/ martes 19 de octubre de 2021

Cambiavía | José Enrique Rodó

Primera parte

José Enrique Rodó, periodista, poeta y ensayista, nació en 1871. Junto con Martínez Vigil y Pérez Petit, fundó la Revista Nacional de Literatura y de Ciencias Sociales. Entre sus obras más importantes destacan: Liberalismo y Jacobismo (1906) y Ariel (1900), un valioso ensayo, considerado como su obra maestra, que dio origen a una corriente de pensamiento llamada arielismo.

El ensayo inicia con una despedida. El maestro (Próspero) se va y dirige a sus alumnos unas palabras, las cuales son una forma de despedida “como el sello estampado en un convenio de sentimientos y de ideas”.

Más adelante, y después de mostrar algunas concepciones importantes sobre la belleza y el utilitarismo inicia una alocución, cuyo tema central consistirá en presentar su visión personal sobre los Estados Unidos y la América Latina. Cito a manera de ejemplo algunos fragmentos, en los que reconoce algunas realizaciones, y otros en los que critica ferozmente a dicha nación:

Rodó expresa que: “La huella de sus pasos no se borrará jamás de los anales del derecho humano, porque ellos han sido los primeros en hacer surgir nuestro concepto moderno de la libertad […] porque con su organización federativa han revelado la manera como se pueden conciliar con el brillo y el poder de los Estados grandes la felicidad y la paz de los pequeños. […] Suya es la gloria de haber revelado plenamente la grandeza y el poder del trabajo. […] Sin sacrificarle esa soberana concepción del individuo, han sabido hacer al mismo tiempo, del espíritu de asociación, el más admirable instrumento de su grandeza y de su imperio.

Más adelante concluye con una de las muchas frases que habrán de pasar a la historia: “ya veis que aunque no les amo, les admiro”. Enseguida pasa a resaltar lo que considera como impropio de esa cultura, de la que espera que las nuevas generaciones sepan distanciarse y no caer en la nordomanía.

Cita a Spencer cuando afirma que “el rasgo fundamental de la vida de los norteamericanos […] se manifiesta por la pasión infinita del trabajo y la porfía de la expansión material en todas sus formas. Y observaba que tendía a convertir el trabajo utilitario en fin y objeto supremo de la vida”, por ello “era necesario predicar a los norteamericanos el Evangelio del descanso o el recreo”.

Algunas de las ideas esenciales que se recogen del ensayo y que, por su visión futurista, son tan actuales como en el tiempo en que las escribió, dan una idea de su pensamiento profundo:

“Vive para la realidad inmediata del presente, y por ello subordina toda su actividad al egoísmo del bienestar personal y colectivo.

Sensibilidad, inteligencia, costumbres, todo está caracterizado, en el enorme pueblo por una radical ineptitud de selección.

El norteamericano ha logrado adquirir la satisfacción y la vanidad de la magnificencia suntuaria; pero no ha logrado adquirir la nota escogida del buen gusto. El arte verdadero sólo ha podido existir, en tal ambiente, a título de rebelión individual.

Menosprecia todo ejercicio del pensamiento que prescinda de una inmediata finalidad, por vano y fecundo.

La más elevada cúspide de su moral es la moral de Franklin. Una filosofía de la conducta que halla su término en lo mediocre de la honestidad, en la utilidad de la prudencia, de cuyo seno no surgirán jamás ni la santidad, ni el heroísmo.

La influencia política de una plutocracia representada por los todopoderosos aliados de los trusts, monopolizadores de la producción y dueños de la vida económica, es, sin duda, uno de los rasgos más merecedores de interés en la actual fisonomía del gran pueblo. La formación de esta plutocracia ha hecho que se recuerde, con muy probable oportunidad, el advenimiento de la clase enriquecida y soberbia que en los últimos tiempos de la república romana es uno de los antecedentes visibles de la ruina de la libertad y de la tiranía de los césares. ¡Y el exclusivo cuidado del engrandecimiento material —numen de aquella civilización— impone así la lógica de sus resultados de la vida política, como en todos los órdenes de la actividad, dando el rango primero al struggle-for-life osado y astuto, convertido por la brutal eficacia de su esfuerzo en la suprema personificación de la energía nacional!”.

