/ martes 21 de septiembre de 2021

Cambiavía | Trekkie Parsons, el segundo amor de Leonard Woolf


“Querido:

Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la vida mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido tú y yo”.

Esa fue la última carta que Virginia le escribió a su esposo Leonard. Ella se suicidó en 1941. Un año después Leonard Woolf habría de comenzar una relación con una mujer, la cual duraría el resto de su vida.

Marjorie Tulip Ritchie nació el 15 de junio de 1902, en Natal, Sudáfrica. A Marjorie no le gustaba su nombre, así que prefirió llamarse Trekkie. Se casó dos veces. La primera con Peter. A Brooker, de 1926 a 1934. Después contrajo matrimonio con Ian Parsons en 1934. Pero quizá es más conocida por su relación amorosa con Leonard Woolf, un romance erótico más que físico, que duró hasta el final de su vida, ocurrida el 24 de julio de 1995.

En 1917 su familia llegó a Inglaterra y Trekkie asistió a la escuela en Turnbridge Wells, antes de ingresar, en 1920, a la Slade School of Fine Art, para estudiar con Philip Steer y Henry Tokns.

Trekkie era una artista e ilustradora de libros. Escribió e ilustro un libro de rimas de su autoría: Bells across the sand, publicado en 1944 e impreso en Chiswick Press. Además ilustró y diseñó la portada de The three rings de Bárbara Baker, editado por la prestigiosa Hogart Press, dirigida por Leonard.

Poco tiempo después de conocer a Leonard, habrían de iniciar una relación amorosa, sólo que Trekkie estaba casada con Ian Parsons. Como “pareja” tenían muchos intereses en común: la hortitucltura, tener mascotas y la impresión de libros, por supuesto.

En este romance, el más enamorado era Leonard, eso es fácil de comprenderse si pensamos que era viudo, vivía sólo y, por lo tanto, anhelaba más tiempo con ella, Leonard estaba profundamente enamorado y sentía una gran pasión por Trekkie.

En cierta ocasión Ian Parsons fue enviado a Francia y ella se fue a vivir con Leonard en Monks House, en Lewes. Sí, dormía en la misma vieja cama de Virginia Woolf. Vale decir que cuando Ian regresó, los tres se mudaron a la misma casa, en Londres. A lo largo de los casi treinta años que duró su relación, ella se dividió entre los dos hombres: apoyaba a su esposo en sus actividades comerciales y disfrutaba su ajetreada vida social, se decía que se la pasaban de lo mejor, aunque Trekkie permanecía gran parte de la semana con Leonard, yéndose, incluso, de vacaciones con él.

Hasta donde se sabe no parece que su esposo estuviera preocupado por el tipo de poliamor que el trío estaba viviendo. Pero cuando Parsons comenzó un romance con su socia Nora Smallwood, entonces Trekkie se descubrió como una mujer celosa, se enfureció. En toda la correspondencia que mantuvieron en el lapso de las tres décadas, no hay palabras que aludan a su extraña relación, sobre la ambigüedad o las tensiones propias de un amor compartido.

Lo realmente curioso es que no hay evidencia de que haya existido una relación físicamente íntima. El contenido real de las cartas, publicadas en 1974 como Love Letters: Leonard Woolf and Trekkie Parsons, no es realmente interesante: arreglos para reuniones de trabajo, reflexiones sobre temas de horticultura, el deseo de Leonard de tener más contacto, demasiadas palabras cariñosas, comentarios ocasionales sobre los integrantes del grupo Bloomsbury (por cierto, Leonard Woolf fue el único hetero del grupo, las y los demás practicaron relaciones homo o bisexuales).

Las cartas no están impregnadas de un romanticismo propio del amor que se tuvieron. Más bien se trataba de cartas con un aire académico, mire usted: cuando se mencionaba a alguien nuevo, se ofrecía una explicación de quién se trataba, en ¡una nota al pie!

Con todo, Leonard afirmó que Trekkie era lo mejor que le había pasado. Sí, horrorícense quienes creían que el amor de su vida había sido nuestra inmensa Virginia Woolf. Tanta fue su devoción por Trekkie que la convirtió en su ejecutora y legataria principal. Al fallecer Leonard, su testamento fue impugnado por miembros de su propia familia.

Entonces, las cartas se presentaron ante el tribunal como prueba de que esa relación había sido tan sólo la de una “amistad literaria y social”. Por si fuera poco la misma Trekkie, cuando rozaba los noventa años de edad, afirmó que dicha relación no había sido sexual. Queda claro que la verdad de lo ocurrido con la pareja o con el trío, nunca se sabrá.

Lo que sí sabemos es que la vida de Leonard al lado de Virginia fue tremendamente duro. Que más que un cielo azul, Leonard libró batallas con las sombras y la tristeza continua de ella.

Quizá por eso Leonard se enamoró de Trekkie quien era toda alegría, lo que amaba en ella era su “extraordinaria frescura de espíritu”. Por su parte, Trekkie expresó alguna vez: “Se habría enamorado de casi cualquiera. Tenía la costumbre de amar”.

