/ martes 20 de julio de 2021

Cambiavía | Mesoamérica y los países andinos

Es verdad que en la extensa geografía americana se han encontrado huellas de antiguas civilizaciones. Sin embargo, existen dos áreas principales en las que se desarrollaron grandes y pequeñas civilizaciones, las cuales contribuyeron, todas, al enriquecimiento del arte, la cultura, la sociedad, el gobierno y, de manera muy especial y directamente relacionada con la religión: el arte y la literatura.

Estas dos regiones claramente definidas son Mesoamérica y los países andinos: La mesoamericana que abarca desde los estados de Nayarit hasta lo que hoy llamamos Centroamérica y la otra, situada en el lomo de la cordillera de los Andes. La primera con una gran variedad de bosques, ríos y lagos, vegetales y vida animal, climas de los más calurosos a los templados y fríos. La segunda, la de una cultura que se asentó en las alturas, en condiciones realmente difíciles, estableciendo una gran batalla contra el clima y su difícil geografía.

Las culturas que se establecieron en ambas regiones tuvieron desarrollos muy similares en cuanto a las manifestaciones religiosas, de gobierno, y en general del trabajo artístico. Ninguna pudo avanzar en la construcción de un lenguaje escrito. La formación de un lenguaje era casi un hecho. Los pictogramas y los ideogramas indicaban la próxima venida de una representación gráfica, un código en una lengua aglutinante. Por otro lado, el lenguaje fonético gozaba de plena salud y eso fue gracias a los recursos mnemotécnicos para preservarlo y para mantenerlo vivo en la memoria. Por ello, quizá, los recursos literarios como el hipérbaton, el estribillo, la repetición, contribuían a garantizar la existencia de su lengua. También es seguro que las diversas escuelas dedicadas a las artes le concedieran tanta importancia a la poesía y los textos didácticos. Los amoxcalli y los cuicalli, por ejemplo, eran sitios de creación y de producción artística impresionantes. También en el calmecac se aprendía de memoria la producción literaria. Fueron grandes artesanos, como los tlacuilos, personas que fabricaban papel y escribían verdaderos libros, un claro ejemplo se encuentra en los códices.

En Mesoamérica destacó la poesía religiosa, la poesía “lírica”, la poesía dialogada tan próxima al teatro, la didáctica como la contenida en los Huehuetlatolli. En el sur, los pueblos incas llevaban a cabo inventarios de sus tropas, de las provisiones, por ejemplo, a través del sistema de escritura llamado quippus: cuerdas con distintos colores en las que se practicaban nudos cuya forma y lugar les otorgaba un significado específico. Pero también existieron manifestaciones literarias: mitos y leyendas sobre la creación, por ejemplo. Esas manifestaciones literarias, al igual que las de las culturas de Mesoamérica se preservaron a través de la oralidad. Los quipucamayoc, fueron las personas que proporcionaron información a los españoles, pues eran los encargados de preservar la memoria de los sucesos.

Otro aspecto semejante entre ambas civilizaciones es el del trabajo con los metales. Hasta donde se ha descubierto esas culturas no manejaban el metal con fines arquitectónicos, como herramientas de trabajo y, claro, tampoco para fabricar armamento. El uso principal estaba dedicado a la creación de utillaje y como objetos de adorno.

Con respecto de las ciencias, ambas culturas sobresalen por los conocimientos matemáticos, astrológicos, astronómicos. Aportes tan importantes como el uso del cero hasta los sistemas calendáricos casi perfectos.

En general se puede decir que ambas regiones alcanzaron un gran desarrollo en tanto que mantuvieron una excelente organización social, política, religiosa y de creatividad artística. En el aspecto religioso se llevaba a cabo el culto a los dioses tribales y eran muy significativas las cosmogonías de las antiguas civilizaciones. Uno de los hechos más sobresalientes es el carácter dual (ome) alrededor del cual giraba toda su visión cosmológica y religiosa.

