/ martes 16 de febrero de 2021

Cambiavía | Vita, las mujeres y la vida

Si evocamos el nombre de Vita Sackville-West, algunos pensarán en el Orlando de Virginia Woolf, otros en el bellísimo jardín que Vita construyó en su mansión de Sissinghurst, alguno recordará la relación amorosa entre ambas escritoras y alguien más en la poderosa influencia que el grupo Bloomsbury ejerció en las letras inglesas contemporáneas.

Victoria Mary Sackville-West nacida el 9 de marzo de 1892, es una de las presencias feministas presentes en nuestro imaginario con respecto del Reino Unido de principios del siglo veinte. Junto con ella resuenan nombres como “Knole House” su más preciado bien, una histórica residencia que nunca pudo heredar por su condición de ser mujer, según lo prohibía la costumbre aristocrática inglesa; “el círculo de Bloomsbury”, grupo de intelectuales que sostenían relaciones abiertas, al que pertenecía ella y su esposo Harold Nicholson, y sobre todo, la figura de “Virginia Woolf”, su amante más reconocida, pero no la más “importante”.

Vita Sackville West, una glamorosa escritora, era diez años más joven que Woolf. Originaria de una familia aristocrática, poseía una extensa finca en Knole, al sur de Inglaterra. Vita se casó con el diplomático Harold Nicholson en 1913. Esta pareja solía tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo fuera del matrimonio.

Una de las historias que más revuelo causó en aquel entonces es el de la relación que Vita mantuvo con su amante Violet Keppel, conocida mejor por su apellido de casada: Trefusis. De acuerdo con las apasionadas cartas que Violet dedicó a Vita, es posible entender que se trataba de una pasión desmesurada en la que ambas saldrían perjudicadas. Fueron contados los momentos de paz que vivieron juntas. Su vida era un constante subir y bajar. Dos mujeres que se admiraban: Vita a Violet por su brillantez; Violet a Vita por su vitalidad como mujer masculina: Vita encarnaba el personaje masculino de “Julián”, Violet el femenino “Lushka”. Años después, el hijo de Vita escribiría Retrato de un matrimonio, historia en la que habla abiertamente de aquella relación: “Al morir mi madre, Vita Sackville-West, en 1962, me vi obligado a revisar sus papeles personales. Di una última mirada a su salón privado de la torre Sissinghurst y reparé en una maleta Gladstone, cerrada. Dentro encontré un gran cuaderno de cubierta flexible, lleno, página a página, de su caligrafía clara y precisa. Era una autobiografía escrita a los veintiocho años, una confesión, un intento de purificar cabeza y corazón, de liberarse de un amor que la había poseído, un amor a otra mujer, Violet Trefusis”.

Vita y Violet mantuvieron un intenso romance y planearon huir y vivir su gran aventura, pero finalmente pudo más el matrimonio de ambas, el miedo a la escasez y a la inseguridad económica lo que terminó por deshacer dicha relación. A pesar de la distancia y el paso del tiempo, la historia duró cerca de cuarenta años.

En diciembre de 1922, Vita conoció a Virginia Woolf, en una cena en Londres. Su relación amorosa comenzó en 1925 y terminó en 1935, esos diez años fueron los más fructíferos en las carreras de ambas mujeres, la influencia mutua fue fundamental.

Vita decidió publicar sus libros con “Hogart Press”, la editorial independiente de la pareja Woolf; paradójicamente, los libros de Vita fueron comercialmente los más exitosos (Los eduardianos, vendió 30 mil copias en sus primeros seis meses). Por su parte, la novela de Virginia “Orlando”, fue inspirada en la vida de Vita: la historia retrata a un protagonista que cambia de sexo a lo largo de los siglos, en una exploración fantástica del yo y del otro. Esta novela confirmó su estatus como una gran escritora y maestra de la novela contemporánea. Al paso del tiempo, esta obra ha sido considerada como la primera novela “trans” en el idioma inglés. La aristocracia y los intelectuales sabían que “Orlando” se basaba en la vida de Vita y que la trama del cambio de género era una alusión directa a sus relaciones bisexuales.

La otra gran pasión de Vita fue la jardinería. En 1930, ella y su esposo Harold, compraron el castillo de Sissinghurst en Inglaterra, ahí pasó 25 años transformando sus siete acres de jardines. Creó un sistema de recintos o habitaciones e innovó jardines temáticos de un solo color. Estos jardines fueron abiertos al público por primera vez en 1938.

Aunque sigue siendo lo menos conocido de su obra, la poesía de Sackville-West contempla poemas épicos como “La tierra”, dedicado a su amante Dorothy Wellesley, el poema fue grabado por Columbia Records.

Vita Sackville-West murió en su castillo de Sissinhurst en junio de 1962 a los 70 años de edad, víctima de cáncer abdominal.

Como puede apreciarse, Violet Trefusis, más que Virginia Woolf, fue el gran amor de su vida. A las dos les gustaba imaginarse como parte de unos orígenes temperamentales. Y una familia a la que una vez Vita hizo alusión asegurando que era: “una raza demasiado pródiga, demasiado amorosa, demasiado débil, demasiado indolente y demasiado melancólica. Un lote podrido y casi todos locos como unas cabras”.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y mi gaviota de mirada luminosa y silencioso vuelo.

