/ domingo 12 de junio de 2022

Café Cultura | Ciudad del Café Especial

En revistas y encuestas públicas en los Estados Unidos, Seattle ha sido concebida como la ciudad más maravillosa para vivir. Quizá en algo suela evocarse el lugar mágico en que Dorothy, Toto y sus acompañantes, buscaban al Mago de Oz. O quizá la llamada Ciudad Esmeralda, sede de la música grunge, seduzca por su singular estilo de vida, por sus días largos y pálidos de vaporosa lluvia expandida en silencio por calles y parques y pasajes... Porque no se ha vislumbrado dónde pudiera hallarse otra ciudad en forma de reloj de arena vaivén de los instantes, con ese inusitado aspecto natural entre agua salada y dulce, asediada por dos altas cordilleras con miradores fantásticos, lagos y canales cruzando el centro, y un Parque Nacional, única selva tropical conífera del mundo.

Se afirma que ninguna de las famosas ciudades localizadas en bahías como Nueva York, San Francisco, Hong Kong, Singapur, Río, Nápoles, tiene un paisaje “tan gigantesco y perfecto en plena e intacta naturaleza”. Bahía con decenas de islas grandes y pequeñas, fascinación de los aventureros. Y se afirma también que Seattle es ciudad gemela de algunas en el mundo como Beersheba en Israel, Bergen en Noruega, Galway en Irlanda, Nantes en Francia, Mazatlán en México...

Inauguradas en 1917, las esclusas unen todos los puntos acuíferos. Entre ochenta y cien mil barcos atraviesan al año, subiendo y bajando de seis a veintiséis pies dependiendo de la marea. Espectáculo espléndido, libre, en la superficie espejeante... ferries por doquier como una habitual forma de ver la ciudad y sus alrededores desde el agua.

El nombre de Seattle proviene del Chief Sealth, un amistoso jefe indio que juraba que si después de muerto declamaban su nombre, viraría en su propia cripta. Y el Gran Jefe debe estar contento, dicen algunos, por las variaciones en la forma de escribir y pronunciar su nombre... El arte de los indios del noroeste es el gran arte histórico de la ciudad; superando las grandes pérdidas, un número limitado de piezas aportación de unas treintaicinco tribus, ha logrado sobrevivir. El Museo Thomas Burke en la Universidad de Washington y el Museo de Arte Bellevue son los más gráficos, seguidos por algunas galerías privadas de arte indio y por la tienda Ye Olde establecida en 1899, que atesora una famosa colección de objetos de arte indio y esquimal entre otras piezas de importación, joyas y recuerdos. Por ello y por su típica fachada india con figuras totémicas carvadas en la entrada, este lugar ha sido declarado la tienda más original del mundo.

Por su gente “joven, artística y educada”, se considera a Seattle una ciudad culta, capital de la música y el teatro del noroeste con sus grupos orquestales y sus coros. Museos, teatros, galerías, parques, construcciones antiguas, la Casa de la Ópera, la Orquesta Sinfónica fundada en 1903, las esculturas al aire libre creación de artistas internacionales, el Acuario, el Museo de la Aviación en el campo del pionero Boeing... Expresiones taxativas, distintivas; expresiones de acuacultura como la International Fountain compuesta por doscientas diecisiete toberas, convirtiendo el agua en arte móvil mientras la orquesta ejecuta felices piezas musicales.

El clima ideal y el amor de los pobladores a las plantas, muestran el rostro seductor de una ciudad coronada de flores bajo el sutil dominio multicolor de los tulipanes holandeses. Cuando alguien se refiere a la Ciudad Esmeralda –la más grande de Washington–, el pensamiento se puebla de imágenes tornadizas difíciles de enunciar, como las montañas con sus picos nevados, el mercado embaucador con su gastronomía ecléctica cangrejo–salmón, oh! los espléndidos objetos y esculturas de vidrio soplado autoría del artista Dale Chihuly… Y el mismísimo Space Needle con su atrayente arte futurista de 184 metros de altura y su restaurante giratorio que domina todos los ángulos, construido para la Feria Mundial de 1962. Hablar de Seattle obliga a conceder especial atención a su legendaria cultura del café y su bien ganado título: Ciudad del Café Especial.

