/ domingo 17 de julio de 2022

Café Cultura | Tampico, tema del XIV Premio LUZ y CAFÉ

Con el tema TAMPICO, Café Cultura 25 años lanzará en breve el previo de su XIV Premio de Fotografía LUZ y CAFÉ, que convoca a estudiantes, amateurs y profesionales de la fotografía en Tampico y la Región, de 18 años de edad en adelante, a participar y seguir celebrando las imágenes que dan forma a las visiones… Y la gozosa edición del Calendario LUZ y CAFÉ 2023, año del Bicentenario de Tampico.

TAMPICO a vuelapluma: Eran las ocho menos doce cuando puse el pie en la oficina. Instintivamente encendí las luces que iluminan la cubierta del escritorio e hice clic al control del aire acondicionado, cuyo monótono sonar me dice que la atmósfera hará grata la tarea de este día en que mi entendimiento se rehúsa a hilvanar las ideas. Un toc toc lleva mi vista hacia la puerta donde aparece sonriendo la señora que prepara el café cada mañana. Se llama Victoria, y hace honor a su nombre porque al colocar sobre mi escritorio una taza de café recién hecho, el aroma impregna la estancia y el fuerte sabor me invita a iniciar victoriosamente mis tareas.

Disfruto a sorbo lento la bebida caliente y de pronto escucho afuera los chasquidos de una fuerte lluvia. Bajo el íntimo aroma del café cierro los ojos e imagino la humedad del puerto agitado y nuboso, con su denso follaje. Ritmo que cambia en el horizonte lejano, en el mundo de libertad de la mar donde se deslizan millares de pececillos rojos con secretas imágenes de la fertilidad...

Con acierto se ha dicho que una ciudad es una marca en la geografía, una señal humana que vista desde lo alto, es un punto fijo en el mapa dotado de permanencia y estabilidad que le permitan ser referente histórico. Una ciudad y sus pobladores escriben a diario albores y ocasos; tintes cambiantes en callejuelas y techos, templos y campanarios, plazoletas y solaces imaginarios. La ciudad ríe, sueña, se desvela, es arraigo y cobijo para los que están y los que han de llegar porque se sujeta a la tierra viendo al futuro...

Advertida desde lo alto, la costa azul de Tamaulipas se significa en mis afectos por una marca en la geografía, una señal humana que presume de su naturaleza lagunaria, de río, de mar. Aquí en Tampico el alba sonríe a pescadores de oficiosas redes, y los gozos de El Navegante se renuevan enseñoreando el venturoso aventurero andar del marinero:

Navegante que vas por el río,

navega y navega en busca de amor.

Cuando pasas por Reventadero,

la brisa hechicera murmura un adiós.

Periquillo, la Isleta, Tampuche,

la Vega de Otates, el puente y Tamós

es que vas a llegar a Tampico

y una linda porteña te dará su amor.

Navega, en busca de amor

Navega, navega, en busca de amor…*

Los creadores de antes y de ahora encumbran a este puerto de auríferas historias: Huastequismo, huapango, poemas nostálgicos. En el trópico cálido y caliente, hasta la conciencia parece vibrar en la inconciencia, y los poetas versean a las mujeres de flamígera enagua. En esta tierra como en otras lejanas el creador se consagra a la nostalgia, a dormir con su sombra, a deambular rehaciendo en solitario su espíritu atado a lo intuitivo. Hurgando en la profundidad de lo profundo se instala en lo grande de la vida y el tiempo, pero nadie lo sabe y él lo sabe. Los instantes caminan lento yéndose sin remedio, dictándome palabras con dejos evangélicos...

Miro el puerto reinventando su imagen, desenfadado caminar de la gente por la línea del tiempo... Dragando recuerdos de mis días primeros al llegar a este suelo, visualizo con gozo las esbeltas palmeras, los crotos codiaeum coloreados, las julietas pendiendo al aire. Aletean las gaviotas y desde la banca veo nuestra Laguna del Carpintero a salvo. Veo nuestra Plaza Hijas de Tampico, su hálito perdura, ha recuperado su pulso nuestra plaza… y allá en el Bar Comercio parece oírse el ritmo de huapango...

Acercamiento y fuga es nuestro puerto. Es emotividad y movimiento. Esta tierra me hizo pensar cosas de visitante: veía ajenos a mí la bruma de la mañana, el mediodía candente, y eran las tardes con su viento marino una noticia acariciante. Era el golfo con su lenguaje enamorándome, y unida a él permanezco.

El puerto ha escrito en mi interior una historia en que la Naturaleza incita mis pensamientos. Cual propulsor de la imaginación, el baúl del sueño atesora uno a uno mis días con su caos, sus alegrías. Reverberaciones de lo inerme escapando por vías secretas que sostienen mis horas del alba y del sol poniente. Vías a veces enclavadas en el mundo de lo irreal, tal pincel cargado de color en un área del lienzo y después en otra mostrando trazos apenas visibles...