Estas son algunas de las ideas que se encuentran plasmadas en el ensayo. Se trata de esgrimir una serie de avisos en los que se refiere al peligro del expansionismo norteamericano hacia el sur de nuestra América.

Es claro que sus ideas no pierden vigencia, su texto es una denuncia del dominio político que ejercen los grandes capitales, de cómo esos regímenes económicos, en donde la riqueza pertenece a unos cuantos y la democracia se transforma en una plutocracia, la que ejerce el control para dominar el mercado. Aventura Rodó, y lo peor es que acierta, cuando sostiene que el “engrandecimiento material” de esas sociedades, tendrán como destino la corrupción, por eso, el autor apoya una jerarquía social en Latinoamérica, sólo que la concibe como una jerarquía basada en la grandeza moral y espiritual, no material.

En el ensayo se muestran dos visiones: una polaridad existente entre los Estados Unidos de América y América Latina, entre dos civilizaciones, la latina y la sajona, entre el norte y el sur, a fin de cuentas, entre el ideal y lo utilitario.

Es un texto inaugural en muchos sentidos. Ante todo intenta cimentar la identidad hispanoamericana y defender la idea de la Magna Patria, a la que asocia con la raza latina, frente al cosmopolitismo, que se identifica con la raza anglosajona. Es una oposición definitiva de lo hermoso frente a la concepción utilitaria.

Las críticas hacia los Estados Unidos pueden resumirse de la siguiente manera: a) Existe un rechazo de lo utilitario como una forma de vida. No es posible supeditar las acciones de la vida a la satisfacción inmediata de lo material, b) Esta sobreexplotación del utilitarismo a la que se le puede aunar el posible triunfo de las ideas democráticas que propiciarían una gestación de lo mediocre, son los elementos principales del espíritu norteamericano, y c) El triunfo del individualismo como modelo de acción y, al mismo tiempo, la carencia de ideales, como la virtud, la sensibilidad, el buen gusto.

Es a fin de cuentas una postura que va en contra del positivismo y de quienes intentaron imponer el modelo norteamericano en nuestros países.

ernesto.jimher@gmail.com

  • Twitter: @OsirisJimenez

Primera parte

José Enrique Rodó, periodista, poeta y ensayista, nació en 1871. Junto con Martínez Vigil y Pérez Petit, fundó la Revista Nacional de Literatura y de Ciencias Sociales. Entre sus obras más importantes destacan: Liberalismo y Jacobismo (1906) y Ariel (1900), un valioso ensayo, considerado como su obra maestra, que dio origen a una corriente de pensamiento llamada arielismo.

El ensayo inicia con una despedida. El maestro (Próspero) se va y dirige a sus alumnos unas palabras, las cuales son una forma de despedida “como el sello estampado en un convenio de sentimientos y de ideas”.

Más adelante, y después de mostrar algunas concepciones importantes sobre la belleza y el utilitarismo inicia una alocución, cuyo tema central consistirá en presentar su visión personal sobre los Estados Unidos y la América Latina. Cito a manera de ejemplo algunos fragmentos, en los que reconoce algunas realizaciones, y otros en los que critica ferozmente a dicha nación:

Rodó expresa que: “La huella de sus pasos no se borrará jamás de los anales del derecho humano, porque ellos han sido los primeros en hacer surgir nuestro concepto moderno de la libertad […] porque con su organización federativa han revelado la manera como se pueden conciliar con el brillo y el poder de los Estados grandes la felicidad y la paz de los pequeños. […] Suya es la gloria de haber revelado plenamente la grandeza y el poder del trabajo. […] Sin sacrificarle esa soberana concepción del individuo, han sabido hacer al mismo tiempo, del espíritu de asociación, el más admirable instrumento de su grandeza y de su imperio.

Más adelante concluye con una de las muchas frases que habrán de pasar a la historia: “ya veis que aunque no les amo, les admiro”. Enseguida pasa a resaltar lo que considera como impropio de esa cultura, de la que espera que las nuevas generaciones sepan distanciarse y no caer en la nordomanía.

