/ domingo 29 de noviembre de 2020

Café Cultura | Els Quatre Gats

Al mismo tiempo que el Arte Modernista europeo con su halo atrevido y renovador marcaba sus primeras señales en la Barcelona del siglo XIX, Pere Romeu llegaba de París con la idea de crear un espacio donde esta corriente artística pudiera florecer, y mostrar al mundo el asomo de una nueva época.

Fue entonces cuando el café taberna Els Quatre Gats abrió sus puertas aquel 12 de junio de 1897, para que artistas y bohemios ataviados de manera singular con anchos sombreros, pipa y cabellos largos –cual correspondía a la definición de artista–, vivieran momentos tan acalorados como inolvidables. Personajes extravagantes que promovían la agitación de ciudadanos y prensa, en esta intensísima primera etapa del café que creó una leyenda estrechamente ligada al arte y al modus vivendi modernista, convirtiéndose en uno de los símbolos más apegados y fieles de esos tiempos renovadores.

Sin ser propiamente un café-café, este lugar sigue guardando hoy en cada rincón una pequeña historia que forma parte de su Historia: era don Pere Romeu un amante del arte, pintor y “cabaretier”. No cejó hasta conseguir el apoyo financiero de sus amigos Ramón Casas y Santiago Rusiñol, cabecillas del modernismo. Quedó escrito que a Pere Romeu le gustaba sentarse en su silla de alto respaldo donde todo era permitido, excepto la vulgaridad.

Aunque cuidaba algunos detalles de la decoración, trataba mejor a las telarañas que a ciertos clientes. Al personal de limpieza le decía: “Pensad, actuad, matad, asesinad, robad, casaos, haced lo que os apetezca, pero no me toqueis las telarañas”. Rincón bohemio pleno de mosaicos, presidido por un enorme óleo sobre tela, obra de Casas creada en el año de la inauguración, en el que aparecen el artista y Romeu montados en un tándem pedaleando.

Felizmente en esa época se publicaron dos revistas, “la denominada Els 4 Gats cuyo primer número saldría en 1899 y la denominada Pél & Ploma que sustituiría a la primera Pél, que significa “pelo”, pelo de pincel, de artista. Ploma, “pluma” de escribir. Pintores y escritores eran el objetivo de dicha publicación que podía encontrarse en lugares de Europa y América, como París, Bruselas, Londres o México. Andre Gide o Emile Zola habían escrito en ella bellos artículos”.

Por este sitio pasaron insignes personajes de la historia y el arte como el nicaragüense Rubén Darío, quien fue sorprendido por todo lo que vio al entrar a un lugar construido con una arquitectura inusual en un callejón: “Cuando entré a través de una bien hecha puerta de hierro, me encontré a mí mismo en el famoso precinct” –dijo Darío. Y para recompensarle por su visita, Romeu organizó una gran reunión literaria distribuyendo cuidadosamente sillas y mesas para que mucha gente (él dice cientos) pudiera ver y escuchar al famoso poeta modernista, aun sin integrarse al grupo. Otro personaje, con apenas diecisiete años, ya había expuesto ahí: era Pablo Picasso, de quien se cuenta que a sus dieciséis años, y huyendo de la Academia de Bellas Artes de Madrid, no fue admitido en las tertulias de Els Quatre Gats de las que tanto aprendería, sino hasta que le confeccionaron un traje nuevo que pagó con un retrato del modisto. En la Primavera de 1900 Romeu le encarga ilustrar el menú, elemento revelador que refleja el afecto por el joven artista quien tras varios esbozos cumple con la encomienda. Aquí Picasso inició su vocación por la bohemia y conoció a los que serían sus más entrañables amigos: el escritor y escultor Jaume Sabartés, y el también pintor Carles Casagemas.

La decoración moderna y rebuscada del casi café-café convive con elementos propios de un hostal tradicional. En el primer salón se reunían los artistas, disponiendo a veces de algo que beber y comer y del acompañamiento de un piano en sus charlas, que hoy sigue animando las veladas. En un segundo salón se exhibían muestras de pintura, se ofrecían espectáculos de sombras chinescas, títeres y lecturas de poesía… Pero pocos ignoran que un café para artistas no es un buen negocio. Cuentan que algunos llegaron a compartir un huevo frito, hasta que en 1903 sucedió lo inevitable: el café cerró sus puertas, dando paso a una nueva época…

Hoy Els Quatre Gats sigue siendo, sin ninguna duda, símbolo entrañable de aquellos años. Atmósfera acogedora de sala rectangular, el citado piano que ameniza las veladas, y un altillo alrededor de la sala que le da una singular apostura. Deambulando por este café aliado del arte y la cultura puede uno apreciar grandes copias de Ramón Casas, y fotografías de los famosos de todo el mundo que han pasado por aquí. Imágenes que echan a volar la imaginación...