Si evocamos el nombre de Vita Sackville-West, algunos pensarán en el Orlando de Virginia Woolf, otros en el bellísimo jardín que Vita construyó en su mansión de Sissinghurst, alguno recordará la relación amorosa entre ambas escritoras y alguien más en la poderosa influencia que el grupo Bloomsbury ejerció en las letras inglesas contemporáneas.

Victoria Mary Sackville-West nacida el 9 de marzo de 1892, es una de las presencias feministas presentes en nuestro imaginario con respecto del Reino Unido de principios del siglo veinte. Junto con ella resuenan nombres como “Knole House” su más preciado bien, una histórica residencia que nunca pudo heredar por su condición de ser mujer, según lo prohibía la costumbre aristocrática inglesa; “el círculo de Bloomsbury”, grupo de intelectuales que sostenían relaciones abiertas, al que pertenecía ella y su esposo Harold Nicholson, y sobre todo, la figura de “Virginia Woolf”, su amante más reconocida, pero no la más “importante”.

Vita Sackville West, una glamorosa escritora, era diez años más joven que Woolf. Originaria de una familia aristocrática, poseía una extensa finca en Knole, al sur de Inglaterra. Vita se casó con el diplomático Harold Nicholson en 1913. Esta pareja solía tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo fuera del matrimonio.

Una de las historias que más revuelo causó en aquel entonces es el de la relación que Vita mantuvo con su amante Violet Keppel, conocida mejor por su apellido de casada: Trefusis. De acuerdo con las apasionadas cartas que Violet dedicó a Vita, es posible entender que se trataba de una pasión desmesurada en la que ambas saldrían perjudicadas. Fueron contados los momentos de paz que vivieron juntas. Su vida era un constante subir y bajar. Dos mujeres que se admiraban: Vita a Violet por su brillantez; Violet a Vita por su vitalidad como mujer masculina: Vita encarnaba el personaje masculino de “Julián”, Violet el femenino “Lushka”. Años después, el hijo de Vita escribiría Retrato de un matrimonio, historia en la que habla abiertamente de aquella relación: “Al morir mi madre, Vita Sackville-West, en 1962, me vi obligado a revisar sus papeles personales. Di una última mirada a su salón privado de la torre Sissinghurst y reparé en una maleta Gladstone, cerrada. Dentro encontré un gran cuaderno de cubierta flexible, lleno, página a página, de su caligrafía clara y precisa. Era una autobiografía escrita a los veintiocho años, una confesión, un intento de purificar cabeza y corazón, de liberarse de un amor que la había poseído, un amor a otra mujer, Violet Trefusis”.

Vita y Violet mantuvieron un intenso romance y planearon huir y vivir su gran aventura, pero finalmente pudo más el matrimonio de ambas, el miedo a la escasez y a la inseguridad económica lo que terminó por deshacer dicha relación. A pesar de la distancia y el paso del tiempo, la historia duró cerca de cuarenta años.

En diciembre de 1922, Vita conoció a Virginia Woolf, en una cena en Londres. Su relación amorosa comenzó en 1925 y terminó en 1935, esos diez años fueron los más fructíferos en las carreras de ambas mujeres, la influencia mutua fue fundamental.

Vita decidió publicar sus libros con “Hogart Press”, la editorial independiente de la pareja Woolf; paradójicamente, los libros de Vita fueron comercialmente los más exitosos (Los eduardianos, vendió 30 mil copias en sus primeros seis meses). Por su parte, la novela de Virginia “Orlando”, fue inspirada en la vida de Vita: la historia retrata a un protagonista que cambia de sexo a lo largo de los siglos, en una exploración fantástica del yo y del otro. Esta novela confirmó su estatus como una gran escritora y maestra de la novela contemporánea. Al paso del tiempo, esta obra ha sido considerada como la primera novela “trans” en el idioma inglés. La aristocracia y los intelectuales sabían que “Orlando” se basaba en la vida de Vita y que la trama del cambio de género era una alusión directa a sus relaciones bisexuales.

La otra gran pasión de Vita fue la jardinería. En 1930, ella y su esposo Harold, compraron el castillo de Sissinghurst en Inglaterra, ahí pasó 25 años transformando sus siete acres de jardines. Creó un sistema de recintos o habitaciones e innovó jardines temáticos de un solo color. Estos jardines fueron abiertos al público por primera vez en 1938.

Aunque sigue siendo lo menos conocido de su obra, la poesía de Sackville-West contempla poemas épicos como “La tierra”, dedicado a su amante Dorothy Wellesley, el poema fue grabado por Columbia Records.

Vita Sackville-West murió en su castillo de Sissinhurst en junio de 1962 a los 70 años de edad, víctima de cáncer abdominal.

Como puede apreciarse, Violet Trefusis, más que Virginia Woolf, fue el gran amor de su vida. A las dos les gustaba imaginarse como parte de unos orígenes temperamentales. Y una familia a la que una vez Vita hizo alusión asegurando que era: “una raza demasiado pródiga, demasiado amorosa, demasiado débil, demasiado indolente y demasiado melancólica. Un lote podrido y casi todos locos como unas cabras”.

Besitos a las niñas azules, a las mariposas amarillas y mi gaviota de mirada luminosa y silencioso vuelo.