/ lunes 23 de marzo de 2020

Con café y a media luz | Valoremos la información

Como una relación simbiótica entre el canal y la construcción del mensaje, fue como Marshall Mcluhan concibió a la relación existente entre ambas entidades y el impacto que esta sumatoria tendría en un determinado sector de la sociedad, fue así como acuñó su famosa frase: “El medio es el mensaje”.

En otras palabras, este pensador contemporáneo, aseguraba que la masa le daría más valor al mensaje emitido por un medio sólido, responsable y establecido que se apoya en un personaje reconocido por la comunidad como líder de opinión que a los decires de cualquier otro ciudadano común que hace uso de la plaza pública como en la antigua Grecia.

Sin embargo, aunque Mcluhan consideró a los avances tecnológicos del futuro, jamás pensó que estos llegarían a un extraordinario nivel de inmediatez e individualidad, al grado de que, armado con un teléfono o tableta inteligentes, cada uno de los miembros de la comunidad se podría convertir en un medio de comunicación masiva en potencia.

Lo arriba escrito, sin duda, ha traído grandes beneficios a la sociedad. Eso es algo indiscutible. Lamentablemente, la inmadurez, irresponsabilidad, falta de criterio, ignorancia y otros tantos factores, han ocasionado que vivamos en un contexto de confusión, desinformación y difamación pues, de la noche a la mañana, nos hemos llenado de expertos en todas las materias que aprovechan los entornos gratuitos virtuales para desprestigiar a sus semejantes por el sencillo hecho de no estar de acuerdo con ellos.

¿Por qué hago esta reflexión, gentil amigo lector? Le explicaré.

Este fin de semana, en alguno de los grupos sociales en los que me han invitado a pertenecer, circuló un videoclip realizado por un “ilustre pensador radicalista” quien, con tomas “trampeadas” y otro tipo de argumentos visuales, quiso demostrar que los medios de comunicación tradicionales están “exagerando” la nota del brote de COVID – 19 en nuestro país, con el único fin de desprestigiar al presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador.

Y, entre sus “doctos” argumentos, sostuvo que ese comportamiento de parte de los representantes de la prensa nacional es por la carencia de la comisión que, otrora, le hacían llegar a sus sendas empresas los titulares de las secretarías y dependencias que estaban en la agenda informativa del reportero.

Como colofón a su clip informativo, el mozalbete – pues no pasaba de los treinta años – retaba a cualquier persona enferma de coronavirus en México a que se dejara entrevistar por él o, por lo menos, lanzara un video a las redes en la que reconocía ser portador o portadora de este mal.

Cuando concluyó la reproducción de este archivo, dejó en mí una confusa sensación ocasionada por la mezcla de tristeza, coraje, burla y otras más. No sabía si reír, llorar o enojarme por la desinformación tan lamentable que estaba ocasionado el jovencito que hablaba con sobrados aires de grandeza, conocimiento y pruebas construidas en los más recónditos y oscuros callejones de su imaginación.

Por principio de cuentas, el COVID – 19, existe. Es una pandemia y los países del orbe han implementado, cada uno, estrategias sanitarias y económicas para enfrentarlo de la mejor manera posible. En segundo término, México no está exento por ninguna circunstancia natural, celestial o cósmica de tener pacientes con este mal, en territorio nacional y fuera de él. En tercer lugar, ya no es necesario esperar a que alguien le responda el reto al “experto comunicador” pues, desde Reynosa, una jovencita declaró, por otras razones, ser portadora del virus y estar en cuarentena.

En materia de información, debemos recordar que la parte oficial que han dado a conocer los medios tradicionales y sólidos como EL SOL DE TAMPICO ha sido emitida por las autoridades sanitarias, educativas, de relaciones exteriores y por el propio ejecutivo federal. Por una razón sumamente sencilla y valiosa: ¡Están conscientes de su labor de informar y conducir responsablemente a la sociedad en situaciones como la que estamos viviendo!

Los representantes de la prensa han acudido puntualmente a las dos citas que ha pronunciado el gobierno de los Estados Unidos Mexicanos; la primera de ellas a las siete de la mañana y la segunda por las tardes. En la matutina o como ya es conocida, “la mañanera”, el ejecutivo ha buscado tocar otros temas ajenos al avance de la enfermedad como el del aeropuerto “Felipe Ángeles”, quizá por estrategia.

Sin embargo, los reporteros han cuestionado sobre este asunto al mandatario en sus transmisiones en vivo desde Palacio Nacional y, de la misma manera que ha dicho cosas importantes y serias también se le ha ocurrido declarar que “seguirá dando abrazos” a sus seguidores o que tiene amuletos – o detentes – que lo protegen de enfermedades y adversarios.

Así, AMLO ha buscado dejarle los datos de este padecimiento al subsecretario de Salud López Gatell quien, al parecer, no se ha percatado del impacto de sus declaraciones en vivo desde el medio oficial de la Presidencia de la República y se atrevió a decir que “La fuerza del presidente es moral y no de contagio”, declaración que, de inmediato, reprodujeron las empresas informativas.

Dar cobertura como lo hacen “los medios tradicionales” no es buscar desprestigiar a la autoridad. En el tema del COVID – 19 los miembros de la prensa nacional han reproducido fielmente lo que dicen los miembros del gabinete para evitar más enfermos, además de nutrir la agenda informativa con fuentes internacionales y mencionar los avances que, en cada estado, se tienen de esta enfermedad.

Por lo anterior, gentil amigo, antes de creer cualquier mensaje que le llegue por medios “modernos” virtuales de carácter unipersonal, haga un lapso para verificar la información contenida, antes de darle el valor de verdadera y así, colaboremos en la construcción de la realidad en todos los sentidos.

