/ martes 29 de junio de 2021

Cambiavía | Algunas ideas sobre las ideas

Segunda y última

Es una sentencia por todos conocida: “El ensayo es el centauro de los géneros”. Expresión que se alude al carácter híbrido del género.

El centauro es, en primer lugar, un producto de la mitología griega: Entre el hombre y el caballo existe una notable homología de aspectos simbólicos, y a menudo están conectados por un destino común. Ejemplos de ello, son: los varios dioses del hinduismo, la bíblica burra de Balaam, capaza de hablar, o el caballo del dios frigio Men, que tiene las patas delanteras humanas, el caballo de César, dotado de pies humanos y capaz de profetizar. Los centauros están constituidos por un cuerpo de completo de hombre que, a la altura de los riñones, se une a un cuerpo de caballo sin las patas delanteras; con el tiempo la forma adquiere una mayor elegancia al tener el cuerpo de caballo, con sus cuatro patas, y el busto humano con sus dos brazos.

Todas las leyendas relacionadas con los centauros los convierten en seres primitivos, violentos y libidinosos; se alimentan de carne cruda y viven en estado salvaje en los bosques. Las únicas excepciones son los dos centauros Pholos y Cherion, quienes descienden de otros padres distintos, lo que explica las diferencias de mentalidad y actitud. No obstante, Cherion es quien, para efectos de explicar, la metáfora de Alfonso Reyes, nos sirve mejor. Veamos por qué:

Cherion (Quirón) Es el más famoso de los centauros de la mitología griega. Es hijo de Cronos, el más joven hijo de Urano, y de Fílira. Sobre la forma en que estos se acoplaron existen dos versiones: a) Cronos se unió a la doncella convertido en caballo, para escapar a los celos de su esposa Rea, b) Fílira es la que se convirtió en yegua. Sea como fuere, lo cierto es que el fruto de la pasión vino al mundo con el aspecto híbrido de hombre y caballo, típico de los centauros.

Veamos, ahora, cuáles son las características de Cherion, para comprender la metáfora de Alfonso Reyes: Quirón aparece como protector y consejero de Peleo, consigue que Peleo se case con Tetis. De esta pareja nace Aquiles. Quirón se encargará de brindarle la más completa educación. Es Quirón quien le cura la herida del talón y quien le procura una intervención de cirugía ortopédica, en la que sustituye el hueso dañado por otro igual, tomado del esqueleto del gigante Damiso, velocísimo en la carrera. Quirón fue un gran artista, esculpió una estatua de Acteón, que hasta los propios perros le reconocían cuál si estuviese vivo. Quirón era inmortal. Pero fue herido con una flecha envenenada con la sangre de la hidra de Lerna. No moría, pero a cambio padecía grandes dolores. Prometeo le ofrece su propia suerte de ser mortal, quien así logro terminar con su existencia, mientras que Prometeo se hacía inmortal. Quirón ascendió al cielo en la forma de la constelación de Sagitario.

Como podemos ver. El centauro es un híbrido. El ensayo es, ante todo, una mezcla, en donde están presentes la ciencia y la poesía. Sus manifestaciones permiten escudriñar la verdad, pero al no alcanzar la gran verdad, al dejar abiertas sus posibilidades del conocimiento, lo convierte en una suerte de ser inmortal, como el centauro. El centauro es un hombre sabio, como el ensayista, cercano a las artes y a la ciencia. El centauro procura asimilar el conocimiento de ambos mundos, el del caballo y el del hombre. En este centauro caben todas las posibilidades y las aproximaciones. Caben todos los temas y se aleja de la circularidad y la puerta cerrada.

Con respecto del ensayo titulado “Las nuevas artes” de Alfonso Reyes, se puede comentar que aborda la aparición de seis medios para la transmisión de la cultura y que se detiene de manera especial en el cine y la radio. Es hacia la parte final de su ensayo en donde aparece la tan acertada metáfora: “el ensayo: este centauro de los géneros, donde hay de todo y cabe de todo, propio hijo caprichoso de una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta, al proceso en marcha, al ‘Etcétera’ cantado ya por un poeta contemporáneo preocupado de filosofía”. Quizás este “etcétera” sea una de las características principales del ensayo, es decir, la posibilidad de lo infinito, lo que le garantizaría una extensa vida.

Según Octavio Paz, el ensayista tiene que ser diverso, penetrante, agudo, novedoso y dominar el arte difícil de los puntos suspensivos. No agota su tema, no compila ni sistematiza: explora. Si cede a la tentación de ser categórico, como tantas veces le ocurrió a Ortega y Gasset, debe entonces introducir en lo que dice unas gotas de duda, una reserva. La prosa del ensayo fluye viva, nunca en línea recta, equidistante siempre de los dos extremos que sin cesar la acechan: el tratado y el aforismo. Dos formas de la congelación.