En el sur, uno de los dioses principales fue Viracocha, dios creador y gran personaje cultural. En ambas regiones se adoraban las representaciones de la naturaleza: la lluvia, el viento, el sol, la luna, etcétera.

Sólo de esta manera se puede explicar la cohesión y el control que ejerció la clase dominante. Habría que recordar que estas sociedades-estado alcanzaron crecimientos poblacionales inmensos, como la mexica que en la época de mayor esplendor alcanzó la sorprendente cifra de once millones de habitantes.

Para mantener esa cohesión se requería una organización de la clase dominante. Por ello, los Huey Tlatoani eran elegidos dentro de los propios miembros de la familia de la casa real. Después se encontraban la clase intermedia, la de los artesanos y la de los comerciantes. Estos últimos mantenían una doble función: comerciantes e “informantes”. Al final se encontraban los macehuales. Estos grupos con sus familias formaban los calpullis, lo que hoy son los barrios en los que se dividen los pueblos de las municipalidades.

En cuanto a la cultura inca, la organización era centralizada, representada por el Inca o emperador, que al igual que los gobernantes mesoamericanos era considerado un semidiós, elegido de entre los miembros de la familia, varones nacidos de la esposa principal. En el sur no eran calpullis, allá se llamaban ayllus, sitios en donde se agrupaba la población, para formar los barrios, los cuales separaban con bardas o paredes. Las culturas andinas fueron agricultoras. Cultivaban cereales, frijol, calabaza, papa, tabaco y quina. En Mesoamérica, también se cultivaron las mismas especies, pero fundamentalmente fueron una cultura del maíz.

En esas culturas se pueden hallar los principales mitos que todo pueblo presenta: el de la creación del mundo, el de la creación del hombre y una tercera que se orienta hacia el más allá. A partir de esta base los desarrollos literarios en Mesoamérica y entre los pueblos andinos devino en obras didácticas, en poesía, en el mito y la leyenda: ellos sabían bien que los grandes temas eran desde siempre: la vida, el amor y la muerte.

Besitos a las mariposas amarillas, a las niñas azules y a mi gaviota de alegre vuelo.

Es verdad que en la extensa geografía americana se han encontrado huellas de antiguas civilizaciones. Sin embargo, existen dos áreas principales en las que se desarrollaron grandes y pequeñas civilizaciones, las cuales contribuyeron, todas, al enriquecimiento del arte, la cultura, la sociedad, el gobierno y, de manera muy especial y directamente relacionada con la religión: el arte y la literatura.

Estas dos regiones claramente definidas son Mesoamérica y los países andinos: La mesoamericana que abarca desde los estados de Nayarit hasta lo que hoy llamamos Centroamérica y la otra, situada en el lomo de la cordillera de los Andes. La primera con una gran variedad de bosques, ríos y lagos, vegetales y vida animal, climas de los más calurosos a los templados y fríos. La segunda, la de una cultura que se asentó en las alturas, en condiciones realmente difíciles, estableciendo una gran batalla contra el clima y su difícil geografía.

Las culturas que se establecieron en ambas regiones tuvieron desarrollos muy similares en cuanto a las manifestaciones religiosas, de gobierno, y en general del trabajo artístico. Ninguna pudo avanzar en la construcción de un lenguaje escrito. La formación de un lenguaje era casi un hecho. Los pictogramas y los ideogramas indicaban la próxima venida de una representación gráfica, un código en una lengua aglutinante. Por otro lado, el lenguaje fonético gozaba de plena salud y eso fue gracias a los recursos mnemotécnicos para preservarlo y para mantenerlo vivo en la memoria. Por ello, quizá, los recursos literarios como el hipérbaton, el estribillo, la repetición, contribuían a garantizar la existencia de su lengua. También es seguro que las diversas escuelas dedicadas a las artes le concedieran tanta importancia a la poesía y los textos didácticos. Los amoxcalli y los cuicalli, por ejemplo, eran sitios de creación y de producción artística impresionantes. También en el calmecac se aprendía de memoria la producción literaria. Fueron grandes artesanos, como los tlacuilos, personas que fabricaban papel y escribían verdaderos libros, un claro ejemplo se encuentra en los códices.