  • ernesto.jimher@gmail.com
  • @OsirisJimenez


“Querido:

Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la vida mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido tú y yo”.

Esa fue la última carta que Virginia le escribió a su esposo Leonard. Ella se suicidó en 1941. Un año después Leonard Woolf habría de comenzar una relación con una mujer, la cual duraría el resto de su vida.

Marjorie Tulip Ritchie nació el 15 de junio de 1902, en Natal, Sudáfrica. A Marjorie no le gustaba su nombre, así que prefirió llamarse Trekkie. Se casó dos veces. La primera con Peter. A Brooker, de 1926 a 1934. Después contrajo matrimonio con Ian Parsons en 1934. Pero quizá es más conocida por su relación amorosa con Leonard Woolf, un romance erótico más que físico, que duró hasta el final de su vida, ocurrida el 24 de julio de 1995.

En 1917 su familia llegó a Inglaterra y Trekkie asistió a la escuela en Turnbridge Wells, antes de ingresar, en 1920, a la Slade School of Fine Art, para estudiar con Philip Steer y Henry Tokns.

Trekkie era una artista e ilustradora de libros. Escribió e ilustro un libro de rimas de su autoría: Bells across the sand, publicado en 1944 e impreso en Chiswick Press. Además ilustró y diseñó la portada de The three rings de Bárbara Baker, editado por la prestigiosa Hogart Press, dirigida por Leonard.

Poco tiempo después de conocer a Leonard, habrían de iniciar una relación amorosa, sólo que Trekkie estaba casada con Ian Parsons. Como “pareja” tenían muchos intereses en común: la hortitucltura, tener mascotas y la impresión de libros, por supuesto.

En este romance, el más enamorado era Leonard, eso es fácil de comprenderse si pensamos que era viudo, vivía sólo y, por lo tanto, anhelaba más tiempo con ella, Leonard estaba profundamente enamorado y sentía una gran pasión por Trekkie.

En cierta ocasión Ian Parsons fue enviado a Francia y ella se fue a vivir con Leonard en Monks House, en Lewes. Sí, dormía en la misma vieja cama de Virginia Woolf. Vale decir que cuando Ian regresó, los tres se mudaron a la misma casa, en Londres. A lo largo de los casi treinta años que duró su relación, ella se dividió entre los dos hombres: apoyaba a su esposo en sus actividades comerciales y disfrutaba su ajetreada vida social, se decía que se la pasaban de lo mejor, aunque Trekkie permanecía gran parte de la semana con Leonard, yéndose, incluso, de vacaciones con él.

Hasta donde se sabe no parece que su esposo estuviera preocupado por el tipo de poliamor que el trío estaba viviendo. Pero cuando Parsons comenzó un romance con su socia Nora Smallwood, entonces Trekkie se descubrió como una mujer celosa, se enfureció. En toda la correspondencia que mantuvieron en el lapso de las tres décadas, no hay palabras que aludan a su extraña relación, sobre la ambigüedad o las tensiones propias de un amor compartido.

Lo realmente curioso es que no hay evidencia de que haya existido una relación físicamente íntima. El contenido real de las cartas, publicadas en 1974 como Love Letters: Leonard Woolf and Trekkie Parsons, no es realmente interesante: arreglos para reuniones de trabajo, reflexiones sobre temas de horticultura, el deseo de Leonard de tener más contacto, demasiadas palabras cariñosas, comentarios ocasionales sobre los integrantes del grupo Bloomsbury (por cierto, Leonard Woolf fue el único hetero del grupo, las y los demás practicaron relaciones homo o bisexuales).

Las cartas no están impregnadas de un romanticismo propio del amor que se tuvieron. Más bien se trataba de cartas con un aire académico, mire usted: cuando se mencionaba a alguien nuevo, se ofrecía una explicación de quién se trataba, en ¡una nota al pie!

Con todo, Leonard afirmó que Trekkie era lo mejor que le había pasado. Sí, horrorícense quienes creían que el amor de su vida había sido nuestra inmensa Virginia Woolf. Tanta fue su devoción por Trekkie que la convirtió en su ejecutora y legataria principal. Al fallecer Leonard, su testamento fue impugnado por miembros de su propia familia.

Entonces, las cartas se presentaron ante el tribunal como prueba de que esa relación había sido tan sólo la de una “amistad literaria y social”. Por si fuera poco la misma Trekkie, cuando rozaba los noventa años de edad, afirmó que dicha relación no había sido sexual. Queda claro que la verdad de lo ocurrido con la pareja o con el trío, nunca se sabrá.

Lo que sí sabemos es que la vida de Leonard al lado de Virginia fue tremendamente duro. Que más que un cielo azul, Leonard libró batallas con las sombras y la tristeza continua de ella.

Quizá por eso Leonard se enamoró de Trekkie quien era toda alegría, lo que amaba en ella era su “extraordinaria frescura de espíritu”. Por su parte, Trekkie expresó alguna vez: “Se habría enamorado de casi cualquiera. Tenía la costumbre de amar”.

  • ernesto.jimher@gmail.com
  • @OsirisJimenez