/ miércoles 13 de febrero de 2019

Con café y a media luz | Comerciando amor

Le suplico que me permita explicar, a lo largo de la entrega de este día, la razón del título. Sé que de antemano se podría prestar a un severo malentendido pues a algunos les remitirá a aquella actividad no bien vista que ciertos seres humanos realizan para poder obtener un ingreso económico y que es conocido como “el oficio más antiguo del mundo”.

O bien, para otros tantos pudiera referirse a una triste intentona de satirizar el título de aquel churro telenovelero de media tarde, gracias al cual la exprimera dama de México, Angélica Rivera, obtuviera el sobrenombre con el que se le sigue reconociendo en los mundos de la política y la farándula nacional.

No es ni la primera, ni la segunda opción, querido amigo lector. Me refiero al incremento en las ventas de productos y servicios relacionados al más sublime de los sentimientos que puede experimentar una persona por otra: el amor.

Lamentablemente, como me explicó un buen amigo médico que ha decidido negarse a ser blanco de las saetas de oro y plata del cupido alado, cuando la oxitocina, la dopamina, la vasopresina y la noradrenalina, consideradas como las hormonas del amor, son segregadas en el cerebro, se pierde en buena medida la perspectiva que nos otorga la razón y comenzamos a cometer actos que, más adelante, nos pueden ocasionar severos problemas, principalmente económicos.

En un afán de agradar a aquel “personaje” que nos ha robado el sueño y los suspiros empezamos a comprar objetos de todo tipo que creemos le hacen falta o los necesita y, para atraerle, involuntariamente nos volvemos proveedores de dichos satisfactores. Endeudando por ella o por él - según sea el caso- hasta la camisa que en ese momento llevamos puesta.

Los oferentes, conscientes de ello, ya tienen los anaqueles repletos de osos de peluche, flores aromáticas, cajas de chocolates y mil cosas más que, la mercadotecnia nos ha enseñado, hacen referencia al amor, y en esta fecha, el precio se eleva hasta en un ciento por ciento.

Seguramente con el párrafo que le presenté arriba, usted como yo, gentil amigo lector, estará pensando que la Procuraduría Federal del Consumidor hace su trabajo al entregar a los vendedores los panfletos informativos de cómo hacer notar los precios y los espacios oficiales para colocar las cantidades requeridas para después verificarlos. Aunque lo ideal sería hacerles una visita una quincena antes para evitar que incrementen de manera exagerada. En este tenor, estará de acuerdo conmigo que en febrero y en mayo muchos vendedores hacen su agosto.

Por otra parte, este fin de semana las salas de cine estarán abarrotadas de galancetes que invitarán a sus amadas a ver la película romántica de la temporada que, seguramente, será un refrito de la típica historia de dos seres que luchan por consolidar su relación después de haber sorteado una serie de cómicas y disparatadas situaciones.

Al igual que en diciembre, la quincena se escapará de las manos o, mejor dicho, de las billeteras como “agua entre los dedos” y deberemos ser muy prudentes y mesurados para no gastar más de lo que nuestra capacidad económica nos lo permita.

Un factor más que se suma a esta ecuación sentimentaloide y tradicionalista es la aparición de las redes sociales cuyo uso y abuso parece que se ha ido acrecentando de manera exponencial conforme han pasado los años.

Usted podrá encontrar en las páginas y grupos de la localidad una serie de obsequios que van, desde lo más común hasta lo inimaginable e inverosímil como artículos electrónicos, joyería de fantasía, serenatas personalizadas, fabricación de dulces y postres, envíos de desayunos a domicilio y mil cosas más y los protagonistas son, en la mayoría de los casos, personas ajenas completamente al comercio formal quienes al estar amparados en la secrecía y carencia de control de los medios electrónicos trabajan con total tranquilidad.

Es una nueva especie de comercio informal virtual.

Lo grave de esto es que muchos “vendedores” -perdón por el entrecomillado - afirman cumplir con lo pactado después de que el cliente realice un depósito de dinero en una tienda de conveniencia de tal o cual cantidad y, posteriormente, no cumplen con lo prometido. Cuando el defraudado busca al infractor resulta que la página ya no existe y no hay manera, hasta el momento, de darle seguimiento.

Sin embargo, y como lo dije renglones arriba, este nuevo factor está acaparando la atención y el dinero de muchos y ahora el comercio formal deberá enfrentar a un nuevo modelo de informalidad que le supera en número, precio y, en un momento dado, hasta recursos y variedad.