Xavier Villaurrutia escribió “Ensayistas franceses contemporáneos. En el texto cuestiona la calidad de los “ensayistas”. Lo primero que hace el autor es aclarar que Montaigne no es el inventor del “género”, sino más bien, el inventor del ensayo, y especifica que en el ensayo no existe una retórica. No existe una poética del ensayo, no existen reglas externas que guíen la mano o modifiquen la conducta del ensayista en el momento de la expresión.

Villaurrutia asevera que es “una realidad palpable en la literatura moderna”. Asienta, además, que el ensayo se cultiva en todas las literaturas del mundo, pero que, en Inglaterra y los estados unidos es en donde se cuenta con ensayistas de primer orden.

De ahí parte para elaborar una serie de comentarios en torno de treinta escritores franceses de los que, dice. “no puede menos que producir la efervescencia de una mezcla de curiosidad y asombro”. Nadie se salva, excepto Jacques Rivière, a quienes los autores dedican un justo recuerdo a uno de los espíritus más apasionados y apasionantes de su tiempo. Quizás las líneas finales dan cuenta no solo del panorama de la ensayística francesa que cuestiona, sino de sus conclusiones, en las que sobresale, desde luego, Montaigne, a quien considera creador no solo del ensayo inglés, también del francés.

A partir de las lecturas iniciales y de la experiencia que se ha acumulado en el campo literario, lo que se puede expresar es que el género, en Hispanoamérica, desde que hizo su aparición en la época de la Colonia y hasta nuestros días, ha sido una herramienta fundamental para la generación de las ideas, del análisis de la vida hispanoamericana, pero particularmente, de lo nacional.

El ensayo permite conocer de manera muy profunda el pensamiento de los grandes hombres de los movimientos de independencia y de la reforma, en nuestro país. Los movimientos literarios y sociales que se gestaron al principio del siglo veinte en la América Latina. Sí, es interesante conocer la identidad del mexicano en los textos de Octavio Paz, pero también es igualmente necesario conocer los lazos de España y América en las aportaciones de Carlos Fuentes o las pequeñas historias que hábilmente pergeñó el maestro Carlos Monsiváis.

Este género es siempre una posibilidad abierta, un “Etcétera” que posibilita un carácter germinal del conocimiento y de crecimiento de la vida literaria. En estos días en los que la hibridación es el común de la actividad literaria, celebremos que el ensayo es una de las herramientas indispensables para que florezca la ciencia y el arte.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y a mi gaviota que desafía olas en frenético vuelo.

ernesto.jimher@gmail.com

Segunda y última

Es una sentencia por todos conocida: “El ensayo es el centauro de los géneros”. Expresión que se alude al carácter híbrido del género.

El centauro es, en primer lugar, un producto de la mitología griega: Entre el hombre y el caballo existe una notable homología de aspectos simbólicos, y a menudo están conectados por un destino común. Ejemplos de ello, son: los varios dioses del hinduismo, la bíblica burra de Balaam, capaza de hablar, o el caballo del dios frigio Men, que tiene las patas delanteras humanas, el caballo de César, dotado de pies humanos y capaz de profetizar. Los centauros están constituidos por un cuerpo de completo de hombre que, a la altura de los riñones, se une a un cuerpo de caballo sin las patas delanteras; con el tiempo la forma adquiere una mayor elegancia al tener el cuerpo de caballo, con sus cuatro patas, y el busto humano con sus dos brazos.

Todas las leyendas relacionadas con los centauros los convierten en seres primitivos, violentos y libidinosos; se alimentan de carne cruda y viven en estado salvaje en los bosques. Las únicas excepciones son los dos centauros Pholos y Cherion, quienes descienden de otros padres distintos, lo que explica las diferencias de mentalidad y actitud. No obstante, Cherion es quien, para efectos de explicar, la metáfora de Alfonso Reyes, nos sirve mejor. Veamos por qué:

Cherion (Quirón) Es el más famoso de los centauros de la mitología griega. Es hijo de Cronos, el más joven hijo de Urano, y de Fílira. Sobre la forma en que estos se acoplaron existen dos versiones: a) Cronos se unió a la doncella convertido en caballo, para escapar a los celos de su esposa Rea, b) Fílira es la que se convirtió en yegua. Sea como fuere, lo cierto es que el fruto de la pasión vino al mundo con el aspecto híbrido de hombre y caballo, típico de los centauros.

Veamos, ahora, cuáles son las características de Cherion, para comprender la metáfora de Alfonso Reyes: Quirón aparece como protector y consejero de Peleo, consigue que Peleo se case con Tetis. De esta pareja nace Aquiles. Quirón se encargará de brindarle la más completa educación. Es Quirón quien le cura la herida del talón y quien le procura una intervención de cirugía ortopédica, en la que sustituye el hueso dañado por otro igual, tomado del esqueleto del gigante Damiso, velocísimo en la carrera. Quirón fue un gran artista, esculpió una estatua de Acteón, que hasta los propios perros le reconocían cuál si estuviese vivo. Quirón era inmortal. Pero fue herido con una flecha envenenada con la sangre de la hidra de Lerna. No moría, pero a cambio padecía grandes dolores. Prometeo le ofrece su propia suerte de ser mortal, quien así logro terminar con su existencia, mientras que Prometeo se hacía inmortal. Quirón ascendió al cielo en la forma de la constelación de Sagitario.