Como una relación simbiótica entre el canal y la construcción del mensaje, fue como Marshall Mcluhan concibió a la relación existente entre ambas entidades y el impacto que esta sumatoria tendría en un determinado sector de la sociedad, fue así como acuñó su famosa frase: “El medio es el mensaje”.

En otras palabras, este pensador contemporáneo, aseguraba que la masa le daría más valor al mensaje emitido por un medio sólido, responsable y establecido que se apoya en un personaje reconocido por la comunidad como líder de opinión que a los decires de cualquier otro ciudadano común que hace uso de la plaza pública como en la antigua Grecia.

Sin embargo, aunque Mcluhan consideró a los avances tecnológicos del futuro, jamás pensó que estos llegarían a un extraordinario nivel de inmediatez e individualidad, al grado de que, armado con un teléfono o tableta inteligentes, cada uno de los miembros de la comunidad se podría convertir en un medio de comunicación masiva en potencia.

Lo arriba escrito, sin duda, ha traído grandes beneficios a la sociedad. Eso es algo indiscutible. Lamentablemente, la inmadurez, irresponsabilidad, falta de criterio, ignorancia y otros tantos factores, han ocasionado que vivamos en un contexto de confusión, desinformación y difamación pues, de la noche a la mañana, nos hemos llenado de expertos en todas las materias que aprovechan los entornos gratuitos virtuales para desprestigiar a sus semejantes por el sencillo hecho de no estar de acuerdo con ellos.

¿Por qué hago esta reflexión, gentil amigo lector? Le explicaré.

Este fin de semana, en alguno de los grupos sociales en los que me han invitado a pertenecer, circuló un videoclip realizado por un “ilustre pensador radicalista” quien, con tomas “trampeadas” y otro tipo de argumentos visuales, quiso demostrar que los medios de comunicación tradicionales están “exagerando” la nota del brote de COVID – 19 en nuestro país, con el único fin de desprestigiar al presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador.

Y, entre sus “doctos” argumentos, sostuvo que ese comportamiento de parte de los representantes de la prensa nacional es por la carencia de la comisión que, otrora, le hacían llegar a sus sendas empresas los titulares de las secretarías y dependencias que estaban en la agenda informativa del reportero.

Como colofón a su clip informativo, el mozalbete – pues no pasaba de los treinta años – retaba a cualquier persona enferma de coronavirus en México a que se dejara entrevistar por él o, por lo menos, lanzara un video a las redes en la que reconocía ser portador o portadora de este mal.

Cuando concluyó la reproducción de este archivo, dejó en mí una confusa sensación ocasionada por la mezcla de tristeza, coraje, burla y otras más. No sabía si reír, llorar o enojarme por la desinformación tan lamentable que estaba ocasionado el jovencito que hablaba con sobrados aires de grandeza, conocimiento y pruebas construidas en los más recónditos y oscuros callejones de su imaginación.

Por principio de cuentas, el COVID – 19, existe. Es una pandemia y los países del orbe han implementado, cada uno, estrategias sanitarias y económicas para enfrentarlo de la mejor manera posible. En segundo término, México no está exento por ninguna circunstancia natural, celestial o cósmica de tener pacientes con este mal, en territorio nacional y fuera de él. En tercer lugar, ya no es necesario esperar a que alguien le responda el reto al “experto comunicador” pues, desde Reynosa, una jovencita declaró, por otras razones, ser portadora del virus y estar en cuarentena.

En materia de información, debemos recordar que la parte oficial que han dado a conocer los medios tradicionales y sólidos como EL SOL DE TAMPICO ha sido emitida por las autoridades sanitarias, educativas, de relaciones exteriores y por el propio ejecutivo federal. Por una razón sumamente sencilla y valiosa: ¡Están conscientes de su labor de informar y conducir responsablemente a la sociedad en situaciones como la que estamos viviendo!

Los representantes de la prensa han acudido puntualmente a las dos citas que ha pronunciado el gobierno de los Estados Unidos Mexicanos; la primera de ellas a las siete de la mañana y la segunda por las tardes. En la matutina o como ya es conocida, “la mañanera”, el ejecutivo ha buscado tocar otros temas ajenos al avance de la enfermedad como el del aeropuerto “Felipe Ángeles”, quizá por estrategia.

Sin embargo, los reporteros han cuestionado sobre este asunto al mandatario en sus transmisiones en vivo desde Palacio Nacional y, de la misma manera que ha dicho cosas importantes y serias también se le ha ocurrido declarar que “seguirá dando abrazos” a sus seguidores o que tiene amuletos – o detentes – que lo protegen de enfermedades y adversarios.

Así, AMLO ha buscado dejarle los datos de este padecimiento al subsecretario de Salud López Gatell quien, al parecer, no se ha percatado del impacto de sus declaraciones en vivo desde el medio oficial de la Presidencia de la República y se atrevió a decir que “La fuerza del presidente es moral y no de contagio”, declaración que, de inmediato, reprodujeron las empresas informativas.

Dar cobertura como lo hacen “los medios tradicionales” no es buscar desprestigiar a la autoridad. En el tema del COVID – 19 los miembros de la prensa nacional han reproducido fielmente lo que dicen los miembros del gabinete para evitar más enfermos, además de nutrir la agenda informativa con fuentes internacionales y mencionar los avances que, en cada estado, se tienen de esta enfermedad.

Por lo anterior, gentil amigo, antes de creer cualquier mensaje que le llegue por medios “modernos” virtuales de carácter unipersonal, haga un lapso para verificar la información contenida, antes de darle el valor de verdadera y así, colaboremos en la construcción de la realidad en todos los sentidos.