/ martes 4 de mayo de 2021

Cambiavía | Dedicado a Serrat

A finales de la década de los sesenta comenzó un movimiento musical que, con diversos nombres, habría de impulsar la carrera de los que hoy llamamos cantautores. En Cuba, conocida como nueva trova, aparecieron Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez; en Sudamérica Facundo Cabral, Alberto Cortez, Víctor Jara (impulsor de la nueva canción chilena), en España sobresalieron Paco Ibáñez, Luis Eduardo Aute y Joan Manuel Serrat.

La mayoría de estos artistas no solo se distinguieron por sus composiciones personales sino porque además musicalizaron poesía, lo que para muchos, en ese entonces, fue considerado como un sacrilegio. Joan Manuel Serrat decide lanzar en 1969 el disco “Dedicado a Antonio Machado, poeta”. Segundo disco en Español, considerado junto con “Mediterráneo” como uno de los mejores de su vasta producción discográfica. Serrat, letrista, músico, cantante, compositor y vocalista arriesga todo en este disco: por una parte abre un paréntesis en su incipiente carrera como autor en castellano para musicalizar poemas de uno de los poetas más destacados durante el periodo de la guerra civil, con todo eso en contra, el disco alcanzó los primeros lugares de popularidad, con lo cual logró revivir al gran poeta Antonio Machado, en España y Latinoamérica.

Un dato que resulta muy interesante es que, dos años atrás, Alberto Cortez había producido el disco “Poemas y canciones”, en este álbum incluye los poemas 15 y 20 de Pablo Neruda, pertenecientes a “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”; en 1968 lanza el disco “Poemas y canciones, Vol. 2”, en el que musicaliza poemas de Machado, entre ellos “Guitarra del mesón”, “Las moscas”, “Retrato”, “Yo voy soñando caminos”, “Proverbios y cantares”.

En principio, Joan Manuel Serrat rescata y respeta la musicalización de Alberto Cortez, pero aprovecha su conocimiento de “la chanson” francesa para presentar nuevos arreglos musicales y además, en algunas piezas, le escuchamos recitar algunos versos con gran acierto. Ambos cantautores seleccionan distintos versos de “Yo voy soñando caminos” y de “Proverbios y cantares”, y la verdad es que en ambos casos la poesía de Machado nos inunda y nos hace latir. Me parece que no tiene ningún desperdicio el hecho de que ambos cantautores hayan musicalizado la obra de Machado, por el contrario, escuchar las propuestas musicales de cada uno es un verdadero deleite. Veamos con más detalle el disco que nos ocupa:

El disco inicia con “Cantares” (quizá la canción más conocida de Serrat), en este caso selecciona distintas estrofas de los “Proverbios y cantares”, pero le añade un texto propio, como un homenaje al poeta que se vio obligado a abandonar su patria, y vivir en el exilio, en Collioure, Francia: “Murió el poeta lejos del hogar. / Le cubre el polvo de un país vecino. / Al alejarse, le vieron llorar. / ‘Caminante no hay camino, / se hace camino al andar’”. Y es que “el camino” es uno de los principales simbolismos presentes en la poesía de Machado, los caminos son la vida, la que se “hace al andar”, porque no hay camino “sino estelas en la mar”, el camino es búsqueda y peregrinar.

“Retrato” es la segunda canción del disco. Como ya he tecleado líneas arriba, Serrat incluye la canción compuesta por Alberto Cortez en su disco “Poemas y canciones Vol. 2”. El arreglo musical respeta casi en su totalidad el texto original. Este poema fue a la vez un presagio y sentencia de vida, pues Machado escribió. “Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar / me encontraréis a bordo ligero de equipaje / casi desnudo, como los hijos de la mar”. Y así fue, cuando Machado inicia lo que sería su último viaje, se ve obligado a dejar su equipaje y avanzar a pie para llegar a la frontera francesa y salvar su vida.

En las siguientes canciones: “Guitarra del mesón “ y “Las moscas”, ya musicalizadas por Cortez, Serrat decide dejar una impronta personal y para la primera, utiliza la clásica guitarra española para “sonar jota, mañana petenera”; y en el caso de “Las moscas” aprovecha el arreglo innovador de Alberto, en el que desde el comienzo del disco, uno parece escucharla el clásico zumbido.

