/ martes 26 de mayo de 2020

Cambiavía | ¿Leer el libro o ver la película?

Sin duda, se trata de una pregunta que genera demasiada polémica, de una lucha eterna entre quienes prefieren leer el libro y los que ven la película basada en el libro. Para este pisateclas cada cual tiene sus ventajas y desventajas. La gente, como yo, apasionada por la lectura dirá que es mejor el libro; sin embargo, cada cual tiene su magia para hacer viajar al lector a través de su imaginación o para entretener al espectador.

Muchas veces ocurre que la gente primero ve la película y luego decide leer el libro, como ha sucedido con la saga de “Harry Potter”, escrita por la autora británica J.K. Rowling, o como lo fue en su momento “El señor de los anillos”, de J.R.R. Tol-kien.

Yo prefiero leer primero el libro y después mirar la película, como sucedió, por ejemplo, con la novela “El amante” de Marguerite Durás. El texto narra la relación sexual entre una niña de 14 años y un joven de 26 en la Indochina de entreguerras. El filme fue dirigido por Jean-Jacques Annaud, quien sabía que asumía muchos riesgos, pero el trato esmerado que le dio al filme provocó elogios de la crítica francesa. Baste decir que los escenarios fueron reconstruidos lo más fielmente posible y que para escoger a la protagonista se hizo un casting en donde participaron casi 7,000 candidatas. Jane March, quien resultó un gran descubrimiento, era una chica tierna y provocadora, inculta pero sensual, originaria de los suburbios de Londres. Lo mismo ocurrió con el protagonista, pues Annaud tenía muy claro el tipo de “oriental” que requería para el filme, así fue como se decidió por el actor Tony Leung, un joven de Hong Kong. Annaud también dirigió la película “El nombre de la rosa” del afamado escritor Umberto Eco, la que dejó satisfechos a quienes, como yo, primero habíamos leído la novela.

Las películas tienen la ventaja de que puedes mirar en la gran pantalla a tus personajes favoritos; nada como ver cómo cobran vida, observar cada detalle o cada escena “en vivo” es una sensación placentera. Ver una película, ciertamente anima a leer el libro. Pero no quiero que se queden con la idea de que la película es mejor que el libro, por supuesto que no. La película deja poco espacio para el poderoso acto de la imaginación. En el libro un mundo nuevo está tu alcance, tú tienes el poder de crear a tu personaje, los escenarios. En tanto que en las películas, los lugares, las escenas, los personajes están dados y lo único que tienes que hacer es observar cómo se va desarrollando la historia. Con todo hay películas que sólo han generado decepción (otra vez hablo de mi experiencia) como es el caso de “El amor en los tiempos del cólera”, basada en la novela homónima de García Márquez, especialmente en cuanto a la banda sonora, en donde se incluyen dos temas compuestos por la cantante Shakira, a petición del propio Gabo, y un fragmento del tango “Por una cabeza”, interpretada por Carlos Gardel.

Esta última no corresponde con el momento histórico de la película, pues fue compuesta 35 años después de la escena que pertenece a 1900. Aquí, una victoria para el libro. Para el cine, la puesta en escena de “El coronel no tiene quien le escriba” fue un gran acierto.

Dirigida por Arturo Ripstein y adaptada por Paz Alicia Garciadiego, fue estrenada en 1999, en ella actuaron Fernando Luján, Marisa Paredes y Salma Hayek. García Márquez quedó muy satisfecho, tanto que lo expresó así: “El coronel no tiene quien le escriba es un gran filme. Ripstein me ha hecho justicia y yo a él al seguir escribiendo 30 años después”.

Por último, no quiero dejar pasar la película “Soldados de Salamina”, dirigida por David Trueba y basada en la novela homónima escrita por Javier Cercas.

En un principio me decepcionó que las emociones despertadas al leer el libro no hicieran eco en el filme presentado, tanto como el hecho de cambiar el sexo del personaje protagonista y de introducir entrevistas con personajes que participaron en la acción, haciendo parecerla, por momentos, como un cine documental.

Por otra parte, hay una correcta adaptación cinematográfica, el ritmo es ágil y un montaje inteligente en el que se narran historias en paralelo. Cuando se mira la película uno se siente como un intruso ante todo lo que se ve y se termina por cuestionar los mecanismos de la justicia. La historia que narra trata de una anécdota apócrifa sobre cómo el falangista Sánchez Mazas logra salvar la vida, tras un fusilamiento colectivo por un batallón en retirada.

La novela nos permite reflexionar sobre conceptos como la soledad, la cultura y la realidad. David Trueba sigue con extraordinaria fidelidad el espíritu de la novela, logra un filme emocionante y cautivador como el original, se nos invita a reflexionar sobre la soledad, la cultura y la realidad.

Entonces, ¿qué es mejor? Para los que amamos la lectura, leer es una manera de transportarnos a otros mundos, a otros espacios, para conocer nuevas culturas y estilos de vida; nos permite vivir cientos de vidas. La magia de la lectura hace que página tras página sientas cómo transcurre una vida y cómo se va extendiendo ante ti y que puedes ser parte de ella.

En las películas, esas vivencias se aprecian de otra manera, quizá unas más fuertes que otras, pero nunca con la misma intensidad que proporciona el maravilloso acto de leer.

