/ lunes 14 de junio de 2021

Con café y a media luz | “Caminito de la escuela”

El genial compositor veracruzano de música infantil, Francisco Gabilondo Soler, “Cri – Cri” , jamás imaginó que una de sus piezas años después de su estreno, sería, al mismo tiempo, un feliz tarareo mental de padres de familia, un sonsonete mal chasqueado por parte de los niños y un angustiante repiqueteo de riesgo de muerte entre los maestros que solo cruzan miradas después de que el gobierno del estado de Tamaulipas anunciara el inicio de la fase dos del retorno escalonado a las aulas, una vez concluida la etapa de confinamiento originada por la pandemia de Covid – 19.

Seguramente, usted recordará, gentil amigo lector, cuando hace poco más de un año, el vocero de salud de la Presidencia de la República, Dr. Hugo López – Gatell, en compañía del entonces secretario de educación, Esteban Moctezuma, anunció en una conferencia matutina del presidente López Obrador, que “se adelantaba el periodo vacacional de semana santa” y, a la par, se instaba a la población en general a “no salir de casa” porque, en palabras de los funcionarios “no eran vacaciones”.

Después de haber transitado por un par de semanas de declaraciones confusas, incongruentes, riesgosas y hasta contradictorias, el poder ejecutivo de nuestro país ordenaba a los mexicanos a hacer exactamente lo contrario a lo declarado días atrás. Ya no había que abrazarse, mucho menos salir, ni siquiera abarrotar fondas o restaurantes para que la familia se distrajera. El mal era real. Había poca información al respecto. Lo peor de todo es que ya había presencia del virus en territorio nacional.

Año y medio después, todo parece indicar que hemos de migrar – socialmente hablando – a esa “nueva normalidad que tanto se pregonó”, dándole prioridad, por supuesto, a los niños y al quehacer educativo.

Si bien es cierto que los más pequeños del hogar y su formación académica son el pilar fundamental que habrá de sostener a la sociedad mexicana del mañana, también es verdad que hay detalles que quedaron evidenciados en el confinamiento. Un programa educativo que no pudo emigrar de forma eficiente al entorno digital, la brecha tecnológica y generacional que ocasionó contratiempos a los docentes, una lamentable situación económica de un sector social de padres de familia que tenían que decidir en tener celular para las clases o tortillas en su mesa durante los próximos meses y, aunque no se haya declarado como tal, una penosa desaceleración en el flujo de capitales por la falta de menores en los espacios públicos.

¿Cómo dijo el redactor? ¡Sí! El hecho de que se cerraran las escuelas golpeó severamente al transporte público y al sector papelero, por ejemplo; algunas tiendas departamentales y las “tienditas de la esquina” tuvieron que cerrar definitivamente; los centros culturales – como el museo “El Barco” de Tampico, vieron mermadas las pocas ganancias derivadas de las cuotas de acceso que son destinadas al mantenimiento de las salas de exhibición; clubes deportivos para infantes fueron deshechos porque los instructores debieron buscar otros medios de sustento y, así, podemos seguir citando varios traspiés económicos de los diferentes actores de nuestra comunidad, todos ocasionados porque los más pequeños ya no pudieron salir a las calles.

Ahora, cuando se está a punto de concluir la jornada de vacunación, el Gobierno Federal ha anunciado con “bombo y platillo” el regreso a clases en varias entidades de nuestro país, Tamaulipas no es la excepción y desde hace semanas arrancó la fase uno de retorno a clases en escuelas de zonas rurales donde no hubo – o hubo muy pocos – casos de Covid – 19. La satisfacción de este primer episodio de regreso ha sido tal, que ya se anunció que el próximo lunes arrancará la segunda parte que consiste en la apertura de escuelas de las zonas urbanas en las que sí se detectó el virus Sars – Cov – 2.

