/ domingo 18 de abril de 2021

Café Cultura | La voluntad del linaje

Quien condena la pintura, condena la naturaleza,

puesto que las obras del pintor representan

las obras de la naturaleza. El que así blasfema

carece, pues, de sentimiento.

Leonardo Da Vinci.

Hoy domingo 18 de Abril se cumple un año más del nacimiento de Jorge Yapur. Ello trae de nuevo a mi memoria aquella muestra en la Galería de Exposiciones Temporales del METRO, La Voluntad del Linaje, en la que el pintor tamaulipeco nos presentó en retrospectiva una traducción estética que relata los períodos de un trayecto de vida largo y creativo.

En esta disciplina plural de los colores, el pensamiento y la habilidad del artista han quedado inscritos con tintes naturalistas enraizados a la originaria voz de los huaxtecas.

Han quedado no como meras reiteraciones o copias localistas, sino como una forma subjetiva de lenguaje, de pensamiento en palabras pintadas. Han quedado también traducidos sus silencios como un modo suyo de hablar. Y pone en su paleta de pintor la luz del color que es la misma del sol, que es la de uno mismo al beber el vino, que es la misma acompasada al viento, que es la misma al mirar el cielo, uso experimentado de la luz que deambula con desenfado y luego con carácter por todos los caminos del arco iris sobre el lienzo blanquísimo.

Búscame en este cuadro o en ese o en aquel –me dice el pintor. Y lo encuentro regando las orquídeas, besando la tierra, bendiciéndola. Lo encuentro portando un nuevo sombrero, con su bolsa de cuero colgada al hombro llena de recuerdos. También saboreando el arroz con leche en mi terraza o el chocolate espumoso con pan del horno.

Lo encuentro oyendo música y cantando en el idioma de los pájaros bailoteando emocionado. Encuentro al pintor leyéndome en voz baja el bíblico Cantar de Cantares, o explicándome otra vez con los puños en la cintura las fases de la luna. Lo encuentro por las mañanas en la Catedral dándome un botón de San Chárbel y recitando versos árabes. O hablando solo por las banquetas, atravesando las calles, discutiendo con alguien.

Lo encuentro también sumergido en las aguas o abriendo ventanas... “Todo aquel que tiene una razón para vivir puede soportar cualquier forma de hacerlo” –decía Nietzsche.

En su temática y sus astucias técnicas, Jorge Yapur pudo forjar su propia visión creativa echando mano de todos los recursos y licencias. Hizo suyos los cuatro elementos y suya la inexpugnable mojabilidad de la atmósfera que nos mueve, esencia de los días.

Y se revelan en su estética figurativa y en su realismo mágico y en sus divertimentos, los mismos signos primigenios representando los adentros del hombre frente a lo establecido, metaforicamento en el que subyace lo efímero y lo eterno. Y aparecen de nuevo en el lienzo las deidades con sus ropajes volantes. Aparecen las máscaras los animales los místicos rituales los trazos innumerables…

Poseído por una alucinación deliberada, Jorge Yapur fue atesorando formas y movimientos revestidos de símbolos sugerentes, sorprendentes. Y desdoblado por el soplo divino de los cuatro vientos nació el Huastequismo, su concepto emblemático. Explanaciones lucientes, coloreadas: estampas de aquello que los hombres de otro tiempo creyeron ver… Y vieron! Rescate imaginativo. Huasteca aire y fuego. Huasteca tierra y agua…

De un modo o de otro uno siempre comprueba que el arte es la salvación. Con su noción histórica y su arte pictórico, Jorge Yapur decidió transmutar en colores y aceites sobre telas y maderas y muros cada una de sus ideas. Hoy se han convertido en narraciones…

amparo.gberumen@gmail.com

Quien condena la pintura, condena la naturaleza,

puesto que las obras del pintor representan

las obras de la naturaleza. El que así blasfema

carece, pues, de sentimiento.

Leonardo Da Vinci.

Hoy domingo 18 de Abril se cumple un año más del nacimiento de Jorge Yapur. Ello trae de nuevo a mi memoria aquella muestra en la Galería de Exposiciones Temporales del METRO, La Voluntad del Linaje, en la que el pintor tamaulipeco nos presentó en retrospectiva una traducción estética que relata los períodos de un trayecto de vida largo y creativo.

En esta disciplina plural de los colores, el pensamiento y la habilidad del artista han quedado inscritos con tintes naturalistas enraizados a la originaria voz de los huaxtecas.

Han quedado no como meras reiteraciones o copias localistas, sino como una forma subjetiva de lenguaje, de pensamiento en palabras pintadas. Han quedado también traducidos sus silencios como un modo suyo de hablar. Y pone en su paleta de pintor la luz del color que es la misma del sol, que es la de uno mismo al beber el vino, que es la misma acompasada al viento, que es la misma al mirar el cielo, uso experimentado de la luz que deambula con desenfado y luego con carácter por todos los caminos del arco iris sobre el lienzo blanquísimo.

Búscame en este cuadro o en ese o en aquel –me dice el pintor. Y lo encuentro regando las orquídeas, besando la tierra, bendiciéndola. Lo encuentro portando un nuevo sombrero, con su bolsa de cuero colgada al hombro llena de recuerdos. También saboreando el arroz con leche en mi terraza o el chocolate espumoso con pan del horno.

Lo encuentro oyendo música y cantando en el idioma de los pájaros bailoteando emocionado. Encuentro al pintor leyéndome en voz baja el bíblico Cantar de Cantares, o explicándome otra vez con los puños en la cintura las fases de la luna. Lo encuentro por las mañanas en la Catedral dándome un botón de San Chárbel y recitando versos árabes. O hablando solo por las banquetas, atravesando las calles, discutiendo con alguien.

Lo encuentro también sumergido en las aguas o abriendo ventanas... “Todo aquel que tiene una razón para vivir puede soportar cualquier forma de hacerlo” –decía Nietzsche.

En su temática y sus astucias técnicas, Jorge Yapur pudo forjar su propia visión creativa echando mano de todos los recursos y licencias. Hizo suyos los cuatro elementos y suya la inexpugnable mojabilidad de la atmósfera que nos mueve, esencia de los días.

Y se revelan en su estética figurativa y en su realismo mágico y en sus divertimentos, los mismos signos primigenios representando los adentros del hombre frente a lo establecido, metaforicamento en el que subyace lo efímero y lo eterno. Y aparecen de nuevo en el lienzo las deidades con sus ropajes volantes. Aparecen las máscaras los animales los místicos rituales los trazos innumerables…

Poseído por una alucinación deliberada, Jorge Yapur fue atesorando formas y movimientos revestidos de símbolos sugerentes, sorprendentes. Y desdoblado por el soplo divino de los cuatro vientos nació el Huastequismo, su concepto emblemático. Explanaciones lucientes, coloreadas: estampas de aquello que los hombres de otro tiempo creyeron ver… Y vieron! Rescate imaginativo. Huasteca aire y fuego. Huasteca tierra y agua…

De un modo o de otro uno siempre comprueba que el arte es la salvación. Con su noción histórica y su arte pictórico, Jorge Yapur decidió transmutar en colores y aceites sobre telas y maderas y muros cada una de sus ideas. Hoy se han convertido en narraciones…

amparo.gberumen@gmail.com