/ martes 1 de diciembre de 2020

Cambiavía | Erradicar la violencia contra la mujer

El 25 de noviembre se llevó a cabo una jornada más de actividades por el “Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres”. En distintas áreas, lugares, foros, encuentros, reuniones, marchas, se alzaron voces para exigir el cese de la violencia contra la mujer. Se marcha porque siguen pendientes muchos temas en la agenda, para que viva en paz, sin miedo, en un mundo donde ya no exista violencia en su contra.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) preparó un informe sobre la situación de la violencia en contra de las mujeres y fue presentado ese mismo día:

De acuerdo con dicha información, las mujeres con mayor propensión a experimentar violencia por cualquier agresor a lo largo de la vida son aquellas que residen en áreas urbanas (69.3%), de edades entre 25 y 34 años (70.1%), con nivel de escolaridad superior (72.6%) o bien no pertenecen a un hogar indígena (68.8%).

En las averiguaciones previas iniciadas y/o carpetas de investigación abiertas, los principales delitos cometidos en contra de las mujeres son los relacionados con el abuso sexual (42.6%) y la violación (37.8%).

Los resultados de la encuesta 2016 indican que 66 de cada 100 mujeres de 15 años o más de edad, que viven en el país, han sufrido al menos un incidente de violencia de cualquier tipo a lo largo de la vida. El 43.9% de ellas han sufrido violencia por parte de la pareja actual o última a lo largo de su relación, mientras que 53.1% ha sufrido al menos un incidente de violencia por parte de otros agresores distintos a la pareja a lo largo de la vida.

De acuerdo con los resultados de la encuesta, para el tercer trimestre 2020, se estima que entre enero y septiembre de 2020, 9% de los hogares experimentaron alguna situación de violencia familiar.

La violencia en el seno familiar proviene de los más cercanos: los hombres son responsables en 86 % de los casos de agresión. El maltrato se extiende a los jóvenes, a los niños y a las niñas.

Para entender mejor lo que se quiere expresar por violencia es necesario referirnos al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) quien ha identificado cuatro tipos de violencia misógina: la sexual (desde un comentario malicioso o un manoseo, hasta la penetración forzada), la física, la psicológica (humillación, insultos, menosprecio, amenazas u omisiones que dañan la estima y estabilidad emocional de la persona) y económica (control que tiene el hombre hacia la mujer por medio del chantaje económico).

Los datos por sí mismos son estremecedores. Sobre todo, cuando se da el caso de padecer en nuestro propio seno familiar algún tipo de violencia. Miremos hacia adentro y veamos que casi en cualquier familia, alguna de las mujeres padece algún tipo de maltrato. En el ambiente laboral ocurre lo mismo: las mujeres son acosadas sexualmente o maltratadas psicológicamente. La misoginia se extiende y sienta sus reales, lo mismo en las oficinas públicas que en la despiadada competencia laboral de la iniciativa privada. La violencia se extiende y no respeta clases sociales, pues está presente en los barrios, en las rancherías, en las metrópolis, entre la clase burguesa y en la clase media. En muchos casos la violencia se vive al límite. Para ello se han creado distintas instituciones que procuran salvar a la mayor cantidad de mujeres posibles, aunque es cierto que son pocos los lugares a donde refugiarse para estar a salvo.

Por otra parte, me parece fundamental la idea expresada por Alicia Leal Puerta, titular del área de Protección Integral para las Mujeres, de la Secretaría de Gobernación: “No podemos aspirar a tener un proyecto de nación sano si en la familia estamos permitiendo que los niños aprendan que la violencia es la única forma de hacer valer los derechos”.

Finalmente, déjeme decirle que el año pasado se presentó la estrategia denominada Puerta Violeta, una forma de trabajar con las mujeres que ha probado por más de 25 años ser un modelo exitoso. Es cierto que está basado en prácticas internacionales, pero ahora se intenta conectarlo con las experiencias exitosas que han ocurrido en México. Con esta estrategia se intenta eliminar la violencia hacia las mujeres. Puerta Violeta, explicó Olga Sánchez Cordero, titular de la Secretaría de Gobernación, “es un espacio y refugio donde las mujeres violentadas pueden encontrar protección, tranquilidad y garantía a sus derechos, asistidas por terapeutas, psicólogos, abogados, trabajadores sociales, entre otro personal especializado, así como la posibilidad de que puedan obtener trabajo e ingresos para no regresar a los espacios de agresión o con sus agresores”.

Por su parte, el Secretario General de las Naciones Unidas marca los 16 días de activismo contra la violencia de género, del 25 de noviembre (Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer), hasta el 10 de diciembre (Día de los Derechos Humanos). Usted puede marcar una diferencia durante la actual pandemia de Covid-19 y el prolongado estado de crisis que ha generado en todo el mundo. Puede brindar apoyo a las mujeres y niñas sobrevivientes de casos de violencia para que permanezcan a salvo. Actúe durante los 16 días de activismo contra la violencia de género de este año.

A pesar de lo anterior, creo que es necesario fomentar en nuestros hogares el respeto mutuo, la comunicación y la convivencia sana y pacífica, pero por encima de las anteriores: el amor. Pues quien ama verdaderamente, procura lo mejor de lo mejor a sus seres queridos, a sus semejantes. Estas pequeñas e insuficientes medidas ayudarían a crear un ambiente de no agresión de ningún tipo y bajo ninguna circunstancia.

Sí, es cierto, ante las estadísticas y los hechos concretos al ambiente es desesperanzador. Sin embargo, vale la pena soñar con un mundo sin violencia, en particular hacia la mujer. Vale la pena por nuestra madre, nuestra esposa o nuestras hijas. Vale la pena pensar en un mundo mejor.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y a mi gaviota de intrépido vuelo.



