/ lunes 6 de abril de 2020

Café y a Media Luz | No hay plazo que no se cumpla

Antes de que compartamos juntos el tema que pongo a su amable dispensa, gentil amigo lector, es mi obligación decirle que, por la misma naturaleza del medio impreso, este texto fue escrito horas antes de que el jefe del Estado mexicano, Andrés Manuel López Obrador, realizara su tan esperado informe trimestral. Dicho lo anterior, podemos proceder.

Dice el conocido refrán que “No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue”. Algunos escritores con ínfulas sensacionalistas le han asignado otras etiquetas a ese momento trascendental en la vida del hombre, de una comunidad, país y, en esta ocasión lo vale, del mundo. “Hora cero” o “el punto sin retorno” son solo algunos de los remoquetes que ha recibido ese instante. En algunas ocasiones con perspectivas desproporcionadas y, en otras, de manera muy atinada.

Pues bien, evitando ser sensacionalista o desproporcionado en la adjetivación, considero que el Gobierno federal, con toda la maquinaria que este representa, ha llegado a su “hora cero” y debe poner en marcha y de manera urgente una serie de pasos que le permitan sacar adelante el compromiso multidisciplinar al que se está enfrentando desde que empezó la actual administración y que, como si fuera poco, se vino a agudizar con la presencia de la pandemia que estamos viviendo.

Más allá de subastas y rifas, lejos de críticas retrospectivas inútiles e innecesarias al modelo neoliberal y sin tener que amenazar con “listas negras”, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos Andrés Manuel López Obrador deberá demostrar que se tiene un plan de rescate para la economía nacional o, por lo menos, un paliativo que permita acomodarse al empresariado nacional para operar y satisfacer la necesidad de los empleados, en las condiciones exigidas por el Ejecutivo federal.

Antes de que AMLO rinda este informe a los mexicanos, debemos estar conscientes que no es un asunto fácil de enfrentar y, mucho menos, de solucionar, sin embargo se supone que, nosotros, como sociedad, tenemos en las altas cúpulas gubernamentales a figuras importantes y preparadas en sus respectivos quehaceres y que saben cuál es el mejor rumbo a tomar.

En materia de salud, México –y los países del orbe– se encuentra “atado de manos” en lo que a la cura del Covid-19 se refiere. Sin embargo, sí puede abonar mucho con una inversión extraordinaria que permita fortalecer el esquema de salud del país con recurso técnico, material y humano que hoy son urgentes y ya no pueden esperar para después. Cito en atención al objetivo primigenio de la rifa del avión.

A diferencia del vecino del norte, México no tiene la fortaleza económica para destinar grandes cantidades de recursos para mejorar “de la noche a la mañana” con hospitales de especialidad, construcción de equipo y dotación de accesorios a su personal, para enfrentar el avance del padecimiento. La “otra cara de la moneda” es que, afortunadamente, ya se está contratando por honorarios a doctores y enfermeros y se habla de acciones para el futuro inmediato, no obstante, el número progresivo de pacientes y las carencias se tienen en la actualidad y que cada vez son más notorias.

En materia de economía, los protagonistas del sector productivo de México estarán esperando con ansia un programa de apoyos fiscales, ya no digamos de rescate económico, porque eso sería, en voz del mandatario, una estrategia “neoliberal”. Y es que, además de que el peso está en su nivel histórico más bajo, la consigna de parar labores, pagar al personal sin despedirlo, negarse a condonar o, por lo menos, prorrogar la carga fiscal a los negocios sin importar su tamaño, ha puesto al sector empresarial “contra la lona”.

Desde la papelería de “a la vuelta” hasta grandes consorcios se están viendo afectados por el cierre obligado y la cuarentena masiva y, al no obtener ganancias, les está resultando, prácticamente, imposible el satisfacer las exigencias del mandatario y las necesidades de sus empleados. A la larga, la carencia de circulante en el mercado pudiera ser catastrófica para todos.

En materia de seguridad la situación no es la mejor. Tristemente el mes de marzo rompió récord en cifras de homicidios dolosos, lo cual es indicativo de que la estrategia de seguridad planteada por el mandatario no está dando el resultado esperado. En otras palabras, se está confirmando lo que dijeron ciertos politólogos durante la campaña, al asegurar que el fenómeno delincuencial en México no está determinado por el nivel de carencia sino por otros factores que inciden en él.

Recordemos que AMLO mucho tiempo aseguró que el desamparo obligaba al ciudadano a delinquir y esa era la razón de implementar sus programas de apoyos, becas y estímulos. Hoy, a pesar de la existencia de estos la situación, más que mejorar o por lo menos mantenerse en los mismos números, ha empeorado, por lo que es urgente “un golpe de timón” en esta temática.

Aunado a todo lo anterior podemos tocar cosas como el desplome del precio del petróleo, la recesión económica, la perspectiva nula de crecimiento de las calificadoras y otros detalles que, quizás, estén fuera de control de las manos del mandatario por lo que se deben desafiar de la mejor manera.

En ningún momento digo que tengamos un mal gobernante pues, como lo hemos comentado en entregas anteriores, el tiempo se encargará de darle la razón a quien la tiene, señalo que urge un cambio de planes; apostar a otra estrategia, pues el plazo está por vencerse; la fecha está por llegarse y eso es sumamente preocupante.

De lo contrario, el horizonte que se ve no es el que nos prometieron, no es el que plantearon y no es esperanzador y eso, gentil amigo, a nadie le cae “como anillo al dedo”.