En Mesoamérica destacó la poesía religiosa, la poesía “lírica”, la poesía dialogada tan próxima al teatro, la didáctica como la contenida en los Huehuetlatolli. En el sur, los pueblos incas llevaban a cabo inventarios de sus tropas, de las provisiones, por ejemplo, a través del sistema de escritura llamado quippus: cuerdas con distintos colores en las que se practicaban nudos cuya forma y lugar les otorgaba un significado específico. Pero también existieron manifestaciones literarias: mitos y leyendas sobre la creación, por ejemplo. Esas manifestaciones literarias, al igual que las de las culturas de Mesoamérica se preservaron a través de la oralidad. Los quipucamayoc, fueron las personas que proporcionaron información a los españoles, pues eran los encargados de preservar la memoria de los sucesos.

Otro aspecto semejante entre ambas civilizaciones es el del trabajo con los metales. Hasta donde se ha descubierto esas culturas no manejaban el metal con fines arquitectónicos, como herramientas de trabajo y, claro, tampoco para fabricar armamento. El uso principal estaba dedicado a la creación de utillaje y como objetos de adorno.

Con respecto de las ciencias, ambas culturas sobresalen por los conocimientos matemáticos, astrológicos, astronómicos. Aportes tan importantes como el uso del cero hasta los sistemas calendáricos casi perfectos.

En general se puede decir que ambas regiones alcanzaron un gran desarrollo en tanto que mantuvieron una excelente organización social, política, religiosa y de creatividad artística. En el aspecto religioso se llevaba a cabo el culto a los dioses tribales y eran muy significativas las cosmogonías de las antiguas civilizaciones. Uno de los hechos más sobresalientes es el carácter dual (ome) alrededor del cual giraba toda su visión cosmológica y religiosa.

En el sur, uno de los dioses principales fue Viracocha, dios creador y gran personaje cultural. En ambas regiones se adoraban las representaciones de la naturaleza: la lluvia, el viento, el sol, la luna, etcétera.

Sólo de esta manera se puede explicar la cohesión y el control que ejerció la clase dominante. Habría que recordar que estas sociedades-estado alcanzaron crecimientos poblacionales inmensos, como la mexica que en la época de mayor esplendor alcanzó la sorprendente cifra de once millones de habitantes.

Para mantener esa cohesión se requería una organización de la clase dominante. Por ello, los Huey Tlatoani eran elegidos dentro de los propios miembros de la familia de la casa real. Después se encontraban la clase intermedia, la de los artesanos y la de los comerciantes. Estos últimos mantenían una doble función: comerciantes e “informantes”. Al final se encontraban los macehuales. Estos grupos con sus familias formaban los calpullis, lo que hoy son los barrios en los que se dividen los pueblos de las municipalidades.

En cuanto a la cultura inca, la organización era centralizada, representada por el Inca o emperador, que al igual que los gobernantes mesoamericanos era considerado un semidiós, elegido de entre los miembros de la familia, varones nacidos de la esposa principal. En el sur no eran calpullis, allá se llamaban ayllus, sitios en donde se agrupaba la población, para formar los barrios, los cuales separaban con bardas o paredes. Las culturas andinas fueron agricultoras. Cultivaban cereales, frijol, calabaza, papa, tabaco y quina. En Mesoamérica, también se cultivaron las mismas especies, pero fundamentalmente fueron una cultura del maíz.

En esas culturas se pueden hallar los principales mitos que todo pueblo presenta: el de la creación del mundo, el de la creación del hombre y una tercera que se orienta hacia el más allá. A partir de esta base los desarrollos literarios en Mesoamérica y entre los pueblos andinos devino en obras didácticas, en poesía, en el mito y la leyenda: ellos sabían bien que los grandes temas eran desde siempre: la vida, el amor y la muerte.

Besitos a las mariposas amarillas, a las niñas azules y a mi gaviota de alegre vuelo.