amparo.gberumen@gmail.com

En revistas y encuestas públicas en los Estados Unidos, Seattle ha sido concebida como la ciudad más maravillosa para vivir. Quizá en algo suela evocarse el lugar mágico en que Dorothy, Toto y sus acompañantes, buscaban al Mago de Oz. O quizá la llamada Ciudad Esmeralda, sede de la música grunge, seduzca por su singular estilo de vida, por sus días largos y pálidos de vaporosa lluvia expandida en silencio por calles y parques y pasajes... Porque no se ha vislumbrado dónde pudiera hallarse otra ciudad en forma de reloj de arena vaivén de los instantes, con ese inusitado aspecto natural entre agua salada y dulce, asediada por dos altas cordilleras con miradores fantásticos, lagos y canales cruzando el centro, y un Parque Nacional, única selva tropical conífera del mundo.

Se afirma que ninguna de las famosas ciudades localizadas en bahías como Nueva York, San Francisco, Hong Kong, Singapur, Río, Nápoles, tiene un paisaje “tan gigantesco y perfecto en plena e intacta naturaleza”. Bahía con decenas de islas grandes y pequeñas, fascinación de los aventureros. Y se afirma también que Seattle es ciudad gemela de algunas en el mundo como Beersheba en Israel, Bergen en Noruega, Galway en Irlanda, Nantes en Francia, Mazatlán en México...

Inauguradas en 1917, las esclusas unen todos los puntos acuíferos. Entre ochenta y cien mil barcos atraviesan al año, subiendo y bajando de seis a veintiséis pies dependiendo de la marea. Espectáculo espléndido, libre, en la superficie espejeante... ferries por doquier como una habitual forma de ver la ciudad y sus alrededores desde el agua.

El nombre de Seattle proviene del Chief Sealth, un amistoso jefe indio que juraba que si después de muerto declamaban su nombre, viraría en su propia cripta. Y el Gran Jefe debe estar contento, dicen algunos, por las variaciones en la forma de escribir y pronunciar su nombre... El arte de los indios del noroeste es el gran arte histórico de la ciudad; superando las grandes pérdidas, un número limitado de piezas aportación de unas treintaicinco tribus, ha logrado sobrevivir. El Museo Thomas Burke en la Universidad de Washington y el Museo de Arte Bellevue son los más gráficos, seguidos por algunas galerías privadas de arte indio y por la tienda Ye Olde establecida en 1899, que atesora una famosa colección de objetos de arte indio y esquimal entre otras piezas de importación, joyas y recuerdos. Por ello y por su típica fachada india con figuras totémicas carvadas en la entrada, este lugar ha sido declarado la tienda más original del mundo.

Por su gente “joven, artística y educada”, se considera a Seattle una ciudad culta, capital de la música y el teatro del noroeste con sus grupos orquestales y sus coros. Museos, teatros, galerías, parques, construcciones antiguas, la Casa de la Ópera, la Orquesta Sinfónica fundada en 1903, las esculturas al aire libre creación de artistas internacionales, el Acuario, el Museo de la Aviación en el campo del pionero Boeing... Expresiones taxativas, distintivas; expresiones de acuacultura como la International Fountain compuesta por doscientas diecisiete toberas, convirtiendo el agua en arte móvil mientras la orquesta ejecuta felices piezas musicales.

El clima ideal y el amor de los pobladores a las plantas, muestran el rostro seductor de una ciudad coronada de flores bajo el sutil dominio multicolor de los tulipanes holandeses. Cuando alguien se refiere a la Ciudad Esmeralda –la más grande de Washington–, el pensamiento se puebla de imágenes tornadizas difíciles de enunciar, como las montañas con sus picos nevados, el mercado embaucador con su gastronomía ecléctica cangrejo–salmón, oh! los espléndidos objetos y esculturas de vidrio soplado autoría del artista Dale Chihuly… Y el mismísimo Space Needle con su atrayente arte futurista de 184 metros de altura y su restaurante giratorio que domina todos los ángulos, construido para la Feria Mundial de 1962. Hablar de Seattle obliga a conceder especial atención a su legendaria cultura del café y su bien ganado título: Ciudad del Café Especial.

amparo.gberumen@gmail.com