Y hasta aquí pues, como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Antes de que compartamos juntos el tema que pongo a su amable dispensa, gentil amigo lector, es mi obligación decirle que, por la misma naturaleza del medio impreso, este texto fue escrito horas antes de que el jefe del Estado mexicano, Andrés Manuel López Obrador, realizara su tan esperado informe trimestral. Dicho lo anterior, podemos proceder.

Dice el conocido refrán que “No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue”. Algunos escritores con ínfulas sensacionalistas le han asignado otras etiquetas a ese momento trascendental en la vida del hombre, de una comunidad, país y, en esta ocasión lo vale, del mundo. “Hora cero” o “el punto sin retorno” son solo algunos de los remoquetes que ha recibido ese instante. En algunas ocasiones con perspectivas desproporcionadas y, en otras, de manera muy atinada.

Pues bien, evitando ser sensacionalista o desproporcionado en la adjetivación, considero que el Gobierno federal, con toda la maquinaria que este representa, ha llegado a su “hora cero” y debe poner en marcha y de manera urgente una serie de pasos que le permitan sacar adelante el compromiso multidisciplinar al que se está enfrentando desde que empezó la actual administración y que, como si fuera poco, se vino a agudizar con la presencia de la pandemia que estamos viviendo.

Más allá de subastas y rifas, lejos de críticas retrospectivas inútiles e innecesarias al modelo neoliberal y sin tener que amenazar con “listas negras”, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos Andrés Manuel López Obrador deberá demostrar que se tiene un plan de rescate para la economía nacional o, por lo menos, un paliativo que permita acomodarse al empresariado nacional para operar y satisfacer la necesidad de los empleados, en las condiciones exigidas por el Ejecutivo federal.

Antes de que AMLO rinda este informe a los mexicanos, debemos estar conscientes que no es un asunto fácil de enfrentar y, mucho menos, de solucionar, sin embargo se supone que, nosotros, como sociedad, tenemos en las altas cúpulas gubernamentales a figuras importantes y preparadas en sus respectivos quehaceres y que saben cuál es el mejor rumbo a tomar.

En materia de salud, México –y los países del orbe– se encuentra “atado de manos” en lo que a la cura del Covid-19 se refiere. Sin embargo, sí puede abonar mucho con una inversión extraordinaria que permita fortalecer el esquema de salud del país con recurso técnico, material y humano que hoy son urgentes y ya no pueden esperar para después. Cito en atención al objetivo primigenio de la rifa del avión.

A diferencia del vecino del norte, México no tiene la fortaleza económica para destinar grandes cantidades de recursos para mejorar “de la noche a la mañana” con hospitales de especialidad, construcción de equipo y dotación de accesorios a su personal, para enfrentar el avance del padecimiento. La “otra cara de la moneda” es que, afortunadamente, ya se está contratando por honorarios a doctores y enfermeros y se habla de acciones para el futuro inmediato, no obstante, el número progresivo de pacientes y las carencias se tienen en la actualidad y que cada vez son más notorias.

En materia de economía, los protagonistas del sector productivo de México estarán esperando con ansia un programa de apoyos fiscales, ya no digamos de rescate económico, porque eso sería, en voz del mandatario, una estrategia “neoliberal”. Y es que, además de que el peso está en su nivel histórico más bajo, la consigna de parar labores, pagar al personal sin despedirlo, negarse a condonar o, por lo menos, prorrogar la carga fiscal a los negocios sin importar su tamaño, ha puesto al sector empresarial “contra la lona”.

Desde la papelería de “a la vuelta” hasta grandes consorcios se están viendo afectados por el cierre obligado y la cuarentena masiva y, al no obtener ganancias, les está resultando, prácticamente, imposible el satisfacer las exigencias del mandatario y las necesidades de sus empleados. A la larga, la carencia de circulante en el mercado pudiera ser catastrófica para todos.

En materia de seguridad la situación no es la mejor. Tristemente el mes de marzo rompió récord en cifras de homicidios dolosos, lo cual es indicativo de que la estrategia de seguridad planteada por el mandatario no está dando el resultado esperado. En otras palabras, se está confirmando lo que dijeron ciertos politólogos durante la campaña, al asegurar que el fenómeno delincuencial en México no está determinado por el nivel de carencia sino por otros factores que inciden en él.

Recordemos que AMLO mucho tiempo aseguró que el desamparo obligaba al ciudadano a delinquir y esa era la razón de implementar sus programas de apoyos, becas y estímulos. Hoy, a pesar de la existencia de estos la situación, más que mejorar o por lo menos mantenerse en los mismos números, ha empeorado, por lo que es urgente “un golpe de timón” en esta temática.

Aunado a todo lo anterior podemos tocar cosas como el desplome del precio del petróleo, la recesión económica, la perspectiva nula de crecimiento de las calificadoras y otros detalles que, quizás, estén fuera de control de las manos del mandatario por lo que se deben desafiar de la mejor manera.

En ningún momento digo que tengamos un mal gobernante pues, como lo hemos comentado en entregas anteriores, el tiempo se encargará de darle la razón a quien la tiene, señalo que urge un cambio de planes; apostar a otra estrategia, pues el plazo está por vencerse; la fecha está por llegarse y eso es sumamente preocupante.

De lo contrario, el horizonte que se ve no es el que nos prometieron, no es el que plantearon y no es esperanzador y eso, gentil amigo, a nadie le cae “como anillo al dedo”.

Y hasta aquí pues, como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.