La declaración ha ocasionado que muchos padres se muestren contentos con este retorno, aunque también hay un número importante de progenitores que ya hicieron notorio su franco desacuerdo y han asegurado que sus hijos no volverán a la escuela hasta que no se garantice que no hay contagios en el país. Asimismo, hay secciones y delegaciones adscritas al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que ya hicieron pública una postura similar en torno a la protección de sus agremiados docentes y no docentes. Ambas actitudes llevarán, a la postre, a la formación de un sistema educativo mixto o híbrido – o como usted guste llamarle – que consistirá en que irá a la escuela quién así lo desee y el profesor estará condicionado a implementar una metodología de enseñanza simultánea que satisfaga a aquellos que estén de manera presencial como para los que tomen clase desde la comodidad de su hogar.

Aunque para los directivos de los niveles básicos, este fenómeno – el de la readecuación de horarios – no represente una situación de severo compromiso, pues al tener, generalmente, dos turnos, los docentes distribuirán sus actividades replicando la información presencial al entorno digital como hasta la fecha. En otras palabras, podrán recurrir a grabar sus clases o a transmitirlas en vivo, pero para los encargados de los centros de niveles superiores sí es un verdadero reto pues en varias carreras y bachilleratos, la formación del estudiante incluye prácticas en laboratorios, proyectos conjuntos en talleres y participación grupal en otras figuras de aprendizaje lo que conllevaría a que el profesor repita en más de una ocasión el ejercicio para los asistentes y para los espectadores virtuales, deteniendo el avance del contenido programático de su materia y sin poder garantizar una educación homogénea en el grupo.

Sin olvidar, por supuesto, que continuará el riesgo latente de contagios y, como ocurrió en Campeche y en la Ciudad de México, lugares en los que, a pesar de haber vacunado a la población, una vez que inició el retorno a las aulas, se incrementó el número de enfermos en los nosocomios de dichas entidades.

En este punto, debo confesarle, mi buen amigo, que ya no sé cuál es la mejor decisión, si regresar a los salones de clase o esperar a que concluya de manera íntegra el proceso de vacunación. ¿Usted, qué opina?

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo: licajimenezmcc@hotmail.com

El genial compositor veracruzano de música infantil, Francisco Gabilondo Soler, “Cri – Cri” , jamás imaginó que una de sus piezas años después de su estreno, sería, al mismo tiempo, un feliz tarareo mental de padres de familia, un sonsonete mal chasqueado por parte de los niños y un angustiante repiqueteo de riesgo de muerte entre los maestros que solo cruzan miradas después de que el gobierno del estado de Tamaulipas anunciara el inicio de la fase dos del retorno escalonado a las aulas, una vez concluida la etapa de confinamiento originada por la pandemia de Covid – 19.

Seguramente, usted recordará, gentil amigo lector, cuando hace poco más de un año, el vocero de salud de la Presidencia de la República, Dr. Hugo López – Gatell, en compañía del entonces secretario de educación, Esteban Moctezuma, anunció en una conferencia matutina del presidente López Obrador, que “se adelantaba el periodo vacacional de semana santa” y, a la par, se instaba a la población en general a “no salir de casa” porque, en palabras de los funcionarios “no eran vacaciones”.

Después de haber transitado por un par de semanas de declaraciones confusas, incongruentes, riesgosas y hasta contradictorias, el poder ejecutivo de nuestro país ordenaba a los mexicanos a hacer exactamente lo contrario a lo declarado días atrás. Ya no había que abrazarse, mucho menos salir, ni siquiera abarrotar fondas o restaurantes para que la familia se distrajera. El mal era real. Había poca información al respecto. Lo peor de todo es que ya había presencia del virus en territorio nacional.

Año y medio después, todo parece indicar que hemos de migrar – socialmente hablando – a esa “nueva normalidad que tanto se pregonó”, dándole prioridad, por supuesto, a los niños y al quehacer educativo.

