/ viernes 20 de septiembre de 2019

Cine transgénero

El cine, de entrada, no debe ser clasificado bajo un aura de prejuicios o de ideologías.

Soy maestro de la materia de Géneros Cinematográficos en la Universidad Veracruzana y lo que me ha dejado en la profundización de la misma es que una película se clasifica estrictamente bajo los elementos de su estética.

El cine llamado transgénero, mayormente mal empleado en las reseñas o incluso los festivales, tiene un correcto ejemplar en Made in Bangkok/ México-Alemania-2015, de Flavio Florencio, documental intensamente humano, sin más concesión que la libertad y la fraternidad ante el reconocimiento de la identidad sexual.

Morgana/ Saúl (nacido en San Miguel Allende, Guanajuato), es una cantante de ópera transgénero que tiene un sueño: la reasignación de sexo; para ello tiene que viajar a Bang-kok, Tailandia, en busca del doctor Preecha Tielwtranon quien es una eminencia en el caso.

El director Flavio Florencio narra un filme desprovisto del lastre melodramático ramplón inherente en este tipo de temas. Prefiere –y es lo más acertado de su documental– un tono festivo, cálido y a ratos emotivo para dirimir la vida de Morgana a quien conoció en un bar cantando en alemán antiguo.

De este encuentro nace la historia contada a lo largo de 75 minutos en pantalla, en digital de alta definición: el viaje de Morgana a Bangkok para participar en el concurso Miss International Queen con el fin de ganar los diez mil dólares del premio para poder sufragar la operación.

El buceo que hace Flavio Florencio por el mundo de las competidoras transexuales es sin aspavientos ontológicos. No busca, a la manera de Roberto Fiesco con Quebranto/ 2013 o de Panos H. Koutras en Strella/ 2008, causales traumatizantes ni enajenaciones fatales. Al contrario, encuentra atmósferas de aceptación, fraternidad y comprensión.

La cámara, del propio Florencio, se vuelve cómplice de Morgana. La persigue de cerca, la interroga, la escudriña en su primer viaje fuera de México. Así, las secuencias tras bambalinas del concurso de belleza cuando Morgana se maquilla y convive con las demás chicas, amén de su presentación en el escenario como “la representante de la tierra del tequila”, bordean el optimismo imperante en esta ópera prima de Florencio.

Made in Bangkok no es un filme didáctico, ni aun en la explicación médica sobre la operación quirúrgica. Si bien hay momentos de solemnidad y amargura (cuando Morgana cuenta su vida a su compañero venezolana de cuarto), la película sostiene un plausible ritmo amable, gozoso y desenfadado…

El cine, de entrada, no debe ser clasificado bajo un aura de prejuicios o de ideologías.

Soy maestro de la materia de Géneros Cinematográficos en la Universidad Veracruzana y lo que me ha dejado en la profundización de la misma es que una película se clasifica estrictamente bajo los elementos de su estética.

El cine llamado transgénero, mayormente mal empleado en las reseñas o incluso los festivales, tiene un correcto ejemplar en Made in Bangkok/ México-Alemania-2015, de Flavio Florencio, documental intensamente humano, sin más concesión que la libertad y la fraternidad ante el reconocimiento de la identidad sexual.

Morgana/ Saúl (nacido en San Miguel Allende, Guanajuato), es una cantante de ópera transgénero que tiene un sueño: la reasignación de sexo; para ello tiene que viajar a Bang-kok, Tailandia, en busca del doctor Preecha Tielwtranon quien es una eminencia en el caso.

El director Flavio Florencio narra un filme desprovisto del lastre melodramático ramplón inherente en este tipo de temas. Prefiere –y es lo más acertado de su documental– un tono festivo, cálido y a ratos emotivo para dirimir la vida de Morgana a quien conoció en un bar cantando en alemán antiguo.

De este encuentro nace la historia contada a lo largo de 75 minutos en pantalla, en digital de alta definición: el viaje de Morgana a Bangkok para participar en el concurso Miss International Queen con el fin de ganar los diez mil dólares del premio para poder sufragar la operación.

El buceo que hace Flavio Florencio por el mundo de las competidoras transexuales es sin aspavientos ontológicos. No busca, a la manera de Roberto Fiesco con Quebranto/ 2013 o de Panos H. Koutras en Strella/ 2008, causales traumatizantes ni enajenaciones fatales. Al contrario, encuentra atmósferas de aceptación, fraternidad y comprensión.

La cámara, del propio Florencio, se vuelve cómplice de Morgana. La persigue de cerca, la interroga, la escudriña en su primer viaje fuera de México. Así, las secuencias tras bambalinas del concurso de belleza cuando Morgana se maquilla y convive con las demás chicas, amén de su presentación en el escenario como “la representante de la tierra del tequila”, bordean el optimismo imperante en esta ópera prima de Florencio.

Made in Bangkok no es un filme didáctico, ni aun en la explicación médica sobre la operación quirúrgica. Si bien hay momentos de solemnidad y amargura (cuando Morgana cuenta su vida a su compañero venezolana de cuarto), la película sostiene un plausible ritmo amable, gozoso y desenfadado…