Una de las canciones que más honda huella ha dejado en este juntapalabras es “La saeta”. Una saeta es una copla religiosa que se entona particularmente en las procesiones de Semana Santa. La más famosa es, desde luego, la escrita por Machado y cantada por Serrat. Sobre esta misma se han multiplicado las versiones, especialmente la de los “cantaores”, como la del gran Camarón de la Isla. Así como en “Cantares”, en “La saeta”, tenemos la oportunidad de escuchar a Serrat leyendo poesía, esas breves, pero sustanciosas muestras de su talento como lector. Y bueno qué decir, ahí se conjuga su voz, su carisma, su juventud…

En lo que era el “Lado B” del disco original, aparecen “Del pasado efímero” y “Españolito”, canciones que siempre he escuchado como una sola pieza, pues el arreglo final de la primera es con el que inicia la segunda. Aquí también se escucha recitar a Serrat, y se aprecia esa influencia de “la chanson”, ese tono afrancesado. Es un acierto incorporarlas de esta manera, como una metáfora de la España que fue durante el franquismo y la que será después de 1975. Una canción brevísima que dice tanto: “Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir empieza. / Entre una España que muere / y otra España que bosteza. / Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

“A un olmo seco”, es otra joya incluida en este disco. Este poema tiene su marca de origen en Soria, ciudad que, como Sevilla, fueron fundamentales en el trabajo creativo de Antonio Machado. El poema pertenece a “Campos de Castilla”, escrito el cuatro de mayo de 1912. Un año atrás, Leonor, esposa de Machado, sufre una violenta hemoptisis y deciden regresar a Soria, lugar en el que ella morirá el 1 de agosto. Es en este ambiente en que se escribe este poema, y no resulta extraño relacionar los versos del poema con la grave enfermedad que padecía Leonor. También hay quien piensa que el poema es un reflejo de la decadencia del país y la esperanza de Machado en su regeneración.

Los versos finales, cargados de metáforas luminosas son, precisamente, deseos de transmitir esa cálida y sentida humanidad que se reflejó a lo largo de toda su obra: “Antes que te derribe, olmo del Duero, / con su hacha el / leñador, y el carpintero / te convierta en melena de campana, / lanza de carro o yugo de carreta; / antes que rojo en el hogar, mañana, / ardas de alguna mísera caseta, / al borde de un camino; / antes que te descuaje un torbellino / y tronche el soplo de las sierras blancas; / antes que el río hasta la mar te empuje / por valles y barrancas, / olmo, quiero anotar en mi cartera / la gracia de tu rama verdecida. /Mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera”.

A finales de la década de los sesenta comenzó un movimiento musical que, con diversos nombres, habría de impulsar la carrera de los que hoy llamamos cantautores. En Cuba, conocida como nueva trova, aparecieron Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez; en Sudamérica Facundo Cabral, Alberto Cortez, Víctor Jara (impulsor de la nueva canción chilena), en España sobresalieron Paco Ibáñez, Luis Eduardo Aute y Joan Manuel Serrat.

La mayoría de estos artistas no solo se distinguieron por sus composiciones personales sino porque además musicalizaron poesía, lo que para muchos, en ese entonces, fue considerado como un sacrilegio. Joan Manuel Serrat decide lanzar en 1969 el disco “Dedicado a Antonio Machado, poeta”. Segundo disco en Español, considerado junto con “Mediterráneo” como uno de los mejores de su vasta producción discográfica. Serrat, letrista, músico, cantante, compositor y vocalista arriesga todo en este disco: por una parte abre un paréntesis en su incipiente carrera como autor en castellano para musicalizar poemas de uno de los poetas más destacados durante el periodo de la guerra civil, con todo eso en contra, el disco alcanzó los primeros lugares de popularidad, con lo cual logró revivir al gran poeta Antonio Machado, en España y Latinoamérica.

Un dato que resulta muy interesante es que, dos años atrás, Alberto Cortez había producido el disco “Poemas y canciones”, en este álbum incluye los poemas 15 y 20 de Pablo Neruda, pertenecientes a “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”; en 1968 lanza el disco “Poemas y canciones, Vol. 2”, en el que musicaliza poemas de Machado, entre ellos “Guitarra del mesón”, “Las moscas”, “Retrato”, “Yo voy soñando caminos”, “Proverbios y cantares”.