Si bien es cierto que los más pequeños del hogar y su formación académica son el pilar fundamental que habrá de sostener a la sociedad mexicana del mañana, también es verdad que hay detalles que quedaron evidenciados en el confinamiento. Un programa educativo que no pudo emigrar de forma eficiente al entorno digital, la brecha tecnológica y generacional que ocasionó contratiempos a los docentes, una lamentable situación económica de un sector social de padres de familia que tenían que decidir en tener celular para las clases o tortillas en su mesa durante los próximos meses y, aunque no se haya declarado como tal, una penosa desaceleración en el flujo de capitales por la falta de menores en los espacios públicos.

¿Cómo dijo el redactor? ¡Sí! El hecho de que se cerraran las escuelas golpeó severamente al transporte público y al sector papelero, por ejemplo; algunas tiendas departamentales y las “tienditas de la esquina” tuvieron que cerrar definitivamente; los centros culturales – como el museo “El Barco” de Tampico, vieron mermadas las pocas ganancias derivadas de las cuotas de acceso que son destinadas al mantenimiento de las salas de exhibición; clubes deportivos para infantes fueron deshechos porque los instructores debieron buscar otros medios de sustento y, así, podemos seguir citando varios traspiés económicos de los diferentes actores de nuestra comunidad, todos ocasionados porque los más pequeños ya no pudieron salir a las calles.

Ahora, cuando se está a punto de concluir la jornada de vacunación, el Gobierno Federal ha anunciado con “bombo y platillo” el regreso a clases en varias entidades de nuestro país, Tamaulipas no es la excepción y desde hace semanas arrancó la fase uno de retorno a clases en escuelas de zonas rurales donde no hubo – o hubo muy pocos – casos de Covid – 19. La satisfacción de este primer episodio de regreso ha sido tal, que ya se anunció que el próximo lunes arrancará la segunda parte que consiste en la apertura de escuelas de las zonas urbanas en las que sí se detectó el virus Sars – Cov – 2.

La declaración ha ocasionado que muchos padres se muestren contentos con este retorno, aunque también hay un número importante de progenitores que ya hicieron notorio su franco desacuerdo y han asegurado que sus hijos no volverán a la escuela hasta que no se garantice que no hay contagios en el país. Asimismo, hay secciones y delegaciones adscritas al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que ya hicieron pública una postura similar en torno a la protección de sus agremiados docentes y no docentes. Ambas actitudes llevarán, a la postre, a la formación de un sistema educativo mixto o híbrido – o como usted guste llamarle – que consistirá en que irá a la escuela quién así lo desee y el profesor estará condicionado a implementar una metodología de enseñanza simultánea que satisfaga a aquellos que estén de manera presencial como para los que tomen clase desde la comodidad de su hogar.

Aunque para los directivos de los niveles básicos, este fenómeno – el de la readecuación de horarios – no represente una situación de severo compromiso, pues al tener, generalmente, dos turnos, los docentes distribuirán sus actividades replicando la información presencial al entorno digital como hasta la fecha. En otras palabras, podrán recurrir a grabar sus clases o a transmitirlas en vivo, pero para los encargados de los centros de niveles superiores sí es un verdadero reto pues en varias carreras y bachilleratos, la formación del estudiante incluye prácticas en laboratorios, proyectos conjuntos en talleres y participación grupal en otras figuras de aprendizaje lo que conllevaría a que el profesor repita en más de una ocasión el ejercicio para los asistentes y para los espectadores virtuales, deteniendo el avance del contenido programático de su materia y sin poder garantizar una educación homogénea en el grupo.

Sin olvidar, por supuesto, que continuará el riesgo latente de contagios y, como ocurrió en Campeche y en la Ciudad de México, lugares en los que, a pesar de haber vacunado a la población, una vez que inició el retorno a las aulas, se incrementó el número de enfermos en los nosocomios de dichas entidades.

En este punto, debo confesarle, mi buen amigo, que ya no sé cuál es la mejor decisión, si regresar a los salones de clase o esperar a que concluya de manera íntegra el proceso de vacunación. ¿Usted, qué opina?

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

Escríbame y recuerde, será un gran día.

Correo: licajimenezmcc@hotmail.com