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El 25 de noviembre se llevó a cabo una jornada más de actividades por el “Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres”. En distintas áreas, lugares, foros, encuentros, reuniones, marchas, se alzaron voces para exigir el cese de la violencia contra la mujer. Se marcha porque siguen pendientes muchos temas en la agenda, para que viva en paz, sin miedo, en un mundo donde ya no exista violencia en su contra.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) preparó un informe sobre la situación de la violencia en contra de las mujeres y fue presentado ese mismo día:

De acuerdo con dicha información, las mujeres con mayor propensión a experimentar violencia por cualquier agresor a lo largo de la vida son aquellas que residen en áreas urbanas (69.3%), de edades entre 25 y 34 años (70.1%), con nivel de escolaridad superior (72.6%) o bien no pertenecen a un hogar indígena (68.8%).

En las averiguaciones previas iniciadas y/o carpetas de investigación abiertas, los principales delitos cometidos en contra de las mujeres son los relacionados con el abuso sexual (42.6%) y la violación (37.8%).

Los resultados de la encuesta 2016 indican que 66 de cada 100 mujeres de 15 años o más de edad, que viven en el país, han sufrido al menos un incidente de violencia de cualquier tipo a lo largo de la vida. El 43.9% de ellas han sufrido violencia por parte de la pareja actual o última a lo largo de su relación, mientras que 53.1% ha sufrido al menos un incidente de violencia por parte de otros agresores distintos a la pareja a lo largo de la vida.

De acuerdo con los resultados de la encuesta, para el tercer trimestre 2020, se estima que entre enero y septiembre de 2020, 9% de los hogares experimentaron alguna situación de violencia familiar.

La violencia en el seno familiar proviene de los más cercanos: los hombres son responsables en 86 % de los casos de agresión. El maltrato se extiende a los jóvenes, a los niños y a las niñas.

Para entender mejor lo que se quiere expresar por violencia es necesario referirnos al Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) quien ha identificado cuatro tipos de violencia misógina: la sexual (desde un comentario malicioso o un manoseo, hasta la penetración forzada), la física, la psicológica (humillación, insultos, menosprecio, amenazas u omisiones que dañan la estima y estabilidad emocional de la persona) y económica (control que tiene el hombre hacia la mujer por medio del chantaje económico).

Los datos por sí mismos son estremecedores. Sobre todo, cuando se da el caso de padecer en nuestro propio seno familiar algún tipo de violencia. Miremos hacia adentro y veamos que casi en cualquier familia, alguna de las mujeres padece algún tipo de maltrato. En el ambiente laboral ocurre lo mismo: las mujeres son acosadas sexualmente o maltratadas psicológicamente. La misoginia se extiende y sienta sus reales, lo mismo en las oficinas públicas que en la despiadada competencia laboral de la iniciativa privada. La violencia se extiende y no respeta clases sociales, pues está presente en los barrios, en las rancherías, en las metrópolis, entre la clase burguesa y en la clase media. En muchos casos la violencia se vive al límite. Para ello se han creado distintas instituciones que procuran salvar a la mayor cantidad de mujeres posibles, aunque es cierto que son pocos los lugares a donde refugiarse para estar a salvo.

Por otra parte, me parece fundamental la idea expresada por Alicia Leal Puerta, titular del área de Protección Integral para las Mujeres, de la Secretaría de Gobernación: “No podemos aspirar a tener un proyecto de nación sano si en la familia estamos permitiendo que los niños aprendan que la violencia es la única forma de hacer valer los derechos”.

Finalmente, déjeme decirle que el año pasado se presentó la estrategia denominada Puerta Violeta, una forma de trabajar con las mujeres que ha probado por más de 25 años ser un modelo exitoso. Es cierto que está basado en prácticas internacionales, pero ahora se intenta conectarlo con las experiencias exitosas que han ocurrido en México. Con esta estrategia se intenta eliminar la violencia hacia las mujeres. Puerta Violeta, explicó Olga Sánchez Cordero, titular de la Secretaría de Gobernación, “es un espacio y refugio donde las mujeres violentadas pueden encontrar protección, tranquilidad y garantía a sus derechos, asistidas por terapeutas, psicólogos, abogados, trabajadores sociales, entre otro personal especializado, así como la posibilidad de que puedan obtener trabajo e ingresos para no regresar a los espacios de agresión o con sus agresores”.

Por su parte, el Secretario General de las Naciones Unidas marca los 16 días de activismo contra la violencia de género, del 25 de noviembre (Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer), hasta el 10 de diciembre (Día de los Derechos Humanos). Usted puede marcar una diferencia durante la actual pandemia de Covid-19 y el prolongado estado de crisis que ha generado en todo el mundo. Puede brindar apoyo a las mujeres y niñas sobrevivientes de casos de violencia para que permanezcan a salvo. Actúe durante los 16 días de activismo contra la violencia de género de este año.

A pesar de lo anterior, creo que es necesario fomentar en nuestros hogares el respeto mutuo, la comunicación y la convivencia sana y pacífica, pero por encima de las anteriores: el amor. Pues quien ama verdaderamente, procura lo mejor de lo mejor a sus seres queridos, a sus semejantes. Estas pequeñas e insuficientes medidas ayudarían a crear un ambiente de no agresión de ningún tipo y bajo ninguna circunstancia.

Sí, es cierto, ante las estadísticas y los hechos concretos al ambiente es desesperanzador. Sin embargo, vale la pena soñar con un mundo sin violencia, en particular hacia la mujer. Vale la pena por nuestra madre, nuestra esposa o nuestras hijas. Vale la pena pensar en un mundo mejor.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y a mi gaviota de intrépido vuelo.



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