Su actual propietario, el empresario Joseph María Ferré, comentó a propósito de las obras que penden de los muros: “Estas reproducciones me las regaló Bardem después de rodar la película “El Joven Picasso” durante varias noches en Els 4 Gats”. Café-Restaurante-Sala de Arte, que se ha convertido en un excitante viaje a la Historia…

amparo.gberumen@gmail.com

Al mismo tiempo que el Arte Modernista europeo con su halo atrevido y renovador marcaba sus primeras señales en la Barcelona del siglo XIX, Pere Romeu llegaba de París con la idea de crear un espacio donde esta corriente artística pudiera florecer, y mostrar al mundo el asomo de una nueva época.

Fue entonces cuando el café taberna Els Quatre Gats abrió sus puertas aquel 12 de junio de 1897, para que artistas y bohemios ataviados de manera singular con anchos sombreros, pipa y cabellos largos –cual correspondía a la definición de artista–, vivieran momentos tan acalorados como inolvidables. Personajes extravagantes que promovían la agitación de ciudadanos y prensa, en esta intensísima primera etapa del café que creó una leyenda estrechamente ligada al arte y al modus vivendi modernista, convirtiéndose en uno de los símbolos más apegados y fieles de esos tiempos renovadores.

Sin ser propiamente un café-café, este lugar sigue guardando hoy en cada rincón una pequeña historia que forma parte de su Historia: era don Pere Romeu un amante del arte, pintor y “cabaretier”. No cejó hasta conseguir el apoyo financiero de sus amigos Ramón Casas y Santiago Rusiñol, cabecillas del modernismo. Quedó escrito que a Pere Romeu le gustaba sentarse en su silla de alto respaldo donde todo era permitido, excepto la vulgaridad.

Aunque cuidaba algunos detalles de la decoración, trataba mejor a las telarañas que a ciertos clientes. Al personal de limpieza le decía: “Pensad, actuad, matad, asesinad, robad, casaos, haced lo que os apetezca, pero no me toqueis las telarañas”. Rincón bohemio pleno de mosaicos, presidido por un enorme óleo sobre tela, obra de Casas creada en el año de la inauguración, en el que aparecen el artista y Romeu montados en un tándem pedaleando.

Felizmente en esa época se publicaron dos revistas, “la denominada Els 4 Gats cuyo primer número saldría en 1899 y la denominada Pél & Ploma que sustituiría a la primera Pél, que significa “pelo”, pelo de pincel, de artista. Ploma, “pluma” de escribir. Pintores y escritores eran el objetivo de dicha publicación que podía encontrarse en lugares de Europa y América, como París, Bruselas, Londres o México. Andre Gide o Emile Zola habían escrito en ella bellos artículos”.

Por este sitio pasaron insignes personajes de la historia y el arte como el nicaragüense Rubén Darío, quien fue sorprendido por todo lo que vio al entrar a un lugar construido con una arquitectura inusual en un callejón: “Cuando entré a través de una bien hecha puerta de hierro, me encontré a mí mismo en el famoso precinct” –dijo Darío. Y para recompensarle por su visita, Romeu organizó una gran reunión literaria distribuyendo cuidadosamente sillas y mesas para que mucha gente (él dice cientos) pudiera ver y escuchar al famoso poeta modernista, aun sin integrarse al grupo. Otro personaje, con apenas diecisiete años, ya había expuesto ahí: era Pablo Picasso, de quien se cuenta que a sus dieciséis años, y huyendo de la Academia de Bellas Artes de Madrid, no fue admitido en las tertulias de Els Quatre Gats de las que tanto aprendería, sino hasta que le confeccionaron un traje nuevo que pagó con un retrato del modisto. En la Primavera de 1900 Romeu le encarga ilustrar el menú, elemento revelador que refleja el afecto por el joven artista quien tras varios esbozos cumple con la encomienda. Aquí Picasso inició su vocación por la bohemia y conoció a los que serían sus más entrañables amigos: el escritor y escultor Jaume Sabartés, y el también pintor Carles Casagemas.

La decoración moderna y rebuscada del casi café-café convive con elementos propios de un hostal tradicional. En el primer salón se reunían los artistas, disponiendo a veces de algo que beber y comer y del acompañamiento de un piano en sus charlas, que hoy sigue animando las veladas. En un segundo salón se exhibían muestras de pintura, se ofrecían espectáculos de sombras chinescas, títeres y lecturas de poesía… Pero pocos ignoran que un café para artistas no es un buen negocio. Cuentan que algunos llegaron a compartir un huevo frito, hasta que en 1903 sucedió lo inevitable: el café cerró sus puertas, dando paso a una nueva época…

Hoy Els Quatre Gats sigue siendo, sin ninguna duda, símbolo entrañable de aquellos años. Atmósfera acogedora de sala rectangular, el citado piano que ameniza las veladas, y un altillo alrededor de la sala que le da una singular apostura. Deambulando por este café aliado del arte y la cultura puede uno apreciar grandes copias de Ramón Casas, y fotografías de los famosos de todo el mundo que han pasado por aquí. Imágenes que echan a volar la imaginación...

Su actual propietario, el empresario Joseph María Ferré, comentó a propósito de las obras que penden de los muros: “Estas reproducciones me las regaló Bardem después de rodar la película “El Joven Picasso” durante varias noches en Els 4 Gats”. Café-Restaurante-Sala de Arte, que se ha convertido en un excitante viaje a la Historia…

amparo.gberumen@gmail.com