Para ya no salirnos tanto del tema inicial, gentil amigo lector, y debido a que el espacio de hoy se ha agotado, me permito recordarle nuevamente aquel viejo lema de los años ochenta “Regale afecto, no lo compre”, pues recuerde que el amor no se comercia.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Le suplico que me permita explicar, a lo largo de la entrega de este día, la razón del título. Sé que de antemano se podría prestar a un severo malentendido pues a algunos les remitirá a aquella actividad no bien vista que ciertos seres humanos realizan para poder obtener un ingreso económico y que es conocido como “el oficio más antiguo del mundo”.

O bien, para otros tantos pudiera referirse a una triste intentona de satirizar el título de aquel churro telenovelero de media tarde, gracias al cual la exprimera dama de México, Angélica Rivera, obtuviera el sobrenombre con el que se le sigue reconociendo en los mundos de la política y la farándula nacional.

No es ni la primera, ni la segunda opción, querido amigo lector. Me refiero al incremento en las ventas de productos y servicios relacionados al más sublime de los sentimientos que puede experimentar una persona por otra: el amor.

Lamentablemente, como me explicó un buen amigo médico que ha decidido negarse a ser blanco de las saetas de oro y plata del cupido alado, cuando la oxitocina, la dopamina, la vasopresina y la noradrenalina, consideradas como las hormonas del amor, son segregadas en el cerebro, se pierde en buena medida la perspectiva que nos otorga la razón y comenzamos a cometer actos que, más adelante, nos pueden ocasionar severos problemas, principalmente económicos.

En un afán de agradar a aquel “personaje” que nos ha robado el sueño y los suspiros empezamos a comprar objetos de todo tipo que creemos le hacen falta o los necesita y, para atraerle, involuntariamente nos volvemos proveedores de dichos satisfactores. Endeudando por ella o por él - según sea el caso- hasta la camisa que en ese momento llevamos puesta.

Los oferentes, conscientes de ello, ya tienen los anaqueles repletos de osos de peluche, flores aromáticas, cajas de chocolates y mil cosas más que, la mercadotecnia nos ha enseñado, hacen referencia al amor, y en esta fecha, el precio se eleva hasta en un ciento por ciento.

Seguramente con el párrafo que le presenté arriba, usted como yo, gentil amigo lector, estará pensando que la Procuraduría Federal del Consumidor hace su trabajo al entregar a los vendedores los panfletos informativos de cómo hacer notar los precios y los espacios oficiales para colocar las cantidades requeridas para después verificarlos. Aunque lo ideal sería hacerles una visita una quincena antes para evitar que incrementen de manera exagerada. En este tenor, estará de acuerdo conmigo que en febrero y en mayo muchos vendedores hacen su agosto.

Por otra parte, este fin de semana las salas de cine estarán abarrotadas de galancetes que invitarán a sus amadas a ver la película romántica de la temporada que, seguramente, será un refrito de la típica historia de dos seres que luchan por consolidar su relación después de haber sorteado una serie de cómicas y disparatadas situaciones.

Al igual que en diciembre, la quincena se escapará de las manos o, mejor dicho, de las billeteras como “agua entre los dedos” y deberemos ser muy prudentes y mesurados para no gastar más de lo que nuestra capacidad económica nos lo permita.

Un factor más que se suma a esta ecuación sentimentaloide y tradicionalista es la aparición de las redes sociales cuyo uso y abuso parece que se ha ido acrecentando de manera exponencial conforme han pasado los años.

Usted podrá encontrar en las páginas y grupos de la localidad una serie de obsequios que van, desde lo más común hasta lo inimaginable e inverosímil como artículos electrónicos, joyería de fantasía, serenatas personalizadas, fabricación de dulces y postres, envíos de desayunos a domicilio y mil cosas más y los protagonistas son, en la mayoría de los casos, personas ajenas completamente al comercio formal quienes al estar amparados en la secrecía y carencia de control de los medios electrónicos trabajan con total tranquilidad.

Es una nueva especie de comercio informal virtual.

Lo grave de esto es que muchos “vendedores” -perdón por el entrecomillado - afirman cumplir con lo pactado después de que el cliente realice un depósito de dinero en una tienda de conveniencia de tal o cual cantidad y, posteriormente, no cumplen con lo prometido. Cuando el defraudado busca al infractor resulta que la página ya no existe y no hay manera, hasta el momento, de darle seguimiento.

Sin embargo, y como lo dije renglones arriba, este nuevo factor está acaparando la atención y el dinero de muchos y ahora el comercio formal deberá enfrentar a un nuevo modelo de informalidad que le supera en número, precio y, en un momento dado, hasta recursos y variedad.

Para ya no salirnos tanto del tema inicial, gentil amigo lector, y debido a que el espacio de hoy se ha agotado, me permito recordarle nuevamente aquel viejo lema de los años ochenta “Regale afecto, no lo compre”, pues recuerde que el amor no se comercia.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!