/ martes 17 de noviembre de 2020

Cambiavía | La flama interior

Mucho más reconocido por su impresionante carrera musical, Leonard Cohen, además, fue un escritor notable. Su poesía más que sus novelas son un referente de la literatura norteamericana y un complemento primordial con el que enriqueció la mayoría de sus canciones, con letras inspiradoras y profundas.

Cuenta el propio Leonard que siendo un adolescente se encontró con un poema que inmediatamente consideró como “la voz” que él deseaba tener. El poema se titula “Gacela del mercado matutino”, escrito por Federico García Lorca. Aquí un fragmento: “¡Qué voz para mi castigo / levantas por el mercado! / ¡Qué clavel enajenado / en los montones de trigo! / ¡Qué lejos estoy contigo! / ¡Qué cerca cuando te vas! / Por el arco de Elvira / voy a verte pasar / para sufrir tus muslos / y ponerme a llorar”.

De ahí en adelante se convirtió en un fiel admirador de la poesía de Lorca, como ya lo era de Yeats y Walt Whitman. Como un homenaje al poeta granadino, Leonard tradujo el poema “Pequeño vals vienés” que se encuentra en el poemario Poeta en Nueva York, y lo hizo canción: “Take This Waltz”. En la traducción de Cohen se percibe cómo es posible traducir una poesía si se es un poeta. No es fácil enfrentar un idioma con otro, se requiere ser muy cuidadoso para conservar la musicalidad del texto original, tomar en cuenta la métrica, el acento de la última vocal, y luego conseguir que todo fluya de manera natural. Pues bien, en Leonard Cohen se advierte que era un maestro en la traducción. La crítica ha expresado que sus versiones son igual o mejores que las originales.

Recordemos que Cohen ya era escritor antes de dedicarse a cantar. Publicó las novelas El juego favorito (1963) y Los hermosos vencidos (1966). Pero la poesía le venía desde mucho antes, concretamente, en 1956 publica Comparemos mitologías, después vendrían numerosos volúmenes de poemas: La caja de especias de la tierra (1961), Parásitos del paraíso (1962), Flores para Hitler (1964), La energía de los esclavos (1972), El libro de la misericordia (1984) y El libro del anhelo, este último es el favorito de este junta palabras. Se trata de un poemario en el que Leonard “trabajó durante más de veinte años y en el que ha volcado todo su saber, sus dudas, sus miedos, sus consideraciones en torno al amor, la vejez, el mundo que nos rodea, la muerte. Acompañados por dibujos del propio Cohen, este libro es un complemento imprescindible de sus canciones”. Les comparto un fragmento del poema “Mejor”: “mejor que el amor / es el amor (sic) / que es más refinado / magníficamente erótico / diminuta gente serena / con enormes genitales / pero más ligeros que el pensamiento / cómodamente instalado / en una pestaña de niebla / y viviendo encarnizadamente / después de / cocinar, arreglar el jardín / y criar a sus hijos”.

O este otro:

A una joven monja

Este amor que nada pide

y que nuestros tambaleantes nacimientos

consiguieron para nosotros –

tú en tu generación,

yo en la mía.

yo no soy el que

buscas.

tú no eres la que

yo he dejado de buscar.

Con qué dulzura el tiempo

dispone de nosotros

mientras vamos cogidos del brazo

por el Puente de los Detalles:

Tu hora de cortar leña.

Mi hora de cocinar.

Tu hora de morir de amor.

Mi hora de resucitar.

Leonard Cohen supo dirigir y combinar sus motivaciones de vida principales: la música y la poesía. Nunca dejó de trabajar para ambos mundos, salvo los nueve años que pasó recluido en un monasterio budista, entre 1992 y el 2001. Sin embargo, aún en ese lugar siguió escribiendo poesía y componiendo canciones. Sí, se trata de un autor que, junto con Bob Dylan, inauguró lo que algunos identificaron como “rock poético” y que tuvo a algunos importantes herederos como Joaquín Sabina y el enormísimo Luis Eduardo Aute, en el lado hispanoparlante.

Leonard Cohen es un poeta cuyos textos reflejan sabiduría y profundidad. Alberto Manzano, amigo personal y uno de sus principales traductores de su trabajo literario y musical a nuestro idioma, ha expresado que: “Llega allí donde casi nadie se ha atrevido a pisar. Cohen siempre se expuso a todo eso, pero, después de esas experiencias, fue donde el mundo estaba ardiendo. Nunca dejó de ser un profeta bíblico anunciando el apocalipsis […] es único, es un gran maestro, es un sabio, es un místico”.

Finalmente, déjeme decirle que en 1918 se publicó, de manera póstuma, el libro The flame. Poems, Notebooks, Lyrics, Drawings. La llama recoge varios de sus poemas inéditos y una selección de escritos de sus cuadernos de notas de un Leonardo preocupado por el peligro de que nuestra cultura actual extinga la llama interior.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y a mi gaviota que rasga horizontes con decidido vuelo.