Sin duda, se trata de una pregunta que genera demasiada polémica, de una lucha eterna entre quienes prefieren leer el libro y los que ven la película basada en el libro. Para este pisateclas cada cual tiene sus ventajas y desventajas. La gente, como yo, apasionada por la lectura dirá que es mejor el libro; sin embargo, cada cual tiene su magia para hacer viajar al lector a través de su imaginación o para entretener al espectador.

Muchas veces ocurre que la gente primero ve la película y luego decide leer el libro, como ha sucedido con la saga de “Harry Potter”, escrita por la autora británica J.K. Rowling, o como lo fue en su momento “El señor de los anillos”, de J.R.R. Tol-kien.

Yo prefiero leer primero el libro y después mirar la película, como sucedió, por ejemplo, con la novela “El amante” de Marguerite Durás. El texto narra la relación sexual entre una niña de 14 años y un joven de 26 en la Indochina de entreguerras. El filme fue dirigido por Jean-Jacques Annaud, quien sabía que asumía muchos riesgos, pero el trato esmerado que le dio al filme provocó elogios de la crítica francesa. Baste decir que los escenarios fueron reconstruidos lo más fielmente posible y que para escoger a la protagonista se hizo un casting en donde participaron casi 7,000 candidatas. Jane March, quien resultó un gran descubrimiento, era una chica tierna y provocadora, inculta pero sensual, originaria de los suburbios de Londres. Lo mismo ocurrió con el protagonista, pues Annaud tenía muy claro el tipo de “oriental” que requería para el filme, así fue como se decidió por el actor Tony Leung, un joven de Hong Kong. Annaud también dirigió la película “El nombre de la rosa” del afamado escritor Umberto Eco, la que dejó satisfechos a quienes, como yo, primero habíamos leído la novela.

Las películas tienen la ventaja de que puedes mirar en la gran pantalla a tus personajes favoritos; nada como ver cómo cobran vida, observar cada detalle o cada escena “en vivo” es una sensación placentera. Ver una película, ciertamente anima a leer el libro. Pero no quiero que se queden con la idea de que la película es mejor que el libro, por supuesto que no. La película deja poco espacio para el poderoso acto de la imaginación. En el libro un mundo nuevo está tu alcance, tú tienes el poder de crear a tu personaje, los escenarios. En tanto que en las películas, los lugares, las escenas, los personajes están dados y lo único que tienes que hacer es observar cómo se va desarrollando la historia. Con todo hay películas que sólo han generado decepción (otra vez hablo de mi experiencia) como es el caso de “El amor en los tiempos del cólera”, basada en la novela homónima de García Márquez, especialmente en cuanto a la banda sonora, en donde se incluyen dos temas compuestos por la cantante Shakira, a petición del propio Gabo, y un fragmento del tango “Por una cabeza”, interpretada por Carlos Gardel.

Esta última no corresponde con el momento histórico de la película, pues fue compuesta 35 años después de la escena que pertenece a 1900. Aquí, una victoria para el libro. Para el cine, la puesta en escena de “El coronel no tiene quien le escriba” fue un gran acierto.

Dirigida por Arturo Ripstein y adaptada por Paz Alicia Garciadiego, fue estrenada en 1999, en ella actuaron Fernando Luján, Marisa Paredes y Salma Hayek. García Márquez quedó muy satisfecho, tanto que lo expresó así: “El coronel no tiene quien le escriba es un gran filme. Ripstein me ha hecho justicia y yo a él al seguir escribiendo 30 años después”.

Por último, no quiero dejar pasar la película “Soldados de Salamina”, dirigida por David Trueba y basada en la novela homónima escrita por Javier Cercas.

En un principio me decepcionó que las emociones despertadas al leer el libro no hicieran eco en el filme presentado, tanto como el hecho de cambiar el sexo del personaje protagonista y de introducir entrevistas con personajes que participaron en la acción, haciendo parecerla, por momentos, como un cine documental.

Por otra parte, hay una correcta adaptación cinematográfica, el ritmo es ágil y un montaje inteligente en el que se narran historias en paralelo. Cuando se mira la película uno se siente como un intruso ante todo lo que se ve y se termina por cuestionar los mecanismos de la justicia. La historia que narra trata de una anécdota apócrifa sobre cómo el falangista Sánchez Mazas logra salvar la vida, tras un fusilamiento colectivo por un batallón en retirada.

La novela nos permite reflexionar sobre conceptos como la soledad, la cultura y la realidad. David Trueba sigue con extraordinaria fidelidad el espíritu de la novela, logra un filme emocionante y cautivador como el original, se nos invita a reflexionar sobre la soledad, la cultura y la realidad.

Entonces, ¿qué es mejor? Para los que amamos la lectura, leer es una manera de transportarnos a otros mundos, a otros espacios, para conocer nuevas culturas y estilos de vida; nos permite vivir cientos de vidas. La magia de la lectura hace que página tras página sientas cómo transcurre una vida y cómo se va extendiendo ante ti y que puedes ser parte de ella.

En las películas, esas vivencias se aprecian de otra manera, quizá unas más fuertes que otras, pero nunca con la misma intensidad que proporciona el maravilloso acto de leer.