/ martes 16 de marzo de 2021

Cambiavía | Tres Guineas

Un año antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Virginia Woolf publicó un ensayo mucho más polémico que “Una habitación propia”.

“Tres Guineas” es, de algún modo, un complemento, en el que los temas comunes que desarrolla tienen que ver con las mujeres y la educación y con el hecho de ser financieramente independientes. En este ensayo, Virgina Woolf pone a discusión cómo es que las mujeres pueden prevenir la guerra cuando están excluidas de la educación, del trabajo laboral y de la vida pública en general.

El título de este ensayo surge de una reflexión sobre la posibilidad de apoyar tres causas con una donación. Las tres causas eran: una campaña para apoyar la reconstrucción de una universidad, una especie de fundación para promover el empleo de las mujeres en el ámbito profesional y la formación de una sociedad para detener la guerra.

Todo comienza cuando supuestamente recibe una carta que le dirige un hombre eminente y en la que le pregunta a ella, mujer, “¿Cómo podemos evitar la guerra?” En ese momento de su vida, Virginia Woolf tenía varias preocupaciones: el surgimiento del fascismo en Europa, las terribles consecuencias que había dejado la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Española y el temor de que muchos de los derechos de las mujeres que habían conseguido en Alemania se pudieran perder pues el nazismo obligaba a las mujeres a adoptar, de nueva cuenta, los roles tradicionales. Esto último le generaba demasiada angustia, pues temía que eso se extendiera a la Gran Bretaña.

“Tres Guineas” es, ante todo, una crítica al patriarcado. Una sociedad patriarcal es aquella en la que los hombres tienen la mayor parte del poder, privilegios, autoridad y dinero. Virginia plantea que la sociedad de su tiempo es patriarcal y por ello, en este ensayo ofrece ideas de cómo se podría resolver ese desequilibrio de género. Y justamente, una de las principales proposiciones es la que ya había planteado antes en “Una habitación propia”: la necesidad de que la mujer sea financieramente independiente. En el texto compara la sociedad dominada por hombres con el auge del fascismo en Europa; contrasta la batalla contra la sociedad patriarcal con la batalla contra el fascismo; en este sentido, Woolf condena ambos y argumenta que el patriarcado debe ser combatido y desmantelado.

Virginia Woolf ofrece ejemplos de cómo esa sociedad patriarcal afecta los derechos de la mujer: las mujeres encuentran que el acceso a la educación está limitado por sus padres, al mismo tiempo que los hombres hacen comentarios burlones y mal informados sobre sus compañeras. Según Woolf, los hombres parecen vivir con el temor perpetuo de que la igualdad con el género femenino signifique la pérdida de sus privilegios. Esgrime argumentos con los que ilustra hasta qué punto los hombres protegen sus profesiones y su economía, para asegurarse de que sus hijas no puedan obtener calificaciones profesionales, intimidando a las empleadas fuera de su lugar de trabajo, así como la enorme ansiedad y angustia que padecen cuando “perciben” que el avance hacia una sociedad igualitaria es una posibilidad real. Esa angustia, ese miedo se manifiestan como una forma de violencia social y sugiere que son producto natural de una sociedad patriarcal. Está vedado que las mujeres puedan tener el mismo éxito que los hombres y estos se esfuerzan de manera concertada para perpetuar esa diferencia.

Como ya he mencionado, Virginia Woolf establece en este ensayo la existencia de un vínculo entre la vida familiar patriarcal y su conexión con el fascismo. La opresión de la vida doméstica de las mujeres se traduce en la opresión de las mujeres en la sociedad. En su momento, esas ideas desataron polémica, pero años después, especialmente en los años 60, las feministas argumentaron que lo privado es un tema político. Así que para responder a la pregunta de cómo se podría evitar la guerra, Woolf no duda en sostener que la guerra es producto de las normas socializadas de violencia, competencia y dominación de los hombres. Esas normas fueron incorporadas a través de las estructuras de la educación y las profesiones, pero, al ser excluidas de dichas estructuras, las mujeres desarrollaron valores diferentes y, por lo tanto, para que pueda influir en la esfera social es necesario participar en la esfera pública, procurando mantener su diferencia y no caer en el error de adoptar las mismas actitudes.

Woolf afirma que el límite artificial de la cantidad que pueden ganar las mujeres contradice la noción de que la sociedad británica contemporánea es una meritocracia. Una meritocracia es un sistema en el que las personas son recompensadas por su trabajo. Se otorgan posiciones de poder, salarios y privilegios a personas que demuestren méritos. Woolf descarta el mito de la meritocracia y afirma que "de ninguna manera se sigue que un hombre inteligente llegue a la cima o que un estúpido se quede abajo". La meritocracia es una mentira que la sociedad se dice a sí misma para preservar el sistema patriarcal que beneficia a mucha gente.

Las personas que se benefician del patriarcado lo hacen por favoritismo, sexismo y nepotismo en el que se favorece a familiares o amigos. Los hombres pueden ganar grandes sumas de dinero porque conocen a las personas adecuadas, están relacionados con las personas adecuadas o tienen la suerte de nacer varones. Woolf condena este sistema. Las mujeres experimentadas y cualificadas están deliberadamente excluidas de participar en las ganancias de la sociedad porque el patriarcado busca excluirlas y perpetuarse.

Es verdad que “Una habitación propia” es el ensayo mejor valorado en la obra literaria de Woolf, pero bien vale la pena voltear la mirada a “Tres Guineas”, un texto indispensable para comprender su feminismo, así como para comprender cómo las estructuras de la sociedad patriarcal conducen al militarismo, el que sin duda es uno de los desafíos más importantes del mundo actual.

Besitos a las mariposas amarillas, a las niñas azules y a mi gaviota que, apenas despunta el alba, vuela hacia el sol.