Cita a Spencer cuando afirma que “el rasgo fundamental de la vida de los norteamericanos […] se manifiesta por la pasión infinita del trabajo y la porfía de la expansión material en todas sus formas. Y observaba que tendía a convertir el trabajo utilitario en fin y objeto supremo de la vida”, por ello “era necesario predicar a los norteamericanos el Evangelio del descanso o el recreo”.

Algunas de las ideas esenciales que se recogen del ensayo y que, por su visión futurista, son tan actuales como en el tiempo en que las escribió, dan una idea de su pensamiento profundo:

“Vive para la realidad inmediata del presente, y por ello subordina toda su actividad al egoísmo del bienestar personal y colectivo.

Sensibilidad, inteligencia, costumbres, todo está caracterizado, en el enorme pueblo por una radical ineptitud de selección.

El norteamericano ha logrado adquirir la satisfacción y la vanidad de la magnificencia suntuaria; pero no ha logrado adquirir la nota escogida del buen gusto. El arte verdadero sólo ha podido existir, en tal ambiente, a título de rebelión individual.

Menosprecia todo ejercicio del pensamiento que prescinda de una inmediata finalidad, por vano y fecundo.

La más elevada cúspide de su moral es la moral de Franklin. Una filosofía de la conducta que halla su término en lo mediocre de la honestidad, en la utilidad de la prudencia, de cuyo seno no surgirán jamás ni la santidad, ni el heroísmo.

La influencia política de una plutocracia representada por los todopoderosos aliados de los trusts, monopolizadores de la producción y dueños de la vida económica, es, sin duda, uno de los rasgos más merecedores de interés en la actual fisonomía del gran pueblo. La formación de esta plutocracia ha hecho que se recuerde, con muy probable oportunidad, el advenimiento de la clase enriquecida y soberbia que en los últimos tiempos de la república romana es uno de los antecedentes visibles de la ruina de la libertad y de la tiranía de los césares. ¡Y el exclusivo cuidado del engrandecimiento material —numen de aquella civilización— impone así la lógica de sus resultados de la vida política, como en todos los órdenes de la actividad, dando el rango primero al struggle-for-life osado y astuto, convertido por la brutal eficacia de su esfuerzo en la suprema personificación de la energía nacional!”.

Estas son algunas de las ideas que se encuentran plasmadas en el ensayo. Se trata de esgrimir una serie de avisos en los que se refiere al peligro del expansionismo norteamericano hacia el sur de nuestra América.

Es claro que sus ideas no pierden vigencia, su texto es una denuncia del dominio político que ejercen los grandes capitales, de cómo esos regímenes económicos, en donde la riqueza pertenece a unos cuantos y la democracia se transforma en una plutocracia, la que ejerce el control para dominar el mercado. Aventura Rodó, y lo peor es que acierta, cuando sostiene que el “engrandecimiento material” de esas sociedades, tendrán como destino la corrupción, por eso, el autor apoya una jerarquía social en Latinoamérica, sólo que la concibe como una jerarquía basada en la grandeza moral y espiritual, no material.

En el ensayo se muestran dos visiones: una polaridad existente entre los Estados Unidos de América y América Latina, entre dos civilizaciones, la latina y la sajona, entre el norte y el sur, a fin de cuentas, entre el ideal y lo utilitario.

Es un texto inaugural en muchos sentidos. Ante todo intenta cimentar la identidad hispanoamericana y defender la idea de la Magna Patria, a la que asocia con la raza latina, frente al cosmopolitismo, que se identifica con la raza anglosajona. Es una oposición definitiva de lo hermoso frente a la concepción utilitaria.

Las críticas hacia los Estados Unidos pueden resumirse de la siguiente manera: a) Existe un rechazo de lo utilitario como una forma de vida. No es posible supeditar las acciones de la vida a la satisfacción inmediata de lo material, b) Esta sobreexplotación del utilitarismo a la que se le puede aunar el posible triunfo de las ideas democráticas que propiciarían una gestación de lo mediocre, son los elementos principales del espíritu norteamericano, y c) El triunfo del individualismo como modelo de acción y, al mismo tiempo, la carencia de ideales, como la virtud, la sensibilidad, el buen gusto.

Es a fin de cuentas una postura que va en contra del positivismo y de quienes intentaron imponer el modelo norteamericano en nuestros países.

ernesto.jimher@gmail.com

  • Twitter: @OsirisJimenez