/ martes 9 de marzo de 2021

Cambiavía | Gioconda Belli, feminismo poético

“Nos hemos pasado demasiado tiempo arrepintiéndonos

de ser mujeres —decía— y tratando de demostrar que no lo somos,

como si serlo no fuera nuestra principal fuerza,

pero no más: vamos a tomar cada estereotipo femenino

y llevarlo hasta las últimas consecuencias”.

G. B.

Para conmemorar un año más de conquistas en la lucha, al parecer inacabable, de la mujer por adquirir plenas libertades e igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la vida social, económica, política y cultural, en esta ocasión, este apachurrateclas, les compartirá algunos poemas en los que se hace presente el sentido feminista, el “eterno femenino” proclamado por Rosario Castellanos. Sí, a lo largo de la historia han existido grandes mujeres que se han encargado de manifestar sus ideas a favor de la equidad de género, del feminismo, de la emancipación, en fin, las Diosas que reclaman el sitio que les corresponde.

Caminemos pues, a través de la poesía de Gioconda Belli e identifiquemos las posturas, la fe, el credo, el amor, el erotismo, la libertad, la vida.

El poema que señala la conciencia de la mujer, es este en el que expresa:

“Y Dios me hizo mujer, / de pelo largo, / ojos, / nariz y boca de mujer. / Con curvas / y pliegues / y suaves hondonadas / y me cavó por dentro, / me hizo un taller de seres humanos. […] / Todo lo que / creó suavemente / a martillazos de soplidos / y taladrazos de amor, / las mil y una cosas que me / hacen mujer todos los días / por las que me levanto orgullosa / todas las mañanas / y bendigo mi sexo”.

En el poema “Reglas del juego para los hombres que quieran amar a las mujeres” expresa sus condiciones, aquellas que toda mujer debe reclamar, la igualdad, la ternura, la pasión, la entrega, pero también el compromiso, el hombre, la pareja, deberá caminar de su lado para gritar juntos, para cambiar el mundo: “... El hombre que me ame / no querrá poseerme como una mercancía, / ni exhibirme como un trofeo de caza, / sabrá estar a mi lado / con el mismo amor / conque yo estaré al lado suyo. [...] El amor de mi hombre / no le huirá a las cocinas, / ni a los pañales del hijo, / será / como un viento fresco / llevándose entre nubes de sueño y de pasado, / las debilidades que, por / siglos, nos mantuvieron separados / como seres de distinta estatura. [...] El amor de mi hombre / no / querrá rotularme y etiquetarme, / me dará aire, espacio, / alimento para crecer y ser mejor, / como una Revolución / que hace de cada día / el comienzo de una nueva victoria”.

En este otro, Gioconda Belli plantea una relación con el hombre más plena, pero también más equitativa. Compartir un espacio, una vida, el amor, pero también la vida cotidiana, aprender a vivir esas cotidianidades sin que eso rompa la burbuja, la frágil burbuja del amor: “No me voy, no quiero / irme, dejarte, / te busco agazapada / ronroneando, / te busco saliendo detrás del sofá, / brincando / sobre tu cama, / pasándote a cola por los ojos, / te busco desperezándome en la alfombra, / poniéndome los anteojos para leer / libros de educación del hogar / y no andar chiflada y saber / manejar la casa, / poner la comida, / asear los cuartos, / amarte sin polvo y sin desorden, / amarte organizadamente, / poniéndole orden a este alboroto / de revolución y trabajo y amor / a tiempo y destiempo, / de noche, de madrugada, / en el baño, / riéndonos como gatos mansos, / lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados / a los pies del sofá de leer el periódico”.

Gioconda Belli tiene varias preocupaciones, no solamente las que la identifican como una luchadora social, no solo como la mujer que en su poesía redime y ansía una relación equitativa entre el hombre y la mujer. Belli también habla de amor, sin escondites, sin tácticas ni estrategias, ella se entrega, como todo poeta “se lanza sin paracaídas”, como en este poema que es uno de los más bellos y, por eso, lo comparto, se titula “Yo soy tu indómita gacela”:

“Yo soy tu indómita gacela, / el trueno que rompe la luz sobre tu pecho / yo soy el viento desatado en la montaña / y el fulgor concentrado del fuego del ocote. / Yo caliento tus noches, / encendiendo volcanes en mis manos, / mojándote los ojos con el humo de mis cráteres. / Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo, / riendo la risa inmutable de los años. / Yo soy el inexplorado camino, / la claridad que rompe la tiniebla. / Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía / y te recorro entero, / sendero tras sendero, / descalzando mi amor, / desnudando mi miedo. / Yo soy un nombre que canta y te enamora / desde el otro lado de la luna, / soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo. / Yo soy algo que crece, / algo que ríe y llora. / Yo, / la que te quiere.

Gioconda Belli es, después de todo, una mujer, una poeta, con sus preocupaciones, contradictoria, pero con una plena conciencia feminista, hasta convertirse en una mujer independiente de ideologías políticas, es a fin de cuentas, un retrato de la mujer latina de fines del siglo XX y principios del XXI. Mujer de vida, mujer debida, amorosa, fiera, irreverente, erótica.

Sirva esta brevísima selección poética como un homenaje, en este mes, en que seguimos conmemorando el Día Internacional de la Mujer que sea también un motivo para recordar lo que aún falta por conseguir, un motivo para gritar: “¡Ni una muerta más!” Felicidades divinas, Diosas, motivo fundamental de vida.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y, en esta ocasión, a mí “gacela indómita” que “desnuda mi cuerpo desde el otro lado de la luna”.