Mucho más reconocido por su impresionante carrera musical, Leonard Cohen, además, fue un escritor notable. Su poesía más que sus novelas son un referente de la literatura norteamericana y un complemento primordial con el que enriqueció la mayoría de sus canciones, con letras inspiradoras y profundas.

Cuenta el propio Leonard que siendo un adolescente se encontró con un poema que inmediatamente consideró como “la voz” que él deseaba tener. El poema se titula “Gacela del mercado matutino”, escrito por Federico García Lorca. Aquí un fragmento: “¡Qué voz para mi castigo / levantas por el mercado! / ¡Qué clavel enajenado / en los montones de trigo! / ¡Qué lejos estoy contigo! / ¡Qué cerca cuando te vas! / Por el arco de Elvira / voy a verte pasar / para sufrir tus muslos / y ponerme a llorar”.

De ahí en adelante se convirtió en un fiel admirador de la poesía de Lorca, como ya lo era de Yeats y Walt Whitman. Como un homenaje al poeta granadino, Leonard tradujo el poema “Pequeño vals vienés” que se encuentra en el poemario Poeta en Nueva York, y lo hizo canción: “Take This Waltz”. En la traducción de Cohen se percibe cómo es posible traducir una poesía si se es un poeta. No es fácil enfrentar un idioma con otro, se requiere ser muy cuidadoso para conservar la musicalidad del texto original, tomar en cuenta la métrica, el acento de la última vocal, y luego conseguir que todo fluya de manera natural. Pues bien, en Leonard Cohen se advierte que era un maestro en la traducción. La crítica ha expresado que sus versiones son igual o mejores que las originales.

Recordemos que Cohen ya era escritor antes de dedicarse a cantar. Publicó las novelas El juego favorito (1963) y Los hermosos vencidos (1966). Pero la poesía le venía desde mucho antes, concretamente, en 1956 publica Comparemos mitologías, después vendrían numerosos volúmenes de poemas: La caja de especias de la tierra (1961), Parásitos del paraíso (1962), Flores para Hitler (1964), La energía de los esclavos (1972), El libro de la misericordia (1984) y El libro del anhelo, este último es el favorito de este junta palabras. Se trata de un poemario en el que Leonard “trabajó durante más de veinte años y en el que ha volcado todo su saber, sus dudas, sus miedos, sus consideraciones en torno al amor, la vejez, el mundo que nos rodea, la muerte. Acompañados por dibujos del propio Cohen, este libro es un complemento imprescindible de sus canciones”. Les comparto un fragmento del poema “Mejor”: “mejor que el amor / es el amor (sic) / que es más refinado / magníficamente erótico / diminuta gente serena / con enormes genitales / pero más ligeros que el pensamiento / cómodamente instalado / en una pestaña de niebla / y viviendo encarnizadamente / después de / cocinar, arreglar el jardín / y criar a sus hijos”.

O este otro:

A una joven monja

Este amor que nada pide

y que nuestros tambaleantes nacimientos

consiguieron para nosotros –

tú en tu generación,

yo en la mía.

yo no soy el que

buscas.

tú no eres la que

yo he dejado de buscar.

Con qué dulzura el tiempo

dispone de nosotros

mientras vamos cogidos del brazo

por el Puente de los Detalles:

Tu hora de cortar leña.

Mi hora de cocinar.

Tu hora de morir de amor.

Mi hora de resucitar.

Leonard Cohen supo dirigir y combinar sus motivaciones de vida principales: la música y la poesía. Nunca dejó de trabajar para ambos mundos, salvo los nueve años que pasó recluido en un monasterio budista, entre 1992 y el 2001. Sin embargo, aún en ese lugar siguió escribiendo poesía y componiendo canciones. Sí, se trata de un autor que, junto con Bob Dylan, inauguró lo que algunos identificaron como “rock poético” y que tuvo a algunos importantes herederos como Joaquín Sabina y el enormísimo Luis Eduardo Aute, en el lado hispanoparlante.

Leonard Cohen es un poeta cuyos textos reflejan sabiduría y profundidad. Alberto Manzano, amigo personal y uno de sus principales traductores de su trabajo literario y musical a nuestro idioma, ha expresado que: “Llega allí donde casi nadie se ha atrevido a pisar. Cohen siempre se expuso a todo eso, pero, después de esas experiencias, fue donde el mundo estaba ardiendo. Nunca dejó de ser un profeta bíblico anunciando el apocalipsis […] es único, es un gran maestro, es un sabio, es un místico”.

Finalmente, déjeme decirle que en 1918 se publicó, de manera póstuma, el libro The flame. Poems, Notebooks, Lyrics, Drawings. La llama recoge varios de sus poemas inéditos y una selección de escritos de sus cuadernos de notas de un Leonardo preocupado por el peligro de que nuestra cultura actual extinga la llama interior.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y a mi gaviota que rasga horizontes con decidido vuelo.