuir la producción de barriles argumentando –y aquí sí se tenía razón– que la medida no era proporcional, pues al hablar de unidades y no de porcentajes, nuestra nación perdía mucho más que los otros miembros líderes de la OPEP. Quien asumió la reducción que nuestra nación se negó a realizar fue la unión americana. El presidente López, en una de sus ya tradicionales conferencias mañaneras habló de este “favor” y, días más tarde, en una declaración a la prensa “gringa”, Donald Trump calificó este hecho como un acuerdo que México “pagaría”posteriormente.

Por esas mismas fechas, AMLO declaró que había aprovechado una llamada nocturna para solicitarle a su contraparte diez mil ventiladores con sus respectivos monitores médicos, siete días después Trump ofreció la venta de mil ventiladores y, a finales de mayo se anunció la llegada de un avión con 211 unidades de estos equipos, según dijo el canciller mexicano,“gestionados” por el presidente Trump. En esa misma fecha se realizó el agradecimiento público.

Aunque AMLO conciba la visita como de carácter diplomático, comercial y en su papel de jefe del Estado mexicano, para Trumprepresenta algo más y no se puede ocultar.

Durante los últimos años, el empresario sentado en la silla presidencial estadounidense ha promovido una campaña de racismo en contra de los latinos avecindados allá, particularmente contra los mexicanos, pues como lo ha demostrado en algunas declaraciones hechas el año anterior, todo latino es “mexicano”. Como si eso no bastara, a los paisanos les ha agregado varios remoquetes, como si todos fueran ilegales o, peor, todos fueran delincuentes.

Hoy, en plena campaña, con las cifras en contra y con una buena cantidad de posibles simpatizantes entre la comunidad hispanoparlante, Trumpestá urgido de un referente latino para generar una simpatía indirecta en torno a su persona y así, acumular votos, que lo mantengan en la presidencia de la autollamada “nación más poderosa del mundo”. Una simple fotografía de ambos mandatarios, estrechándose las manos y sonriendo, con unos buenos encabezados a modo en el contexto electoral, serán suficientes para cambiar la perspectiva y opinión de algunos latinos en torno a la imagen del rubio.

AMLO ha insistido una y otra vez que se mantendrá en su papel de presidente, sin embargo, la visita está más que comprometida y, por los acuerdos hechos, por la situación geográfica, por la dependencia económica, por la permanencia de los paisanos que representan la entrada de remesas y más, la visita está más que comprometida y hoy por hoy, no se puede decir que “no”.

Y hasta aquí pues, como decía cierto periodista, “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

¡Hasta la próxima!