“Nos hemos pasado demasiado tiempo arrepintiéndonos

de ser mujeres —decía— y tratando de demostrar que no lo somos,

como si serlo no fuera nuestra principal fuerza,

pero no más: vamos a tomar cada estereotipo femenino

y llevarlo hasta las últimas consecuencias”.

G. B.

Para conmemorar un año más de conquistas en la lucha, al parecer inacabable, de la mujer por adquirir plenas libertades e igualdad de oportunidades en todos los ámbitos de la vida social, económica, política y cultural, en esta ocasión, este apachurrateclas, les compartirá algunos poemas en los que se hace presente el sentido feminista, el “eterno femenino” proclamado por Rosario Castellanos. Sí, a lo largo de la historia han existido grandes mujeres que se han encargado de manifestar sus ideas a favor de la equidad de género, del feminismo, de la emancipación, en fin, las Diosas que reclaman el sitio que les corresponde.

Caminemos pues, a través de la poesía de Gioconda Belli e identifiquemos las posturas, la fe, el credo, el amor, el erotismo, la libertad, la vida.

El poema que señala la conciencia de la mujer, es este en el que expresa:

“Y Dios me hizo mujer, / de pelo largo, / ojos, / nariz y boca de mujer. / Con curvas / y pliegues / y suaves hondonadas / y me cavó por dentro, / me hizo un taller de seres humanos. […] / Todo lo que / creó suavemente / a martillazos de soplidos / y taladrazos de amor, / las mil y una cosas que me / hacen mujer todos los días / por las que me levanto orgullosa / todas las mañanas / y bendigo mi sexo”.

En el poema “Reglas del juego para los hombres que quieran amar a las mujeres” expresa sus condiciones, aquellas que toda mujer debe reclamar, la igualdad, la ternura, la pasión, la entrega, pero también el compromiso, el hombre, la pareja, deberá caminar de su lado para gritar juntos, para cambiar el mundo: “... El hombre que me ame / no querrá poseerme como una mercancía, / ni exhibirme como un trofeo de caza, / sabrá estar a mi lado / con el mismo amor / conque yo estaré al lado suyo. [...] El amor de mi hombre / no le huirá a las cocinas, / ni a los pañales del hijo, / será / como un viento fresco / llevándose entre nubes de sueño y de pasado, / las debilidades que, por / siglos, nos mantuvieron separados / como seres de distinta estatura. [...] El amor de mi hombre / no / querrá rotularme y etiquetarme, / me dará aire, espacio, / alimento para crecer y ser mejor, / como una Revolución / que hace de cada día / el comienzo de una nueva victoria”.

En este otro, Gioconda Belli plantea una relación con el hombre más plena, pero también más equitativa. Compartir un espacio, una vida, el amor, pero también la vida cotidiana, aprender a vivir esas cotidianidades sin que eso rompa la burbuja, la frágil burbuja del amor: “No me voy, no quiero / irme, dejarte, / te busco agazapada / ronroneando, / te busco saliendo detrás del sofá, / brincando / sobre tu cama, / pasándote a cola por los ojos, / te busco desperezándome en la alfombra, / poniéndome los anteojos para leer / libros de educación del hogar / y no andar chiflada y saber / manejar la casa, / poner la comida, / asear los cuartos, / amarte sin polvo y sin desorden, / amarte organizadamente, / poniéndole orden a este alboroto / de revolución y trabajo y amor / a tiempo y destiempo, / de noche, de madrugada, / en el baño, / riéndonos como gatos mansos, / lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados / a los pies del sofá de leer el periódico”.

Gioconda Belli tiene varias preocupaciones, no solamente las que la identifican como una luchadora social, no solo como la mujer que en su poesía redime y ansía una relación equitativa entre el hombre y la mujer. Belli también habla de amor, sin escondites, sin tácticas ni estrategias, ella se entrega, como todo poeta “se lanza sin paracaídas”, como en este poema que es uno de los más bellos y, por eso, lo comparto, se titula “Yo soy tu indómita gacela”:

“Yo soy tu indómita gacela, / el trueno que rompe la luz sobre tu pecho / yo soy el viento desatado en la montaña / y el fulgor concentrado del fuego del ocote. / Yo caliento tus noches, / encendiendo volcanes en mis manos, / mojándote los ojos con el humo de mis cráteres. / Yo he llegado hasta vos vestida de lluvia y de recuerdo, / riendo la risa inmutable de los años. / Yo soy el inexplorado camino, / la claridad que rompe la tiniebla. / Yo pongo estrellas entre tu piel y la mía / y te recorro entero, / sendero tras sendero, / descalzando mi amor, / desnudando mi miedo. / Yo soy un nombre que canta y te enamora / desde el otro lado de la luna, / soy la prolongación de tu sonrisa y tu cuerpo. / Yo soy algo que crece, / algo que ríe y llora. / Yo, / la que te quiere.

Gioconda Belli es, después de todo, una mujer, una poeta, con sus preocupaciones, contradictoria, pero con una plena conciencia feminista, hasta convertirse en una mujer independiente de ideologías políticas, es a fin de cuentas, un retrato de la mujer latina de fines del siglo XX y principios del XXI. Mujer de vida, mujer debida, amorosa, fiera, irreverente, erótica.

Sirva esta brevísima selección poética como un homenaje, en este mes, en que seguimos conmemorando el Día Internacional de la Mujer que sea también un motivo para recordar lo que aún falta por conseguir, un motivo para gritar: “¡Ni una muerta más!” Felicidades divinas, Diosas, motivo fundamental de vida.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y, en esta ocasión, a mí “gacela indómita” que “desnuda mi cuerpo desde el otro lado de la luna”.