Ante un enigma seguirán caminando mis pasos por estas calles. Quiero educar mi razón de manera que concuerde con la fuente del todo. Quiero que mi razón se funda en esa unidad. A la manera de Tolstói empezaré a creer que es más fácil escribir diez volúmenes de filosofía que llevar a la práctica una sola regla, no importa cuál. Tomaré a sorbo lento otro café…

*El Navegante. Dr. José Sierra Flores.

amparo.gberumen@gmail.com

Con el tema TAMPICO, Café Cultura 25 años lanzará en breve el previo de su XIV Premio de Fotografía LUZ y CAFÉ, que convoca a estudiantes, amateurs y profesionales de la fotografía en Tampico y la Región, de 18 años de edad en adelante, a participar y seguir celebrando las imágenes que dan forma a las visiones… Y la gozosa edición del Calendario LUZ y CAFÉ 2023, año del Bicentenario de Tampico.

TAMPICO a vuelapluma: Eran las ocho menos doce cuando puse el pie en la oficina. Instintivamente encendí las luces que iluminan la cubierta del escritorio e hice clic al control del aire acondicionado, cuyo monótono sonar me dice que la atmósfera hará grata la tarea de este día en que mi entendimiento se rehúsa a hilvanar las ideas. Un toc toc lleva mi vista hacia la puerta donde aparece sonriendo la señora que prepara el café cada mañana. Se llama Victoria, y hace honor a su nombre porque al colocar sobre mi escritorio una taza de café recién hecho, el aroma impregna la estancia y el fuerte sabor me invita a iniciar victoriosamente mis tareas.

Disfruto a sorbo lento la bebida caliente y de pronto escucho afuera los chasquidos de una fuerte lluvia. Bajo el íntimo aroma del café cierro los ojos e imagino la humedad del puerto agitado y nuboso, con su denso follaje. Ritmo que cambia en el horizonte lejano, en el mundo de libertad de la mar donde se deslizan millares de pececillos rojos con secretas imágenes de la fertilidad...

Con acierto se ha dicho que una ciudad es una marca en la geografía, una señal humana que vista desde lo alto, es un punto fijo en el mapa dotado de permanencia y estabilidad que le permitan ser referente histórico. Una ciudad y sus pobladores escriben a diario albores y ocasos; tintes cambiantes en callejuelas y techos, templos y campanarios, plazoletas y solaces imaginarios. La ciudad ríe, sueña, se desvela, es arraigo y cobijo para los que están y los que han de llegar porque se sujeta a la tierra viendo al futuro...

Advertida desde lo alto, la costa azul de Tamaulipas se significa en mis afectos por una marca en la geografía, una señal humana que presume de su naturaleza lagunaria, de río, de mar. Aquí en Tampico el alba sonríe a pescadores de oficiosas redes, y los gozos de El Navegante se renuevan enseñoreando el venturoso aventurero andar del marinero:

Navegante que vas por el río,

navega y navega en busca de amor.

Cuando pasas por Reventadero,

la brisa hechicera murmura un adiós.

Periquillo, la Isleta, Tampuche,

la Vega de Otates, el puente y Tamós

es que vas a llegar a Tampico

y una linda porteña te dará su amor.

Navega, en busca de amor

Navega, navega, en busca de amor…*

Los creadores de antes y de ahora encumbran a este puerto de auríferas historias: Huastequismo, huapango, poemas nostálgicos. En el trópico cálido y caliente, hasta la conciencia parece vibrar en la inconciencia, y los poetas versean a las mujeres de flamígera enagua. En esta tierra como en otras lejanas el creador se consagra a la nostalgia, a dormir con su sombra, a deambular rehaciendo en solitario su espíritu atado a lo intuitivo. Hurgando en la profundidad de lo profundo se instala en lo grande de la vida y el tiempo, pero nadie lo sabe y él lo sabe. Los instantes caminan lento yéndose sin remedio, dictándome palabras con dejos evangélicos...

Miro el puerto reinventando su imagen, desenfadado caminar de la gente por la línea del tiempo... Dragando recuerdos de mis días primeros al llegar a este suelo, visualizo con gozo las esbeltas palmeras, los crotos codiaeum coloreados, las julietas pendiendo al aire. Aletean las gaviotas y desde la banca veo nuestra Laguna del Carpintero a salvo. Veo nuestra Plaza Hijas de Tampico, su hálito perdura, ha recuperado su pulso nuestra plaza… y allá en el Bar Comercio parece oírse el ritmo de huapango...

Acercamiento y fuga es nuestro puerto. Es emotividad y movimiento. Esta tierra me hizo pensar cosas de visitante: veía ajenos a mí la bruma de la mañana, el mediodía candente, y eran las tardes con su viento marino una noticia acariciante. Era el golfo con su lenguaje enamorándome, y unida a él permanezco.

El puerto ha escrito en mi interior una historia en que la Naturaleza incita mis pensamientos. Cual propulsor de la imaginación, el baúl del sueño atesora uno a uno mis días con su caos, sus alegrías. Reverberaciones de lo inerme escapando por vías secretas que sostienen mis horas del alba y del sol poniente. Vías a veces enclavadas en el mundo de lo irreal, tal pincel cargado de color en un área del lienzo y después en otra mostrando trazos apenas visibles...

Ante un enigma seguirán caminando mis pasos por estas calles. Quiero educar mi razón de manera que concuerde con la fuente del todo. Quiero que mi razón se funda en esa unidad. A la manera de Tolstói empezaré a creer que es más fácil escribir diez volúmenes de filosofía que llevar a la práctica una sola regla, no importa cuál. Tomaré a sorbo lento otro café…

*El Navegante. Dr. José Sierra Flores.

amparo.gberumen@gmail.com