Un año antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Virginia Woolf publicó un ensayo mucho más polémico que “Una habitación propia”.

“Tres Guineas” es, de algún modo, un complemento, en el que los temas comunes que desarrolla tienen que ver con las mujeres y la educación y con el hecho de ser financieramente independientes. En este ensayo, Virgina Woolf pone a discusión cómo es que las mujeres pueden prevenir la guerra cuando están excluidas de la educación, del trabajo laboral y de la vida pública en general.

El título de este ensayo surge de una reflexión sobre la posibilidad de apoyar tres causas con una donación. Las tres causas eran: una campaña para apoyar la reconstrucción de una universidad, una especie de fundación para promover el empleo de las mujeres en el ámbito profesional y la formación de una sociedad para detener la guerra.

Todo comienza cuando supuestamente recibe una carta que le dirige un hombre eminente y en la que le pregunta a ella, mujer, “¿Cómo podemos evitar la guerra?” En ese momento de su vida, Virginia Woolf tenía varias preocupaciones: el surgimiento del fascismo en Europa, las terribles consecuencias que había dejado la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Española y el temor de que muchos de los derechos de las mujeres que habían conseguido en Alemania se pudieran perder pues el nazismo obligaba a las mujeres a adoptar, de nueva cuenta, los roles tradicionales. Esto último le generaba demasiada angustia, pues temía que eso se extendiera a la Gran Bretaña.

“Tres Guineas” es, ante todo, una crítica al patriarcado. Una sociedad patriarcal es aquella en la que los hombres tienen la mayor parte del poder, privilegios, autoridad y dinero. Virginia plantea que la sociedad de su tiempo es patriarcal y por ello, en este ensayo ofrece ideas de cómo se podría resolver ese desequilibrio de género. Y justamente, una de las principales proposiciones es la que ya había planteado antes en “Una habitación propia”: la necesidad de que la mujer sea financieramente independiente. En el texto compara la sociedad dominada por hombres con el auge del fascismo en Europa; contrasta la batalla contra la sociedad patriarcal con la batalla contra el fascismo; en este sentido, Woolf condena ambos y argumenta que el patriarcado debe ser combatido y desmantelado.

Virginia Woolf ofrece ejemplos de cómo esa sociedad patriarcal afecta los derechos de la mujer: las mujeres encuentran que el acceso a la educación está limitado por sus padres, al mismo tiempo que los hombres hacen comentarios burlones y mal informados sobre sus compañeras. Según Woolf, los hombres parecen vivir con el temor perpetuo de que la igualdad con el género femenino signifique la pérdida de sus privilegios. Esgrime argumentos con los que ilustra hasta qué punto los hombres protegen sus profesiones y su economía, para asegurarse de que sus hijas no puedan obtener calificaciones profesionales, intimidando a las empleadas fuera de su lugar de trabajo, así como la enorme ansiedad y angustia que padecen cuando “perciben” que el avance hacia una sociedad igualitaria es una posibilidad real. Esa angustia, ese miedo se manifiestan como una forma de violencia social y sugiere que son producto natural de una sociedad patriarcal. Está vedado que las mujeres puedan tener el mismo éxito que los hombres y estos se esfuerzan de manera concertada para perpetuar esa diferencia.

Como ya he mencionado, Virginia Woolf establece en este ensayo la existencia de un vínculo entre la vida familiar patriarcal y su conexión con el fascismo. La opresión de la vida doméstica de las mujeres se traduce en la opresión de las mujeres en la sociedad. En su momento, esas ideas desataron polémica, pero años después, especialmente en los años 60, las feministas argumentaron que lo privado es un tema político. Así que para responder a la pregunta de cómo se podría evitar la guerra, Woolf no duda en sostener que la guerra es producto de las normas socializadas de violencia, competencia y dominación de los hombres. Esas normas fueron incorporadas a través de las estructuras de la educación y las profesiones, pero, al ser excluidas de dichas estructuras, las mujeres desarrollaron valores diferentes y, por lo tanto, para que pueda influir en la esfera social es necesario participar en la esfera pública, procurando mantener su diferencia y no caer en el error de adoptar las mismas actitudes.

Woolf afirma que el límite artificial de la cantidad que pueden ganar las mujeres contradice la noción de que la sociedad británica contemporánea es una meritocracia. Una meritocracia es un sistema en el que las personas son recompensadas por su trabajo. Se otorgan posiciones de poder, salarios y privilegios a personas que demuestren méritos. Woolf descarta el mito de la meritocracia y afirma que "de ninguna manera se sigue que un hombre inteligente llegue a la cima o que un estúpido se quede abajo". La meritocracia es una mentira que la sociedad se dice a sí misma para preservar el sistema patriarcal que beneficia a mucha gente.

Las personas que se benefician del patriarcado lo hacen por favoritismo, sexismo y nepotismo en el que se favorece a familiares o amigos. Los hombres pueden ganar grandes sumas de dinero porque conocen a las personas adecuadas, están relacionados con las personas adecuadas o tienen la suerte de nacer varones. Woolf condena este sistema. Las mujeres experimentadas y cualificadas están deliberadamente excluidas de participar en las ganancias de la sociedad porque el patriarcado busca excluirlas y perpetuarse.

Es verdad que “Una habitación propia” es el ensayo mejor valorado en la obra literaria de Woolf, pero bien vale la pena voltear la mirada a “Tres Guineas”, un texto indispensable para comprender su feminismo, así como para comprender cómo las estructuras de la sociedad patriarcal conducen al militarismo, el que sin duda es uno de los desafíos más importantes del mundo actual.

Besitos a las mariposas amarillas, a las niñas azules y a mi gaviota que, apenas despunta el alba, vuela hacia el sol.