En principio, Joan Manuel Serrat rescata y respeta la musicalización de Alberto Cortez, pero aprovecha su conocimiento de “la chanson” francesa para presentar nuevos arreglos musicales y además, en algunas piezas, le escuchamos recitar algunos versos con gran acierto. Ambos cantautores seleccionan distintos versos de “Yo voy soñando caminos” y de “Proverbios y cantares”, y la verdad es que en ambos casos la poesía de Machado nos inunda y nos hace latir. Me parece que no tiene ningún desperdicio el hecho de que ambos cantautores hayan musicalizado la obra de Machado, por el contrario, escuchar las propuestas musicales de cada uno es un verdadero deleite. Veamos con más detalle el disco que nos ocupa:

El disco inicia con “Cantares” (quizá la canción más conocida de Serrat), en este caso selecciona distintas estrofas de los “Proverbios y cantares”, pero le añade un texto propio, como un homenaje al poeta que se vio obligado a abandonar su patria, y vivir en el exilio, en Collioure, Francia: “Murió el poeta lejos del hogar. / Le cubre el polvo de un país vecino. / Al alejarse, le vieron llorar. / ‘Caminante no hay camino, / se hace camino al andar’”. Y es que “el camino” es uno de los principales simbolismos presentes en la poesía de Machado, los caminos son la vida, la que se “hace al andar”, porque no hay camino “sino estelas en la mar”, el camino es búsqueda y peregrinar.

“Retrato” es la segunda canción del disco. Como ya he tecleado líneas arriba, Serrat incluye la canción compuesta por Alberto Cortez en su disco “Poemas y canciones Vol. 2”. El arreglo musical respeta casi en su totalidad el texto original. Este poema fue a la vez un presagio y sentencia de vida, pues Machado escribió. “Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar / me encontraréis a bordo ligero de equipaje / casi desnudo, como los hijos de la mar”. Y así fue, cuando Machado inicia lo que sería su último viaje, se ve obligado a dejar su equipaje y avanzar a pie para llegar a la frontera francesa y salvar su vida.

En las siguientes canciones: “Guitarra del mesón “ y “Las moscas”, ya musicalizadas por Cortez, Serrat decide dejar una impronta personal y para la primera, utiliza la clásica guitarra española para “sonar jota, mañana petenera”; y en el caso de “Las moscas” aprovecha el arreglo innovador de Alberto, en el que desde el comienzo del disco, uno parece escucharla el clásico zumbido.

Una de las canciones que más honda huella ha dejado en este juntapalabras es “La saeta”. Una saeta es una copla religiosa que se entona particularmente en las procesiones de Semana Santa. La más famosa es, desde luego, la escrita por Machado y cantada por Serrat. Sobre esta misma se han multiplicado las versiones, especialmente la de los “cantaores”, como la del gran Camarón de la Isla. Así como en “Cantares”, en “La saeta”, tenemos la oportunidad de escuchar a Serrat leyendo poesía, esas breves, pero sustanciosas muestras de su talento como lector. Y bueno qué decir, ahí se conjuga su voz, su carisma, su juventud…

En lo que era el “Lado B” del disco original, aparecen “Del pasado efímero” y “Españolito”, canciones que siempre he escuchado como una sola pieza, pues el arreglo final de la primera es con el que inicia la segunda. Aquí también se escucha recitar a Serrat, y se aprecia esa influencia de “la chanson”, ese tono afrancesado. Es un acierto incorporarlas de esta manera, como una metáfora de la España que fue durante el franquismo y la que será después de 1975. Una canción brevísima que dice tanto: “Ya hay un español que quiere / vivir y a vivir empieza. / Entre una España que muere / y otra España que bosteza. / Españolito que vienes / al mundo te guarde Dios. / Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

“A un olmo seco”, es otra joya incluida en este disco. Este poema tiene su marca de origen en Soria, ciudad que, como Sevilla, fueron fundamentales en el trabajo creativo de Antonio Machado. El poema pertenece a “Campos de Castilla”, escrito el cuatro de mayo de 1912. Un año atrás, Leonor, esposa de Machado, sufre una violenta hemoptisis y deciden regresar a Soria, lugar en el que ella morirá el 1 de agosto. Es en este ambiente en que se escribe este poema, y no resulta extraño relacionar los versos del poema con la grave enfermedad que padecía Leonor. También hay quien piensa que el poema es un reflejo de la decadencia del país y la esperanza de Machado en su regeneración.

Los versos finales, cargados de metáforas luminosas son, precisamente, deseos de transmitir esa cálida y sentida humanidad que se reflejó a lo largo de toda su obra: “Antes que te derribe, olmo del Duero, / con su hacha el / leñador, y el carpintero / te convierta en melena de campana, / lanza de carro o yugo de carreta; / antes que rojo en el hogar, mañana, / ardas de alguna mísera caseta, / al borde de un camino; / antes que te descuaje un torbellino / y tronche el soplo de las sierras blancas; / antes que el río hasta la mar te empuje / por valles y barrancas, / olmo, quiero anotar en mi cartera / la gracia de tu rama verdecida. /Mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera”.