/ martes 1 de septiembre de 2020

Cambiavía | El beso

Hace unos días escuché en Spotify una vieja canción que quizás la mayoría de ustedes no recuerden o no conozcan. Es una canción de los Churumbeles de España y se titula “El beso”, en cuyo verso final se escucha: “pero un beso de amor no se lo dan a cualquiera”. Eso dicen que dicen las mujeres españolas.

Y siguiendo con ese pensamiento me puse a reflexionar sobre las aventuras, los desencuentros y las historias de los besos. El poeta, también español, Gustavo Adolfo Bécquer, sí, el mismo que se hizo tan famoso por su “Volverán las oscuras golondrinas”; el escribió una gran cantidad de poemas, entre ellos uno que reza: “Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso… ¡Yo no sé qué te diera por un beso!” Y cómo no acordarse del poema “Metamorfosis” escrito por uno de nuestros grandes románticos mexicanos, Luis G. Urbina y que a la letra dice: “Era un cautivo beso enamorado / de una mano de nieve, que tenía / la apariencia de un lirio desmayado / y el palpitar de un ave en la agonía. / Y sucedió que un día, / aquella mano suave / de palidez de cirio, / de languidez de lirio, / de palpitar de ave, / se acercó tanto a la prisión del beso, / que ya no pudo más el pobre preso / y se escapó; más, con voluble giro, / huyó la mano hasta el confín lejano, / y el beso / que volaba tras la mano, / rompiendo el aire, se volvió suspiro”.

Sí, el beso tiene una historia que se pierde en el polvo del tiempo. ¿Cuándo se dio el primer beso, cuándo un beso con amor, cuándo el beso de la traición?

Sí, hay de besos a besos, ya lo dijo Serrat, golpe a golpe beso a beso; no, él dijo: “golpe a golpe a verso a verso”, pero cuando yo era un adolescente me gustaba cambiarle un poco la letra, cantarles a las niñas, las ganas de darles un beso, cuando apenas había probado las mieles de unos labios adolescentes.

Besar tiene muchos significados. En nuestros días besar implica en ciertas ocasiones sumisión, en otras, respeto, compromiso, entrega apasionada, pero también despecho, desaire, incluso odio, rabia, melancolía.

Ahora es muy común que la gente se salude de beso. En mi familia no existía la costumbre de saludarnos con un beso. Hasta hace poco empezamos a saludarnos con un beso en la mejilla. Mi madre aún se cohíbe cuando le beso, no se acostumbra. En cambio, hay familias que siempre se han saludado de beso y no vaya usted a pensar que solo entre opuestos, no. Se besan entre hombres, tío con sobrino o sobrina, padre a hijo o hija, etc. Los hijos besan a la madre y parece que la bendicen, la besan haciendo una “cruz” en su rostro y termina el rito cuando le besan las manos.

Sí, hay quienes todavía besan las manos de los sacerdotes, las de las madres y las de los abuelos. Son tradiciones familiares, ¿cuándo empezaron?

Pero la modernidad ha sacado a los besos de su nicho familiar y hace ya bastantito que, en nuestro país se ha generalizado el beso como saludo.

El saludo obligado en las empresas y en las oficinas públicas. Es común que cuando te presentan a una persona del sexo opuesto le saludes con un beso: Es una señal de confianza y de camaradería. Bueno, ahora hasta los gobernantes son saludados con un beso en las reuniones o mítines. Es algo que se ha extendido en todos los círculos políticos, públicos y privados. Claro que no falta el que aprovechando el puesto que tiene, y que sabe que sus empleadas o compañeras de trabajo lo “deben” saludar de beso (pues ahora es “normal”), se aprovecha y se deleita dando besos a cuanta mujer que se le atraviesa por el camino.

También existe, lo que llamo, el beso toluqueño. Se trata de un beso frívolo, en el que la mujer apenas y rosa la mejilla del varón o de otra mujer. Es un beso que expresa un desaire y que intenta poner un límite, una distancia. Nada más lejano de los besos que suelen dar ciertas mujeres toluqueñas o no, en el que un tronido acompaña un beso fuerte, afectuoso, cálido, directo. Un beso en el que se expresa cuánto se le quiere a la persona.

El beso, los besos, como en el poema de Benedetti “Los formales y el frío”, especialmente el fragmento que dice: “Él probó sólo falta que me quede a dormir / y ella probó por qué no te quedas / y él no me lo digas dos veces / y ella bueno por qué no te quedas / de manera que él se quedó en principio / a besar sin usura sus pies fríos, los de ella, / después ella besó sus labios, los de él, / que a esa altura ya no estaban tan fríos / y sucesivamente así / mientras los grandes temas / dormían el sueño que ellos no durmieron”.

No todo es miel en esta vida. Y también existen los besos del adiós. Los besos que no se han dado, “los besos que saben a despedida, a vinagre en las heridas”. Las incontables canciones que con el motivo del beso del adiós se han escrito: “Kiss me and good bye”, “Let’s just kiss and say good bye”, “El último beso” y la clásica de clásicas de nuestra Consuelo Velázquez: “Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez”. Sí, no cabe la menor duda, que la vida transcurre alrededor de los besos. Nos besan apenas nacemos, en el primer encuentro con la novia adolescente; sellamos nuestro matrimonio con un beso, y, a veces, besamos al ser querido que ha de viajar a su gran oriente, a su viaje final. Besamos a nuestros familiares y a nuestros compañeros de trabajo; besamos a nuestras amigas y, a veces, a nuestros enemigos, besamos, besamos. Un beso es la vida, es nuestra vida, un beso es la muerte.

