/ domingo 25 de octubre de 2020

Café Cultura | Textos de otro tiempo

Mientras duermo, todos los rincones del puerto y todas las estaciones y todas las escalas del tiempo amanecen para ofrecerse a mi vista en caprichosa geometría. El abandono en la madrugada del sueño conserva en mi inconsciente la imagen de cuanto me rodea. Azulosas lagunas me hacen perder la exacta noción del horizonte y una, donde yacen mis pensamientos, es alcancía devota, confidente baúl, espejo fiel de las gaviotas.

Un enigmático espectro de explosivos colores y un millar de pinceles y estrellas entran en mi cabeza, dando fuerza y formas diversas a la vida y a la Naturaleza; tintes que cobran luz en el ir y venir de la gente, perdiéndose después en la infinita palidez del océano.

Intento aquietar mi mente en el paraje íntimo de una fotografía, y olvidar a los viandantes que van de un lado a otro abriendo el aire con sus pasos rotundos. Vahos azul violeta se apoderan de mí envolviéndome con sugestivo tacto... Me alejaré de los que creen tenerlo todo y no saborean por ello una sola cosa completa.

En el ayuno de los paraísos destaparé una botella e imaginaré que cada gota de vino es lluvia recuperada de la tierra. Veré nuestras copas esbeltas y otra vez desbordadas humedeciendo la estancia. Sueño gozar descalza la danza de la vid, viejo ritual de la Mesopotamia y el Egipto antiquísimo, fervor extraño del furor y el ímpetu. Caricias bailables, pisado de la uva, primigenio ritual para obtener el vino sin pesados ropajes hasta los tobillos. Amo las traslúcidas gasas, la redondez y la humedad del fruto entre los pies desnudos, obsesionada por la idea de plasmar en la mente movimiento, tacto, jugo...

Tras el estrujamiento beber después uvas de lágrima, delicia antigua; sorbos angélicos con ecos de liturgia, transparentes en su blanco origen y azulmarino en sus tintas cenizas.

Yo soy de mi amado.

Y conmigo tiene su contentamiento

Ven, oh amado mío, salgamos al campo,

Moremos en las aldeas.

Levantémonos de mañana a las viñas;

Veamos si brotan las vides, si están en ciernes,

Si han florecido los granados;

Allí te daré mis amores. *

Al despuntar el alba una lluvia benigna ha interrumpido sin miramientos mi descanso. Perdida en el umbral del sueño y la conciencia me guardo en la quietud del cuarto y en el fingido recato de las sábanas. Mis manos se extravían en la traslúcida textura de la cortina cómplice, y mis pies subordinados a un interno diálogo, dibujan con suavidad fugaces e inherentes formas. Observo las gotas ondulantes que se deslizan afuera acariciando el cristal de la ventana. Húmedo sobre húmedo alcanzan una definición inestable y diáfana. Los instantes se siguen bajo el sonar discreto y uniforme del natural fenómeno, mientras un vientecillo de aguda voz entona el canto de la mañana. Al aclarar el cielo, las aves aletean arrullándose en los brazos floridos de los árboles… y los rayos del sol, intensos, penetrantes, sugieren sensaciones ocultas tras la humedad temprana que distrajo mi sueño y el desvelado consejo de mi almohada.

*El bíblico Cantar de Cantares.

amparo.gberumen@gmail.com

En el ayuno de los paraísos destaparé una botella e imaginaré que cada gota de vino es lluvia recuperada de la tierra

Mientras duermo, todos los rincones del puerto y todas las estaciones y todas las escalas del tiempo amanecen para ofrecerse a mi vista en caprichosa geometría. El abandono en la madrugada del sueño conserva en mi inconsciente la imagen de cuanto me rodea. Azulosas lagunas me hacen perder la exacta noción del horizonte y una, donde yacen mis pensamientos, es alcancía devota, confidente baúl, espejo fiel de las gaviotas.

Un enigmático espectro de explosivos colores y un millar de pinceles y estrellas entran en mi cabeza, dando fuerza y formas diversas a la vida y a la Naturaleza; tintes que cobran luz en el ir y venir de la gente, perdiéndose después en la infinita palidez del océano.

Intento aquietar mi mente en el paraje íntimo de una fotografía, y olvidar a los viandantes que van de un lado a otro abriendo el aire con sus pasos rotundos. Vahos azul violeta se apoderan de mí envolviéndome con sugestivo tacto... Me alejaré de los que creen tenerlo todo y no saborean por ello una sola cosa completa.

En el ayuno de los paraísos destaparé una botella e imaginaré que cada gota de vino es lluvia recuperada de la tierra. Veré nuestras copas esbeltas y otra vez desbordadas humedeciendo la estancia. Sueño gozar descalza la danza de la vid, viejo ritual de la Mesopotamia y el Egipto antiquísimo, fervor extraño del furor y el ímpetu. Caricias bailables, pisado de la uva, primigenio ritual para obtener el vino sin pesados ropajes hasta los tobillos. Amo las traslúcidas gasas, la redondez y la humedad del fruto entre los pies desnudos, obsesionada por la idea de plasmar en la mente movimiento, tacto, jugo...

Tras el estrujamiento beber después uvas de lágrima, delicia antigua; sorbos angélicos con ecos de liturgia, transparentes en su blanco origen y azulmarino en sus tintas cenizas.

Yo soy de mi amado.

Y conmigo tiene su contentamiento

Ven, oh amado mío, salgamos al campo,

Moremos en las aldeas.

Levantémonos de mañana a las viñas;

Veamos si brotan las vides, si están en ciernes,

Si han florecido los granados;

Allí te daré mis amores. *

Al despuntar el alba una lluvia benigna ha interrumpido sin miramientos mi descanso. Perdida en el umbral del sueño y la conciencia me guardo en la quietud del cuarto y en el fingido recato de las sábanas. Mis manos se extravían en la traslúcida textura de la cortina cómplice, y mis pies subordinados a un interno diálogo, dibujan con suavidad fugaces e inherentes formas. Observo las gotas ondulantes que se deslizan afuera acariciando el cristal de la ventana. Húmedo sobre húmedo alcanzan una definición inestable y diáfana. Los instantes se siguen bajo el sonar discreto y uniforme del natural fenómeno, mientras un vientecillo de aguda voz entona el canto de la mañana. Al aclarar el cielo, las aves aletean arrullándose en los brazos floridos de los árboles… y los rayos del sol, intensos, penetrantes, sugieren sensaciones ocultas tras la humedad temprana que distrajo mi sueño y el desvelado consejo de mi almohada.

*El bíblico Cantar de Cantares.

amparo.gberumen@gmail.com

En el ayuno de los paraísos destaparé una botella e imaginaré que cada gota de vino es lluvia recuperada de la tierra