Como podemos ver. El centauro es un híbrido. El ensayo es, ante todo, una mezcla, en donde están presentes la ciencia y la poesía. Sus manifestaciones permiten escudriñar la verdad, pero al no alcanzar la gran verdad, al dejar abiertas sus posibilidades del conocimiento, lo convierte en una suerte de ser inmortal, como el centauro. El centauro es un hombre sabio, como el ensayista, cercano a las artes y a la ciencia. El centauro procura asimilar el conocimiento de ambos mundos, el del caballo y el del hombre. En este centauro caben todas las posibilidades y las aproximaciones. Caben todos los temas y se aleja de la circularidad y la puerta cerrada.

Con respecto del ensayo titulado “Las nuevas artes” de Alfonso Reyes, se puede comentar que aborda la aparición de seis medios para la transmisión de la cultura y que se detiene de manera especial en el cine y la radio. Es hacia la parte final de su ensayo en donde aparece la tan acertada metáfora: “el ensayo: este centauro de los géneros, donde hay de todo y cabe de todo, propio hijo caprichoso de una cultura que no puede ya responder al orbe circular y cerrado de los antiguos, sino a la curva abierta, al proceso en marcha, al ‘Etcétera’ cantado ya por un poeta contemporáneo preocupado de filosofía”. Quizás este “etcétera” sea una de las características principales del ensayo, es decir, la posibilidad de lo infinito, lo que le garantizaría una extensa vida.

Según Octavio Paz, el ensayista tiene que ser diverso, penetrante, agudo, novedoso y dominar el arte difícil de los puntos suspensivos. No agota su tema, no compila ni sistematiza: explora. Si cede a la tentación de ser categórico, como tantas veces le ocurrió a Ortega y Gasset, debe entonces introducir en lo que dice unas gotas de duda, una reserva. La prosa del ensayo fluye viva, nunca en línea recta, equidistante siempre de los dos extremos que sin cesar la acechan: el tratado y el aforismo. Dos formas de la congelación.

Xavier Villaurrutia escribió “Ensayistas franceses contemporáneos. En el texto cuestiona la calidad de los “ensayistas”. Lo primero que hace el autor es aclarar que Montaigne no es el inventor del “género”, sino más bien, el inventor del ensayo, y especifica que en el ensayo no existe una retórica. No existe una poética del ensayo, no existen reglas externas que guíen la mano o modifiquen la conducta del ensayista en el momento de la expresión.

Villaurrutia asevera que es “una realidad palpable en la literatura moderna”. Asienta, además, que el ensayo se cultiva en todas las literaturas del mundo, pero que, en Inglaterra y los estados unidos es en donde se cuenta con ensayistas de primer orden.

De ahí parte para elaborar una serie de comentarios en torno de treinta escritores franceses de los que, dice. “no puede menos que producir la efervescencia de una mezcla de curiosidad y asombro”. Nadie se salva, excepto Jacques Rivière, a quienes los autores dedican un justo recuerdo a uno de los espíritus más apasionados y apasionantes de su tiempo. Quizás las líneas finales dan cuenta no solo del panorama de la ensayística francesa que cuestiona, sino de sus conclusiones, en las que sobresale, desde luego, Montaigne, a quien considera creador no solo del ensayo inglés, también del francés.

A partir de las lecturas iniciales y de la experiencia que se ha acumulado en el campo literario, lo que se puede expresar es que el género, en Hispanoamérica, desde que hizo su aparición en la época de la Colonia y hasta nuestros días, ha sido una herramienta fundamental para la generación de las ideas, del análisis de la vida hispanoamericana, pero particularmente, de lo nacional.

El ensayo permite conocer de manera muy profunda el pensamiento de los grandes hombres de los movimientos de independencia y de la reforma, en nuestro país. Los movimientos literarios y sociales que se gestaron al principio del siglo veinte en la América Latina. Sí, es interesante conocer la identidad del mexicano en los textos de Octavio Paz, pero también es igualmente necesario conocer los lazos de España y América en las aportaciones de Carlos Fuentes o las pequeñas historias que hábilmente pergeñó el maestro Carlos Monsiváis.

Este género es siempre una posibilidad abierta, un “Etcétera” que posibilita un carácter germinal del conocimiento y de crecimiento de la vida literaria. En estos días en los que la hibridación es el común de la actividad literaria, celebremos que el ensayo es una de las herramientas indispensables para que florezca la ciencia y el arte.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y a mi gaviota que desafía olas en frenético vuelo.

ernesto.jimher@gmail.com