Octavio Paz: “Amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia”.

Hace unos días escuché en Spotify una vieja canción que quizás la mayoría de ustedes no recuerden o no conozcan. Es una canción de los Churumbeles de España y se titula “El beso”, en cuyo verso final se escucha: “pero un beso de amor no se lo dan a cualquiera”. Eso dicen que dicen las mujeres españolas.

Y siguiendo con ese pensamiento me puse a reflexionar sobre las aventuras, los desencuentros y las historias de los besos. El poeta, también español, Gustavo Adolfo Bécquer, sí, el mismo que se hizo tan famoso por su “Volverán las oscuras golondrinas”; el escribió una gran cantidad de poemas, entre ellos uno que reza: “Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso… ¡Yo no sé qué te diera por un beso!” Y cómo no acordarse del poema “Metamorfosis” escrito por uno de nuestros grandes románticos mexicanos, Luis G. Urbina y que a la letra dice: “Era un cautivo beso enamorado / de una mano de nieve, que tenía / la apariencia de un lirio desmayado / y el palpitar de un ave en la agonía. / Y sucedió que un día, / aquella mano suave / de palidez de cirio, / de languidez de lirio, / de palpitar de ave, / se acercó tanto a la prisión del beso, / que ya no pudo más el pobre preso / y se escapó; más, con voluble giro, / huyó la mano hasta el confín lejano, / y el beso / que volaba tras la mano, / rompiendo el aire, se volvió suspiro”.

Sí, el beso tiene una historia que se pierde en el polvo del tiempo. ¿Cuándo se dio el primer beso, cuándo un beso con amor, cuándo el beso de la traición?

Sí, hay de besos a besos, ya lo dijo Serrat, golpe a golpe beso a beso; no, él dijo: “golpe a golpe a verso a verso”, pero cuando yo era un adolescente me gustaba cambiarle un poco la letra, cantarles a las niñas, las ganas de darles un beso, cuando apenas había probado las mieles de unos labios adolescentes.

Besar tiene muchos significados. En nuestros días besar implica en ciertas ocasiones sumisión, en otras, respeto, compromiso, entrega apasionada, pero también despecho, desaire, incluso odio, rabia, melancolía.

Ahora es muy común que la gente se salude de beso. En mi familia no existía la costumbre de saludarnos con un beso. Hasta hace poco empezamos a saludarnos con un beso en la mejilla. Mi madre aún se cohíbe cuando le beso, no se acostumbra. En cambio, hay familias que siempre se han saludado de beso y no vaya usted a pensar que solo entre opuestos, no. Se besan entre hombres, tío con sobrino o sobrina, padre a hijo o hija, etc. Los hijos besan a la madre y parece que la bendicen, la besan haciendo una “cruz” en su rostro y termina el rito cuando le besan las manos.

Sí, hay quienes todavía besan las manos de los sacerdotes, las de las madres y las de los abuelos. Son tradiciones familiares, ¿cuándo empezaron?

Pero la modernidad ha sacado a los besos de su nicho familiar y hace ya bastantito que, en nuestro país se ha generalizado el beso como saludo.

El saludo obligado en las empresas y en las oficinas públicas. Es común que cuando te presentan a una persona del sexo opuesto le saludes con un beso: Es una señal de confianza y de camaradería. Bueno, ahora hasta los gobernantes son saludados con un beso en las reuniones o mítines. Es algo que se ha extendido en todos los círculos políticos, públicos y privados. Claro que no falta el que aprovechando el puesto que tiene, y que sabe que sus empleadas o compañeras de trabajo lo “deben” saludar de beso (pues ahora es “normal”), se aprovecha y se deleita dando besos a cuanta mujer que se le atraviesa por el camino.

También existe, lo que llamo, el beso toluqueño. Se trata de un beso frívolo, en el que la mujer apenas y rosa la mejilla del varón o de otra mujer. Es un beso que expresa un desaire y que intenta poner un límite, una distancia. Nada más lejano de los besos que suelen dar ciertas mujeres toluqueñas o no, en el que un tronido acompaña un beso fuerte, afectuoso, cálido, directo. Un beso en el que se expresa cuánto se le quiere a la persona.

El beso, los besos, como en el poema de Benedetti “Los formales y el frío”, especialmente el fragmento que dice: “Él probó sólo falta que me quede a dormir / y ella probó por qué no te quedas / y él no me lo digas dos veces / y ella bueno por qué no te quedas / de manera que él se quedó en principio / a besar sin usura sus pies fríos, los de ella, / después ella besó sus labios, los de él, / que a esa altura ya no estaban tan fríos / y sucesivamente así / mientras los grandes temas / dormían el sueño que ellos no durmieron”.

No todo es miel en esta vida. Y también existen los besos del adiós. Los besos que no se han dado, “los besos que saben a despedida, a vinagre en las heridas”. Las incontables canciones que con el motivo del beso del adiós se han escrito: “Kiss me and good bye”, “Let’s just kiss and say good bye”, “El último beso” y la clásica de clásicas de nuestra Consuelo Velázquez: “Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez”. Sí, no cabe la menor duda, que la vida transcurre alrededor de los besos. Nos besan apenas nacemos, en el primer encuentro con la novia adolescente; sellamos nuestro matrimonio con un beso, y, a veces, besamos al ser querido que ha de viajar a su gran oriente, a su viaje final. Besamos a nuestros familiares y a nuestros compañeros de trabajo; besamos a nuestras amigas y, a veces, a nuestros enemigos, besamos, besamos. Un beso es la vida, es nuestra vida, un beso es la muerte.

Octavio Paz: “Amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia”.